por Carlos Esteban Cana
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Magaly Quiñones en el Poets Passage
acompañada de la guitarrista Nélida Cortés |
He tenido momentos sublimes en
bibliotecas, leyendo, investigando, tomando notas, explorando un tema o la obra
de un autor. Incluso fuera del País, viviendo el exilio, las bibliotecas son un
circuito que siempre me ubican en territorio agradable, conocido y familiar.
Apalabro esa experiencia de esta manera porque esta edición de “Aquí, allá y en
todas partes” nace de una investigación que realicé sobre la trayectoria de la
Poeta Nacional Magaly Quiñones, en Colección Puertorriqueña, sala especializada
en todo lo relacionado con el Archipiélago Boricua. La misma está ubicada en la
Biblioteca Lázaro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
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La poeta Magaly Quiñones Premiada por la
Universidad de Puerto Rico |
Durante días, en el otoño del
2011, fui libro por libro de Quiñones, tomando notas y haciendo una sosegada
selección de esas poesías suyas que más me gustaron. Aquel trabajo culminó en
un reportaje en dos partes que intercalaba impresiones de Quiñones (extraídas
en gran parte de una entrevista que me concediera ese mismo año), con el
“playlist” que hice.
Entre diciembre del 2011 a marzo
del año siguiente ese reportaje fue reproducido en redes sociales, medios
cibernéticos y bitácoras. El verso poderoso de la Poeta se instalaba así en
nuevos lectores que lograron palpar su particular forma de nombrar belleza con
los altos valores del espíritu. Y ahora, mientras toma fuerza la postulación de
Magaly Quiñones como candidata caribeña al Premio Nobel, a casi nueve años de
aquel puntual y oportuno ejercicio periodístico, quiero dar relieve a esas
poesías que formaron parte de aquel reportaje. Deseo compartir con usted ese
“playlist” a modo de pequeña pero valiosa antología de la escritora que hoy
enorgullece a su pueblo: Magaly Quiñones. Añado que cada pieza incluida inicia
con el título y año de publicación del libro al que pertenece.
*****
de Entre mi Voz y el Tiempo [fragmento] 1969
Todo vuelve a traerlo mi memoria,
vago dulzor de luna y madrugada.
Entre mi voz y el tiempo la vida
perentoria,
la vida descarnada.
*****
de Era que el mundo era (1974), Y en cuanto supe…
Y era que el mundo era
un globo de papel,
una chiringa cualquiera,
un cometa gomoso dando vueltas y
vueltas.
Y era que yo era pequeñita
y amante del papel,
adhesiva y absorbente por mis
apetencias.
Y era que en cuanto supe que
sabía
del nacimiento de la historia
y en cuanto hubo hombres
cuyas cuñas habrían
de señalar exactos, calculados,
los odiosos ingresos de los
dioses,
y en cuanto quedaron las cifras y
las piedras
y murieron los hombres, me dije:
Y era que los hombres mueren,
y era que mi Dios era de papel,
y era que el papel se trueca en
piedra con los años,
y era que le oraba a una chiringa
cualquiera,
de esas que dan vueltas… y
vueltas.
Y era que yo era pequeñita
y absorbente
y adhesiva
y apetente,
y era…
*****
de Zumbayllu (1976) Trompo Zumbador,
Yo no le he preguntado a nadie
Yo no le he preguntado a nadie,
en mi corazón nace la canción.
No tengo tiempo para llorar,
hay que mirar…
El sol cayendo,
la luna levantando,
batiendo el mar…
Por eso,
por todo eso,
por los dulces insectos,
por el viento,
¡ven y mírame llorando,
ven y escúchame cantando!
*****
de Cosas de poetas, cosas nuestras (1977),
fragmento Carta IV
21 de agosto de 1976
… Y, en realidad, como Tolstoy,
comienzo a creer que todo se inicia, se elabora y se complica en el fondo.
Además de desarrollarse gran parte en la mente del hombre. Comienzo a ver la
Vida como un proceso de interiorización como lo es la apreciación artística. Y
si la apreciación de la obra se cristaliza en el fondo, de igual modo, presumo
que la Vida se cristaliza en el fondo.
*****
de Cantándole a la noche misma (1978),
El reino de los pocos
Yo soy de los desangrados,
traigo a un hombre de la mano,
traigo a una mujer de la mano,
un niño sobre mi corazón.
Soy de los que se rebelan,
nací en todas las casas pobres,
caminé sobre todas las carencias,
ahogada en la garra de un hambre
que no me dejó leer versos.
Me desnutrí en la Perla de la
Vieja San Juan,
agonicé en el barrio de la Nueva
York,
me descompuse en las Cloacas de
la eterna París,
me hice mujer en Chile,
envejecí en las ruinas del Perú…
Sigo siendo de ellos,
de los simples,
de los irreverentes iletrados.
Huyo en cada hombre que huye
tras un golpe brutal de la
derecha,
en cada mercenario que deserta,
defiendo cada espacio, quiero
consolar cada lágrima.
