viernes, 13 de septiembre de 2013

Perdidos en el espacio

por  Caronte Campos Elíseos


Luego de unas merecidas vacaciones en los aposentos de Sigmund Freud y de caminar por varias horas, llegué a mi frío y oscuro hogar.  A pocas horas de estar en la casa recibo una llamada de alguna creyente en la fuerza de algún dios, realizando una encuesta para alguna iglesia.  Tratando de indagar sobre mi pensamiento acerca de la vida actual, la felicidad y la espiritualidad.  La joven que llamó cuestionaba si tenía yo, alguna sensación de mejoría en la calidad de vida y si tenía confianza en que alguna fuerza sobrenatural me salvaría de toda esta destrucción y caos creados y esparcidos por el ser humano.  Yo le indicaba que nosotros escogemos nuestros gobernantes y que el mundo y la vida cambian en la medida que nosotros mismos cambiamos nuestra forma inducida de pensar como otros quieren que pensemos.  La niña me comentaba: “Mire, Sr. Campos, llegará el tiempo en que los gobiernos serán aniquilados y solo reinará el poder del cielo y de la gloria.  Solo los buenos seremos salvados.”  De más está decir que en ese preciso instante, sin pensarlo dos veces y sin mediar palabras, corté la llamada.  Acto seguido, desconecté el teléfono, lo guardé en una bolsa plástica de supermercado (con la esperanza de que se asfixiara), y lo tiré en el sótano abandonado de la casa.

Ya más tranquilo decidí dormir una siesta.  Durante mi estancia no descansé gran cosa y regresé algo adolorido (seguramente por el ajetreo y las emociones del “resort”).  Me recosté, tengo que admitir, coqueteando con la idea de la joven cristiana sobre el aniquilamiento de los gobiernos.  A fin de cuentas, yo también tengo la misma fantasía recurrentemente.  Agarré uno de los periódicos atrasados que tenía guardados, con el propósito de conciliar el sueño mientras me entero de los sucesos del país (tarde como siempre).  Leyendo una nota muy amena sobre la creación y estreno de una campaña publicitaria para mercadear el país a nivel internacional y fomentar la inversión extranjera.  Una iniciativa, según las agencias gubernamentales encargadas, para inyectar y agilizar la economía local.  Así las cosas, ahora todos somos parte de “La Isla Estrella”.  Adentrado ya en ese viaje estelar, cerré los ojos y me dormí.

Entre planetas, galaxias, cielos abiertos, nubes bajando, caballos alados y trompetas sonando, desperté abruptamente.  Miro el reloj y apenas han pasado diez minutos.  Son casi las doce del mediodía. Las voces en mi cabeza (esas que nunca me abandonan), continúan con sus estrepitosos alaridos.  Decido ignorarlas y ver un poco de televisión.  ¡Sorpresa!  El gobernador presente en el Único noticiero, en un intento de preconizar la más reciente cruzada mediática.  Haciendo énfasis, con tal seguridad y confianza, en los logros obtenidos por su gestión y administración de gobierno.  Reducciones en el costo de la energía y el agua “potable”, disminución del desempleo y la criminalidad, aumento de la fuerza trabajadora y la eliminación de medidas impositivas a la clase media, baja en los costos de transporte; son algunos de los tópicos acariciados (información ofrecida sin datos específicos)  por el honorable.  Amén de la oportunidad de presentar la isla como la meca para las empresas foráneas, con la mano de obra puertorriqueña especializada y las ventajas en materia de exenciones contributivas corporativas.  Todo lo que propicia el escenario perfecto para convertirnos en el “Non Plus Ultra” de los paraísos capitalistas.

Llega a mi mente una pregunta ingenua: ¿De verdad están el gobernador y todo su equipo de trabajo, tan perdidos en el espacio?  Por experiencia personal, sé que es posible semejante enajenación de la realidad.  Pero mis viajes por esos linderos son causados por todos los químicos legales y desregulados de la industria de la salud.  Pero esas voces vuelven a mi cabeza. Traen consigo recuerdos, datos e información perturbadora.  Las escucho clamar y reclamar por el atrevimiento del gobernador.  Las escucho llorar y gemir por los efectos de las políticas de ese mismo gobernador.  Las escucho susurrar cada uno de las promesas todavía incumplidas y las decisiones tomadas que han trastocado nuestra calidad de vida y nuestro bolsillo.  Y es que contrario a lo expuesto por el gobernador en televisión nacional, los cambios que están ocurriendo actúan en detrimento de la estabilidad de la ciudadanía general.

