por Caronte Campos Elíseos
Para mi sorpresa, después de aquella experiencia del tercer tipo con aquel ente viril y su diatriba en contra del IVA, el protagonismo del impuesto en la opinión pública, ha disminuido. No hemos de extrañarnos, si es harto conocido que somos un pueblo de memoria corta (al menos yo si lo soy), lo que en tiempos modernos se ha diagnosticado como Alzheimer Nacional. Históricamente nos han ofuscado con toda suerte de patrañas mediáticas para distraernos de todo tema relevante y vital. El estatus políticos, la ciudadanía americana, el español y el inglés como segundo idioma, los días feriados y más recientemente el chinkungunya, son solo algunas de las artimañas del sistema para polarizar nuestra atención.
Para mi sorpresa, después de aquella experiencia del tercer tipo con aquel ente viril y su diatriba en contra del IVA, el protagonismo del impuesto en la opinión pública, ha disminuido. No hemos de extrañarnos, si es harto conocido que somos un pueblo de memoria corta (al menos yo si lo soy), lo que en tiempos modernos se ha diagnosticado como Alzheimer Nacional. Históricamente nos han ofuscado con toda suerte de patrañas mediáticas para distraernos de todo tema relevante y vital. El estatus políticos, la ciudadanía americana, el español y el inglés como segundo idioma, los días feriados y más recientemente el chinkungunya, son solo algunas de las artimañas del sistema para polarizar nuestra atención.
Siempre
estás tretas han sido muy efectivas en nuestra mentes y débiles corazones (al menos el mio). Pero en estas últimas dos semanas, nos han
bombardeado con una de mis favoritas, los juglares apócrifos. En nuestra parsimonia y con nuestra voluntad
inerme, estos personeros se prestan para entretenernos mientras las cosas de
envergadura suceden tras las cortinas de humo.
En esta ocasión no estoy haciendo referencias a Maripily, Shalimar,
Carlos Arroyo ni a El Molusco. Estoy
hablando de los casos particulares de Alexandra Lúgaro y Reinaldo Ríos. Con sus espectáculos circenses en los
principales “medios de información masiva”, lograron captar la atención de la
mayoría de la población. Dándole así el
espacio y la sombra necesaria a nuestros senadores y representantes, para
pasarnos gato por liebre nuevamente.
Mientras
estos emisarios realizaban sus actuaciones, malabares y representaciones ante
las cámaras, los legisladores nuestros hacían lo que mejor saben hacer…
embaucarnos. Tras bastidores, sucedían
varias cosas de importancia. Entre
ellas, el “deadline” que otorgaron a la Autoridad de Energía Eléctrica para que
emita un pago millonario a sus acreedores.
Claro, a falta de una discusión seria sobre el desacreditado IVA, no
existen los fondos ni las fuentes de recaudos para emitir el súper pago a los
bonistas. Como secuela de ese evento, la
casa acreditadora Fitch Ratings, degradó, por enésima vez los bonos de Puerto
Rico. Simultáneamente, los políticos
poco creativos que tenemos traen a la mesa de discusión un aumento al costo de
la energía eléctrica. Al parecer se les
olvidó, al igual que a nosotros (al menos
a mi), que ya nos habían subido el costo de energía con la crudita que
entró en vigor tan reciente como el 16 de marzo. Y todavía la oficial de restructuración de la
agencia, Lisa Donahue, con su humilde salario de $9 millones no logra acciones
afirmativas hacia una corporación más costo-efectiva.
Otra
de las cosas que pasaron desapercibidas, fue la investigación iniciada por el
FBI contra varias compañías contratadas por el Departamento de Educación. Estas empresas, muchas de ellas
pertenecientes a familiares de alguno que otro legislador, según se informó,
eran seleccionadas para ofrecer servicios de tutorías en las escuelas. Recibían sumas millonarias por unos servicios
por los que jamás rindieron cuentas y sobre los cuales nunca mostraron
resultados satisfactorios según los propios estándares del Departamento de
Educación. Sin mencionar la pobre,
mediocre y famélica educación que reciben los niños en este país. Entre el drama y la comedia, pasa inadvertido
el pequeño detalle de que la candidata independiente a la gobernación, es dueña
de una de estas corporaciones educativas.
Encima de este burdo esquema, tienen las pelotas de tirar documentación
de padres y estudiantes en vertederos clandestinos. En definitiva, los problemas de la
instrucción a nuestros niños no se resuelven con cartas circulares que cambian
minucias y no sustancias. Fraude,
Corrupción, Pillaje, Nepotismo, son la orden del día en las agencias y
corporaciones públicas de esta isla estrella.
Mientras
sigamos patrocinando los espectáculos que nos envuelven y engatusan con sus
actos de magia, donde lo único que desaparece son los dineros del pueblo; mientras
sigamos hipnotizados por los malabares y juegos con nuestra educación e
instrucción pública; mientras sigamos dejando que lancen cuchillos a nuestros sueños;
mientras dejemos a merced de estos domadores y cantores épicos, nuestra
conciencia y voluntad nacional, jamás saldremos de las gradas para convertirnos
en protagonistas de nuestro futuro brillante.
Tenemos que despertar, levantarnos y tomar en serio las riendas de
nuestra vida colectiva para de una vez salir de esta tragicomedia que
vivimos. Aunque eso no obsta de que podamos
entretenernos con algunos de esos payasos y bufones mediocres.
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