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martes, 16 de junio de 2015

Con el agua hasta el cuello

por  Caronte Campos Elíseos


Como recordarán, la última vez que escribía para este blog, el gobierno había declarado el estado de sequía.  En ese momento me disponía a tomar una ducha pero no había agua en la casa.  Pensé que el improvisado plan de la Autoridad de Acueductos había comenzado.  Nada más lejos de la realidad.  Lo que era una realidad era que la Autoridad me había cortado el servicio de agua potable (si es que puede llamarse potable) por falta de pago.  Claro, en este país es mejor y más fácil cortar los servicios básicos a un desempleado y enfermo (mental) como yo, que a las agencias de gobiernos y grandes empresas que tampoco pagan y deben millones de galones (en dólares).  Pero bueno, aunque logré hacer el pago y tengo agua nuevamente, he decidido economizarla.  Todos los que me conocen saben de mi profusa hidrofobia, por lo que ahora me ducho cada tercer día. 

Toda esta fétida situación me puso a pensar intensamente.  Pensaba en cómo todos los años caemos reiteradamente en temporadas de sequía; y en que, de lo que estamos inundados es de políticos y gobernantes ineptos.  Obviamente mi falta de lucidez no me permite analizar profunda y seriamente todas las cosas.  Y todos mis seguidores saben que cuando no tengo nada importante, coherente o interesante que publicar, escribo solo disparates.  En esta ocasión, mi sequedad intelectual solo me alcanza para el “top five” de la sequía actual.  Estas son las razones (según yo) por las que todos los años vivimos la deshidratación de los embalses.  Considero que es un tema que salpica a todo el mundo, por lo que hoy se las comparto.


Cinco razones de la sequía boricua


1.     Clima tropical – Como dice el viejo y conocido refrán, no es fácil vivir en el trópico.  Vivimos en una región que llueve la mayor parte del año y la precipitación es continua.  Tanto así que, con solo varias gotas las mayoría de las calles se inundan, hay derrumbes y el gobierno se ha visto en la obligación de abrir las represas para evitar el desbordamiento.  Agua que en los meses de sequía nos hace notable falta.     

2.     Dragado en los embalses – La evaporada planificación gubernamental ha redundado en 20 años sin dragar los embalses.  El último dragado fue en el 1995, a un costo de sobre $60 millones, sin contar con los millones que se fueron por el tubo de la corrupción y los que se sumaron a la deuda con todo los intereses.  Mientras tanto, el sedimento llena los embalses, hay menos captación de agua y la que recogen no es recomendable para la salud de nadie.
 
3.     Salideros – Mientras la prensa insiste en que el problema es el agua que desperdiciamos, la propia autoridad desperdicia un 30% (aproximado) de su producción.  Los salideros es una irresponsabilidad e ineptitud constante y perenne.  Tuberías antiguas, tubos rotos, acueductos fantasmas, sumergen al pueblo en el desecamiento del preciado líquido y del “cash flow”.  

4.     Reuso del agua – Toda la vida nos han hecho creer que el agua que utilizamos en la casa y que baja por las tuberías y los drenajes, van a parar a los embalses nuevamente.  Si esa leyenda urbana es cierta, el agua que sale por los grifos es reusada (aunque sea del inodoro).  Entonces, si es de esa manera cochambrosa cómo funciona el sistema, porque la demonización del uso en los hogares.  Si al final del día, el agua que utilizamos la pagamos por enésima vez, aunque la hayan cobrado en los ciclos anteriores.

  5.  Súper Tubo – No hay que decir mucho.  Considerando el costo de este mega proyecto ($345 Millones sin incluir los costos de corrupción), que todavía y desde los años noventa estamos pagando con IVU e IVA, no cumple con su función principal.  Si bien retrasa la llegada de la implementación del racionamiento a ciertas áreas de la isla, la misma es inevitable.  Sin mencionar que cada vez que se le abre la llave se rompe, y termina llevando solamente aire sin el ciclo hidrológico. 


Por último, pero no menos indignante, la añapita.  Esta es la gota que colma la copa (la copa es lo único que se desborda en este país).


6.     Plantas desalinizadoras – Es una vergüenza para el pueblo de Puerto Rico, que a estas alturas de la historia no estén operando plantas desalinizadoras.  Siendo la nuestra, una isla rodeada de agua por todas partes, es irónico que tengamos escasez del preciado líquido.  Los discursos de los políticos están saturados de excusas.  Que son costosas, el mantenimiento es caro, no tenemos fondos, no hay expertos para la construcción y mucho menos para la operación de las mismas.  Mientras los embalses bajan, el nivel del mar aumenta; y mientras la marea va y viene, seguimos sedientos de una alternativa viable.

En medio de toda esta marejada de incertidumbre sobre los manejos de uno de los recursos más importantes y necesarios para vivir, seguimos nosotros en el papel de víctima y victimario.  Tenemos tipos que salen en televisión diciendo que ese no es problema ni asunto del gobierno.  Que ellos, dijo con su cara de lechuga, no pueden hacer que caiga la lluvia tan necesaria.  Esto, aun cuando tuvimos a un mesías por gobernador, que hacía levitar las tarimas y bailar los incautos.  Valdría preguntarse también, que podrá hacer sin suficiente agua, el llamado tiburón blanco.  Luego de las elecciones todos están como peces en el agua… haciendo nada, nada y nada.  Mientras tanto, nos vemos en la necesidad de adquirir purificadores, destiladores o tomar agua en botellas plásticas con BPA.  

La prensa que nos hace creer que el agua que desperdiciamos es la causa de la seca que padecemos, les sigue la corriente a los pseudolíderes.  Nadie se sumerge en las profundidades del problema, y terminamos siempre AGUAntando y teniendo sueños mojados con un cambio real.  Vivimos literalmente, con el agua hasta el cuello.  Estamos tocando fondo.


¡Levántate y anda!



