domingo, 14 de julio de 2013

Oscuridad permanente

por  Caronte Campos Elíseos


Luego de retirar las tormenteras, soltar todas las amarras para proteger la terraza, y después de colocar nuevamente todos los objetos que podrían servir como proyectiles aéreos por los vientos, me dediqué a consumir todo lo que compré compulsivamente para la fallida tormenta.  La tormenta no fue lo único que falló.  Como era de esperarse, también  falló el sistema eléctrico del país.  Mientras tomaba toda esa cerveza y todas las demás provisiones alcohólicas que guardaba para el posible cautiverio (provocado por la ley seca), pensaba como era posible que después de tantos avances científicos y tantos equipos sofisticados, no puedan darnos una proyección más certera que la que ofrecen en caso de estos fenómenos atmosféricos.

Mientras los boricuas nos hemos pasado varias semanas distraídos con algunos problemillas causados por la lluvia constante y alguno que otro causado por gobierno y su singular forma de manejar ciertos asuntos, en especial el Departamento de Hacienda con su "delay" con los reintegros... el mundo real (me refiero al que está más allá de nuestro propio mundo insular) convulsionaba y estallaban en diferente países protestas populares.  Cuando digo populares me refiero a que son protestas que cuentan con el apoyo de  gran parte de la población.  Aclaro esto por si algún militante del corazón del rollo de alguna de las tribus políticas locales está leyendo.  No vaya a ser que dentro de nuestra locura tropical piensen que sus respectivos partidos tienen algún capitulo internacional. 

Ejemplo de estos movimientos masivos de  protestas contra algún gobierno y en contra de sus acciones, lo es Brasil.  Los brasileños comenzaron una serie de protestas por un aumento estipulado por el gobierno en el costo del transporte público.  Este aumento de diez centavos (si, está leyendo bien, diez centavos) provocó que millones de personas se lanzaran a las calles a denunciar el abuso gubernamental.  El asunto fue subiendo de tono cuando los manifestantes decidieron aprovechar la coyuntura histórica para dejar saber su malestar por otra serie de políticas económicas que afectaban sus bolsillos.  La jornada se intensificó cuando después de incluir su exigencia de detener la corrupción, y su mandato de mayor inversión en salud y educación, los manifestantes pusieron sus miras hacia el gasto de dinero público en la celebración de la Copa Confederaciones de Futbol.  Las protestas se trasladaron a los estadios donde se jugaba dicho torneo e incluso pedían un alto   en la inversión para este tipo de eventos. 

Otro país que vive momentos similares desde el mes de mayo lo es, Turquía.  El fuerte movimiento antigubernamental en las calles turcas tiene su origen en la decisión del gobierno de demoler un parque ubicado en la plaza de Estambul, para construir en su lugar un centro comercial.  A casi dos meses de comenzada la ola de protestas, las cifras alcanzan los seis muertos, 8 mil de heridos, y cientos de arrestados en las calles.  Amén de la brutal represión policial que vive el país. 


Ciertamente tengo que incluir a Egipto, y las manifestaciones en la Plaza Tahrir, en El Cairo.  Aparte de ser las más violentas y las más concurridas, estas eran para pedir cambios en el gobierno y la renuncia de sus dirigentes.  No podemos olvidar que durante la "Primavera Árabe", este país vivió momentos similares al tener que dimitir su entonces presidente, Hosni Mubarak.  Luego de este evento es seleccionado en elecciones libres, Mohamed Morsi, a quien en días recientes le propinaran un golpe de estado.  En la actualidad la división entre los opositores y los seguidores de Morsi, podría desembocar en una guerra civil.

Más allá de entrar en los méritos de estos movimientos, el factor común entre estos eventos, es decir, las masas actuando colectivamente para el bien general,  es lo que me parece muy curioso.  Claro, luego de haber consumido tanto alcohol, gracias al simulacro de tormenta, absolutamente todo me parece curioso, y hasta cierto punto, gracioso.  De hecho, risa es lo que me provoca cuando recuerdo que mientras todo esto sucedía a través del globo, las redes sociales nativas se desbordaban en señalar y criticar duramente la vida de los residentes de los caseríos públicos.  Es una conducta y una costumbre generalizada en la isla que no se limita al tiempo de fenómenos atmosféricos, atribuir a los habitantes de los residenciales, responsabilidad de casi todos los problemas que aquejan a la clase media y trabajadora del país.  O al menos acusarlos de ser la principal carga de los asalariados, al estos últimos tener que costear todos los servicios, programas de asistencia económica, nutricional, salud, y subsidios en general (agua, luz, teléfono).  Esto sin mencionar las ayudas para renta, celulares, y no me extrañaría que hasta para cable televisión.  Más aún, tienen el estigma de ser la claque del país, de ser los más vagos y tienen el sello que simboliza la pereza en su mayor expresión. 

