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sábado, 28 de marzo de 2020

En las letras, desde Puerto Rico: Serie Libros importantes: Francisco Font Acevedo reflexiona sobre su libro La belleza bruta

por Carlos Esteban Cana

Francisco Font y La belleza bruta

A mi entender, con el paso del tiempo La belleza bruta de Francisco Font Acevedo se ha convertido en un libro de culto; fascinó a los lectores de inmediato desde que fue publicada por primera vez en el año 2008, por la desaparecida editorial Tal cual.  Luego ha llegado a los lectores a través de las ediciones de Aventis, proyecto editorial del también escritor Jorge David Capiello.  Y volviendo al punto inicial, con La belleza bruta ha sucedido lo que ocurre con ciertos libros: la impresión de que estamos ante una obra notable, de excelencia.  Tal como ha sucedido con libros como: Cada vez te despides mejor, de José Pepe Laboy; Vindicación del miedo, de Camilo Santiago Morales; Ya vienen a buscarme, de José Manuel Solá; Animal fiero y tierno, de Angelamaría Dávila; Concierto de metal para un recuerdo y otras orgías de soledad, de Manuel Ramos Otero; La sílaba en la piel, de José María Lima; En cuerpo de camisa, de Luis Rafael Sánchez.  Y precisamente sobre este libro ha escrito Luis Rafael: “… situándose más allá del cuento y la novela, La belleza bruta configura un magno universo narrativo, poblado por personajes azarosos y sexualidades tan plurales como flexibles, que sacude al lector con el concurso de su prosa astuta, incendiaria, deslumbrante”.

Francisco Font Acevedo ya había entrado con pie derecho en la literatura puertorriqueña con su colección de cuentos Caleidoscopio (2004), que mereció elogios de escritores y editores como Mario Cancel Sepúlveda y Carlos Roberto Gómez Beras.  En el 2005 fue incluido en la antología de microcuentos y aforismos Edición Mínima, coeditado por El Sótano 00932 y Publicaciones Gaviota.  De junio de 2007 a abril de 2010 hizo disponible sus ensayos y crónicas a través del blog Legión miope.  Y en el 2016 publicó su novela La troupe Samsonite. En el 2018 Font Acevedo se unió al artista Rafael Trelles (con quien había trabajado anteriormente) en el proyecto de arte, literatura e historia en el espacio urbano que llevó por nombre Santurce, libro mural, auspiciado por el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, la Fundación de las Humanidades y la Fundación Francisco Carvajal.  Cuando le piden datos biográficos a este enigmático escritor boricua suele destacar sobre su persona: “Subsiste como corrector legal.  Hace lo que le toca: camina, usa transporte público, trabaja y compra en los supermercados.  Sus afectos cotidianos son minimalistas: un cargado maletín Samsonite, dos hijos, un gato, ella.  Procura que su morada sea en el barrio Santurce, ombligo de la ciudad capital de Puerto Rico.  Lee lo que quiere y escribe lo que puede; fuma con plena fe en sus ancestros.  Vive, pese a la precariedad de su país, agradecido del mar y los almendros”. Con este preámbulo compartimos de nuestros archivos unas reflexiones de Francisco Font Acevedo sobre su libro La belleza bruta.

En La belleza bruta, El proceso creativo

Francisco Font Acevedo: “El libro tuvo su ritmo. Lo había comenzado a escribir, algunos de los textos, poco antes de la publicación de Caleidoscopio. Luego la escritura no demoró demasiado pero el proceso editorial es otra historia; es bastante accidentado.  Y creo que en parte fue afortunado que se diera de esa forma porque me dio la oportunidad, entonces, de revisar el texto y de pulirlo lo más que pude. Así que esos traspiés los convertí en ventaja. Y también porque no tenía prisa en cuanto a la publicación”.