En las letras, desde Puerto Rico: Diez años sin Enrique Laguerre

por Carlos Esteban Cana



Hace una década fallecía a los 99 años el novelista puertorriqueño más prolífico del siglo XX, Enrique Laguerre. Aquel 16 de junio de 2005 las letras y cultura boricua estaban de luto. El gobierno decretó tres días de duelo. Los principales escritores del país se expresaron, de un modo u otro, con respecto al valor de la obra del escritor nacido en el pueblo de Moca el 3 de mayo de 1906. A diez años de su despedida, comparto con los lectores de nuestro boletín “En las letras, desde Puerto Rico”, aquí en Buscando la luz al final del túnel, hogar cibernético del editor y escritor Caronte Campos Eliseos, unas remembranzas que redacté en ocasión de su partida. Sirvan las mismas como un sencillo homenaje a este orgulloso hijo de nuestra Patria. 


Algunas reflexiones sobre Enrique Laguerre


Si no me equivoco, conocí a Enrique Laguerre en 1992. Yo, que cursaba en aquel entonces mi cuarto año universitario, le había solicitado una entrevista. Creo que su número telefónico lo conseguí en la guía. Y cuando me contestó le dije que de sus trece novelas (para aquel entonces) ya había leído 10. Y de buenas a primeras accedió.

Puedo resumir la experiencia con la siguiente frase: conocí a un caballero. Me recibió con su hablar pausado y cordial. Y hablamos. Hablamos de sus novelas, de su infancia, de su larga experiencia en el magisterio. Enseño durante 64 años y es importante puntualizarlo porque antes que escritor, Laguerre se consideraba maestro.

Le comuniqué que de sus novelas, mis favoritas eran La resaca (¡cómo no tener presente las aventuras de Dolorito Montojo, su protagonista!) y Los amos benévolos.

Conversamos sobre la inevitable comparación que los lectores hacían de su obra novelística con los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Laguerre mismo me indicó que a partir de finales de los cincuenta, quizás desde El Laberinto (una amena e interesante novela sobre el dictador dominicano Trujillo, mucho antes que Vargas Llosa saliera con La fiesta del chivo) fue muy riguroso a la hora de trabajar aspectos como la estructura. Con eso en mente, construyó el universo de su novela El fuego y su aire, en la que cada capítulo funcionaba a la vez como si fueran cuentos autónomos. Sin embargo, la culminación de su exploración con aspectos experimentales y vanguardistas en la novela –y quizás influenciado por el Boom latinoamericano (o como precedente del mismo)-, se encuentra en  Los amos benévolos, obra que publicó en el año 1976.



Esa tarde también conversó sobre su rol como comunicador, aspecto que me interesaba pues aspiraba a potenciar mi servicio cultural a través de los medios, tal como él lo hacía. Yo conocía de sus columnas, tanto las que había desarrollado para la radio como para la prensa escrita, y desde ambas trincheras mediáticas su labor dio frutos palpables. Y es que, cuando nadie hablaba sobre la protección de nuestro ambiente, Laguerre alzaba su voz, y era escuchado. Fue implacable a la hora de denunciar la nefasta práctica del gobierno de autorizar la venta de nuestras playas.

Recuerdo que también hablamos de su novela más autobiográfica: El 30 de febrero. Yo le comenté que de todo el universo de personajes que había desarrollado en sus novelas, el que más me había emocionado fue Teófilo Sampedro, protagonista de tal novela, publicada en 1943. Laguerre agradeció mi comentario, porque pensaba que esa novela no había sido valorada en su justa perspectiva. Sin duda, esa fue su primera novela urbana, la que dejaba ver su experiencia universitaria, cuando estudiaba para convertirse en educador. Quizás el equivalente de El 30 de febrero lo encontramos en Cuentos de la universidad, colección de su compatriota Emilio S. Belaval.

Años después pude saludarle nuevamente en algún evento cultural, pero nunca tuve la oportunidad de conversar como en aquella tarde de 1992. Había grabado la tertulia para una clase, pero lamentablemente el profesor que asignó la tarea extravió el ‘casette’.

Cuando pienso en Enrique Laguerre, tengo que agradecer lo que significó para mí en esa primera etapa de formación literaria. Y ahora que lo pienso, incluso desde antes, pues había escenificado con un grupo teatral su obra dramática La resentida.


Si para entonces me había leído con gusto la obra de León Tolstói, de Horacio Quiroga y de Jorge Luis Borges, a los que considero mis padres literarios, fueron las novelas de Laguerre las que me hablaron acerca del devenir histórico de mi propio País. Y eso, en un Archipiélago Caribeño como el nuestro, no es poca cosa. ¡Gracias, don Enrique! Mis respetos para usted, siempre.
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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

jueves, 21 de mayo de 2015

Isla del Cannabis

por  Caronte Campos Elíseos


Luego de unas merecidas vacaciones, donde todo este tiempo disfruté a solas de mis depresiones, estrés postraumático, recuerdos de mi crianza difícil, y toda suerte de estresores violentos, he regresado cual hijo prodigo.  Debo confesar que aunque siempre he sido un fuerte crítico de las hazañas y patrañas gubernamentales, en esta ocasión me ha tocado rendir mis honores y extender mis felicitaciones al gran y excelso gobernador de Puerto Rico.  Con su última decisión de aprobar el uso del cannabis o como se conoce comúnmente por esos lares, la Marihuana, se ha ganado mis respetos.  Y no solo por los beneficios que esto implica para todos los pacientes de cáncer y otras enfermedades en la isla, sino por todas las ventajas que trae por carambola para el resto de la población.  Me parece, y creo que todos los lectores estarán de acuerdo conmigo en esto, que el gobierno dado un paso gigantesco hacia el futuro colocando la isla a la vanguardia de las américas.  No únicamente por lo que la orden en si misma conlleva, sino también por convertirse en un gobierno que piensa y actúa en pos del bien común de todo el colectivo y en el bienestar de todos y todas sus constituyentes.
 
