miércoles, 17 de julio de 2013

Vindicación del Miedo de Camilo E. Santiago Morales



El estimado colega y amigo Antonio Aguado Charneco, maestro de letras, me hizo un regalo espectacular. Se trata del libro Vindicación del Miedo de Camilo E, Santiago Morales. He disfrutado este libro a plenitud y creo firmemente que debe estar en toda biblioteca, en especial si eres fanático de Quiroga, pues las letras de Camilo, tal como las de Horacio, te mantienen al hilo de la expectación.  Su dominio del cuento me recuerda también al mismo Aguado Charneco, sus letras siempre carcomiéndote por dentro con su sagacidad.
Comencé a leerlo en una mañana y no pude detenerme, miedo tras miedo buscaba una salida, algo que me obligara a dejar para luego algo de lectura y sucedió. Tuve que ir al dentista con mis hijas. Entre limpieza de dientes y el ponerle lo que la especialista llamó  “gomitas” y  que harán que separe una muela de otra para luego colocarle un gancho expansor en el paladar  para ampliarle la mordida ya que tiene mucho problemas de espacio, me ofusqué y dejé el libro atrás. 
Al llegar a casa busqué el libro en el auto y al no encontrarlo recordé dejarlo en la silla de la oficina de la dentista pediátrica. Ya era la tarde de un sábado, la oficina estaba cerrada y tuve que esperar al lunes para tratar de recobrarlo. El domingo no pude dejar de pensar en cuentos como El muro, El gusano maestro y Formica homofobia, partes de este magnífico libro al que sólo me faltaban dos relatos para terminar de leer. La nena tenía cita nuevamente con la dentista, para removerle las gomitas y tomarle las medidas al otro día. Ese lunes siguiente mi esposa la llevaría, así que le pedí que preguntase por el libro con la esperanza de recobrarlo. Así fue, lo recobró. Me dijo que la reacción de la secretaria de la dentista fue algo chistosa, pues cuando se lo devolvió le explicó que al ver la portada, y el título del libro, no se atrevió ni a abrirlo.  Y es que la portada también está muy bien lograda, obra de Otto Rapp un pintor de Baja Austria radicado en Canadá y a  quien han apodado como “El Místico”. En verdad mirar la portada causa consternación.
Terminé el libro y me quedé con esa sensación que deben sentir los que acaban de bajarse de una montaña rusa cuando a pesar de todo el terror que sintieron allá arriba, quieren regresar a la fila para encaramarse y retar a sus miedos nuevamente. De hecho, al abrir el libro y leer lo que Camilo nos ofrece dentro puedo concluir asegurándoles que es esa clase de miedo que se convierte en pánico y que estaré a la espera de más material de este escritor, mientras,  volveré a leer Vindicación del miedo, después de todo: Como nos explica Antonio Aguado Charneco en la introducción de este libro: “ Camilo nos transporta a otras dimensiones de la realidad…de una realidad que, constantemente, redefine sus propios parámetros y ensancha sus linderos” .


Libro disponible en : Libreria Norberto Gonzalez
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Angelo Negrón (New Jersey: Junio 15 1969 a Enero 1970 - Puerto Rico: enero 1970 al presente). Definitivamente puertorriqueño. Sus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela de próxima publicación titulada: Ojos furtivos. Mantiene el Blog: Confesiones

domingo, 14 de julio de 2013

Oscuridad permanente

por  Caronte Campos Elíseos


Luego de retirar las tormenteras, soltar todas las amarras para proteger la terraza, y después de colocar nuevamente todos los objetos que podrían servir como proyectiles aéreos por los vientos, me dediqué a consumir todo lo que compré compulsivamente para la fallida tormenta.  La tormenta no fue lo único que falló.  Como era de esperarse, también  falló el sistema eléctrico del país.  Mientras tomaba toda esa cerveza y todas las demás provisiones alcohólicas que guardaba para el posible cautiverio (provocado por la ley seca), pensaba como era posible que después de tantos avances científicos y tantos equipos sofisticados, no puedan darnos una proyección más certera que la que ofrecen en caso de estos fenómenos atmosféricos.

Mientras los boricuas nos hemos pasado varias semanas distraídos con algunos problemillas causados por la lluvia constante y alguno que otro causado por gobierno y su singular forma de manejar ciertos asuntos, en especial el Departamento de Hacienda con su "delay" con los reintegros... el mundo real (me refiero al que está más allá de nuestro propio mundo insular) convulsionaba y estallaban en diferente países protestas populares.  Cuando digo populares me refiero a que son protestas que cuentan con el apoyo de  gran parte de la población.  Aclaro esto por si algún militante del corazón del rollo de alguna de las tribus políticas locales está leyendo.  No vaya a ser que dentro de nuestra locura tropical piensen que sus respectivos partidos tienen algún capitulo internacional. 

Ejemplo de estos movimientos masivos de  protestas contra algún gobierno y en contra de sus acciones, lo es Brasil.  Los brasileños comenzaron una serie de protestas por un aumento estipulado por el gobierno en el costo del transporte público.  Este aumento de diez centavos (si, está leyendo bien, diez centavos) provocó que millones de personas se lanzaran a las calles a denunciar el abuso gubernamental.  El asunto fue subiendo de tono cuando los manifestantes decidieron aprovechar la coyuntura histórica para dejar saber su malestar por otra serie de políticas económicas que afectaban sus bolsillos.  La jornada se intensificó cuando después de incluir su exigencia de detener la corrupción, y su mandato de mayor inversión en salud y educación, los manifestantes pusieron sus miras hacia el gasto de dinero público en la celebración de la Copa Confederaciones de Futbol.  Las protestas se trasladaron a los estadios donde se jugaba dicho torneo e incluso pedían un alto   en la inversión para este tipo de eventos. 

