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viernes, 8 de abril de 2016

El despotismo de la mayoría

por  Caronte Campos Elíseos



Viendo escenas de la serie turca, Fatmagul, donde se muestra una casta social que oprime a otra con el poder del dinero, y cómo manipulan a su antojo el sistema de justicia para encubrir y limpiar las atrocidades cometidas por ricos y poderosos, hacen que me pregunte: ¿Qué culpa tienen, Pablito Casellas y Ana Cacho?  Con ese pensamiento positivo, quedé dormido casi inconsciente.  En el sueño me veía en medio de una gran fiesta acompañado por una hermosa mujer de impactante presencia, a la que todos llamaban...  La Catrina.  Hombres y mujeres la miraban y admiraban.  Su belleza llamaba la atención de los presentes.  Yo resulté ser la envidia de todos los que allí se encontraban.  Empero, la imagen que proyectaba la hermosa y sensual dama, contrastaba con las cosas que al oído me decía sin que otros pudieran escucharlas.  Así me hablaba la excéntrica mujer:

-    Por muchos años ustedes lo puertorriqueños han criticado la mal llamada dictadura cubana de los hermanos Castros.  Siempre orgullosos de su sistema democrático y su estrecha relación con el imperio más poderoso del mundo.  Haciendo galas de supremacía sobre el resto de la América Latina que según ustedes, estaban rezagadas en el tercer mundo.  Que Puerto Rico era el ejemplo a seguir, decían, para guiar al resto de los latinos por los caminos de los avances y la prosperidad.  ¡Nada más lejos de la realidad!  Puerto Rico yace bajo su propia dictadura criolla.  Hace 64 años ustedes viven bajo el dictamen de una mayoría políticamente esclavizada.  Unos pocos personeros de los intereses extranjeros y otros tantos más con intereses económicos personales, han conspirado para someter al silencio la voluntad del resto de la nación.  El alcance de la connivencia de estos sectores poderosos y pudientes se ha visto reflejada en la realidad de los incautos electores.  Mientras los primeros ejercen el poder despóticamente y acumulan riquezas en detrimento de las necesidades básicas de los segundos, se acerca el final de los  tiempos para la isla. 

Yo escuchaba asombrado.  Comenzaba a sentir angustia, depresión y vergüenza ajena.  Intenté ocultar mi estrés con tequila, sal y limón.  La mujer continuaba con su frio y hediondo aliento, susurrando sus penetrantes palabras:


 El fanatismo arraigado en las costumbres y tradiciones políticas de la masa ciega de votantes, consiente la tragedia nacional.  La indiferencia frente a los abusos, excesos y a las actuaciones burdas de los políticos ha investido de impunidad a los corruptos.  Antes ocultaban sus intenciones de lucro y medro personal; ahora saben que la ignorancia y el inmovilismo de los boricuas no acarrean consecuencias para sus actos.  Aprueban impuestos, firman leyes a la medida de los de su casta, ignoran las necesidades del pueblo y se roban los clavos de la cruz; y todo con la bendición de la idiotizada mayoría.  Aumentan la luz y el agua, y le cortan los servicios a los hospitales; privatizan las carreteras, y después de ocho horas de labores los trabajadores tienen que soportar tres horas de congestión en el tráfico; embargan los pequeños negocios, cuando son los megatiendas las grandes evasoras; las condiciones de la salud, la educación y la seguridad pública son paupérrimas, mientras los dineros del tesoro nacional son malversados.  Conducen el país a una quiebra financiera y moral, amenazan con cerrar el gobierno y sus instituciones de servicios para luego querer compensar con un puente entre dos islas.  ¿Y ustedes que hacen?