Admito que al principio me encontraba un poco reacio y con muchas dudas sobre  la efectividad de la aprobación de esta clase de productos.  No sabía cuál era la verdadera intención detrás de esta movida.  Llegué a pensar que la única razón que tienen los legisladores usuarios es no tener que realizarse pruebas de dopajes que arrojen resultados positivos, y esto les cueste sus lucrativos puestos.  Mi carácter escéptico me lleva a dudar de todo y de todos.  Así que decidí ponerlo a prueba.  En vista de que no encontré a nadie dispuesto a ayudarme con mi primera receta, me tome la libertad e iniciativa de ir en busca de algún genérico, bioequivalente, o en su lugar, algún sustituto.  Para esto me fui por esos pueblos costeros que se niegan a morir, donde conozco de muy buena tinta, abundan estos productos.  Llegué a mi casa con las dosis recomendadas por los farmacéuticos sin licencia de los puntos de ventas estratégicamente ubicados.  Mientras me administraba las primeras dosis, pensaba en lo audaz del gobierno en aprobar una medida que a todas luces, beneficiará al 100% de la población, exceptuando a los menores de edad que por razones obvias pueden tener contraindicaciones.

No tardaron mucho en hacer acto de presencia los efectos de los productos que me proveyó aquel jovencito, que aunque por su corta edad no puede consumirlos (como ya mencionamos), se encarga de distribuirlos a sus clientes satisfechos.  Comencé por sentir una sensación de euforia y alegría desmedida; luego sentí deseos de correr, gritar, brincar, y hasta bailar; me sentía sobre-excitado y emocionado, hasta pensé en salir a buscar compañía de alguna proxeneta.  Tiempo más tarde, tantas emociones me dejaron hambriento, exhausto y atolondrado.  Las dudas en mi cabeza sobre las motivaciones del gobierno, se fueron disipando como el humo.  Después de tan largo viaje, puede ver la luz al final del túnel.  Divagando todavía entre el cansancio físico y mental, entendí las verdaderas intenciones de nuestro honorable gobernador. 

A todas luces, la maquinaria de asesores y publicistas con gran experiencia en sustancias psicoactivas, encontraron la manera de introducir nuevas legislaciones y conseguir el apoyo de la inmensa mayoría de los puertorriqueños.  Induciendo al pueblo al consumo legal de tales derivados, garantizan el triunfo de todos sus entuertos sobre nuestro exiguo razonamiento y escaso sentido común.  De que otra forma, si no es bajo los efectos de algún agente psicotrópico, pudiera este país aguantar y sobrellevar las vicisitudes de una política partidista oportunista.  Claro, los de cuello blanco saben que solo cayendo en un perenne, pero placentero arrebato mafutero, pueden pasarnos gato por liebre.  Ciertamente, la única manera de que un país se convierta en cómplice de su propia desgracia, y consienta: una deuda pública sideral, una quiebra financiera, unos servicios mediocres, exceso de medidas impositIVAs, el disloque del sistema educativo, el hundimiento de las corporaciones públicas para venderlas a buitres extranjeros, las escoltas millonarias para los responsables de la miseria colectiva, los fondos millonarios para las fundaciones fantasmas de estos personeros, la eutanasia del sistema de salud, un sistema judicial politizado hasta la medula, el nepotismo burdo, la corrupción corrosiva, entre otras minucias; es con la modificación de su sistema de neurotransmisión.  Es decir, inhibiendo o modificando su actividad mental (si alguna).

He llegado a la conclusión de que la medida es buena.  Tiene el efecto anestésico que necesitamos para no sentir las veces que nos violan y sodomizan con infinidad de leyes absurdas; nos mantiene hipnotizados mientras nos saquean los bolsillos; e inhibe el orgullo boricua mientras destruyen el país.   Adicionalmente, provee para que todo aquel que prefiera vivir en la enajenación intelectual voluntaria (como yo), no se sienta aludido ni culpable y mucho menos responsable por votar por ese enjambre de incompetentes.  Agotado por tanta reflexión humo-tivadora, fui a darme una ducha.  Tanto esfuerzo mental hizo que sudara las pocas neuronas que me quedan.  Sorpresa me lleve al abrir todas las mezcladoras de la casa, y notar que de ninguna de ellas salía gota de agua.  Recordé que el gobierno ya había declarado la sequía anual. Corrí sin más a darme otro “pasesito” justo y necesario.  ¿De que otra manera puede un isleño sobrellevar que en una isla (rodeada de tanta agua), todos los años se racione el preciado líquido por escasez, sin que el gobierno posea un plan correctivo a corto y largo plazo? Con todo a mi alrededor dando vueltas, llega a mi mente este último pensamiento: “Pido que nuestro gran y nunca bien ponderado gobernador, tenga la oportunidad y el tiempo necesario para culminar la transición y cambio de imagen nacional, pasando de ser la Isla del Encanto a la Isla Estrella, y muy pronto, a la Isla del Cannabis.  Que así lo ayude dios”.

¡Levántate y anda!  


miércoles, 1 de abril de 2015

Juglares Apócrifos

por  Caronte Campos Elíseos


Para mi sorpresa, después de aquella experiencia del tercer tipo con aquel ente viril y su diatriba en contra del IVA, el protagonismo del impuesto en la opinión pública, ha disminuido.  No hemos de extrañarnos, si es harto conocido que somos un pueblo de memoria corta (al menos yo si lo soy), lo que en tiempos modernos se ha diagnosticado como Alzheimer Nacional.  Históricamente nos han ofuscado con toda suerte de patrañas mediáticas para distraernos de todo tema relevante y vital.  El estatus políticos, la ciudadanía americana, el español y el inglés como segundo idioma, los días feriados y más recientemente el chinkungunya, son solo algunas de las artimañas del sistema para polarizar nuestra atención. 