“El título vino por accidente. Tenía otro título el manuscrito.  Elidio La Torre me sugirió este. Yo creo que fue afortunado que todo el proyecto sucediera así.  Yo lo pensaba más bien en términos estructurales, y ha sido interesante el enfoque, las lecturas, que se le ha dado al libro sobre el tema de la sexualidad y la violencia que son temas que vienen a posteriori; sobre todo ciertas personas se sorprenden con esto.  Pero yo no lo pensé como que esto es un texto que va a tratar, necesariamente, de la violencia y en combinación de la belleza.  Yo creo que algunos lectores deslindan un tema que es oportuno, pero yo no lo veo de esa manera. Lo que sí vi fue como una estructura, una estructura que combinaba elementos de novelleta con cuento en un universo mayor”.

La ciudad en La belleza bruta

Francisco Font Acevedo: “Yo creo que ahí está la clave, en ese sentido yo aprecio más eso a estos otros temas que son satélites. Yo creo que de ahí derivan, pues entre los personajes y las situaciones que se cuentan está ahí trazada la ciudad. De hecho, el título original tenía que ver con la ciudad. La ciudad como un espacio de descolocación.  Yo creo que también tiene que ver con las subjetividades que, más o menos, están representadas en esos personajes.  Son subjetividades que tienen y que están, son como “ciudadanos insanos”, para usar el término de (Juan) Duchesne, personajes que están como fuera de lugar.  Y siempre están huyendo, siempre están buscando un lugar y el lugar es ese desplazamiento mismo dentro de la ciudad. Y definitivamente así es como yo me concibo, como un escritor esencialmente nómada, en ese sentido. O sea, no me interesa cristalizar una poética fija, sino siempre en movimiento.  Y los personajes un poco representan eso.  Pero fíjate, la queja que yo tengo es que estos personajes están angustiados. Todos están de alguna manera desgarrados.  Y, por lo tanto, creo que se puede ver la ciudad desde ese otro paradigma, desde esa angustia existencial”.

Relación con la música, parte del proceso creativo

Francisco Font Acevedo: “Yo creo que la música me da muchas estructuras.  Obviamente estructuras muy abstractas, pero que las incorporo a mi manera, las traduzco en palabras. Desde el rock, la salsa, la música clásica, pues me sirven como un agente catalítico creativo. Y de alguna manera lo incorporo.  No necesariamente hablando de eso directamente, pero sí digamos en el trabajo con los ritmos y los silencios”.

La crónica como herramienta

Francisco Font: “Yo creo que es material aprovechable en la ficción. Ese elemento de crónica, y no creo que eso sea privativo ni de ese libro ni de lo que se hace en Puerto Rico; es también hablar de unos espacios literarios que a veces pasan desapercibidos.  A mí me pareció oportuno por la historia de Pepe Xerox y de este coleccionista cínico y fetichista. Así que ¿por qué no?  Además, que conozco algo de los individuos, así que era un poco tirar un guiño hacia ellos”.

La referencia directo a lo puertorriqueño sin sonar localista.


Francisco Font Acevedo: “Yo creo que fue un proceso, que sí, que hubo un miedo a eso; algo que también les sucede a los escritores coetáneos, por resistencia a cierto modelo de escritura dominante en los 80’s que se inclinó entonces a relocalizar sus textos.  Creo que eso no es necesario. Yo creo que hay que legitimar el espacio puertorriqueño como un espacio literario, y por eso, ¿por qué no?  Además de que eso no deriva necesariamente en la calidad del texto y si va a funcionar o no va a funcionar. Pero es una manera de legitimar ese espacio.  Es mi espacio, tú sabes, yo no lo cambio.  Estoy ahí, así que porqué no darle esa densidad literaria”.
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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

jueves, 7 de junio de 2018

Reconocimiento

por  Caronte Campos Elíseos


Vagando por el nuevo vecindario, relativamente desolado, encontré algunas ánimas conocidas.  Entre ellas, el escritor y poeta puertorriqueño, Angelo Negrón Falcón.  Recientemente el también bloguero y hombre de negocios, fue homenajeado por los estudiantes de su antigua escuela en el pueblo de Cataño, donde recibió una medalla de la Cámara de Representantes.  Más que merecido reconocimiento por su larga trayectoria en la literatura, la publicación de sus libros: “Causa y Efecto” y “Ojos Furtivos”, amén de su especialización en twitteratura.