Otro país que vive momentos similares desde el mes de mayo lo es, Turquía.  El fuerte movimiento antigubernamental en las calles turcas tiene su origen en la decisión del gobierno de demoler un parque ubicado en la plaza de Estambul, para construir en su lugar un centro comercial.  A casi dos meses de comenzada la ola de protestas, las cifras alcanzan los seis muertos, 8 mil de heridos, y cientos de arrestados en las calles.  Amén de la brutal represión policial que vive el país. 


Ciertamente tengo que incluir a Egipto, y las manifestaciones en la Plaza Tahrir, en El Cairo.  Aparte de ser las más violentas y las más concurridas, estas eran para pedir cambios en el gobierno y la renuncia de sus dirigentes.  No podemos olvidar que durante la "Primavera Árabe", este país vivió momentos similares al tener que dimitir su entonces presidente, Hosni Mubarak.  Luego de este evento es seleccionado en elecciones libres, Mohamed Morsi, a quien en días recientes le propinaran un golpe de estado.  En la actualidad la división entre los opositores y los seguidores de Morsi, podría desembocar en una guerra civil.

Más allá de entrar en los méritos de estos movimientos, el factor común entre estos eventos, es decir, las masas actuando colectivamente para el bien general,  es lo que me parece muy curioso.  Claro, luego de haber consumido tanto alcohol, gracias al simulacro de tormenta, absolutamente todo me parece curioso, y hasta cierto punto, gracioso.  De hecho, risa es lo que me provoca cuando recuerdo que mientras todo esto sucedía a través del globo, las redes sociales nativas se desbordaban en señalar y criticar duramente la vida de los residentes de los caseríos públicos.  Es una conducta y una costumbre generalizada en la isla que no se limita al tiempo de fenómenos atmosféricos, atribuir a los habitantes de los residenciales, responsabilidad de casi todos los problemas que aquejan a la clase media y trabajadora del país.  O al menos acusarlos de ser la principal carga de los asalariados, al estos últimos tener que costear todos los servicios, programas de asistencia económica, nutricional, salud, y subsidios en general (agua, luz, teléfono).  Esto sin mencionar las ayudas para renta, celulares, y no me extrañaría que hasta para cable televisión.  Más aún, tienen el estigma de ser la claque del país, de ser los más vagos y tienen el sello que simboliza la pereza en su mayor expresión. 

El movimiento social criollo se conglomeró en los "Status Updates" de Facebook y en los 140 caracteres de Twitter.  De ordinario, yo deambulo por esas vías y generalmente son espacios apacibles.  Pero con los vientos de tormenta recientes se transformaron en  campos de empalamiento para aquellos que viven del sistema.  Al menos esa fue mi interpretación sobre los hechos.  Por tal motivo quiero dejar aquí consignadas mi percepción y mi punto de vista sobre este asunto.  

(Nota: Con tan alto porcentaje de alcohol en mi sangre, y con la mezcla de los medicamentos junto con mi andropausia, es posible que mi punto de vista esté alterado y mi percepción no esté en su sano juicio)  

Este tema de los beneficiarios de los programas sociales es un tanto complicado porque desata pasiones, deseos reprimidos y toca la fibra más íntima de cada puertorriqueño individualmente.  Cada uno lo ve y lo analiza según su realidad o sus fantasías secretas.  No se puede negar tampoco que genera división entre los que se aventuran a opinar sobre el mismo.  Tan es así que existe multiplicidad de epítetos para referirse a esta clase social, baja o pobre, como se quiera llamar.  Desde parásitos hasta vividores, desde vagos hasta irresponsables, la lista de calificativos es casi interminable.  No voy a expresar en forma alguna si estoy de acuerdo o no con esta práctica, ya que conozco muchas buenas personas que allí residen.  Al final del día, lo menos que debe importarle a usted es mi tonta opinión, ya que es de nula importancia y carece de relevancia para la vida de otros (incluso la mía propia).  Lo que sí debe importarle es formularse su propio  pensamiento con todos los elementos de juicio.  De todas formas, sin importar cual posición usted asuma, nunca existirá un consenso general.

Recientemente leía una columna de un conocido comentarista sobre este asunto de las ayudas económicas.  En la misma este individuo realizaba una comparativa estrictamente numérica sobre lo que representa para una familia acogerse a dichos programas o buscar un empleo donde genere algún tipo de compensación monetaria.  De más está decir, que en el "bottom line" para una familia con una composición de tres personas, es mucho más conveniente, en dólares y centavos, recibir las ayudas gubernamentales, que buscar un empleo a tiempo completo con el salario mínimo federal.  Cabe mencionar que estas personas, en efecto, sí buscan un empleo informal fuera de nómina alguna, para evitar de esta manera perder las ayudas que reciben.  Así se desprende del análisis, donde el ingreso generado por esta familia a través del trabajo honesto, solo terminaría en números rojos cada fin de mes.   Dado lo anterior, se ejemplifica como se les dificultaría a estas personas cubrir sus necesidades básicas para vivir.  El título de esta columna (¿Somos un pueblo de vagos?) generó una ola de críticas ya que para algunos, ponía en tela de juicio el perfil del trabajador boricua.  El autor concluye su columna con la suposición de que el sistema está diseñado para mantener sumidos en la miseria estas personas a modo de fomentar la dependencia y disminuir las oportunidades de superación para este grupo.  Como participante de algunos de estos programas (incluyendo el de los Hogares Crea), doy fe de que en efecto, las ventajas de recibir todos esos vales sobre el caos que genera el pertenecer a un ambiente de trabajo estresante, es un incentivo para no abandonarlos jamás.

