martes, 29 de octubre de 2013

Testamento de Carlos Esteban Cana

por  Caronte Campos Elíseos



Aprovechando los días que tengo de lucidez pasajera, y la poca cordura que la situación del país permite, he terminado de leer (por fin), Testamento.  Este es el libro más reciente de mi autor favorito (y colaborador permanente de este espacio), Carlos Esteban Cana.  Lo recibí como obsequio a la salida de mi última estancia terapéutica.   El libro contiene una selección de una centena de poemas, escogidos de toda su obra contenida en 29 cuadernos.  Siempre es bueno hacer un paréntesis entre toda la bazofia que se lee a diario, para dar lectura a algo refrescante.  En ese sentido, esas letras me han servido como panacea  apalabrada en medio de todas las calamidades cotidianas.  Por tal motivo, y con ánimo de esparcir una muestra del arte poético del autor, quiero compartir con ustedes, nuestros fieles lectores, cinco de los poemas que se han convertido en mis favoritos.  Uno por cada una de las secciones que componen el poemario.  Claro está, lo recomendable es que cada cual tenga la oportunidad de obtenerlo y así seleccionar su propio “top five”.



Parte I
Agradezco
Reflexiones “post-mortem”
de un joven Werther posmoderno

Agradezco las manos impunes de mis asesinos
porque ellas me libraron de mi eventual suicidio.
No sé qué razón tenían para lastimarme con tanta crueldad,
pero me quitaron el suplicio de vivir respirando tu olvido,
por eso, que no es poco, benditas sean las manos
de mis propios asesinos.    



Parte II
No quiero escapar como Janis  

No quiero escapar como Janis
tampoco quemar mis arterias como Hendrix
ni seguir los pasos de Morrison
¿acaso estas veintisiete palabras conjuran

el amplio deseo del suplicio?



Parte III
El dolor y la soledad

El dolor y la soledad han sido fieles,
tras la partida no hay día que se resguarden,
ni calor intenso ni lluvia frenética y desproporcionada
que les anime a tomar alguna licencia
por vacaciones o enfermedad. 
Incluso ahora mientras tecleo aquí están
asegurándose el tono irreverente de mis versos,
fruto insolente de su consejo mordaz,
yo, por mi parte, no doy más
ruego indulgencia si este poema deja
cierto sabor a decepción y desconcierto.




Parte IV

Cuando algún fortuito lector

Carlos Esteban Cana

Por los días en que serás ausencia
con mi verso canto tu belleza
cual si fuera arrullo musical;
rio caudaloso tras la cascada.

Por los días que no estarás presente
el aura violeta que te habita describo
utilizando la lira virtuosa y celebro tu presencia.

Y cuando ambos cenizas seamos,
tu y yo, antes alfa, después omega,
por mandato inexorable y celestial,

no serás un fantasma del pasado
pues algún ser fortuito leerá
tu hermosura eterna en el poema. 





Parte V
Día Cuatro

Estos tirabuzones me están despedazando
pero una voz dice que no podrán
destruirme y prevaleceré.
La luz del día acaricia mi rostro
a pesar del hoy que me agobia; 
ondas, truenos, rayos,
uno a uno van cayendo muy cerca
muy cerca de mi cuerpo...
Cierro los ojos, ignoro el ruido
Y soy libre: construí el éxtasis. 







Tenga en consideración, usted que me lee, que estos cinco poemas los escogí según mis propios criterios (que son algo disfuncionales).  Tal vez cada uno podrá encontrar en las letras de Testamento, alguna poesía con la cual pueda identificarse o establecer alguna relación con hechos, eventos o situaciones en sus propias vidas.  De lo que estoy completamente seguro  es que al menos, como yo, encontraran una frase que se convierta en parte esencial de su filosofía de vida... 

¡Qué importa el dolor cuando hay certeza!


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