Nuestra furtiva conversación tuvo dos únicos puntos relevantes.  El primero, que muy pronto estará disponible para los asiduos y adictos lectores, su tercera publicación.  En la misma hará galas de su talento como literato, por lo cual no ha de extrañarnos que le valga otro reconocimiento por parte de la academia y las autoridades entendidas en la materia (quizás la medalla del Senado de Puerto Rico).  Y el segundo, su autorización para reproducir en este espacio uno de sus cuentos más emblemáticos.  Dicho escrito es una elegía de la realidad que han vivido, viven y vivirán muchos menores en el mundo entero.  Empero, también representa una burda ilustración del círculo vicioso de nuestra relación política, social y económica con nuestra nación protectora.  Sin más…       

La niña en el columpio


Llegar hasta allí no se le hizo difícil.  Sólo tomó el caminito de piedras rodeando el riachuelo y brincó la charca por el lugar más angosto.  El parque no conservaba su antigua forma: El pasto estaba crecido y los bancos deteriorado.  El columpio se mantenía erguido, aunque con una de las mecedoras rota.

Se sentó en la que le pareció mas cómoda y comenzó el vaivén despacio.  En el árbol más cercano observo un pajarito que se mudaba de rama en rama.  También diviso en el tronco el área donde ella tallara un corazón con su nombre y su número preferido y decidió que volvería algún día a marcar aquel antiguo amigo.  Llenó su mente de gratos recuerdos.  Se vio correteando con otros niños.  Jugando a las escondidas, en el subibaja o en las chorreras.

Cerró los ojos.  Alteró el semblante al recordar lo que también allí le había sucedido.  Fue un lunes.  El parque estaba desierto.  Ella correteaba de lado a lado; sintiéndose dueña de aquel paraíso.  Cantando con alegría una canción de amor a mamá.  Sin que lo esperase fue tomada bruscamente y conducida al pie de un árbol, donde sus pequeñas ropas le fueron quitadas fácilmente.  Deseó gritar, pero el miedo no se lo permitió.  Su pequeño rostro convertido en súplica no detuvo al atacante, que como fiera salvaje la hizo suya.
 
Luego de una amenaza desapareció del lugar y de su vida.

El cuerpo desnudo quedó tendido largo rato en el suelo.  Ella no se movió hasta que las lágrimas tocaron sus mejillas y el grito de dolor, que aún no había brotado, rompió el silencio. 

El viento chocando con su rostro la saco de toda cavilación.  Detuvo su vaivén al encontrar que se mecía demasiado fuerte.  Miró nuevamente al árbol, ya el pajarillo no estaba allí.  Experimentó soledad.  Pensó en su vida después de aquel triste suceso.  Cuando quiso contarle a su madre, no se atrevió.  Nadie, excepto ella y el ser que la atacó conocían el incidente.  Nunca se casó - ¿Cómo hacerlo? – pensó; le tenía terror a una noche de bodas.

Se quitó las hebillas que amarraban su cabello.  Sacó un peine de bolsillo de la bata e hizo que su largo pelo canoso cayera en su frente llena de arrugas.  Se peinó como cuando era niña, haciéndose una compartidura y dejando que el cabello plateado le cayera libremente.  Sus años no evitaron que corriera desde el columpio hasta el subibaja y luego hasta la chorrera.  Mientras corría empezó a escuchar risas de niños.  Vio a todos sus amiguitos invitándola a jugar a las escondidas.  Al llegar al columpio acomodó en al mecedora su fatigado cuerpo.  Siguió escuchando voces y, en loco desvarío inició una canción.  La canción de amor a mamá.  Se meció cada vez más fuerte, descubriendo dentro de sí la inocencia y la alegría que sólo una niña de nueve años podría contener. 