Usted puede estar de acuerdo o no con la conclusión del mencionado escrito, pero lo que sí es evidente y no se puede negar, es que puso a flor de piel el verdadero sentir de gran parte de la clase trabajadora.  Con todas las críticas y las respuestas que se expresaron a través de varios medios, quedaron evidenciadas las condiciones en que se encuentra la clase media del país.  Una clase media abusada, cansada, y devastada por el peso de cargar un país de ricos acumulando capital y de un gobierno que pasó de ser uno paternalista a convertirse en una entidad indiferente al sentir de sus constituyentes.  Son estas dos instituciones, con sus prácticas capitalistas y sus impuestos surreales, respectivamente, las que han inducido al enfrentamiento y al desprecio entre las dos clases inferiores.  Por eso no es de extrañarse que la parte de la población que participa de lleno en el mundo laboral, arremeta con extrema impiedad contra la parte de la población que "le ha seguido el juego" al sistema. 


Es notable que la estrategia de polarizar la atención y la opinión pública hacia temas irrelevantes e insignificantes, en lugar de que se enfoquen en el verdadero origen del caos imperante, funciona de manera absurda, como un reloj (al menos en este servidor).  El caso más reciente y más evidente sobre este desapego entre clases, fueron las manifestaciones a través de las redes sociales tan pronto se activó el aviso de tormenta tropical.  Los perfiles y los "tweets" no hacían otra cosa más que hacer referencia a la buena vida y llena de lujos que se dan estos indigentes, a costa de los contribuyentes.  Todo permeaba ira, coraje, odio, y por qué no, hasta envidia (al menos en mi persona).  Pero el que conozca y entienda un poco de como es el funcionamiento del gobierno y como este maneja sus arcas, sabe que la inmensa mayoría de todas las ayudas dirigidas a los participantes de todos esos programas, no salen necesariamente del bolsillo de los trabajadores.  Al menos NO de la forma y manera que ellos piensan.

Dando un mirada a "grosso modo" a los números disponibles en la  página virtual del Banco Gubernamental de Fomento, los cuales son provistos por la Junta de Planificación (tomándolos por fe, ya que sabemos que el gobierno practica la manipulación de sus propios números y estadísticas), podremos entender de donde provienen los fondos en discusión.  Ahí podremos ver las cantidades de las transferencias económicas que el gobierno federal realiza para sostener los programas sociales del Estado Libre Asociado.  No voy a discutir en esta ocasión dichas transferencias y sus orígenes, porque eso es harina de otro costal.  Lo que quiero traer a su atención (otra vez la costumbre de hablar  conmigo mismo) es lo que se esconde detrás de esta cortina de humo que nos han levantado ante nuestros ojos, y que solo nos permite ver lo que ciertos grupos de interés quieren que veamos.  Pero es un secreto a voces que la cantidad ($$ en millones $$) de dichas transferencias dependen intrínsecamente de la cantidad de personas participantes y beneficiarias.  Es decir, mientras más dependientes empedernidos, más dinero recibe el Estado y más dinero pueden desviar los funcionarios con su corrupción insaciable.  Es así de simple.  Suma por un lado y resta por el otro.   Nosotros, por cosa del plan divino,  estamos en el lado de la substracción.         


Nos adoctrinan para evitar que nos contagiemos con la pandemia  de dignidad que resumí someramente al inicio, y que en estos momentos arropa a los países antes mencionados, y a muchos otros que están mucho más cercanos a nuestra zona.  Mientras esos pueblos se levantan y alzan su voz de protesta en reclamo de lo que les pertenece y en contra de los abusos de sus respectivos gobiernos, exigiendo transparencia en el manejo de sus riquezas, nosotros les seguimos el juego a las autoridades de culpar al vecino  (yo tengo unos bastante molestos).  Mientras estos ciudadanos toman conciencia sobre lo que merecen de sus gobernantes, y sobre las razones por las que delegaron en ellos sus poderes para dirigir su vida colectiva, a nosotros se nos va la vida buscando y señalando falsos positivos.

La ceguera es tal, que ni siquiera podemos ver más allá de lo evidente.  Nos sentamos a desdeñar a nuestros hermanos puertorriqueños sin entrar en los méritos de sus razones individuales.  Hacemos generalizaciones sin considerar que la realidad de cada hogar puede ser distinta a la percepción que tenemos y que nos han inculcado.  Al fin y al cabo, esto más fácil que aceptar el hecho de que han estado "Sembrando ideas" en nosotros.  Nadie, ninguno de nosotros quiere salir de su zona cómoda.  Nadie está dispuesto a salir y tomar las calles en reclamo de un trato justo para todos, en reclamo de verdadera igualdad, y no la igualdad que quieren las autoridades que creamos.  Nos quedamos mirando, sin inmutarnos, las mil y una forma en que el Estado nos usa y nos abusa. 

