martes, 16 de junio de 2015

Con el agua hasta el cuello

por  Caronte Campos Elíseos


Como recordarán, la última vez que escribía para este blog, el gobierno había declarado el estado de sequía.  En ese momento me disponía a tomar una ducha pero no había agua en la casa.  Pensé que el improvisado plan de la Autoridad de Acueductos había comenzado.  Nada más lejos de la realidad.  Lo que era una realidad era que la Autoridad me había cortado el servicio de agua potable (si es que puede llamarse potable) por falta de pago.  Claro, en este país es mejor y más fácil cortar los servicios básicos a un desempleado y enfermo (mental) como yo, que a las agencias de gobiernos y grandes empresas que tampoco pagan y deben millones de galones (en dólares).  Pero bueno, aunque logré hacer el pago y tengo agua nuevamente, he decidido economizarla.  Todos los que me conocen saben de mi profusa hidrofobia, por lo que ahora me ducho cada tercer día. 

Toda esta fétida situación me puso a pensar intensamente.  Pensaba en cómo todos los años caemos reiteradamente en temporadas de sequía; y en que, de lo que estamos inundados es de políticos y gobernantes ineptos.  Obviamente mi falta de lucidez no me permite analizar profunda y seriamente todas las cosas.  Y todos mis seguidores saben que cuando no tengo nada importante, coherente o interesante que publicar, escribo solo disparates.  En esta ocasión, mi sequedad intelectual solo me alcanza para el “top five” de la sequía actual.  Estas son las razones (según yo) por las que todos los años vivimos la deshidratación de los embalses.  Considero que es un tema que salpica a todo el mundo, por lo que hoy se las comparto.


Cinco razones de la sequía boricua


1.     Clima tropical – Como dice el viejo y conocido refrán, no es fácil vivir en el trópico.  Vivimos en una región que llueve la mayor parte del año y la precipitación es continua.  Tanto así que, con solo varias gotas las mayoría de las calles se inundan, hay derrumbes y el gobierno se ha visto en la obligación de abrir las represas para evitar el desbordamiento.  Agua que en los meses de sequía nos hace notable falta.     

2.     Dragado en los embalses – La evaporada planificación gubernamental ha redundado en 20 años sin dragar los embalses.  El último dragado fue en el 1995, a un costo de sobre $60 millones, sin contar con los millones que se fueron por el tubo de la corrupción y los que se sumaron a la deuda con todo los intereses.  Mientras tanto, el sedimento llena los embalses, hay menos captación de agua y la que recogen no es recomendable para la salud de nadie.
 
3.     Salideros – Mientras la prensa insiste en que el problema es el agua que desperdiciamos, la propia autoridad desperdicia un 30% (aproximado) de su producción.  Los salideros es una irresponsabilidad e ineptitud constante y perenne.  Tuberías antiguas, tubos rotos, acueductos fantasmas, sumergen al pueblo en el desecamiento del preciado líquido y del “cash flow”.  

4.     Reuso del agua – Toda la vida nos han hecho creer que el agua que utilizamos en la casa y que baja por las tuberías y los drenajes, van a parar a los embalses nuevamente.  Si esa leyenda urbana es cierta, el agua que sale por los grifos es reusada (aunque sea del inodoro).  Entonces, si es de esa manera cochambrosa cómo funciona el sistema, porque la demonización del uso en los hogares.  Si al final del día, el agua que utilizamos la pagamos por enésima vez, aunque la hayan cobrado en los ciclos anteriores.

  5.  Súper Tubo – No hay que decir mucho.  Considerando el costo de este mega proyecto ($345 Millones sin incluir los costos de corrupción), que todavía y desde los años noventa estamos pagando con IVU e IVA, no cumple con su función principal.  Si bien retrasa la llegada de la implementación del racionamiento a ciertas áreas de la isla, la misma es inevitable.  Sin mencionar que cada vez que se le abre la llave se rompe, y termina llevando solamente aire sin el ciclo hidrológico. 


Por último, pero no menos indignante, la añapita.  Esta es la gota que colma la copa (la copa es lo único que se desborda en este país).


6.     Plantas desalinizadoras – Es una vergüenza para el pueblo de Puerto Rico, que a estas alturas de la historia no estén operando plantas desalinizadoras.  Siendo la nuestra, una isla rodeada de agua por todas partes, es irónico que tengamos escasez del preciado líquido.  Los discursos de los políticos están saturados de excusas.  Que son costosas, el mantenimiento es caro, no tenemos fondos, no hay expertos para la construcción y mucho menos para la operación de las mismas.  Mientras los embalses bajan, el nivel del mar aumenta; y mientras la marea va y viene, seguimos sedientos de una alternativa viable.

En medio de toda esta marejada de incertidumbre sobre los manejos de uno de los recursos más importantes y necesarios para vivir, seguimos nosotros en el papel de víctima y victimario.  Tenemos tipos que salen en televisión diciendo que ese no es problema ni asunto del gobierno.  Que ellos, dijo con su cara de lechuga, no pueden hacer que caiga la lluvia tan necesaria.  Esto, aun cuando tuvimos a un mesías por gobernador, que hacía levitar las tarimas y bailar los incautos.  Valdría preguntarse también, que podrá hacer sin suficiente agua, el llamado tiburón blanco.  Luego de las elecciones todos están como peces en el agua… haciendo nada, nada y nada.  Mientras tanto, nos vemos en la necesidad de adquirir purificadores, destiladores o tomar agua en botellas plásticas con BPA.  

La prensa que nos hace creer que el agua que desperdiciamos es la causa de la seca que padecemos, les sigue la corriente a los pseudolíderes.  Nadie se sumerge en las profundidades del problema, y terminamos siempre AGUAntando y teniendo sueños mojados con un cambio real.  Vivimos literalmente, con el agua hasta el cuello.  Estamos tocando fondo.


¡Levántate y anda!



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