El movimiento social criollo se conglomeró en los "Status Updates" de Facebook y en los 140 caracteres de Twitter.  De ordinario, yo deambulo por esas vías y generalmente son espacios apacibles.  Pero con los vientos de tormenta recientes se transformaron en  campos de empalamiento para aquellos que viven del sistema.  Al menos esa fue mi interpretación sobre los hechos.  Por tal motivo quiero dejar aquí consignadas mi percepción y mi punto de vista sobre este asunto.  

(Nota: Con tan alto porcentaje de alcohol en mi sangre, y con la mezcla de los medicamentos junto con mi andropausia, es posible que mi punto de vista esté alterado y mi percepción no esté en su sano juicio)  

Este tema de los beneficiarios de los programas sociales es un tanto complicado porque desata pasiones, deseos reprimidos y toca la fibra más íntima de cada puertorriqueño individualmente.  Cada uno lo ve y lo analiza según su realidad o sus fantasías secretas.  No se puede negar tampoco que genera división entre los que se aventuran a opinar sobre el mismo.  Tan es así que existe multiplicidad de epítetos para referirse a esta clase social, baja o pobre, como se quiera llamar.  Desde parásitos hasta vividores, desde vagos hasta irresponsables, la lista de calificativos es casi interminable.  No voy a expresar en forma alguna si estoy de acuerdo o no con esta práctica, ya que conozco muchas buenas personas que allí residen.  Al final del día, lo menos que debe importarle a usted es mi tonta opinión, ya que es de nula importancia y carece de relevancia para la vida de otros (incluso la mía propia).  Lo que sí debe importarle es formularse su propio  pensamiento con todos los elementos de juicio.  De todas formas, sin importar cual posición usted asuma, nunca existirá un consenso general.

Recientemente leía una columna de un conocido comentarista sobre este asunto de las ayudas económicas.  En la misma este individuo realizaba una comparativa estrictamente numérica sobre lo que representa para una familia acogerse a dichos programas o buscar un empleo donde genere algún tipo de compensación monetaria.  De más está decir, que en el "bottom line" para una familia con una composición de tres personas, es mucho más conveniente, en dólares y centavos, recibir las ayudas gubernamentales, que buscar un empleo a tiempo completo con el salario mínimo federal.  Cabe mencionar que estas personas, en efecto, sí buscan un empleo informal fuera de nómina alguna, para evitar de esta manera perder las ayudas que reciben.  Así se desprende del análisis, donde el ingreso generado por esta familia a través del trabajo honesto, solo terminaría en números rojos cada fin de mes.   Dado lo anterior, se ejemplifica como se les dificultaría a estas personas cubrir sus necesidades básicas para vivir.  El título de esta columna (¿Somos un pueblo de vagos?) generó una ola de críticas ya que para algunos, ponía en tela de juicio el perfil del trabajador boricua.  El autor concluye su columna con la suposición de que el sistema está diseñado para mantener sumidos en la miseria estas personas a modo de fomentar la dependencia y disminuir las oportunidades de superación para este grupo.  Como participante de algunos de estos programas (incluyendo el de los Hogares Crea), doy fe de que en efecto, las ventajas de recibir todos esos vales sobre el caos que genera el pertenecer a un ambiente de trabajo estresante, es un incentivo para no abandonarlos jamás.

Usted puede estar de acuerdo o no con la conclusión del mencionado escrito, pero lo que sí es evidente y no se puede negar, es que puso a flor de piel el verdadero sentir de gran parte de la clase trabajadora.  Con todas las críticas y las respuestas que se expresaron a través de varios medios, quedaron evidenciadas las condiciones en que se encuentra la clase media del país.  Una clase media abusada, cansada, y devastada por el peso de cargar un país de ricos acumulando capital y de un gobierno que pasó de ser uno paternalista a convertirse en una entidad indiferente al sentir de sus constituyentes.  Son estas dos instituciones, con sus prácticas capitalistas y sus impuestos surreales, respectivamente, las que han inducido al enfrentamiento y al desprecio entre las dos clases inferiores.  Por eso no es de extrañarse que la parte de la población que participa de lleno en el mundo laboral, arremeta con extrema impiedad contra la parte de la población que "le ha seguido el juego" al sistema. 