Es nuestro gobierno y son nuestros líderes (me incluyo en esta última falacia cuando digo nuestros, para no quedar fuera de grupo) los que nos tienen y nos mantienen en esta situación perenne.  La corrupción, el pillaje, el tumbe rampante que reina dentro de la institución principal de  nuestra civilización (esto es una hipérbole) es lo que nos lleva rumbo a la miseria (si no es que ya llegamos).  Los honorables piratas saquean todo a su paso sin ningún tipo de consideración ética o moral.  Son estos corsarios los que con su instaurado nepotismo, dando los empleos a batatas políticas por encima de candidatos bien preparados académicamente, con sus emisiones de bonos para sus bolsillos, los de sus colegas y allegados, con sus salarios estrambóticos, con sus contratos pornográficos (recuerde que nosotros somos los de abajo) para sus amigotes, y con su mala administración y derroche de fondos públicos, son ellos y solamente ellos los que nos llevan a la banca rota y nos la echan en la cara.  En adición a todo lo anterior y por si fuera poco, nos imponen nuevos impuestos y arbitrios para, sistemáticamente, despojarnos de nuestros ya empobrecidos ingresos.


La ineptitud de estos seres elegidos es de tal magnitud, que no se dignan en ofrecernos calidad en los servicios básicos.  Tan es así, que hasta el fantasma de la tormenta Chantal dejó la mitad de la isla en una oscuridad casi incomprensible.  Nos hacen pensar que los pobres somos los que nos robamos la luz, sin embargo es a los altos funcionarios los primeros que se les encuentran “pillos” en sus hogares.  A parte de la gran cantidad de energía que se desperdicia por el exceso de producción innecesaria, la cual también paga la clase trabajadora.  No solamente nos desvalijan de nuestros bienes, sino que no hacen su trabajo.  La criminalidad campea por su respeto, la seguridad es mínima, el desempleo sube como la espuma, la educación y la salud son de quinta.  Mucho peor que en las "Repúblicas Bananeras" o "Republiquetas" como les hemos llamado históricamente a nuestros países hermanos despectivamente (hoy estos países nos dejan el tercer mundo solo para nosotros).  Solo se limitan a llenar sus cuentas bancarias, a lucir sus mejores galas y a pagar los favores políticos que dejan sus costosas campañas para cada una de las candidaturas.  Se olvidan de su verdadero llamado, les vale madre la confianza depositada en ellos al ser seleccionados como dignatarios (esto es una broma) y representantes de los deseos genuinos de superación de todo un pueblo. 

Todo esto en el marco de la legalidad.  Es por esto que siempre reclamo que nos merecemos un "Nuevo Estado de Derecho", que elimine y erradique para siempre todo este oportunismo.  Créalo o no, amigo lector (cuando estoy ebrio todos son mis amigos) esto es un sistema diseñado para, en arroz y habichuelas, chuparnos el vivir (por favor, no lo asocie con lo pornográfico).

Mientras tanto, vivimos una guerra civil fabricada en nuestras mentes por estos burócratas, disparando de la baqueta contra los que creemos son nuestros enemigos.  Sin embargo, cada cuatro años salimos como ovejas ciegas de un rebaño mal cuidado, al matadero electoral.  Allí, a través del voto volvemos a poner nuestra confianza, nuestra fe y nuestras esperanzas de un mejor mañana para nosotros y nuestros hijos (en algún momento los tendré) en las manos de estos tipejos, que son el verdadero cáncer de nuestra sociedad.  Somos nosotros los que hacemos plausibles su piratería y aceptamos a cambio sus  supuestas dádivas o migajas (como los dos días sin pagar IVU en los efectos y materiales con fines Educativos).


Solamente cuando abramos los ojos al mundo real, encontraremos la luz al final del túnel que nos sacará de esta oscuridad permanente.  Oscuridad que no nos deja ver como otros pueblos tienen la valentía y el coraje que nos falta a nosotros para tomar las riendas de nuestro destino colectivo.  Oscuridad que no permite que identifiquemos los verdaderos causantes de nuestra patética realidad, y nos tiene viviendo dando golpes a ciegas.  Oscuridad que nos mantiene paralizados e inmóviles por miedo a dar pasos en falso.  Sigamos el camino de esos pueblos rebeldes, que  encuentran su orgullo nacional y defienden su patrimonio.  Al final de la lucha... la luz también brillará para nosotros.

¡Levántate y anda!     

(Otra Nota: Pido disculpas anticipadas por los errores, horrores y/o disparates que pueda usted encontrar en estas líneas. Recuerde que ha sido el enorme estado de embriaguez y la fuerte resaca los que han dirigido mis palabras) 

domingo, 7 de julio de 2013

Aché, aché... tambores de libertad



Aché aché
danzan bajo la Luna
las mujeres yoruba, invocan sus orígenes.
Thiago, Sangó, niño redentor:
sueños de libertad,
la dignidad destilando esperanzas
las manos sobre los cueros retumban las cadenas.
El fuego insomnia la habitación nocturna
viajan a mi sangre sus voces y tambores
mi carne arde, así la de tantas mujeres,
como las pisadas de una historia olvidada.

Aché aché
Eu ouço os sussurros chorando traição
Es el terror hermanando la locura
Imani ve a su hijo congo muerto en el agua,
y ciega ante el hombre en el palo.
O Português roubou a pátria
inquisidores católicos roubaram o corpo
mas nunca a alma do yoruba mulheres.

Aché aché
en la noche de las tablas
lloré de llamas y torturas,
gritos y cenizas de las negras,
lloré de realidades,
sus niños muertos,
los hombres en las minas,
el tambor de sus pisadas
y mi piel quemaba encadenada
en cada parpadear del corazón.