Al menos en mi caso, no ha disminuido el costo de energía.  Lo que sí ha disminuido es el consumo de la misma.  Incluso he tenido que pasar noches sin abanico que disminuya el calor del verano.  Como alternativa decidí utilizar uno de esos ventiladores de baterías (creo que he gastado casi lo mismo).  Similar es el caso con el agua.  Mi factura ha aumentado cerca de veinte dólares mensuales.  Esto a pesar de que compro el agua embotellada y utilizo el agua de lluvia para los quehaceres de la casa.  En cuanto a la gasolina, no me preocupa en lo absoluto.  Desde que el combustible subió a los bajos ochenta centavos y quitaron el descuento por utilizar el auto-expreso, desistí de utilizar el carro.  Puede usted imaginarse ahora que el litro sobrepasa el dólar completo.  He optado por realizar todas mis diligencias a pie, o en su defecto, en bicicleta (algunos vecinos me gritan cosas como si yo pienso que estoy en Cuba).

En lo que al empleo y desempleo respecta, sin el nuevo método que utiliza el Departamento del Trabajo de ajuste estacional, la tasa de desempleo aumenta de 13.8% en el mes de junio a 14.7% en julio de 2013, lo que suma 12,000 desempleados nuevos. (Estos son los últimos datos del DT).  Mientras la tasa de participación laboral también aumenta de 40.7% en junio a 41.0% en julio de 2013.  Esto se traduce en un aumento de 8,000 empleados en dicho mes.  Me parece curioso que la población apta para trabajar no tuvo variación entre junio y julio.  Pero como yo soy un lego en estadísticas y no entiendo absolutamente nada de interpretación de datos, lo dejo para los expertos.  Lo que sí puedo decir, y que a todas luces es una práctica institucionalizada, es que los empleos creados son de bajo perfil, de línea o “entry level”.  Es decir, son empleos para personas con poca o ninguna preparación académica, devengando el salario mínimo federal ($7.25 por hora), a tiempo parcial (20 a 30 horas semanales) y sin ningún tipo de beneficio marginal (ni vacaciones, ni enfermedad, ni plan médico).  No obstante, no han podido cumplir con la promesa de crear cincuenta mil (50,000)  de estos empleos para los “ilotas”.  Por tal motivo hay baterías de profesionales con bachilleratos, maestrías e incluso doctorados, sin empleo o en el mejor de los escenarios, ejerciendo funciones de meseros o mensajeros.  Es decir, que nuestra clase letrada y preparada académicamente, como los ingenieros, arquitectos, psicólogos, entre otras profesiones costosas se cuentan en las filas del desempleo.  Aun así, deben continuar realizando los pagos de los préstamos estudiantiles que tomaron para terminar su educación.  No es mi caso, porque con mi Maestría en Artes Oscuras y mi Doctorado en Ciencias Ocultas, puedo obtener el empleo que quiera y cuando quiera.

