martes, 26 de enero de 2021

El atávico año 2021

 por  Caronte Campos Elíseos


Dejando a un lado mi acostumbrada apatía hacia la atávica vida que nos caracteriza como pueblo, quiero discurrir los siguientes tres minutos (cualquier semejanza con mi vida sexual, es pura coincidencia), repasando el fatídico y ya pasado año 2020.  Demás está decir que fueron largas y crueles las horas que hube de pasar… solo; conmigo mismo y mi habitual desidia.  Un año de forzoso cautiverio no es igual a 33 años de aislamiento voluntario.  No fueron pocas la ocasiones en que el hastío y la desesperación transgredieron el toque de queda para instaurarse en mis pensamientos.  Quizás no he sido yo el único con tales trances.  Quizás más de uno los ha padecido.

 

El 2020 se fue y se llevó un año de nuestras vidas, literalmente.  Pienso que, en lugar de servir como trampolín hacia el futuro, en la vida colectiva fungió como retroacción. Llegó con la embestida de la venganza de los dioses y la madre naturaleza; retomó con los terremotos el desmoronamiento emocional a causa de las muertes luego de los huracanes.  Cada replica jamaqueaba la fibra solidaria de un pueblo que se movilizó a llenar el vacío dejado por un gobierno inoperante.  Por otro lado, y mientras el pueblo estaba en la calle socorriendo a los caídos, aparecían almacenes repletos de suministros.  Los mismos que hicieron falta durante la recuperación del ciclón, y que tanta falta hacían durante la emergencia telúrica.


Como era de esperarse, la gobernadora buscó sus chivos expiatorios y en el templo de los mediocres ningún honorable asumió la responsabilidad sobre el particular.  Todos se declararon totalmente ajenos y sin conocimientos sobre la existencia de tales abastecimientos.  Quisiera realmente, con todo mi amargo corazón, creer en la inocencia legislativa.  Pero las sombras que me persiguen insisten en que son solo negaciones creíbles.  Al parecer ostentamos un gobierno socrático por antonomasia: “solo saben que no saben nada”.  

Luego vino la pandemia con sus efectos y secuelas en la cotidianidad.  Encerrados todos; acuartelados otros.  Pero la corrupción y la piratería insular libre y campante a sus anchas.  Sin dinero para vacunas ni ventiladores, y mucho menos para educación a distancia, pero con fondos suficientes para primarias, elecciones y plebiscitos.  Fueron muchas las noches de lucubración intentando entender tales fenómenos.  Las voces que emanan de los cuadros decorativos en mis oscuras habitaciones, no daban cabida a la certeza, mucho menos a la lógica.  Amparado solo en una fe infundada sobre un futuro mejor, intentaba ignorar la sorna cruel de mis enigmáticos acompañantes. 

Por alguna extraña razón tenía la idea irracional de que el electorado despertaría de ese ensueño convertido ya en un valle de lágrimas.  No tardó mucho la flaca fe en convertirse en responsos.  El 2020 cerro con broche de oro.  Broche de Oro bañado en suplicios, tormentos y sangre.  Cual maleficio asesino, dejó en el poder al coautor de la ley siete y testaferro de la Junta; al golpista y secuestrador de la constitución criolla.  La oscuridad de mi intelecto y las siniestras carcajadas provenientes de las paredes revestidas de cojines blancos, no me permiten entender tales triquiñuelas del destino.  El mismo voto que se ejerce con relativa libertad, nos esclaviza bajo el pesado yugo de la falta de educación, salud y seguridad.     

Es evidente la retracción psíquica que la doctrina del shock y el fanatismo político han conjugado en las débiles mentes del elector boricua.  El producto de sus ejecutorias en las urnas rinde honor a este espacio cibernético.  No en vano lo que sale de estas letras son una sarta de disparates.  Los atavismos del pasado no solo sirven de ancla que evita el movimiento hacia un mejor mañana; sino que sirven de catalizador para la involución colectiva que padecemos.  


El nuevo 2021 se perfila como una continuación de su lúgubre predecesor.  Desde mi perspectiva (algo obtusa y perturbada) nos esperan cuatro años perdidos en el hoyo negro de la desesperanza.  Como veo las cosas hasta este momento, no estoy seguro de nada.  No logro siquiera identificar si los gritos y llantos que escucho y siento, son míos o son producto de mi distanciamiento mental.  Ni siquiera sé si son reales.  Lo único que realmente sé, es que no existe vacuna alguna para combatir la ofuscación política; no existen fórmulas mágicas para liberarnos de los pensamientos y prácticas retrogradas.  No existe una solución rápida para nuestros problemas ancestrales.  Pero sin importar lo que los espectros del pasado hoy gritan a través de nuestros muros, solo la disposición intelectual y la instrucción servirán para romper las cadenas heredadas y encaminarnos al empoderamiento nacional. 

 

¡Levántate y anda!

viernes, 15 de enero de 2021

Aquí, allá y en todas partes: Carlos Esteban Cana reflexiona sobre el proceso creativo, en conversación con Zenn Ramos

 por Carlos Esteban Cana

 

Entrevista que valoro de la periodista y editora Zenn Ramos a este servidor, para el semanario La Voz Hispana de NY, en la sección "Oteando sobre Arte, Cultura y Poesía". Publicada en la edición del 1 al 7 de enero de 2015.  En esta versión que comparto actualicé y simplifiqué algunas de mis respuestas por razones de espacio.