Escupí a las vejaciones andro/eclesiásticas
ficciones macabras desangran poder y miedos
y su gran inquisidor vomita coágulos ensementados
en su aquelarre de las sombras violadas
hasta autodevorarse la carne carroñada
de salmos y dogmas sudorosos
de tantas biblias latigando sangre
esas que ganan el cielo inmolando al prójimo
así arden las oscuras páginas de otra Historia.

Aché aché
lágrimas y aplausos,
el teatro no es teatro:
escucho el retumbar los esclavos
la memoria ancestral
rechinando nuestras cadenas.
Son esos tambores
danza de mujeres
reclaman sus nombres
el aroma de tierra africana:
cimarronas guerreras humanas.
Irawou Torosi invoca
Olodumare nombra a Sangó
botundé Ile-Ife, aché aché
los tambores en gozos de libertad…



*Inspirado en la obra teatral Gozos de Inquisición de Roberto Ramos Perea presentada en el Ateneo Puertorriqueño del 21 de junio al 7 de julio de 2013, fotos por Mara Clemente.
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Ana María Fuster Lavín - Escritora, editora, correctora, redactora de textos escolares y corresponsal de prensa cultural.Ha obtenido diversos premios en ensayo, cuento y poesía. Libros publicados: Verdades caprichosas (First Book Pub., 2002), cuentos, premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña. Réquiem (Ed. Isla Negra, 2005), novela cuentada, premio del PEN Club de Puerto Rico. El libro de las sombras (Ed. Isla Negra, 2006), poemario, premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña. Leyendas de misterio (Ed. Alfaguara infantil, 2006), cuentos infantiles. Bocetos de una ciudad silente (Ed. Isla Negra, 2007); El cuerpo del delito (Ed. Diosa Blanca, 2009), poemario. El Eróscopo: daños colaterales de la poesía (Ed. Isla Negra, 2010), poemario. Tras la sombra de la Luna (Ed. Casa de los Poetas, 2011), poemario. Recientemente publicó su primera novela (In)somnio (Ed. Isla Negra, 2012) que va por su segunda edición.

viernes, 5 de julio de 2013

Sembrando ideas

por  Caronte Campos Elíseos


Hace unos días y por recomendación de un buen amigo, veía una película como pasatiempo para entretener mí ya distraída mente, de las cosas que afectan mi tranquilidad.  A modo de terapia decía el, para encontrar un oasis de paz y relajación.  En fin, escogí una  película llamada, Inception, donde la trama es basada en un grupo de mercenarios que, apoyados por poderes económicos invaden los sueños de terceros con el fin de insertar un pensamiento o una idea, con el único propósito de que al despertar el sujeto en cuestión actúe conforme a la misma.  Incluso, uno de estos expertos logra durante la trama llevar a su propia esposa al suicidio con el mero hecho de sembrar una idea en su mente (por favor, no lo intente en casa aunque suene tentador, podría ser ilegal).  

Mientras veía la película no dejaba de pensar en la posibilidad de que en algún momento, nosotros pudiéramos ser víctimas de un esquema similar.  Y es que en ciertas instancias de nuestra existencia, alguien ha querido o ha intentado sembrar en nosotros una opinión específica sobre un tema particular.  A estas alturas de mi vida, me he percatado que muchas instituciones, muchos sistemas, y muchas personas han intentado (algunas con un éxito abrumador), crear en nuestras mentes unos parámetros de control para dirigir nuestro pensamiento a su voluntad.  Con su especial dominio del mimetismo, estos especímenes pasan desapercibidos por nuestro transitar terrenal, sin mostrar sus verdaderas características. Nunca muestran sus verdaderas intenciones y mucho menos sus intereses reales.  Pero las secuelas de sus actos disfrazados y los resultados de sus macabras intenciones han sido nefastas para nuestro presente, y más aún si consideramos el efecto dominó, en nuestro futuro. No hemos obtenido buenos frutos de ese pensamiento sembrado en nuestro subconsciente, de ese mal llamado sueño americano.  Sólo hemos cosechado la hiedra venenosa que arropa y coarta nuestro porvenir, convirtiéndolo en nuestra peor pesadilla. La misma pesadilla que hoy vemos realizada en todo cuanto nos rodea y poseemos como pueblo.
  
Existen infinidad de razones para que ciertos entes utilicen esta práctica de manipulación cognitiva.  Y existen también mil y un mecanismos de los que se valen para lograr su cometido.  Tal vez en su momento podamos conocer con más detalles las más arraigadas en la mentalidad boricua.  Creo que puedo decir esto con cierto grado de certeza, dado que pertenezco al grupo en cuestión (y me refiero a ese grupo de puertorriqueños con baja autoestima nacional, faltos de carácter e identidad, autoexpatriados mentales y que vivimos sometidos a las influencias extranjeras), que hemos sido objeto de una intromisión ominosa  en nuestros sueños colectivos.  Por casi 115 años nos han entretenido con cuentos de caminos, con leyendas urbanas que poco a poco y con el pasar del tiempo se han ido desmantelando, aunque nuestras mentes colonizadas no lo hayan entendido e internalizado aún (algunos están en etapa de negación).

Ciertamente el efecto somnífero de los programas (económicos, sociales, educativos y hasta cierto punto culturales) diseñados para mantener en un eterno letargo nuestros cerebros, sumado a la idea generalizada de dominantes fuerzas ultramarinas, han logrado su objetivo.  Vivimos como “zombies” siguiendo ideales manipulados para dividirnos en tribus políticas.  Todo lo que hacemos, decimos, o pensamos, aparenta tener origen en una especie de hipnosis esparcida por el aire que respiramos.  Podemos notarlo en la actitud con la que interactuamos a diario con los semejantes.  También se desprende de lo que reportan los medios (intencionalmente por supuesto, buscando “ratings”), y permea además en el ambiente hostil y en la intolerancia cotidiana de cada día.