Es notable que la estrategia de polarizar la atención y la opinión pública hacia temas irrelevantes e insignificantes, en lugar de que se enfoquen en el verdadero origen del caos imperante, funciona de manera absurda, como un reloj (al menos en este servidor).  El caso más reciente y más evidente sobre este desapego entre clases, fueron las manifestaciones a través de las redes sociales tan pronto se activó el aviso de tormenta tropical.  Los perfiles y los "tweets" no hacían otra cosa más que hacer referencia a la buena vida y llena de lujos que se dan estos indigentes, a costa de los contribuyentes.  Todo permeaba ira, coraje, odio, y por qué no, hasta envidia (al menos en mi persona).  Pero el que conozca y entienda un poco de como es el funcionamiento del gobierno y como este maneja sus arcas, sabe que la inmensa mayoría de todas las ayudas dirigidas a los participantes de todos esos programas, no salen necesariamente del bolsillo de los trabajadores.  Al menos NO de la forma y manera que ellos piensan.

Dando un mirada a "grosso modo" a los números disponibles en la  página virtual del Banco Gubernamental de Fomento, los cuales son provistos por la Junta de Planificación (tomándolos por fe, ya que sabemos que el gobierno practica la manipulación de sus propios números y estadísticas), podremos entender de donde provienen los fondos en discusión.  Ahí podremos ver las cantidades de las transferencias económicas que el gobierno federal realiza para sostener los programas sociales del Estado Libre Asociado.  No voy a discutir en esta ocasión dichas transferencias y sus orígenes, porque eso es harina de otro costal.  Lo que quiero traer a su atención (otra vez la costumbre de hablar  conmigo mismo) es lo que se esconde detrás de esta cortina de humo que nos han levantado ante nuestros ojos, y que solo nos permite ver lo que ciertos grupos de interés quieren que veamos.  Pero es un secreto a voces que la cantidad ($$ en millones $$) de dichas transferencias dependen intrínsecamente de la cantidad de personas participantes y beneficiarias.  Es decir, mientras más dependientes empedernidos, más dinero recibe el Estado y más dinero pueden desviar los funcionarios con su corrupción insaciable.  Es así de simple.  Suma por un lado y resta por el otro.   Nosotros, por cosa del plan divino,  estamos en el lado de la substracción.         


Nos adoctrinan para evitar que nos contagiemos con la pandemia  de dignidad que resumí someramente al inicio, y que en estos momentos arropa a los países antes mencionados, y a muchos otros que están mucho más cercanos a nuestra zona.  Mientras esos pueblos se levantan y alzan su voz de protesta en reclamo de lo que les pertenece y en contra de los abusos de sus respectivos gobiernos, exigiendo transparencia en el manejo de sus riquezas, nosotros les seguimos el juego a las autoridades de culpar al vecino  (yo tengo unos bastante molestos).  Mientras estos ciudadanos toman conciencia sobre lo que merecen de sus gobernantes, y sobre las razones por las que delegaron en ellos sus poderes para dirigir su vida colectiva, a nosotros se nos va la vida buscando y señalando falsos positivos.

La ceguera es tal, que ni siquiera podemos ver más allá de lo evidente.  Nos sentamos a desdeñar a nuestros hermanos puertorriqueños sin entrar en los méritos de sus razones individuales.  Hacemos generalizaciones sin considerar que la realidad de cada hogar puede ser distinta a la percepción que tenemos y que nos han inculcado.  Al fin y al cabo, esto más fácil que aceptar el hecho de que han estado "Sembrando ideas" en nosotros.  Nadie, ninguno de nosotros quiere salir de su zona cómoda.  Nadie está dispuesto a salir y tomar las calles en reclamo de un trato justo para todos, en reclamo de verdadera igualdad, y no la igualdad que quieren las autoridades que creamos.  Nos quedamos mirando, sin inmutarnos, las mil y una forma en que el Estado nos usa y nos abusa. 