Porque yo soy de ellos, de los
más, de los muchos
y celebro la Vida aún cuando me
ha angustiado
que no me consultaran para
traerme al mundo,
Al reino de los pocos…
*****
de En la pequeña antilla (1982),
De un sólo golpe
Ante mi voluntad de hacerme el
ciego,
el amor se cansó de ser el
lázaro.
Surqué los montes con mi enorme
oreja,
con mi bastón
la pena flagelaba…
Y ya no supe hacer,
de un sólo golpe
se me juntó la tierra con el
agua…
*****
de Nombrar (1985)
El fuerte san Cristóbal
Hoy trabajo la vida,
la dureza vital de la palabra,
sobre muros, museos, solares
empedrados,
calabozos…
Por no enfrentar la entrada a la
ciudad
he dado un gran rodeo.
No quise ver el barco repleto de
turistas
enfilando sus coces junto al
Morro.
Nombré, con la ilusión
de no añadir un solo renglón más
a este universo de modorra y
humo.
Ya en el Fuerte
abrazaba las ventanas para
después decirle
-perteneces al viento-.
Ya en el Fuerte
volví sobre mis pasos
para alcanzar la sombra de mi
sombra
que bronceaba su tedio bajo el
sol…
-
- -
de Nombrar (1985)
Y…
Y cuando caminaba sola
machacando mis huesos contra mis
huesos,
¿de qué tenía miedo en la Noche
sino de tu presencia?
Y cuando levantaba al sol en una
sola flecha
con una decisión irrevocable,
con un impulso puro como el aire,
¿a quién buscaba sino a ti?
Y toda mi canción,
todo mi gran deseo, mi confianza,
qué eran sino la doble voluntad
que sorprende
al hombre frente al vértigo.
Qué eran sino la piedra que se
lanza
buscando nuevas formas de vacío
y en nombre del Amor
va intentando llegar
a las Estrellas.
*****
de Razón de lucha, razón de amor (1989)
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Magaly Quiñones recibe la Medalla Julia de Burgos,
a su lado la escritora Elsa Tió |
Para grabar tu nombre
Para que yo me cure
el indio que hay en mí baila su
danza
quemando la memoria de tus días
frente a la gigantesca fogata.
Y para que yo suba sin resbalar
sobre el despeñadero de mis
ansias,
el negro que en mí vive
mezcla yerbas y savias en prietas
calabazas
y me obliga a beber tu sudor y tu
sangre
en feroz exorcismo.
Y para que yo olvide
el dolor que tu piel dejó en mi
piel,
la moral religiosa del colono
español que vive en mí,
obedeciendo al dogma desata
la frialdad en mi mano, la
firmeza en mis ojos,
mudez en mi palabra.
La última vez que me atreví a
salir a enfrentar a mi dolor
las tres razas me dieron de comer
pero no pude contener las
lágrimas.
La última vez que quise
anochecerte el alma,
vi al sol que se escondía tras
mis versos
para grabar tu nombre.
-
- -
de Razón de lucha, razón de amor (1989)
La palabra es el germen
Ya no soy
sino un tallo de energía
suspendido en el cráneo.
Una casa en la sombra,
una vieja memoria que se inventa.
En el monte de Dios que habita el
hombre
mi alma es piedra y grano que se
crece
como espiga de sol entre mis
manos.
La palabra es el germen
y en medio de la noche, en
cuclillas,
va dando forma a la matriz del
Templo.
Ya no soy
sino un verso
creando lo creado.
*****
de Sueños de papel (1996).
Pier 17 (Me quedo lela)
Esta tarde sin sol me has
preguntado
de qué lado se estrena el corazón
cuando amor nace y nos sentimos
viejos.
Ahora que caminamos
por las calles obscenas de New
York,
que recortamos sueños y poemas
desde Strawberry Fields hasta
West Village,
apurando, a lo Lennon,
la música del alma sobre el
cuerpo,
se te nubla la voz y aún me
preguntas…
Te podría decir que todo importa.
Que tú y yo, como todos, en la
medida justa,
conformamos la inmensa postal de
rascacielos.
Podría hasta jurar que amar,
libar, besar
son ejercicios sin edad ni
tiempo.
Pero, me quedo lela,
meditando en la hondura de tus
ojos.
Me quedo lela ansiando, sopesando
lo que cuesta soltar nudos y
velas
en medio de una historia de
hundimientos.
Esta tarde sin sol en que
preguntas,
rimando el fuego de tu corazón,
con qué mano se enciende el
universo,
no hallo respuestas en mi
corazón,
a lo sumo unos versos, estos
versos…
-
- -
de Sueños de papel (1996),
Puedo dar fe
No he guardado memoria de ese
viaje.
Cuando pienso quién fui, de dónde
vine,
se me confunde el pelo con las
uñas,
el vino con el verso y con el
vaso.
Sé que vine a vivir porque mi
madre,
al mirarme tan breve,
tan menuda en mi piel, tan
indefensa,
se olvidó del dolor de su
cintura,
borró toda tristeza y mirando el
reloj
nos llamó a todos para dar la
noticia.
