por
Carlos Esteban Cana
En
un reciente recital, el escritor Amílcar Cintrón Aguilú puntualizaba en la
capacidad que tiene la poesía para provocar encuentros. No de otra forma se
podía expresar el autor de “Como peces emplumados”, un poeta de largo aliento
que ha dado piezas memorables, como el poema “Hallazgo” o la contundente “Oda
al francotirador”, quien desarrolló una serie de talleres de escritura creativa
que se alimentaban precisamente de ese intercambio que trasciende el yo para
comunicarse con ese otro que muchas veces desconocemos o ignoramos.
Muchas
anécdotas puedo narrar acerca del perfil creativo de este autor puertorriqueño,
que conozco desde 1991, cuando ambos cursamos un taller de cuentos con el
escritor Emilio Díaz Valcárcel. Sirvan estas líneas, sin embargo, como un
pequeño homenaje a su amplia gesta como poeta, narrador, educador e
historiador.
En
esta columna que se ocupa del proceso creativo y como muestra de la obra
poética de Amílcar Cintrón Aguilú, traemos a su consideración una pieza que se
sirve de la tradición para describir una escena caribeña y denunciar. La misma
se titula “Majestad Negra”, que la disfruten.
*****
Majestad Negra
Por la encendida calle antillana
en la ciudad de Santiago
bajan las negras
Tembandumba de la Quimbamba
-Rumba, macumba, candombe, bámbula-
entre poses bebidas de blancas máscaras.
De caderas y aureolas
culipandeándolas Reinas avanzan
calle abajo
calle arriba
en rítmico correr de pechos;
clave de nalgas
Amílcar Cintron Aguilú (Segundo desde
la derecha) junto a LARO,
Eric Landrón, Tony Aguado Charneco,
Carlos Esteban Cana
y Angelo Negrón del colectivo Taller
Literario
|
Mirada centrada en miradas
cabeza alta, pupilas en llamada
cuerpos violeta, blancos
ceñidos como orugas regias,
el caderamen, masa con masa,
el baile triunfal de baco
por las calles empedradas de Yemayá.
Sus hijos marcan el ritmo
pasa el amor lejos del cetro papal,
las cadencias ancestrales
se profanan
acechando los cuerpos
frente a lujurias de dioses.
Ellas, en el altar del viejo hotel,
de lado la despintada catedral,
lucen plumas reales
al paso por las mesas…
Tembandumba de la Quimbamba.
Se sientan, con los ojos tientan paredes y
espaldas
mientras, los dedos
corren sin permiso tierras nuevas.
Ebullen la cerveza, el vino,
rómulos y akanes de cabellos opacos, marchitos
panzas de impresos floreados
sombreros de paja, exploradores en caza
pierden sus miradas al fondo del bayú.
Recuerdan el trago, acarician sus gotas
la tersa suavidad de la juventud
que se toma a cuarenta grados prueba
en pequeños sorbos
y atracones de masas.
se ven entonces ahogadas
brazando desesperadas por la superficie
el giro, en busca de los que impasibles
disfrutan los placeres del burbujeo.
Algo del maquillaje se descorre,
entre las cejas y el ojo asoma un ciervo,
algo se está perdiendo,
no es la virginidad, no la inocencia
tal vez cierto tipo de libertad
que sus padres esclavos guardaron
en coco, con lino y azahar
perfumado de pacholí secado
frente a la casa de tablas del solar;
llena de animales y yerbas,
el retrato de papá y mamá,
hermanos y sólo lo suficiente para andar.
Entre lo necesario y estos brazos
no combinan las sillas y mesas
en esta Mesa del Carnaval
de telas raídas
-Rumba, macumba, candombe, bámbula-
preciadas, presentadas
afamadas, mimadas
y sin estruendo el silencio de la sala,
las calendas desenfrenadas…
las caras engüeradas
en esta mascarada.
En el vaho la música
Tembandumba de la Quimbamba
sus ojos abren
-el salón amplio, estéril-
un cuerpo solo
y el alma derramada,
melao de la zafra
escalón a escalón…
La luna calurosa
refleja, muy tersa
en el bullicio de la ciudad
sus tenues rayos de plata
danzando como las olas
en la noche de la playa.
____________________________________________________
Carlos
Esteban Cana - es comunicador y escritor. Desde 1988 realiza periodismo
cultural, con diez años de experiencia en la televisión pública. Sus trabajos
han sido incluidos en algunas de las publicaciones y suplementos más
importantes de Puerto Rico, entre ellas, Diálogo, CulturA, Cayey, Revista del
Instituto de Cultura, 80 grados, El Post Antillano, Letras Salvajes, Cupey, La
Revista, y En Rojo. Fundó la revista Taller
Literario durante la década del 90. Se ha desempeñado como Coordinador Editorial para el Instituto
de Cultura Puertorriqueña y perteneció a la Junta del Pen Club de Puerto Rico. Actualmente colabora en la sección Crítica de libros en Radio Universidad
de Puerto Rico y publica el boletín cibernético "En las letras, desde Puerto Rico". Algunas de sus columnas
seriadas, que se reproducen en diversos medios como las bitácoras "Confesiones"
y "Buscando luz al final del túnel", son “Breves en la cartografía
cultural”, “Aquí, allá y en todas partes” y “Crónicas urbanas”. Residió en la Ciudad de Nueva York, donde
participó de la vida cultural de la Gran Manzana. Cana es autor de tres libros:
Universos (Isla Negra Editores,
2012); Testamento (Publicaciones
Gaviota, 2013), y Catarsis de maletas
(Publicaciones Gaviota, 2014). En la actualidad la red internacional Global Voices publica sus crónicas
periodísticas.