Es nuestro gobierno y son nuestros líderes (me incluyo en esta última falacia cuando digo nuestros, para no quedar fuera de grupo) los que nos tienen y nos mantienen en esta situación perenne.  La corrupción, el pillaje, el tumbe rampante que reina dentro de la institución principal de  nuestra civilización (esto es una hipérbole) es lo que nos lleva rumbo a la miseria (si no es que ya llegamos).  Los honorables piratas saquean todo a su paso sin ningún tipo de consideración ética o moral.  Son estos corsarios los que con su instaurado nepotismo, dando los empleos a batatas políticas por encima de candidatos bien preparados académicamente, con sus emisiones de bonos para sus bolsillos, los de sus colegas y allegados, con sus salarios estrambóticos, con sus contratos pornográficos (recuerde que nosotros somos los de abajo) para sus amigotes, y con su mala administración y derroche de fondos públicos, son ellos y solamente ellos los que nos llevan a la banca rota y nos la echan en la cara.  En adición a todo lo anterior y por si fuera poco, nos imponen nuevos impuestos y arbitrios para, sistemáticamente, despojarnos de nuestros ya empobrecidos ingresos.


La ineptitud de estos seres elegidos es de tal magnitud, que no se dignan en ofrecernos calidad en los servicios básicos.  Tan es así, que hasta el fantasma de la tormenta Chantal dejó la mitad de la isla en una oscuridad casi incomprensible.  Nos hacen pensar que los pobres somos los que nos robamos la luz, sin embargo es a los altos funcionarios los primeros que se les encuentran “pillos” en sus hogares.  A parte de la gran cantidad de energía que se desperdicia por el exceso de producción innecesaria, la cual también paga la clase trabajadora.  No solamente nos desvalijan de nuestros bienes, sino que no hacen su trabajo.  La criminalidad campea por su respeto, la seguridad es mínima, el desempleo sube como la espuma, la educación y la salud son de quinta.  Mucho peor que en las "Repúblicas Bananeras" o "Republiquetas" como les hemos llamado históricamente a nuestros países hermanos despectivamente (hoy estos países nos dejan el tercer mundo solo para nosotros).  Solo se limitan a llenar sus cuentas bancarias, a lucir sus mejores galas y a pagar los favores políticos que dejan sus costosas campañas para cada una de las candidaturas.  Se olvidan de su verdadero llamado, les vale madre la confianza depositada en ellos al ser seleccionados como dignatarios (esto es una broma) y representantes de los deseos genuinos de superación de todo un pueblo. 

Todo esto en el marco de la legalidad.  Es por esto que siempre reclamo que nos merecemos un "Nuevo Estado de Derecho", que elimine y erradique para siempre todo este oportunismo.  Créalo o no, amigo lector (cuando estoy ebrio todos son mis amigos) esto es un sistema diseñado para, en arroz y habichuelas, chuparnos el vivir (por favor, no lo asocie con lo pornográfico).

Mientras tanto, vivimos una guerra civil fabricada en nuestras mentes por estos burócratas, disparando de la baqueta contra los que creemos son nuestros enemigos.  Sin embargo, cada cuatro años salimos como ovejas ciegas de un rebaño mal cuidado, al matadero electoral.  Allí, a través del voto volvemos a poner nuestra confianza, nuestra fe y nuestras esperanzas de un mejor mañana para nosotros y nuestros hijos (en algún momento los tendré) en las manos de estos tipejos, que son el verdadero cáncer de nuestra sociedad.  Somos nosotros los que hacemos plausibles su piratería y aceptamos a cambio sus  supuestas dádivas o migajas (como los dos días sin pagar IVU en los efectos y materiales con fines Educativos).


Solamente cuando abramos los ojos al mundo real, encontraremos la luz al final del túnel que nos sacará de esta oscuridad permanente.  Oscuridad que no nos deja ver como otros pueblos tienen la valentía y el coraje que nos falta a nosotros para tomar las riendas de nuestro destino colectivo.  Oscuridad que no permite que identifiquemos los verdaderos causantes de nuestra patética realidad, y nos tiene viviendo dando golpes a ciegas.  Oscuridad que nos mantiene paralizados e inmóviles por miedo a dar pasos en falso.  Sigamos el camino de esos pueblos rebeldes, que  encuentran su orgullo nacional y defienden su patrimonio.  Al final de la lucha... la luz también brillará para nosotros.

¡Levántate y anda!     

(Otra Nota: Pido disculpas anticipadas por los errores, horrores y/o disparates que pueda usted encontrar en estas líneas. Recuerde que ha sido el enorme estado de embriaguez y la fuerte resaca los que han dirigido mis palabras) 

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