Dejó de escuchar las voces, olvidó la canción.  Trató de tararearla.  De repente se le hizo un nudo en la garganta.  Las muecas de locura brotaron, y al ver unos ojos reflejados en el azul del cielo, desesperadamente suplicó: ¡No papá! Otra vez no, por favor… 

martes, 3 de mayo de 2016

Aquí, allá y en todas partes: De roquero a escritor

La trayectoria del escritor Raúl Aguiar

por Carlos Esteban Cana

Conocí al escritor cubano Raúl Aguiar cuando presentó Qubit, una antología de la ciencia ficción latinoamericana más reciente que compiló para la editorial Casa Las Américas. Esto sucedió en octubre de 2014 en la librería La Tertulia de Río Piedras, y fue posible gracias al Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe Hispano que se efectuaba en la Universidad de Puerto Rico.

Comparto esta valiosa conversación en Aquí, allá y en todas partes, porque en varias instancias Raúl reflexiona acerca del proceso creativo. Al desempeñarse como profesor de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso” y ofrecer cursos que van desde el adecuado manejo de la sintaxis y la armonía en la frase, hasta el lugar de la metáfora dentro del aparato narrativo, era natural que tales temas fueran parte de nuestro conversatorio.

Carlos Esteban Cana ¿Qué le movió, como creador, acercarse a la ciencia ficción?

Raúl Aguiar: Las lecturas que hice del género desde muy niño. En Cuba tenemos una característica muy particular, es que nosotros tuvimos una gran influencia de la literatura soviética y de los países socialistas en el género de ciencia ficción y eso generó que nos gustara la ciencia ficción dura, la ciencia ficción tecnológica, que tiene más que ver con la física, con la astronomía.

Carlos Esteban: Recuerdas algunos títulos de esa época…

Raúl: “La nebulosa de Andrómeda” de Iván Efremov, algunas cosas del polaco Stanilaw Lem, las obras de los hermanos Strugatsky. O sea, eran libros que se producían en la Unión Soviética. Se editaban en español y llegaban con mucha profusión a Cuba.
Nosotros en Cuba tuvimos hasta la edad de oro de la ciencia ficción: Bradbury, Isaac Asimov, pero, por ejemplo, todo lo que se filmó en película en los años sesenta no llegó a nosotros. O sea, nosotros tuvimos que esperar casi 20 años para ver por primera vez Odisea 2001, o ver La naranja mecánica o El planeta de los simios, que están basadas en novelas importantes. En nosotros hubo como ese bache de información y que sin embargo la suplimos con toda esta narrativa soviética. Yo hablé sobre eso un poco esta mañana en la Universidad, de la influencia que tuvieron los escritores soviéticos en los escritores cubanos de mi época.

Carlos Esteban: Y has explorado solo el género de ciencia ficción…

Raúl: Aunque parezca mentira he estado muy ligado a movimiento de ciencia ficción y fantasía cubano, pero yo lo que he publicado hasta ahora puede considerarse realismo. He escrito tres novelas realistas.

Carlos Esteban: La primera lleva por título “La hora fantasma de cada cual”.

Raúl: Era más bien una novela sobre las problemáticas juveniles que había en Cuba, en la que describía situaciones que en la literatura anterior no se habían tocado.

Carlos Esteban: ¿En qué año la publicaste?

Raúl: La publiqué en el año 1994, pero fue un Premio David (patrocinado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba) en el 89. Debía de haberse publicado en el año 90 pero es que precisamente ese fue el año de la caída del bloque socialista, de la gran crisis del papel. Entonces hubo un bache editorial en Cuba y por eso sale cuatro o cinco años después. Es una novela sobre esta subcultura juvenil, que son los aficionados a la música rock. Nosotros le llamamos los roqueros, los ‘frikis’.

Carlos Esteban: Y tú, ¿fuiste ‘friki’?

Raúl: Sí, claro que sí. La época mía fue la época del rock duro, Led Zepellin… La novela es un poco la descripción de todo este submundo de los jóvenes roqueros cubanos, que es un tema bastante interesante y que no se había tratado antes.

Carlos Esteban: Esto en un lugar como Cuba donde imperan, por supuesto, los ritmos caribeños.

Raúl: Sí, claro, es por eso. En aquella época yo recuerdo: o eras roquero o eras salsero.