Nos han insertado en la cabeza ideas divisorias, que han logrado socavar nuestro orgullo patrio, corromper la idiosincrasia nacional, y destruir la identidad y la autoestima general.  Somos meros espectadores de la transformación de nuestro verdadero sentimiento de hermandad, en un “todos contra todos”, que nos mantiene en una guerra civil solapada con la anuencia de los serviles nativos que han vendido su alma al mejor postor.  Cuando cae la noche y nos retiramos a descansar, esta maquinaria sigue moviéndose, buscando nuevas formas de someter nuestra voluntad a sus deseos.  Y así, en las mañanas despertamos con toda la intensión de realizar el plan que otros han diseñado, desarrollado e insertado en nuestro subconsciente, aun en detrimento de nosotros mismos y nuestras familias.  Lo que nos depara el futuro, el destino, la suerte o la divinidad, no se muestra muy esperanzador.  El optimismo es completamente nulo y en la proximidad de otro aniversario más de la segunda colonización,  las expectativas de un resurgimiento de la verdadera puertorriqueñidad, no son muy alentadoras. 

Solo cuando logremos reconocer al verdadero intruso, ese que implacablemente ha pretendido dominarnos usurpando sigilosamente nuestra libre determinación y vendiendo sueños incumplidos, podremos despertar de esta parálisis centenaria.  Es en ese preciso instante que tendremos nuestro tan deseado renacimiento.  Solo en ese momento resurgiremos cual Ave Fénix, de nuestras propias cenizas para recuperar las riendas de nuestro porvenir, eliminando así los viejos estigmas grabados incluso con sangre y rompiendo las cadenas imaginarias.  Sembrando nuevas ideas con nuevos bríos podremos cosechar un mejor país, un mejor pueblo.  En la coyuntura histórica que vivimos, es imperativo (como lo escribió en su momento nuestra Lola) escuchar de una vez la señal, despertar de ese sueño, y luchar por lo que por derecho natural nos pertenece.

¡Levántate y anda!

viernes, 21 de junio de 2013

Esquizofrenia mediática

por  Caronte Campos Elíseos


En la última sesión de terapia con mi psiquiatra, este y yo tuvimos una excelente charla.  El doctor me solicitó que no lo viera más como un médico, sino que empezara a considerarlo como un amigo, en el cual puedo confiar todas mis situaciones y secretos.  Claro, seguramente lo dice porque si yo no regreso a su consultorio (o nuestro sitio para los juntes amistosos, como le llama él), no podrá recibir del seguro médico el estipendio por el tiempo que invierte en nuestra novel amistad.  Por mi parte, le dije que me parecía fantástica la idea, y que de hecho ya empezaba a verlo casi como un hermano mayor.  Ciertamente este es el hombre que me ha permitido conocer una serie de sustancias que me mantienen alejado de mis frustraciones y dilemas, y que sin sus prescripciones trimestrales no podría adquirirlas, al menos no de manera legal.  De más está decir que la conveniencia de esta amistad ficticia es recíproca.  Así que la podemos catalogar como un amistoso “Quid pro Quo” de naturaleza bioética.

Pero en fin, ¿sobre qué quería escribir?  Ah, si… este individuo me hizo una pregunta para la cual no he encontrado una respuesta certera.  Mucho menos luego de salir de nuestro “fantástico junte amistoso” y de mi pasadía por “Paredes Verdes” (Walgreens, para los puertorriqueños) en busca de mis golosinas.  La pregunta fue la siguiente: ¿Cuáles tú piensas que son las posibles causas de tu desorden esquizofrénico agudo e irreversible?   No sé a ustedes, pero con ese diagnóstico tan extenso, a mí me parece que él no está haciendo bien su trabajo.  Pero recordemos que no me conviene cuestionar sus métodos, porque de otra manera no puedo obtener mis “dulces” sin sus recetas cada tres meses, así que olvidemos ese punto.  Esa pregunta que me atormenta y que ronda mi cabeza sin parar desde hace casi dos semanas, aún no tiene respuesta.


Así que, para despejar un poco la mente y dar oportunidad a que esa tan esperada contestación encuentre la luz en el laberinto de mi cabeza, me dispuse a leer el periódico.  Y lo hice muy a mi pesar, porque considero que vivimos en un “País sin prensa”, donde reina la desinformación.  Pero han sido dos semanas intensas de eventos y noticias.  Lo primero que encuentro en las páginas principales, es la disputa entre los tres poderes de nuestro gobierno republicano.  Resulta que después de una campaña eleccionaria de casi cuatro años consecutivos para que pudiéramos elegir los nuevos gobernantes y nuevos legisladores (sin entrar en calidad, si alguna), hemos sido víctimas de un golpe jurídico.  No digo golpe de Estado, porque en mi opinión no lo somos.  ¿O sí?  Golpe jurídico porque desde el Tribunal Supremo (supremo en desprestigio), se ha declarado que desde ahora son sus jueces los que determinan cuáles leyes pasan el cedazo constitucional y cuáles no.  Si miramos bien la división en este panel de jueces, que está fraccionado en los dos bandos clásicos (azules y rojos), podemos notar que estos últimos seis jueces nombrados por el partido que defiende nuestros derechos a la igualdad y a la estadidad (aquí estoy haciendo una pausa para reírme), están utilizando para sus macabros planes de gobernar “de facto”, la Constitución del Estado Libre Asociado (lo que sea que eso signifique).  Lo gracioso radica en que el ELA es el status colonial que han criticado por los pasados 60 años, y del cual han utilizado su decadencia como fundamento para su preferencia política.  Pero como toda moneda tiene dos caras, este asunto tiene un lado siniestro no muy agradable.  Ese lado oscuro es que el partido que perdió la gobernación y que ahora son minoría legislativa, usurpan el poder judicial.  En otras palabras, se quedaron gobernando los malandrines que querían sacar los electores, en lugar de los ineptos que seleccionaron con su voto. 