Siempre estás tretas han sido muy efectivas en nuestra mentes y débiles corazones (al menos el mio).  Pero en estas últimas dos semanas, nos han bombardeado con una de mis favoritas, los juglares apócrifos.  En nuestra parsimonia y con nuestra voluntad inerme, estos personeros se prestan para entretenernos mientras las cosas de envergadura suceden tras las cortinas de humo.  En esta ocasión no estoy haciendo referencias a Maripily, Shalimar, Carlos Arroyo ni a El Molusco.  Estoy hablando de los casos particulares de Alexandra Lúgaro y Reinaldo Ríos.  Con sus espectáculos circenses en los principales “medios de información masiva”, lograron captar la atención de la mayoría de la población.  Dándole así el espacio y la sombra necesaria a nuestros senadores y representantes, para pasarnos gato por liebre nuevamente.

Mientras estos emisarios realizaban sus actuaciones, malabares y representaciones ante las cámaras, los legisladores nuestros hacían lo que mejor saben hacer… embaucarnos.  Tras bastidores, sucedían varias cosas de importancia.  Entre ellas, el “deadline” que otorgaron a la Autoridad de Energía Eléctrica para que emita un pago millonario a sus acreedores.  Claro, a falta de una discusión seria sobre el desacreditado IVA, no existen los fondos ni las fuentes de recaudos para emitir el súper pago a los bonistas.  Como secuela de ese evento, la casa acreditadora Fitch Ratings, degradó, por enésima vez los bonos de Puerto Rico.  Simultáneamente, los políticos poco creativos que tenemos traen a la mesa de discusión un aumento al costo de la energía eléctrica.  Al parecer se les olvidó, al igual que a nosotros (al menos a mi), que ya nos habían subido el costo de energía con la crudita que entró en vigor tan reciente como el 16 de marzo.  Y todavía la oficial de restructuración de la agencia, Lisa Donahue, con su humilde salario de $9 millones no logra acciones afirmativas hacia una corporación más costo-efectiva.   

Otra de las cosas que pasaron desapercibidas, fue la investigación iniciada por el FBI contra varias compañías contratadas por el Departamento de Educación.  Estas empresas, muchas de ellas pertenecientes a familiares de alguno que otro legislador, según se informó, eran seleccionadas para ofrecer servicios de tutorías en las escuelas.  Recibían sumas millonarias por unos servicios por los que jamás rindieron cuentas y sobre los cuales nunca mostraron resultados satisfactorios según los propios estándares del Departamento de Educación.  Sin mencionar la pobre, mediocre y famélica educación que reciben los niños en este país.  Entre el drama y la comedia, pasa inadvertido el pequeño detalle de que la candidata independiente a la gobernación, es dueña de una de estas corporaciones educativas.  Encima de este burdo esquema, tienen las pelotas de tirar documentación de padres y estudiantes en vertederos clandestinos.  En definitiva, los problemas de la instrucción a nuestros niños no se resuelven con cartas circulares que cambian minucias y no sustancias.  Fraude, Corrupción, Pillaje, Nepotismo, son la orden del día en las agencias y corporaciones públicas de esta isla estrella.

Mientras sigamos patrocinando los espectáculos que nos envuelven y engatusan con sus actos de magia, donde lo único que desaparece son los dineros del pueblo; mientras sigamos hipnotizados por los malabares y juegos con nuestra educación e instrucción pública; mientras sigamos dejando que lancen cuchillos a nuestros sueños; mientras dejemos a merced de estos domadores y cantores épicos, nuestra conciencia y voluntad nacional, jamás saldremos de las gradas para convertirnos en protagonistas de nuestro futuro brillante.  Tenemos que despertar, levantarnos y tomar en serio las riendas de nuestra vida colectiva para de una vez salir de esta tragicomedia que vivimos.  Aunque eso no obsta de que podamos entretenernos con algunos de esos payasos y bufones mediocres.

¡Levántate y anda!


sábado, 14 de marzo de 2015

Tiempos de cambios

por Angel Parrilla



Nuevamente me ha tocado escribir en el segundo aniversario del Papa Francisco.  Algunas personas me cuestionan las razones por las que solo escribo acerca de este tema.  La razón es sencilla... toda la vida he sido católico.  Sin entrar en los méritos de si he sido un buen o mal católico.  Aparte de las expectativas que tengo con relación al pontificado de Francisco, me mueve en especial el hecho de que mis dos hijos comienzan a acercarse y a dar sus primeros pasos en los caminos propios de esta religión.  En los primeros dos escritos, el primero en la entronización y el segundo en el aniversario, hablaba del poder de cambios que tiene la figura del Papa.  Cambios ya imperativos e impostergables para una iglesia con una imagen desgastada por sus realidades internas.  Decía también que no se pueden esperar cambios sustanciales en tan poco tiempo.  La iglesia, con sus más de dos mil años de fundación, sus estructuras e instituciones, amén del factor humano encargado de su administración, es un hueso duro de roer.

A dos años de su papado, el sumo pontífice ha logrado cautivar las masas con sus actos, aparentemente espontáneos, que lo hacen ver muy cerca de la gente.  Reuniones con grandes personalidades políticas, sociales y religiosas, en las que ha intercedido por asuntos de justicia y de paz (Obama y el caso de Cuba), expresiones controversiales sobre temas de actualidad (la familia y la orientación sexual), la fiscalización financiera del Instituto para las Obras de Religión y la reforma de la estructura actual de la curia, son solo ejemplos del enfoque de su gestión.  Pero en realidad lo que mantiene su figura tan presente y patente en el acontecer diario, son los gestos simples con las personas.  Los saludos, los abrazos, las palabras de aliento, las entrevistas informales y su proceder simple y ameno, han logrado que los que le siguen sientan a través de él, manifestaciones del Poder Divino.