Nadie me dijo que venía a contar
pero al nacer sobre un pubis
mojado
en la lámpara tibia de la Isla
me abrí cual flor en un jardín de
pobres
y comencé a nombrar
dándole a cada cosa, a cada
nombre
un silencio y un cuerpo en el
espacio.
Nadie me dijo, pero no me quejo,
la horma de mi oficio
encontró en este mundo un buen
zapato.
Y además, aprendí,
merodeando en diversas direcciones
sobre el ancho misterio del
planeta,
que sobraban palabras y razones
para tensar mis arcos y mis
flechas.
Yo no quería llegar, alguien me
trajo.
Yo no quería contar, me
sedujeron.
Un gran misterio me espinó la
mano
y volé tras el grano, seca de
labios
hacia la nueva vida de la lluvia
y la nube.
No he guardado memorias...
De lo poco que tengo o lo que
tuve
puedo dar fe, nombrando.
*****
de Patio de fondo (2004),
Sismo –en miniatura-
Hurtándole al jardín unas flores de
maga
y una que otra canaria amarilla,
he provocado,
con una sola, torpe, inocente
pisada,
un terremoto inmenso que
enloqueció,
dejándolas sin techo, ni miga ni
sustento
a millones de hormigas.
-
- -
de Patio de fondo (2004),
Te advierto
Te advierto que su melodía
baja de la montaña como
flujo de lluvia,
Trae lenguaje de alga, aroma de
maleza,
simbología de pétalo.
Te advierto también que es, cual
piedra,
de una pieza en su campo de
juego.
Si reclama el derecho de hablar,
de que le escuchen,
llega en silencio, se hace jefe
del clan y, a un tiempo,
se le ve íntimo, amable,
complacido y humilde,
como cualquiera de nuestros
hermanos.
Aunque muchos afirman que es el
hijo de Dios,
que burla muerte y tiempo,
cuando unge mi frente con sus
piadosas manos,
cuando me arrulla en la mansión
del Ángel
y pulsa las maderas de mi cuerpo,
siento que es tan poeta como tú y
como yo.
Y, cuando ora conmigo, mi alma y
mi esqueleto,
comulgan pan de estrellas.
Si lo encuentro en París, en
Praga o en Marbella,
si florezco con Él en Kenia, en
Estambul,
si conversamos y soñamos juntos
en Borinquen, Cancún
o en la Tierra del Fuego…, el
incorpóreo amado, el Iniciado,
me envuelve en sus milagros, me
apresa en sus anhelos…,
en la herida que mana sangre de
su costado
surge el cáliz perfecto….
¡Te advierto que le quiero!
*****
de Poemas de pasión y libertad (2008),
Tengo un mal
Tengo un mal incurable que crece
y me devora,
se hace insaciable según pasa el
día,
trae aguijón y luce como una
araña boba;
es un mal en poesía.
Porque no cese, por mantenerlo
siempre
aquí, a mi lado,
voy a hacer un embrujo.
Pondré, con luz de luna,
en un coco, añejados,
tres onzas de ron blanco y
ambrosía,
para curarte la melancolía,
para que no te duela tu pasado.
Traeré un espejo en flor y en el
tejado
que separa tu casa de la mía,
sembraré salvia, menta, lenguas
de cundeamor,
algodón blanco y un manojo de sol
que aclare el día.
Y para resguardar tus alegrías,
para que no te asalte el mal del
llanto,
en el caracol de tu mano
pondré frescura, ruda y
yerbabuena
y al pie de tu ventana, en la
mañana,
dos varas de olorosas azucenas.
Tengo un mal incurable
que me provoca espasmos y
temblores,
que no respeta credos ni colores,
cargado de adjetivos, sinalefas y
hemistiquios
traidores,
es un mal en poesía.
Para fortuna mía
hoy tengo mal de amores.
*****
de colores y versos
Ahora que el sol desgrana su
alimento
y la tarde se escapa,
háblame en verde, amor,
desnúdate y florece en cada hoja,
cuéntale nuestro amor a la
montaña.
Ahora, que el sol desangra
por los acantilados de mi cuerpo,
por los jardines de mi entraña,
bésame en verde, amor, -verde
espesura-,
recógeme en la umbela de tu pecho
y enlaza mi cintura con tus
lianas.
¡Suéñame verdiflor, sé tú mi
verdiagua!
Piénsame verdiamor,
borda renuevos y despierta al
jilguero
que aprisiona tus sueños en mi
almohada.
¡Y, háblame en verde, amor,
háblame en verde!
Los desiertos se esparcen,
los cielos se desgajan,
las aves se refugian en las
ramas….
Sobre el lomo escamoso del
lagarto,
bajo la luna trajeada de plata,
alárgate en mi flor,
¡que no haya invierno, amor,
que no haya invierno!
¡Enciéndeme de amor!
Ahora que el sol desgrana,
y estoy aquí, a tu lado,
prendida, florecida, acurrucada,
¡trae colores y versos a mi alma!
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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor. Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX. Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones. Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras. Fue parte del colectivo El Sótano 00931. Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.
Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano. Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos). Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural. Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.