Paso la página para tratar de obviar lo anterior, y encuentro noticias sobre la criminalidad rampante que arropa el país, en todas sus expresiones y modalidades.  Sumado a la incapacidad policial de brindar seguridad, ya sea por sus escasos recursos, problemas operacionales, la poca o nula cooperación ciudadana, o por la actitud de brazos caídos de los agentes, ante las acciones en contra de sus condiciones laborales.  Por esta última razón, este brazo armado del estado golpeó, maltrató y violó los derechos de otros grupos por hacer lo propio.  Prefiero no seguir leyendo sobre asaltos, escalamientos, asesinatos, ni ninguna otra suerte de crímenes violentos.  Así que, paso a las páginas siguientes.

Es aquí donde la presión me empieza a subir como la espuma.  Aparecen noticias sobre la controversia de un proyecto de ley que otorgaría igualdad de derechos a los miembros de la comunidad homosexual y lésbica en el país.  Para hacer el cuento largo, corto, esto terminó con los medios reportando la aprobación de una ley que, a pesar de distar mucho con los avances y las nuevas realidades sociales, abre paso para nuevas reformas.  Amén de ver los grupos religiosos y/o cristianos actuar como verdaderas turbas (no sé si en realidad era una actuación o es su verdadera naturaleza), insultando y lanzando epítetos a los “honorables” legisladores (otra pausa para reír un poco más) y a los “hijos de la oscuridad con los cables cambiados”.   Este último detalle logró estabilizar mi presión sanguínea y neutralizar un ataque de neurosis crónica.  Por tal motivo, y antes de que vuelvan a exacerbarse los síntomas antes mencionados, cierro el periódico y decido buscar en la prensa en línea.

Al fin llego a las noticias mundiales e internacionales, aunque sea a través del medio cibernético.  Espero poder encontrar algo que calme mis nervios y lleve a remisión mi enorme complejo de persecución.  Completamente seguro de que así será, hago una pequeña pausa en este instante.  Me levanto, preparo una taza enorme de buen café, unas galletas con pedacitos de queso de papa, y listo para una buena lectura.  Ya preparado para salir de toda esta maraña de noticias que solo aumentan mi ansiedad y fomentan mis alucinaciones, comienzo por la prensa norteamericana.  El primer titular de noticia que aparece en la pantalla de mi computador es que la agencia encargada de la seguridad de la nación, pisotea todos los derechos que están garantizados en la constitución gringa.  Sobre todo el derecho a la privacidad, donde esta agencia recopila gran parte de toda nuestra información utilizando un sistema orquestado para tales efectos.  De repente siento un fuerte “Déja Vu”  que me lleva a saltar la noticia.

Al cargar por completo la próxima página virtual, el nuevo titular leía de la siguiente manera: “Principales Empresas de Telecomunicaciones Cooperan con la Vigilancia Nacional”.  Para mi sorpresa, son todas las que utilizo a diario para mis tareas, mis trabajos, para mis pasatiempos y entretenimientos.  Todas las proveedoras de servicios en línea que uso frecuentemente están listadas como facilitadoras de toda mi información personal al gobierno federal para su programa de vigilancia ciudadana.  Por obvias razones no las puedo mencionar por sus nombres en este espacio, ya que seguramente lo inundarían con radares, satélites, cámaras y micrófonos. 

Pero estas compañías nos han inducido a morder la manzana tecnológica.  Sí, otra vez la maldita manzana, esta vez la del dios de la tecnología, “Saint Jobs” (Apple).  Esto para sumergirnos en un mundo de información prácticamente infinita (Google).  Se han metido por nuestra “ventana” para vigilar todas nuestras comunicaciones (Windows), y nos han hecho gritar de emoción por la accesibilidad y facilidad de sus servicios (Yahoo!).  Pero lo peor de todo, es que han creado, desarrollado e implementado el mejor sistema de autocarpeteo (Facebook & Twitter), donde nosotros mismos ofrecemos todos los detalles de nuestras relaciones, acciones, e interacciones con nuestros círculos más cercanos de familiares y amigos (Google +).  La simbiosis creada entre estos colosos tecnológicos y las agencias de inteligencia, ha tenido, tiene y tendrá efectos letales para nuestros derechos, privacidad e intimidad.  Aun así, lo más desconcertante fueron las reacciones de los medios locales y de las mismas personas que son usuarios asiduos de estos servicios. ¿En realidad nadie lo sabía?  ¿Realmente nadie tenía una leve sospecha sobre estas redes de espionajes extra-oficiales?  Me parece absurdo por demás, que con tanto acceso a la información a través de la misma red que utilizan para espiarnos (Internet), la gente no tenga ni puta idea sobre cómo se meten en su vida privada para documentarla y que incluso el hecho los tome por sorpresa.  Habrá quien diga que no le importa porque no tiene nada que ocultar.  Estará el que piense que está bien que el gobierno vigile a sus ciudadanos como medida de prevención.  Pero al final del día, todos nuestros datos personales están expuestos ante los ojos de desconocidos, con intenciones desconocidas.  
   