Carlos Esteban:  Y la segunda novela se titula Mata (Premio Pinos Nuevos 1994) que fue publicada además en Francia en una edición bilingüe, español-francés que obtuvo un premio en traducción…

Raúl: Es una novela corta. Tiene un hilo de conexión con la primera porque participa un personaje de la primera novela, un personaje que era roquero también; que era poeta, mulato, pero de pronto tiene un problema en su escuela, lo expulsan. Entra al servicio militar y era el momento de la guerra de Angola, donde Cuba tuvo una participación especial. Y entonces son las peripecias de este poeta-roquero en la guerra, en una emboscada que le hacen y cómo intenta sobrevivir.

Carlos Esteban: Y qué te interesaba hacer… ¿Cuál era tu tesis?

Raúl: Lo que más me interesaba hacer era cómo se formaba un héroe; esa era la tesis. Cómo cualquier persona, cómo este personaje que siendo un sencillo roquero-poeta puede llegar a convertirse en un héroe. Pero todo esto con una mirada un poco diferente a la mirada que se tenía en Cuba de la guerra, que es una mirada más bien triunfalista; una mirada heroica, que voy a la guerra de verdad.

Carlos Esteban: Y la tercera novela, La estrella boca arriba (que estuvo publicada en Amazon)…

Raúl: Retomo otra vez el tema de los roqueros. Es una novela mucho más ambiciosa, más experimental…

Carlos Esteban: Eso significa que el rock es importante para ti, el tema apasiona…

Raúl: Yo incluso escribía con la música de rock de fondo, y si era en inglés no me molestaba…

Carlos Esteban: Y después de estas novelas es que regresas a la ciencia ficción.

Raúl: Siempre me mantuve en contacto pero como que no publicaba sobre ese género, y ahora estoy empezando a publicar cosas de ciencia ficción. Tengo dos novelas ya, porque el género siempre me gustó mucho…

Carlos Esteban: Y dentro de la narrativa es el género de la novela el que te llama…

Raúl: Sí, la novela más que el cuento, aunque tengo varios cuentos que han sido publicados en antologías.

Carlos Esteban: ¿Y por qué la novela?

Raúl: Porque me permite desarrollar la psicología y las evoluciones de los personajes, mucho más cuando son novelas sobre jóvenes que están aprendiendo las cosas elementales de la vida, de la sexualidad, de la interacción social y son temas muy riesgosos. Yo escribiendo ciencia ficción soy bastante realista también. O sea me gusta escribir cosas que a lo mejor las personas se confunden y no lo ven como ciencia ficción, sino que lo ven como algo raro, entre dos aguas. No se sabe muy bien si es realismo o ciencia ficción. Me la paso cambiando en esa frontera. Joss (escritor cubano premiado de ciencia ficción) dice que él es un escritor de ciencia ficción que escribe a veces realismo, y que yo soy un escritor de realismo que escribo a veces ciencia ficción. Pero bueno, participamos de las mismas cosas, y es bien interesante lo que él escribe.

Carlos Esteban: En qué momento del día fluyes para crear...

Raúl: Mi mejor hora para escribir es cuando me acabo de levantar y me he tomado dos tazas de café y todavía está amaneciendo. O sea, cuando no tengo trabajo, cuando no tengo otras cosas que hacer. Ahora, desde que tengo un niño pequeño, es mucho más difícil escribir, pero es mi hora de más energía. Me levanto y ya, me pongo a escribir, porque a la tarde me pongo más… Cojo la tarde para vivir, para leer otras cosas, o para informarme para escribir artículos…

Carlos Esteban: Y eres también profesor de jóvenes escritores en el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”.