El Baile, botella y baraja continuaban.  La gente a mi alrededor parecían enajenadas de esta realidad.  El ambiente era carnavalesco.  Me sentía como si estuviera inmerso en una cripta fría y tétrica.  Mientras yo seguía tomando, entre ron y cervezas, veía el rostro hermoso de La Catrina, y escuchaba sus carcajadas infernales que calaban hasta mi alma.  Mientras danzábamos casi en un solo cuerpo, me abrazaba fuerte y expelía sus agrias palabras:

- ¿Qué hacen ustedes los puertorriqueños?  Viven sometidos al despotismo de la mayoría.  Subyugados a la tiranía de la masa de ignorantes, obtusos y cegatos que salen a votar cada cuatro años.  De esos que por puro fanatismo político eligen los mismos corruptos y fariseos que abusan del poder delegado en ellos para su propia conveniencia.  Esa caterva de incautos es la que, a través del tiempo, han silenciado a los que intentan salir del rebaño y pensar diferente.  Han consentido y encubierto hasta los más viles asesinatos de los disidentes.  Son ellos, los que como perros esperando las migajas de la mesa, han servido de lacayos y testaferros para los intereses de los gobernantes.  Al final, al pueblo no le llegan ni las sobras de tanta abundancia usurpada.  Esa mayoría, que dice que por ser mayoría manda, han condenado este pueblo a la ignominia del colonialismo, al narco-estado, a la pobreza, a la miseria y la crisis humanitaria más grande de su historia.  Han perpetuado un sistema que solo funciona para algunos y para otros es inexistente.  Esa mayoría insensata, es la responsable de instituir un régimen de libertinaje político; y lo que es peor, es la responsable de la ausencia de justicia e igualdad; son igual de responsables del arresto de la libertad de pensamiento y palabra, del razonamiento y el sentido común.  Hasta que no decidan utilizar estas últimas tres cualidades inherentes de todo ser humano libre, repito, ser humano libre, seguirán de rodillas ante la voluntad de la mayoría aplastante. 

Caí al piso, mareado de tanto baile y alcohol.  Entonces, abrí los ojos.  No había nadie a mi alrededor, estaba solo.  Entre latas y botellas, manteles sucios y bandejas vacías yacía mi cuerpo.  Mas lo que es peor, mi voluntad y mi espíritu destrozados por La Catrina. 


¡Levántate y anda!

lunes, 7 de marzo de 2016

Democracia puertorriqueña

por  Caronte Campos Elíseos


Ya en la libre comunidad después de mi última experiencia enclaustrado, al fin he llegado a mi hogar.  He encontrado el frente de la casa atiborrada de viejos periódicos.  Demás está decir que es uno de mis pasatiempos repasarlos sin considerar la fecha.  Oteando las páginas amarillentas y mojadas, me sumerjo en las últimas noticias importantes en el país.  “Importantes” al menos para los poderes detrás de la imprenta.  Desde las primarias presidenciales en los Estados Unidos, las pruebas de misiles en Corea del Norte; el encuentro del papa Francisco y el patriarca ruso Kiril; la decisión de Agapito de no ir a la reelección; la demanda del FBI a la empresa de la manzana; el nombramiento de la juez presidente de 40 años de edad; el retraso en el pago a los contribuyentes de los reintegros; el arresto de Leydy Mágica; los obstáculos políticos para los candidatos independientes, entre otros.

Tales eventos motivaron mi entrada a un trance contemplativo.  En ese estado mental (un tanto extraño para mí) comencé a hilvanar ideas sobre la democracia puertorriqueña.  Aunque algunos (como yo) pensaran que hablar de dicha cuestión puede ser equivalente a discutir el sexo de los ángeles en el imperio bizantino, me aventuré a escribir los pensamientos iluminados durante mi viaje de cannabis.  Solo espero que mis razonamientos abstrusos no provoquen en los amigos lectores sentimientos sañosos hacia mi persona.  Pero ciertamente, los puertorriqueños hemos vivido con la idea errónea  de lo que es un sistema democrático.  Esa ilusión óptica que nos han vendido como democracia participativa o democracia representativa es, en gran medida, la responsable nuestra triste ingobernabilidad.