 

En medio del torbellino

un intento de vida

en el gesto paulatino

que mueve a recoger

los fragmentos...

 

-Carlos Esteban Cana

 

Zenn Ramos: La Poesía sigue siendo el resumen de todo el potencial creativo del hombre, después de Dios; por medio de ella se resuelven conflictos, desequilibrios y se crea un equilibrio mágico o tal vez un mayor balance.  El Poeta se yergue ante el Universo y lo desafía, y el Cosmos conspira.  Esta semana comparto con un escritor, comunicador y poeta puertorriqueño que posee alas en su voz y alcanza la vida en esencia, hasta ver el Universo de pie junto al legado cultural de su conquista social-cósmica: Carlos Esteban Cana.

 

Zenn Ramos: ¿Cómo se produjo en ti la relación del académico, el gestor y el poeta? ¿Pueden todos convivir sin afectarse?

 

Carlos Esteban Cana: Antes el aprendiz de poeta fue tomando su lugar, durante la adolescencia (aunque el poeta se desarrolló de manera formal mucho después), y esa dimensión creativa dio paso, más que a un académico a una persona que ama las humanidades.  Y esto por ese intento de aprehensión, tanto de la experiencia como del saber.  Supongo que esa simbiosis me permite proceder como alquimista en lo que ha gestión se refiere reconociendo esa interdependencia que ha fluido…

 

Zenn Ramos: ¿En qué momento sentiste la necesidad de expresar la belleza y tu percepción cósmica, por primera vez?

 

Carlos Esteban Cana: No preciso el momento particular en que esa necesidad de apalabrar este asombro que es la vida se manifestó. Intuyo que se ha tratado de un proceso paulatino…

 

Zenn Ramos: ¿Cuándo escribes frecuentas un punto de partida o sueles partir de cero?

 

Carlos Esteban Cana: Cuando me acerco a la narrativa tengo un perfil más claro de la historia que quiero contar, ese punto de partida.  En poesía en ocasiones sucede lo contrario, y el proceso, sinuoso por demás, inicia desde una ambigua emoción que se palpa en el momento y se va desarrollando con la reescritura.

 

Zenn Ramos: Si te pido que delimites tu perfil como escritor, ¿cuál es tu género preferido?

 

Carlos Esteban Cana: Ese perfil ha sido mutable, tiene ciclos… Inicié con la poesía, pero luego me vi atrapado o seducido por el gran poder que tiene el cuento. Después de una década regresé ya de manera más formal a la poesía, y en ese transcurso fui degustando el microcuento, que aunque comparte la materia prima con el cuento tradicional puedo asegurar que es otro universo, otro género.

 

Zenn Ramos: ¿La literatura te ayuda a sentir arraigo o pertenencia a un lugar?

 

Carlos Esteban Cana: Sí. Entiendo más mi lugar en el mundo a través de la literatura, tanto desde la creación como desde la lectura. Y eso dentro del tiempo que me ha tocado vivir como Boricua, Caribeño, Latinoamericano y Ciudadano de un Planeta cada vez más globalizado.

 

Zenn Ramos: ¿Cuánto hay en tu narrativa de recorrido al azar y cuánto de búsqueda de revelación?

 

Carlos Esteban Cana: El proceso de crear mediante la narrativa, en mi caso, ha tenido de ambas tendencias.  Hay unas historias que se han dado de forma aleatoria; otras, sin embargo, son resultado de ese cauce natural y constante de hacer mías ciertas experiencias de la vida a través de esa búsqueda.

 

Zenn Ramos: ¿La poesía es un compromiso político-social o más bien una forma de establecer tu realidad?

 

Carlos Esteban Cana: Apalabrar mi realidad, ese intento de hacer alquimia de mi tránsito por este milagro que es la vida, no se puede dar, es imposible que se manifieste, si excluye la dimensión político-social concreta que he experimentado como habitante del Archipiélago Borincano durante los últimos 50 años.  Por lo tanto, esa realidad se ramifica con el continuo intento vital de Ser y Proceder, aún con las luces y sombras que me habitan. Es ineludible.

 

Zenn Ramos: Pienso que la poesía exuda belleza y debe abarcar el Todo Universal. ¿Cuánto del Cosmos domina, por así decirlo, tu registro literario, y por qué? 

 

Carlos Esteban Cana: Esa gran metáfora, por nombrar al Cosmos de alguna manera, ocupa una parte sustancial de lo que he ido desarrollando en los últimos años, tanto en narrativa como en algunos cuadernos poéticos.  Este proceso creativo gana entonces cierta rigurosidad y complejidad por acercarse a una diversidad de disciplinas que van desde la filosofía a la historia, de la teología a la sociología, hasta saberes que emanan del estudio de la estructura del lenguaje o el manejo de la información por los medios de comunicación. Sucede que la chispa del motivo inicial se enhebra con la investigación.

Entonces en esa gran metáfora se manifiestan personajes, emociones y situaciones que tienen su génesis en esa búsqueda -ontológica podrían nombrarla algunos- que ineludiblemente se me presenta como amante de las Humanidades que en el transcurso intenta comprender mientras (y quizás como resultado), procede, gesta, camina...

Esa experiencia ha sido una ruta no prefigurada como un juego de ajedrez.  Sí ha sido, por momentos, sinuosa; en otros instantes extraña, maravillosa o silenciosa.  Pero es espontánea y se renueva cada día. Detalle que siempre me recuerda aquellos famosos versos de Antonio Machado: Caminante no hay camino/ se hace camino al andar...



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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.