En cuanto a la criminalidad, aparentemente para el honorable gobernador el hecho de que la cifra de asesinatos en la isla ronde a penas los 600 hasta la fecha, es un logro extraordinario.  Igual olvidó mencionar el primer ejecutivo que, según el Boletín de Puerto Rico, la cifra de quiebras personales hasta la fecha alcanza las 7,270.  Esta tendencia podría llevar esta cifra hasta aproximadamente 11,000 quiebras radicadas al concluir el año.  También dejó de lado las miles de hipotecas ejecutadas hasta ahora.  Una propensión clara a superar las 3,814 viviendas ejecutadas en el 2012.  Traducido en arroz y habichuelas, son 3,814 familias sin hogar.  Pasó por alto, el distinguido gobernante en su entrevista televisada, el hacinamiento en los hospitales del país donde aceptan la tarjeta del gobierno.  Especialmente las Salas de Emergencias, donde la espera por un cuarto para hospitalización promedia los cinco días calendario.  Sin mencionar las vicisitudes que tiene que superar un paciente para que le atiendan la condición correcta con tiempo suficiente para sobrevivir a la misma. Obvió claramente, las condiciones precarias de las carreteras, de los edificios públicos donde el ciudadano promedio va a recibir los servicios que necesita, y los problemas recientes en el sistema educativo del país.  Pasó por alto el aumento en el costo de sobrevivir en un país donde todos los productos de consumo diario suben desmedidamente, reflejado en el índice de precios al consumidor más reciente.  El aumento del café, la leche, el pan, y todo lo que incluye la dieta diaria de la gente humilde.  Añádale a esta lista de aumentos astronómicos, el IVU a las compras que realizamos por la Internet.  Esto sin mencionar su cara de satisfacción y convencimiento al decir que su gestión está resolviendo la vida de miles de puertorriqueños.  Pareciera que no tiene noción de lo que a corto, mediano y largo plazo significan para nosotros todas las decisiones que tome bajo su mandato.

Mientras tanto, su equipo de publicidad y relaciones públicas se dedica a promocionar el slogan de la Isla Estrella.  Inundan las redes sociales con datos que resaltan nuestra calidad de isla de la fantasía.  Han querido vender, incluso a nosotros, una representación alegórica sobre nuestra triste y burda realidad.  Pero este tétrico panorama nuestro de cada día, no se circunscribe sólo a este gobierno inexperto e improvisado.  Es el resultado galáctico de un esquema inexorable del bipartidismo ceñido a nuestra cultura política por más de cinco décadas.  Todos los gobernantes que han ostentado el poder de gobernar se han convertido al final de su jornada, en canallas que traicionaron los mejores intereses del pueblo (Incluyendo, pero sin limitarse a los gobiernos populares y pene-pes).  La conjunción de este astral sistema con nuestra astronómica disposición a acatar ciegamente los dictámenes de las tribus politiqueras, nos mantiene aherrojados a la calamidad presente.  Somos cómplices en la medida que nos préstamos para perpetuar en el poder a los personeros que pretenden hacernos creer que se interesan por nuestro “Statu Quo”.  Somos cómplices cuando buscamos excusas providenciales y justificamos el estado actual con subterfugios apocalípticos de arrebatamientos.  Somos cómplices desde el momento en que nos resignamos a vivir el día a día, con la esperanza puesta en el próximo cuatrienio para dar nuevamente el voto de confianza al charlatán de turno.

Más que poseer delirios de grandeza cósmica, tenemos proyección cómica internacional que raya en tragicomedia.  Basta con ver cada ocurrencia sobre la isla estrellá o estrellada.  Hasta que no tomemos el control de nuestra nave, hasta que no capitaneemos hacia futuros siderales (pero con los pies sobre la tierra), y hasta que no saquemos de órbita los polizontes que quieren sabotear nuestro destino, no brillaremos con luz propia.  Sólo seremos una estrella fugaz sin poder lumínico, sin cumplir nuestros más intrínsecos deseos, y mucho menos los sueños colectivos de un futuro radiante.  Claramente, seguiremos todos perdidos en el espacio.  Esta actitud de indiferencia por las altas esferas administrativas causa en mí un ataque de ansiedad en pleno apogeo.  Decido bajar al sótano oscuro en busca del teléfono para llamar a la predicadora telefónica.  En esos momentos necesitaba de alguien que todavía tuviera algo de fe.  La penumbra era tal que nunca apareció el aparato de comunicación.  Así que, me refugio nuevamente en la caja que ocasionó el episodio lunático, la televisión.  Pero esta vez busco canales americanos donde pueda alejarme de esta locura tropical generalizada.  Detengo la desesperada búsqueda de algo diferente y refrescante en un noticiero en inglés (recordé que tengo que practicar mi segundo idioma natural).  ¡Surprise!  Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, dando un discurso sobre algo llamado Siria y la posibilidad de una acción militar unilateral. 

¡Levántate y anda!

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