Como todo agente de cambios, el Papa ha encontrado resistencia para su cargada agenda.  Con expectativas de un papado rápido y corto, el tiempo no se detiene a esperar por el convencimiento de los detractores y opositores, en su mayoría internos del propio Vaticano.  A todas luces, Francisco quiere dirigir con su ejemplo una iglesia en estado catatónico por siglos, enfatizando en un proceder y en una actitud más cristiana y humanizada hacia el que nos rodea.  Una estrategia acertada, a mi entender, pero a dos años de su ascensión, es meritorio acciones más concretas y definitorias.  Hemos visto en la radiografía al cuerpo de la Esposa de Cristo, lo que ésta padece y el cáncer que la consume desde sus adentros.  No me parece pertinente entrar en los detalles de estas enfermedades crónicas y socialmente mortales.  Pero sí me parece que debemos tomar conciencia de que tal metástasis se refleja en lo que el papa llama, las periferias de las iglesias esparcidas por el orbe.  La corrosión que viaja por esas venas, desde el corazón de la institución, corrompe los corazones de sus miembros.  Entonces estos terminan por mostrarse incapaz de hacer frente a la descomposición social y la ausencia de valores existentes en las comunidades donde se desenvuelven.  Esto es una catástrofe globalizada que amerita cambios radicales. 
  

En mi opinión la Santa Iglesia Católica, experimenta en estos momentos un periodo de anarquía.  Mientras su máximo pastor señala el camino en una dirección, el peso de las ovejas negras la mueve en otra muy distinta a la señalada.  Tan es así de esta manera, que en Puerto Rico, la iglesia se ha insertado más en los asuntos de política pública que en los relacionados a la fe.  Esto haciendo caso omiso a la casi inexistente, separación de iglesia y estado.  Sin pasar juicio sobre su incapacidad histórica en ambas materias.  El antídoto debe ser suministrado con celeridad para una rápida remisión del desprestigio y pronta recuperación de fuerza moral, ética y cristiana. 
     

Como católico escéptico, lo que algunos llaman tibios y hasta fríos, sé que la proyección papal ha logrado atraer adeptos a su causa.  Lo ha logrado conmigo, que apuesto a que el poder de cambio que posee Francisco puede transfigurar esta coyuntura histórica en buenos tiempos de cambios. 
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Angel L. Parrilla López - Nació en Rio Piedras.  Natural de Cataño, del Barrio Amelia, donde cursó toda su vida escolar.  Tiene un Bachillerato en Recursos Humanos, y una Maestría en Gerencia.  Por más de 20 años, fungió como Servidor en la comunidad, y asesor del Grupo de Jovenes Parroquial.

lunes, 23 de febrero de 2015

Sal-IVA

por  Caronte Campos Elíseos


Son las doce de la noche, me voy a la cama luego de haber visto el mensaje del gobernador sobre el IVA, haber escuchado cientos de analistas, y leído miles de artículos relacionados.  Tranquilo y convencido por toda la información circulada, de que todo va a estar bien y que lo mejor está por venir.  Prendí una vela dedicada a San Miguel Arcángel, apagué todas las luces y me recosté en mi lujoso catre.   Con la tranquilidad del que se siente protegido y descansa en paz confiado en un futuro brillante, cerré mis ojos buscando el oasis nocturno.

No bien pasaron diez minutos, cuando sentí el peso de otra persona entrar en mi cama.  En posición fetal percibo una mano dura rodearme hasta restringir mis movimientos (en tal posición no fue lo único duro que aprecié).  No podía moverme, abrir los ojos y mucho menos gritar por ayuda.  Totalmente inmovilizado, lo único que podía percibir era el calor de una saliva desbordarse por mis oídos hasta el cuello.  Con una voz de ultratumba (no tan cómica como la de Sábado Gigante) comenzó este ente misterioso a cuestionarme:

-   ¿De verdad has creído toda esa bazofia?  ¿Realmente no ves nada insidioso en todas esas falacias? ¡Qué inocente resultaste ser!  ¡Qué prosaico me saliste!  Siempre pensé que, por tus capacidades eruditas eras capaz de ver más allá de las apariencias.  Déjame decirte algo, holgazán intelectual…

Cabe señalar que inmediatamente después de estas palabras, supe que el fornido y bien dotado espectro no podía provenir de la vela encendida apenas unos minutos atrás.  Según pronunciaba palabras la peste al azufre infernal aumentaba.  Y continuó diciéndome:

   - Escúchame bien, lego de tercera, el IVA como sistema de recaudo fiscal no está en tela de juicio.  Si bien es cierto que puede tener altas y bajas, ha funcionado en más de 150 países.  Tampoco está en duda el IVU, ese por el que ustedes los puertorripendejos, marcharon suplicando que se los impusieran.  Las contribuciones sobre ingresos de ninguna manera constituyen el problema principal de la economía.  ¿Sabes tú, ignorante empedernido, cual es el verdadero problema de la crisis fiscal criolla?

Por un momento pensé para que me preguntaba tantas cosas esa ánima malhumorada, si me tenía completamente secuestrado.  El putrefacto aliento me llegaba hasta el cerebro.  A duras penas logré hacer un gesto de negación con la cabeza.  A lo que ni corto ni perezoso contesto el espíritu transgresor:

-    Permíteme ilustrarte, indocto habitual.  No importa el impuesto que establezca el gobierno, cualquier gobierno, si no se atiende la raíz del problema, el resultado siempre será el mismo.  Lo único que obtendrán es una economía cada vez más sumida en la depresión hasta el punto de no retorno.  Ese problema, omnipresente en toda la historia boricua, es como la trinidad.  Es uno dividido en tres.  La primera ramificación es la incompetencia de la entidad recaudadora.  El Departamento de Hacienda se ha mostrado incapaz a través de los años de hacer valer las leyes del fisco.  Ante la impotencia frente a la evasión, se ensaña contra los trabajadores contribuyentes.  En la actualidad, todo el que trabaja y cobra “por debajo de la mesa” logra evadir su sistema de contribuciones sobre ingresos.  Todos los evasores que no rinden planillas se burlan de todos los eruditos financieros sobre-remunerados (aunque hayan quebrado bancos locales).  Con el IVU fue la misma historia.  Prometieron recaudar el 80 porciento de lo gravado.  Las cifras oficiales colocan el recaudo cerca del 60%, lo que nos dice que en realidad anda por los bajos 40 porciento de captación.  Para completar, a causa de la permanente actitud de indiferencia de este pueblo, y mientras marchan por causas hueras, les van a subir el IVU a 16%.  ¡Bueno que se jodan! 