¿Nunca se han preguntado porque la participación se ha visto limitada a un solo día cada cuatro años?  Ese día, el de las elecciones generales, es el único en el que los electores aptos     participan.  De ahí en adelante, nos sometemos por ciego consentimiento de la amplia mayoría (que por lo general está equivocada en sus decisiones) a todo un cuatrienio de oligarquía bipartidista.  Los partidos de mayoría se alternan en el poder con la anuencia de los fanáticos afiliados que realizan cualquier tarea, sin consideraciones morales, bajo la insignia de su colectividad de preferencia.  Estos súbditos o lacayos, son la mayoría absoluta que elige el gobierno de todos, pero que en la práctica es para unos pocos.  Así se ha sostenido este sistema por más de sesenta años.

Era tal la profundidad de los pensamientos traídos a mi mente durante el trance, que la abulia me dominaba.  Decidí reforzar los efectos de la fumarada, con un elixir mágico.  Un licor de la tierra con saborcito a café que aumentara mi desapego emocional.  Las ideas continuaban aterrizando en mi cabeza.  La mal llamada división de poderes ha sido la falacia más fehaciente del absurdo democrático.  Todas las ramas de gobierno están completamente politizadas.  Incluso la rama judicial, que se jacta de hacer honores a la toga, no son más que emisarios políticos.  Premiados por los favores que hacen a sus jefes políticos, son ascendidos a los cortes del país, corrompiendo así las decisiones trascendentales en los aspectos jurídicos.  Este secuestro de la justicia alcanza también al tribunal supremo, y con él se granjea el partido de turno el control de la administración de los tribunales por décadas. 


¿Y que me dicen de las ramas ejecutiva y legislativa?  Totalmente dominadas por los caucus de los partidos mayoritarios.  Desde el hemiciclo se legisla a la medida de unos cuantos, a favor de unos pocos y se olvidan de las necesidades del resto de los ciudadanos.  Incluso de los que como yo, vivimos de las dadivas del gobierno.  Cada vez más vemos como nos relegan al olvido.  Toman decisiones arbitrarias, sin conocimientos, preparación ni experiencias.      Conducen al país a la miseria, al caos y una crisis humanitaria de grandes proporciones.  No asumen responsabilidad de las consecuencias de sus actos apoyados por la inmunidad parlamentaria.  Desde la fortaleza se legislan más beneficios, sí, pero para los allegados.  Para aquellos que tienen acceso comprado a las esferas del poder.  Mueven el sistema económico en una sola dirección, la de sus cuentas bancarias personales.  Y cuando por fin el pueblo, aun en su ceguera voluntaria, los cuelga y castiga con el voto en contra, estas batatas políticas son refugiados en municipios, agencias, corporaciones de gobierno y retribuidos con jugosos contratos.

Entonces, ¿para qué ha servido la democracia puertorriqueña?  En este punto, ni el humo ni el brebaje ayudaban a soportar nuestra distopía hecha realidad.  Así que completé la trilogía de estimulantes con lo prescrito en las recientes consultas médicas.  En el éxtasis inducido apareció la respuesta a la anterior pregunta capciosa.  El ordenamiento jurídico del país no funciona.  Esta cimentado en una constitución maleada y manipulada desde su creación.  Una constitución subordinada a un congreso extranjero.  Este régimen legal ha permitido las barbaries criollas contra los propios constituyentes, que al final del día debían ser los únicos protegidos; ha consentido las afrentas más denigrantes en contra de la población general; y ha solapado los crímenes más espantosos de nuestra era contemporánea.  Asesinatos, persecuciones, discrimen, atropellos, maltratos, abusos.  Todos perpetrados en nombre de la justicia, la democracia y el orden establecido.  El estado de derecho ha fracasado miserablemente.  Basta con mencionar los llamados grupos protegidos.  Para hacer valer sus derechos han tenido que librar duras y largas luchas para lograr legislación a tales efectos.  Ni hablar de la persecución y linchamientos por razones políticas, las torturas en centros de detención ilegales y en bases militares; la degradación y privación a la mujer; el abandono a su suerte de los ancianos; la pobre protección y paupérrima educación a la niñez del país; la casi nula seguridad en las calles con el efecto lógico de la anarquía del narcotráfico; la demonización de ciertos sectores de la sociedad, aun cuando aportan tanto como el resto de los ciudadanos; la estigmatización de los pobres en los residenciales públicos; el desempleo creciente en los sectores más preparados y educados, con su justificable éxodo del talento hacia destinos inciertos; la corrupción y el pillaje rampante que nos ha conducido a la quiebra financiera; todo esto resguardado por un régimen legal fallido.