Raúl: Sí, es un centro auspiciado por el Ministerio de Cultura. Somos tres profesores y nos repartimos las clases. Hacemos tres unidades fundamentales. La primera unidad que es recordar todas aquellas cositas de redacción, que a veces uno se olvida cuando comienza a escribir; lo que tiene que ver con puntuación, adjetivo, gerundio, sintaxis, todas esas cosas. Yo doy una sobre sintaxis, armonía en la frase, doy también la metáfora dentro de la narrativa, los lugares comunes, las frases hechas y cómo evitarlas; cómo rejuvenecerlas y ponerlas otra vez en circulación.
Después damos todo lo que tiene que ver con la narración, con la redacción de una historia, de un cuento. Entonces vemos los puntos de vista, espacial, temporal. Vemos también lo que tiene que ver con la descripción, personajes, diálogo, construcción de personajes.
La última unidad es para técnicas narrativas específicas. No le llamamos ‘Curso de escritura creativa’, le llamamos ‘Técnicas narrativas’. Y terminamos conversando acerca del monólogo interior, también de la técnica de la caja china, los vasos comunicantes, los diálogos telescópicos…

Carlos Esteban: ¿Cuánto tiempo dura el curso?

Raúl: Casi un año y es totalmente gratuito para los estudiantes. No solamente damos clases para los estudiantes de la capital sino para todo el país. En vacaciones lanzamos la convocatoria, ellos mandan tres cuentos. Hacemos un comité de selección, aceptamos los mejores aspirantes y salen muy bien. Llevamos 15 años haciendo esto, y hemos graduado cerca de 700. No quiere decir que hemos hecho 700 escritores.

Carlos Esteban: Eso te iba preguntar, acá tenemos el debate sobre si el escritor nace o se hace.

Raúl: Nosotros pensamos que son las dos cosas. El escritor nace y se hace también. Nosotros no fabricamos a escritores. Tomamos gente que ya tiene el talento innato y le ayudamos a desarrollar las técnicas, las armas: cómo ser más intenso, cómo pueden llegar mejor al lector. Cada uno viene con sus propios estilos, sus propias maneras de ver el mundo. Nosotros no imponemos ninguna manera de escribir.  

Carlos Esteban: ¿Qué me puedes decir acerca del tema de los derechos de autor en Cuba?

Raúl: En Cuba la mayoría de los escritores guardamos los derechos de nuestras obras. Una vez publicada, al cabo de uno o dos años, las editoriales no se quedan con los derechos, sino que regresan a manos del autor. Nosotros no tenemos el sistema este de representantes, sí hay una agencia que nos representa pero no es oneroso en el sentido de que se lleven tus derechos y los vendan. Eso regresa siempre al autor.

Carlos Esteban: Has sido traducido al francés, ¿me puedes hablar brevemente de tu estilo?

Raúl: Soy un poco difícil de traducir, porque siempre experimento con el lenguaje; uso un lenguaje mito-poético; es un poco más trabajoso.
Yo lo que estoy viendo es que muchas editoriales están buscando literatura de mercado, de lectura fácil. Hay que escribir con un lenguaje de tipo neutral, lo más natural posible y como los cubanos no estamos presionados por el mercado tenemos el privilegio de poder experimentar un poco con la lengua, con el lenguaje.

Carlos Esteban: ¿Qué nueva obra te ocupa en estos momentos?

Raúl: Aunque estoy en la etapa de recoger información quiero hacer una novela que vaya por toda la historia de Cuba. La excusa es un muchacho que va con Juan Ponce de León en busca de la fuente de la juventud y este muchacho es el que descubre la fuente. Pero él se queda en Cuba y envejece, no es la eterna juventud, aunque él envejece un año cada 25 años. Por lo tanto ya han pasado 500 años y él ha podido vivir toda la historia de Cuba. Ha sido –como dice Borges- todos los hombres en un solo hombre. Ha sido cobarde, héroe, valiente, traidor, ha sido todo. Y eso me permitiría hacer una novela bastante ambiciosa. Por eso vine a Puerto Rico pensando un poco en empaparme de toda esa primera parte de Juan Ponce de León, su segundo viaje a Florida, el intento de colonia que intentó hacer ahí. Todo eso.
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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

lunes, 13 de julio de 2015

En las letras, desde Puerto Rico: (Serie Reseñas) Dos libros, un autor: Héctor Torriente

por Carlos Esteban Cana

Recientemente el autor de Pichón y mime careto presentó en la biblioteca de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico, dos valiosos libros de su catálogo: uno de poesía titulado Estaciones de abordaje y su conocida colección de cuentos El Sindicalista que vuelve a estar disponible para los amantes de la narrativa corta.