En este punto sentí que comenzaba yo a sudar frio.  Sentía además, que mis ojos se brotaban.  Mientras más hablaba el fantasma, más me apretaba con sus fuertes y corpulentos brazos.  “No sé por qué no se aleja un poco”, pensé.  A estas instancias, el aliento demoníaco no era lo único que sentía que me llegaba hasta el alma.  Mientras tanto, el continuaba con su monologo:

-      La segunda ramificación del problema eterno en las finanzas nativas,  es la deuda con los bonistas.  El gobierno pretende, sin más consideraciones, utilizar el dinero obtenido por el mecanismo que sea, para pagarle a los inversionistas millonarios extranjeros.  No importa si es siete, diez, dieciséis, o veinte porciento, todo va parar a los bolsillos ultramarinos.  Según las cifras oficiales, el 16% del presupuesto del país está destinado al pago de dicha deuda.  Esto implica que alrededor de $4,552 millones desaparecen instantáneamente.  Este renglón supera por mucho al presupuesto asignado a las dependencias principales del país.  Entretanto, los políticos locales hacen cualquier cosa para cumplir con los acreedores.  No les importa, a ninguno, sacrificar la salud, la educación, la seguridad de la gente.  Ni hablar de los mediocres servicios que les ofrecen con altos costos para obtenerlos.  La prioridad de los gobernantes siempre son los tenedores de bonos, las grandes empresas y los inversionistas políticos.  Siempre con las miras puestas en seguir incrementando la deuda, para obtener el flujo de efectivo para sus estafas.  Aprueban medidas de austeridad que hunden la ciudadanía en la pobreza, en la precariedad y los conducen por el camino de la miseria.  Empero, no se atreven a trastocar las ganancias de los grandes intereses, y mucho menos los incentivos contributivos a las megatiendas.  Cifra que ronda los $1,500 millones de dólares, sin que pueda corroborarse, mucho menos asegurar que los requisitos y propósitos de los mismos se cumplan.

La respiración me fallaba.  Me faltaba el aire.  Los movimientos eran en vano. La impotencia me invadía (contrario a mi opresor, del cual sentía toda su potencia).  La parálisis corporal era total.  Encima de todo, tenía que aguantar la diatriba de la sombra maligna:

 - Peor es la parálisis electoral que padecen ustedes, y que es la raíz de la última parte de la nociva trinidad.  Salen como ovejas ciegas, autómatas e ignorantes, cada cuatro años a prestar su voto a los mismos imbéciles.  Aunque no distingo quien lo es más, votantes o candidatos.  Víctimas de la cacofonía de los políticos, siguen el sonido cual ratas a la flauta.  A su vez victimarios de su propia irracionalidad.  Con ánimo férvido eligen a los verdugos de su propia condena.  Luego estos politiqueros se reparten entre ellos, cual albaceas de nuestros bienes, la millonaria parte del presupuesto que sobra luego de servir a la deuda.  Se llenan los bolsillos como chiquillos bajo piñata de cumpleaños.  Se roban los clavos de la cruz, y se los venden al propio mesías.  Sin mencionar que lo poco que queda para el bienestar del pueblo, se pierde por la mala administración y el despilfarro de estos oportunistas.  El fanatismo arropa sus mentes y no logran ver lo que estos usureros hacen a sus espaldas.  Se juntan, conspiran y actúan ocultos en las oscuras noches, para desmedrar las arcas públicas.  Viven en una eterna connivencia donde no importan los ideales.  Roban para ellos, para sus amigos, para sus familiares, para sus allegados, para sus partidarios, para sus contribuyentes políticos, para sus vecinos, para sus círculos sociales.  Inmolando a todo un país, dejando los números en rojos.  Los condenan a un sistema de educación mediocre, a un sistema de salud paupérrimo, a una tasa de desempleo en alza, a la inseguridad e inestabilidad de una calidad de vida en detrimento constante.  Los puertorriqueños no son víctimas, son cómplices de su larga y eterna amargura. 

Al fin me sentí libre.  Lentamente fui recuperando la movilidad, la respiración y la razón.  A los pocos minutos, bañado en sudor, saliva del espectro y no se en que otras sustancias, me levanté (aunque comencé a extrañar al misterioso acompañante).  Encendí todas las luces de la casa y apague la vela que había puesto al supuesto guardián de mis noches.  Me senté en la azotea de mi casa todavía con mis ojos furtivos.  Poco a poco recordaba, palabra por palabra, lo que me dijo al oído aquel musculoso mensajero.  Comencé a entender tantas cosas.  Entendí que no importa cuál sea el sistema fiscal de recaudo, está destinado al fracaso.  No porque no funcione o no sea bueno.  Tampoco por que sea la mejor o peor alternativa.  Es crónica de un fracaso anunciado a causa de la ineptitud imperante, la impunidad que reina, la incapacidad, la ignorancia, la torpeza, la falta de actitud y aptitud que domina la clase política de este país.  

Pero más aún, por la indiferencia, la apatía, el letargo intelectual, y el enajenamiento sistemático al que nos someten los medios de comunicación y de desinformación masiva.  Porque mientras se le va la vida al país entero, estos cómplices de la confusión, nos entretienen con su circo mediático y sus primeras planas insustanciales.  Todos hacen ecos del hipnotismo general que padecemos.  Todo es casusa y efecto.  Si no despertamos de ese sueño, y no entendemos de una vez y por todas que entre tanta baba y saliva que nos hablan, lo que existe en realidad es un adoctrinamiento para el consentimiento.  Sensaciones con las que quedé yo, luego de la platónica visita.


