por Caronte Campos Elíseos
Comenzamos la tercera fase de la apertura y flexibilización del confinamiento, entrando en la temporada de huracanes. Para efectos prácticos podríamos decir que estamos en apertura total (aunque yo piense quedarme en el auto exilio). Después de noventa días aislados en el ostracismo casero, por fin nos abrieron las compuertas para salir en carrera. En tiempo record tenemos playas contaminadas, muertes en ascenso en accidentes de tránsito y tiroteos; robos, escalamientos, desaparecidos en corrientes de ríos, calles con embotellamiento, etc. Amén de la locura individual y el permanecer engolfados en los problemas personales (al menos en mi caso particular). Así que puedo decir sin que me quede nada por dentro: “el pueblo está en la calle con todo su esplendor”. Es admirable como un país entero tiene la valentía de confiar en su gobierno, aun cuando este demuestra incapacidad, negligencia y apatía por su salud y seguridad. Al menos podemos asegurar que los políticos no solo tienen capacidad para desaparecer las riquezas nacionales, sino que también pueden, como por arte de magia, desaparecer los casos positivos a COVID, en millares. Cual acto circense, nos asombramos y aplaudimos el espectáculo. Acto seguido, salimos a la calle sin certeza sobre a cuál de los listados nos van a inscribir con los resultados de las pruebas; a los positivos, a la de los positivos probables o los falsos negativos.
Comenzamos la tercera fase de la apertura y flexibilización del confinamiento, entrando en la temporada de huracanes. Para efectos prácticos podríamos decir que estamos en apertura total (aunque yo piense quedarme en el auto exilio). Después de noventa días aislados en el ostracismo casero, por fin nos abrieron las compuertas para salir en carrera. En tiempo record tenemos playas contaminadas, muertes en ascenso en accidentes de tránsito y tiroteos; robos, escalamientos, desaparecidos en corrientes de ríos, calles con embotellamiento, etc. Amén de la locura individual y el permanecer engolfados en los problemas personales (al menos en mi caso particular). Así que puedo decir sin que me quede nada por dentro: “el pueblo está en la calle con todo su esplendor”. Es admirable como un país entero tiene la valentía de confiar en su gobierno, aun cuando este demuestra incapacidad, negligencia y apatía por su salud y seguridad. Al menos podemos asegurar que los políticos no solo tienen capacidad para desaparecer las riquezas nacionales, sino que también pueden, como por arte de magia, desaparecer los casos positivos a COVID, en millares. Cual acto circense, nos asombramos y aplaudimos el espectáculo. Acto seguido, salimos a la calle sin certeza sobre a cuál de los listados nos van a inscribir con los resultados de las pruebas; a los positivos, a la de los positivos probables o los falsos negativos.
Pero esta apertura total no
solamente ha liberado al pueblo desenfrenado y a un gobierno hambriento de
medro público; también ha puesto de manifiesto los síntomas de un virus
centenario y que nunca ha recibido tratamiento.
En lo que va de semana, hemos presenciado el resurgimiento de un mal
social solapado por el “establishment”.
Los ataques racistas contra vecinos del barrio, la burla racista en
medios de comunicación contra una mujer negra y el nombramiento de un
funcionario público acusado de insensibilidad hacia los menores y de racista;
evidencian lo retrogrado y la hipocresía de la sociedad puertorriqueña. Abiertamente consentimos estos
comportamientos. Algunos los toman como
bromas inocentes, otros como exageraciones o malas interpretaciones; muchos
dicen que son majaderías de los negros; y los demás, simple y llanamente se
muestran indiferentes a la realidad.
@frankippolito |
Hasta que no haya una
apertura a la verdad; apertura a la historia de nuestro origen y procedencia; una
apertura genuina de aceptación de nuestra realidad, no tendremos el coraje de
asumir posturas contra esos prejuicios que ofuscan el buen sentido e inducen al
pensamiento común y mediocre. Mientras
no llegue el momento en que tengamos una apertura total a nuestra conciencia
colectiva, seguiremos actuando como “buenos” hermanos del génesis cristiano.
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