Mientras mis ojos cambian constante e involuntariamente de campo visual por los nervios alterados, leo varios titulares en la barra lateral.  Puedo recordar uno de gran impacto para mí ya maltrecho cerebro, ya que todavía no logro analizarlo.  Leía el titular en negrita y subrayado: “Gobierno Federal Investiga Acciones del Programa Espía”.  Aquí mi corazón se detiene por varios segundos.  Cuando al fin recupero el aliento, pienso: “¿Como la entidad que inventa, desarrolla, y financia el sistema en cuestión, va a investigar si está en violación de ley o no?”  Dentro de mi ingenuidad casi invariable, me llega un pensamiento irreverente… ¿No será eso, poner los cabros a velar las lechugas?  Para ser honesto, al leer todo esto me llene de terror y pánico.  Acto seguido apagué, cerré y desconecté la computadora con tanta prisa que incluso derramé el rico y suculento café.  Comencé a cerrar todas mis ventanas y a bajar todas las cortinas.  Quise deshacerme de mi teléfono inteligente (ahora sé porque los llaman así), pero hasta ahora no he podido lograrlo.  La impresión que me he llevado con este Cisne Negro de la industria informática ha empeorado mis condiciones.  Todavía no logro entender como una persona como yo, desconfiado y malpensado, he caído víctima de un modelo de espionaje tan ruin y obvio.  Ahora puedo explicar muy bien el sobresalto que sentí cuando leía sobre el tema.  Y es que para el año 2003 tuve una experiencia cercana con la red que en ese entonces hacía el “trabajo sucio” que ahora hacen estas gigantes corporativas.  La diferencia entre estas y Echelon, es que estos monstruos informáticos acumulan riquezas a costa de nuestras vidas.

Entre la histeria, el miedo y el sudor frio, tomé la determinación final y firme, al igual en aquel verano del 2003, de no volver a utilizar ninguno de estos servicios que colectan mis vivencias y experiencias para ofrecerlas al mejor postor.  Esto incluye mi correo electrónico, mi perfil, mi círculo de amistades, mis “followers”, y este blog (donde puedo escribir todas mis sandeces y disparates).  Pero como habrán notado no logro despegarme de este espacio virtual, tampoco así de mi correo y mis redes sociales.  Ni hablar de mi teléfono inteligente, es como mi alma gemela.  Él es el único que me conoce a cabalidad.

Luego de unas horas intensas de meditación e introspección profunda en la madrugada, sentado a oscuras bajo el agua helada de la ducha, he llegado a una conclusión.  La relación espuria de esta APP (Alianza Público-Privada) es equivalente a la relación que tenemos mi médico de cabecera (porque mi problema está dentro de mi cabeza) y yo.  El aparenta ser un amigo al cual le interesa todo cuanto me sucede.  Me observa, me escucha, y pone atención a todas mis conversaciones y relatos.  Me vigila y estudia mi comportamiento, incluso puede hasta predecir mis respuestas.  Me ofrece alternativas para aliviar o eliminar mis problemas y necesidades (genuinas o creadas).  Se gana mi confianza y me hace caer en una especie de adicción a nuestras largas charlas y a los medicamentos que prescribe para evitar mis crisis psicóticas y depresivas.  Así mismo, los caníbales de Silicon Valley, han insertado en nosotros una serie de necesidades banales.  Han desarrollado sus servicios con miras a cubrir dichas necesidades, y nos han inyectado por todas las vías posibles sus alternativas y soluciones para convertirnos en adictos a sus productos.  Es tan absurdo el asunto, que hasta pagamos cantidades exorbitantes de dinero para obtenerlos.  De la misma forma que el doctor amistad hace conmigo, estas empresas nos escuchan, nos observan, nos leen, en fin... nos espían.  
                     
Todo este exceso de noticias e información sólo ha sido contraproducente para mi estado actual.  He sufrido una fuerte recaída y he tenido que adelantar mi cita para el junte con mi buen y gran amigo, el doctor corazón.  Aun así, reconozco que tengo que buscar una salida para esta encrucijada mental que me atormenta a diario.  De la misma forma pienso que únicamente seremos capaces de superar todos nuestros traumas y evitar la exposición innecesaria a estos piratas informáticos, cuando entendamos cómo funcionan y cuáles son sus verdaderos usos.  Cuando entendamos las verdaderas intenciones detrás de tanto “amor”.  Cuando tengamos el valor para reclamar los derechos que nos pertenecen y a no permitir que se menoscaben nuestras interioridades y las de nuestra familia y amigos (en mi caso no son muchos).  Solo así superaremos esta esquizofrenia mediática, inducida por tantas redes diseñadas para mantenernos en contacto y entretenidos dentro de un perímetro virtual controlado, cual campo de concentración.  Redes que nos atrapan y nos mantienen prisioneros casi por hipnosis.  Pero su único fin es pescar nuestros datos y llevarlos a la misma desembocadura, los archivos clasificados del gobierno federal.   
 
En el ínterin, mientras llega la fecha estipulada para mi desahogo, yo sigo en búsqueda de una respuesta lógica y sensata para mi desorden mental y paranoia injustificada.  Hasta he tenido que duplicar la dosis de mis pastillitas (excepto las de color azul).

¡Levántate y anda!