A continuación comparto con ustedes algunas impresiones acerca de estos nuevos libros.


Foto cortesía de Angelo Negrón
En Héctor Torriente encontramos un escritor que no se conforma en transitar los mismos horizontes… Conoce la tradición que le precede, y por esa conciencia tanto sus ensayos comunicológicos como sus poesías y cuentos van hilvanándose hacia linderos en los que prevalece la innovación gracias a esa cultura que le sirve de base. Pero esa innovación no es forzada ni se da estridente. Hay que saber mirar a este poeta, quizás empedernido con la bohemia o con el amor sinuoso que transmuta y no se detiene mientras la canción puesta en la vellonera corresponde a diversas situaciones que se dan en “Estaciones del abordaje”, el poemario que nos ocupa hoy.

En cuanto a los cuentos que Héctor Torriente el narrador comparte en “El sindicalista”, esa actitud de vanguardia  transita deliberadamente hacia un entorno  a distancia de la urbe (o desplazada por la misma): el barrio… En la barriada el escritor atraviesa contornos, dinámicas y personajes, mediante un buen uso de narrativa contemporánea;  pasajes en los que fluye un lenguaje espontáneo salpicado por una interesante expresión coloquial… Es por eso que este segundo libro que nos ocupa y que llevó –en principio- el subtítulo de “y otros cuentos de barricada”, comparte con “Septiembre” de Elidio la Torre Lagares, “Falsas crónicas del Sur” de Ana Lydia Vega, y “Lajas” de Aravind Enrique Adyanthaya, ese buen sabor –nombrémoslo de esa forma- que deja una excelente colección de cuentos realizada en clave boricua; conjunto que, tras la última página, deja al lector con un atisbo del perfil, la textura espiritual, de todo un pueblo o una región. Y ese es el caso de “El Sindicalista” con respecto a la zona suroriental de este Archipiélago  nuestro del Caribe y, particularmente, Yabucoa, pueblo en el que Héctor Torriente creció.

Foto cortesía de Angelo Negrón

A los lectores interesados en adquirir ambos libros pueden contactar al propio autor a través de la red social facebook, en el espacio que lleva su nombre: Héctor Torriente. Tambien a través de Amazon en la siguiente dirección electrónica: 



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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

martes, 30 de junio de 2015

Ojos Furtivos: Presentación y acogida

por  Caronte Campos Elíseos

El pasado sábado, 27 de junio del año de nuestro señor Jesucristo, se llevó a cabo en, The Poets Passage, la presentación de la novela Ojos Furtivos, escrita por el autor puertorriqueño, Angelo Negrón.  Demás está decir que este narrador, cuentista y poeta es un asiduo colaborador de nuestro blog.  Aunque no fui invitado formalmente, me di cita para presenciar el evento.  Luego de compartir unas copas de buen vino, piscolabis y buena charla, dio comienzo la actividad.  El maestro de ceremonia, Carlos Esteban Cana (también colaborador nuestro), comenzó por presentar la familia (esposa e hijas) del autor, quienes tenían un gran reconocimiento para este buen padre y esposo.  Acto seguido, inició la introducción del excelso panel de escritores, quienes estarían a cargo del intercambio de impresiones sobre la obra.  Wanda Cortés, Amílcar Cintrón y Antonio Aguado Charneco (todos grandes escritores), discutieron con el autor sobre la trama, el contenido y sobre todo, de los personajes que se desenvuelven (o se envuelven) en los distintos escenarios.  Escenarios que Angelo Negrón nos muestra con gran majestuosidad y perspicacia.  La lectura de fragmentos de la novela estuvo a cargo de Juan Carlos y Luis Francisco Cintrón, ambos escritores muy prolíficos, y de una de las hijas mayores del autor. 
  