¡Levántate y anda!

viernes, 6 de febrero de 2015

El debido proceso de ley

por  Caronte Campos Elíseos



En Puerto Rico siempre nos han hecho creer que vivimos en un país de vanguardia.  En todos los sentidos de la palabra.  Incluso, en materia de leyes y derechos.  Nos han adiestrado para obedecer por sobre todas las cosas, leyes, resoluciones, estatutos legales, órdenes ejecutivas, procesos legales, reglamentos, y hasta la futurística constitución.  Esto, aunque la educación en esa materia sea tan paupérrima y que solamente la reciben los que van a ejercer en los tribunales.  Soy del pensamiento que necesitamos un Nuevo Estado de Derecho.  Claro, el gobierno se escuda tras el cliché de que, “el desconocimiento de la ley no te exime de cumplirla.”  Es de entenderse porque al final del día, es el propio gobierno el llamado a velar el fiel cumplimiento de la misma.  Es el propio gobierno con sus tres “ultra poderes”, separados en teoría, pero unidos en una mala práctica (cosa que mi bajo coeficiente intelectual no alcanza a entender), el que legisla, evalúa, aprueba y vigila la aplicación de toda la cosa legal del país.  Luego, con su mal llamada independencia judicial, es el encargado de realizar interpretaciones sobre la legalidad.  Interpretaciones que luego se convertirán también en leyes bajo el concepto de jurisprudencia interpretativa. 

Nosotros, como buenos y obedientes ciudadanos comunes, respetamos y observamos en nuestros actos cotidianos, el cumplimiento de leyes que ni siquiera sabemos que existen.  Nos han sembrado esas ideas los apologistas del sistema y de la estructura legal.  Son los expertos, los analistas, los periodistas, los escritores, los reporteros, los que hacen las veces de moderadores para torear nuestras frustraciones frente a este esquema.  Esos que en radio, televisión y prensa, se la viven de peritos en el tema induciendo a todos a obedecer el régimen establecido.  Exhortando a todos a creer y tener fe en el debido proceso de ley.  ¿Pero qué pasa con los miembros, sí, los miembros de toda esa regencia?  Se han escudado detrás de la cláusula de inmunidad parlamentaria, la cual han extendido a su máxima expresión.  Cláusula por la cual se sienten revestidos de impunidad, poder divino y relevados de cumplir cualquier responsabilidad por sus actos.  Ha sido como poner los cabros (de los grandes) a velar las lechugas. 
  
Esto se denota en su comportamiento normal y típico frente al pueblo.  Se conducen como seres superiores, en todos los sentidos, al resto de la población.  Por obvias razones, sus formas y maneras de expresarse y manejarse frente a todos tienen una notable variación cada cuatros años.  Pero una vez pasadas las elecciones, muestran sus verdaderas intenciones carentes de lisura.  Se sienten como dioses en el Olimpo, inalcanzables cada uno en su trono legislativo, aunque tal escaño fuera obtenido por una victoria pírrica.  Todo esto se refleja en el hecho de que las autoridades locales se muestran incapaces de juzgar los actos de estos señores.  Mientras, sus actuaciones y decisiones continúan conduciéndonos a un famélico porvenir.  Aumentan la deuda del país, se roban los clavos de la cruz, venden sus influencias políticas, utilizan su posición para el medro personal, legislan para favorecer a sus allegados, corrompen todos los sistemas establecidos para el bien común, le venden el alma al diablo (muchos de nosotros también hacemos esto último).
 
Pero el colmo de la situación llegó cuando, a causa de la intervención de las autoridades federales, se devela el asentamiento de este resabio en la judicatura del país.  Fiscales, jueces, abogados prominentes y acusados con gran poder adquisitivo haciendo de los procesos judiciales una superchería.  Prestándose, o mejor dicho, vendiéndose cuales Judas Iscariote, al mejor postor.  Manipulando un proceso que de ordinario debería ser igual para todos.  Inclinan la balanza de la justicia con sus cuentas de bancos rebosantes.  Desvirtuando y desdeñando todo lo que nos han hecho creer (por fe, si alguna) sobre la igualdad, los derechos y la justicia para todos en igual condición.  A todas luces, quedó evidenciado lo que era un secreto a voces;  “El que tiene padrino se bautiza, y el que tiene capital compra la pila bautismal”.  Esta es la historia nuestra de cada día.  Vivimos el día a día, la cotidianeidad que nos han inseminado por ojo, boca y nariz.  Estudiando, trabajando, consumiendo a sobre precio, viendo televisión y repitiendo el ciclo por los siglos de los siglos, amén.  Pero, cuando se presenta ante el estrado un indigente, un estudiante universitario, un obrero sin convenio, un maestro al que le reducen sus beneficios, un niño de educación especial, un conductor, un anciano retirado, un menor abusado, o usted que está leyendo esto, ¿cómo funcionará ese sistema corrompido y diseñado a la medida de los influyentes?  
            
Jueces convictos, fiscales acusados, y abogados de defensas que necesitan ser defendidos.  Ese es nuestro pan de cada día.  Poco reseñaron los medios sobre esto.  Una vez terminado el juicio ya es noticia vieja y no propicia ventas ni “ratings”.  Hay que buscar otras noticias superfluas, carentes de sentido e importancia para entretener las masas.  Crean circos y espectáculos para distraernos de lo que realmente importa, de lo que pueda sacarnos de este letargo generalizado. ¿Quién puede olvidarse del bacalao de Maripili? (yo no he podido olvidarlo).

¡Levántate y anda!


lunes, 26 de enero de 2015

El espíritu de la Navidad

por  Caronte Campos Elíseos


He vuelto después de una larga ausencia y quiero compartirles una experiencia reciente, y que fue la causa de mi retraimiento.  Como todos los que me conocen saben, no soy un fanático de las fiestas navideñas.  Esta aversión al tiempo de adviento y celebración proviene de su directa relación con los ritos religiosos.  Por mi ateísmo empedernido, cuando llega esta temporada me retiro a vivir y sobrevivir lejos de la sociedad.  Cual ermitaño furibundo, vagaba en las noches por las calles del interior sin dirección.  Una madrugada fría, se apareció frente a mí un espíritu que según el mismo comentó, era un enviado para iluminarme y convencerme sobre la verdadera natividad.

Comenzó por resumir una larga lista de profecías sobre un tal mesías.  Continuó con una ristra de razones por las que era necesario un salvador para el mundo.  También hizo referencia a la hermandad, la solidaridad y la esperanza que trae consigo esta temporada.  Acto seguido, cual espíritu chocarrero me llevó por los altos cielos a ver varias estampas tradicionales de la época.  Durante el viaje, seguía con su discurso admonitorio sobre mi actitud y proceder antisocial. 

Como experto regidor de escenas, me llevo a visitar una fiesta familiar.  Era la noche del 24 de diciembre, y a todas luces la numerosa familia disfrutaba unida de la “noche buena”.  Un ambiente de algarabía, frenesí y adulación.  Se avistaban regalos, se escuchaba música y había comida en demasía.  El espíritu me invitaba a reflexionar sobre aquella hermosa estampa.  “Esto es lo que promueve la inminente llegada del niño rey”, decía.  Añadía, con brillo en sus ojos, que en todos los hogares puertorriqueños se estaba celebrando el nacimiento del niño dios.  “Esto es lo que te pierdes alejándote de la sociedad.  Te privas de tan bella experiencia y tan hermosas bendiciones”, me dijo.  “Pero Ángel o Arcángel”, le contesto yo: “Todo ese escenario grávido de fraternidad y armonía, son simplemente falsas apariencias.  Ya las familias no se reconocen como tal.  Están carcomidas por el deterioro social.  La propia sociedad ya no sabe el verdadero significado de familia.  Para mí es algo luctuoso, porque está cargado de hipocresía.  Todo lo que ves ahí es puramente anodino.  Las personas que ves ahí, ya no piensan en la unidad.  Solo piensan en la gula, la bebe lata, y lo único que inculcan en los menores es la espera de los regalos más caros y de moda.  Este pueblo sigue borracho de baile, botella y baraja.  Ya ni la sangre pesa más que el agua.  Los hermanos se matan, las madres maltratan sus hijos, los padres violan sus hijas y lo que se vive es una guerra continua por quien está mejor que el otro.  Ya no existe respeto por la vida. La criminalidad y la inseguridad se han importado hasta el seno del hogar.  Se olvidaron ya del verdadero significado de la navidad”.

“Tu corazón está peor de lo que yo pensaba”, replicó algo decepcionado.  Como un celaje salimos de allí hacia otro escenario análogo.  Una iglesia grande, centenaria, decorada.  La estampa del pesebre iluminado, el árbol con adornos de cristal y el coro celestial eran los acompañantes perfectos en aquel templo atestado.  “¿Todavía piensas que no hay fe y que se olvidó el verdadero significado del belén?”, me cuestionó con gracejo el simpático serafín.  Tuve que contestar de forma adusta su cuestionamiento.  “¿Tú crees que esto es así el resto del año?  La inmensa mayoría de estas personas no visitaran una iglesia al menos hasta semana santa.  Muchas están aquí por compromiso, otras por apariencias y otras por conveniencia.  Basta con ir a una misa del tiempo ordinario para ver la realidad de la iglesia actual.  El pecado se ha apoderado de los corazones de todos los parroquianos.  Pero claro, ese es el resultado de las malas acciones y las pobres reacciones de los representantes de dios en la tierra.  La iglesia ha perdido adeptos por su falta de transparencia, por su connivencia con los pecadores internos, y por su insistencia y actitud retrógradas en temas de actualidad.  Sin mencionar su parquedad en temas políticos, sociales y de bien común escudándose en la división de iglesia y estado.  Haciéndole el juego a los gobiernos a cambio de exenciones contributivas.  Ni siquiera el poder divino ha podido diezmar  la involución social que vivimos y experimentamos a diario.” 

Saltan lágrimas de los ojos del desilusionado querubín.  Con un chasquido de sus dedos, me transportó a otro lugar.  Aparecimos en una especie de festival al aire libre.  Parecía una fiesta patronal de los años noventa.  “No es eso que piensas”, me dice el espíritu como si pudiera escuchar mis pensamientos.  “Estamos en una fiesta de pueblo por motivo de la navidad.  En todos los municipios, los gobiernos promueven también la tradición.  De esta manera mantienen viva su verdadera razón de ser, servir de puente entre la sociedad y la religión.  Ya aborrecido por los viajes y mareado por las alturas, exploté contra el pobre Ángel.  “Tú no ves desde tu trono en los cielos que en Puerto Rico se vive un verdadero infierno.  Tú no te das cuenta de que la navidad es utilizada para entretener al pueblo embriagado de festividades, para poder expoliar sistemáticamente sus bolsillos.  Mientras los ciudadanos comunes son entretenidos con bombos y platillos, en las grandes esferas se tejen sacrilegios contra la voluntad, los derechos y el bienestar de todos los feligreses.  Los políticos con sus tendencias sibaritas aprovechan la polarización de la ciudadanía para aprobar leyes en detrimento de sus constituyentes.  Al final del día, nosotros como pobres incautos no reaccionamos ni en defensa propia.  Seguimos consintiendo y subscribiendo el mismo sistema cada cuatro años, cada domingo, y cada navidad.”

En ese preciso instante, la brisa navideña se tornó ventolera de tormenta.  Sentí estar dentro de un tornado.  Las palmas y los árboles se torcían hacia la misma dirección en que se retiraba, como alma en pena sin cumplir su misión, aquel mensajero celestial.  Aquel vendaval a penas me permitía abrir los ojos.  Cuando por fin se calmaron los vientos, desperté y me encontraba solo, en el mismo refugio de donde intentó liberarme aquel querube enviado.

¡Levántate y anda!