Se discutieron en el evento muchos de los aspectos tocados con gran audacia y valentía en el desarrollo del drama novelesco.  El amor, la perversión, la sexualidad, la diversidad cultural, la intimidad, el sexo, el derecho a la privacidad, las drogas, los vicios, los excesos, la sensualidad, la prostitución, el ambiente laboral, la rutina, entre otros.  Ciertamente, el autor logra adentrarnos en lo más íntimo de la cotidianeidad de la vida.  Vida que puede ser la de cualquiera de nosotros.
  
Todo el que se dé la oportunidad de leer la obra, sin dudas podrá identificar a algún conocido con uno que otro personaje.  Sin mencionar que seguramente podrá reconocer en algunos de estos, características y costumbres propias (buenas o malas).  El balance perfecto, según mencionara Aguado Charneco, que logra el autor con esta pieza maestra, entre lo pervertido, los perverso, e inmoral, con el romanticismo y el amor, es sencillamente genial.  Puedo dar fe de eso, ya que mi actual vida se puede dividir en el antes y el después de leer Ojos Furtivos.  Yo era un buen parroquiano con mucha fe en el factor humano.  Ahora soy un romántico empedernido sin fe en la humanidad.  Gracias a Angelo Negrón y su talento por el detalle; y a Juan Carlos por su magistral analogía sobre el hermano mayor, los ligones, fisgones y dios.

Tuve que salir huyendo del lugar cuando llamaron la seguridad del lugar, solo porque quería apropiarme del remanente de vino y tentempiés para uso personal.  Pero logré captar, antes de la abrupta salida, algunas imágenes para ustedes, que les dejo a continuación:  













¡Levántate y anda! 


jueves, 19 de febrero de 2015

La ciudad en mi estómago de Luis Francisco Cintrón Morales

Por Miranda Merced
Escritora, antóloga y profesora


"El libro La ciudad en mi estómago, del escritor Luis Francisco Cintrón Morales, nos presenta una colección de textos donde se reúnen los elementos necesarios para ubicar la obra en la literatura fantástica. El autor logra combinar lo fantástico con lo real, creando un tercer mundo que aún cuando la lógica quisiera protestarlo por absurdo, logra convencer al lector de una nueva realidad por la que ambulará desde el primero hasta el último de los cuentos. Cintrón utiliza con destreza la adjetivación. Con este recurso construye una atmósfera de tensión que mantiene al lector a la expectativa de lo que sucederá al concluir el relato. La sangre, que adquiere un rol protagónico en varias ocasiones, se convierte en una herramienta eficaz para provocar emociones extremas en quien lee. La extensión de los textos contribuye también a mantener el interés del lector. La brevedad de los mismos permite que sean leídos, como se dice coloquialmente: de una sentada. De uno se pasa al otro y al otro, hasta que terminamos la lectura del libro casi sin percatarnos. Independientemente de la brevedad de los textos, el autor logra manejar la anticipación con total dominio. Esta misma destreza la encontramos en sus finales sorpresivamente impredecibles. Luego de la lectura de esta obra, nos atrevemos a asegurar que La ciudad en mi estómago se convertirá en uno de los mejores ejemplos de la literatura fantástica puertorriqueña".

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Luis Francisco Cintrón Morales nació en San Juan, Puerto Rico en el 1976.  En diciembre de 2013, publicó su primer poemario "Microgramas de sol" bajo el sello editorial de la Casa de los Poetas. Además ha publicado poemas y cuentos en blogs y revistas electrónicas como Corpus Litterarum (Puerto Rico), Palabras Diversas (España), Inopia (Puerto Rico), Monolito y Factum (México). Participó en el 6to Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico. Es parte de la Antología de Casa de los Poetas 2014 con el tema de “Fronteras” (Puerto Rico), de la Antología de Diversidad Literaria 2014 “Versos en el aire” (España), Antología de microrelatos de Diversidad Literaria 2014 “Microterrores” (España) y de la Antología “Palestina Poemas VIII-MPI y Poetas y Poemas con Palestina” (2014) por la Biblioteca de las Grandes Naciones. Colaboró con columnas deportivas para el periódico electrónico El Post Antillano. Colabora con columnas de opinión social en el blog “Atramentum/Voces Subversivas”.