La democracia en este país tiene nombre y apellido.  Es para todo el que puede pagar por sus protecciones.  Los tribunales sostienen el sistema con sus decisiones que favorecen al mejor postor y/o alguno de sus protegidos predilectos.  Todavía tenemos a Lorenzo y a Rolandito esperando justicia.  El dogma principal de justicia garantiza la inocencia hasta que se demuestre lo contrario.  Este precepto ha tenido el efecto adverso de convertir las victimas de crímenes, en principales sospechosos, incluso en culpables.  Solo basta mirar los casos de conductores que atropellan transeúntes, parroquianos y ciclistas, y se han dado a la fuga.  Todos han salido por la puerta ancha de la justicia mal aplicada, mal interpretada o alterada por los famosos tecnicismos o atenuantes.  Todo orquestado por un sequito de abogados del diablo bien remunerados. 

Mientras tanto, los puertorriqueños se conforman con un día de decisión cada cuatro años.  Elegir alcaldes, representantes y un gobernador de entre un ramillete de ineptos postulados por intereses personales y partidistas.  Se conforman con elegir el menos malo de un manojo de incompetentes e insensatos.  Escogen de un racimo de mediocres y obtusos al menos charlatán.  Terminamos así, gobernados por una turba de mentes estériles y conocimientos limitados.  Amén de la mala leche con la que se postulan. Sumado a la apatía y enajenación de las realidades del pueblo que juran (en vano) proteger y defender. 

Luego pasan los gobernados, cuatro años entre quejas, críticas y resignación.  Ensimismados en su mundo lleno de vicisitudes que tuvieron la oportunidad de reivindicar con su voto perdido.  Entretenidos en el baile, botella y baraja que tan buena aceptación tiene entre los boricuas. Prestando toda la atención a los instrumentos democráticos de embeleso y control de masas generalizados, como la prensa, la radio, la televisión con sus respectivos espectáculos.  Víctimas, como siempre, de la propaganda mediática.  Hasta que no tomemos conciencia del valor que tiene el único voto que ejercemos con tanta fe (ciega y oscura), y la diferencia que puede lograr bien administrado, seguiremos en este espejismo que llamamos democracia.  Y a propósito de espectáculos hipnotizantes, termino estas líneas justo antes de las siete de la noche.  Es hora de ver, ¿Qué culpa tiene, Fatmagül?

¡Levántate y anda!

sábado, 6 de febrero de 2016

Remedio Atómico

por  Caronte Campos Elíseos


Hago constar que publico este escrito en este espacio en calidad de albacea del Sr. Caronte Campos Elíseos.  Dada su ausencia involuntaria y su incapacidad de publicarlo por cuenta propia,  me ha solicitado que cumpla su voluntad.  La misma es una epístola dirigida a este servidor con los detalles de su actual estado.  Sin mucho preámbulo dejo el texto íntegro para consideración de sus lectores.  Esto último no sin antes aclarar, que este servidor, Luigi Baldonis, no se solidariza con las expresiones vertidas en el contenido de la misiva, ni tengo conocimiento de los hechos relatados. 


Querido amigo Luigi Baldonis:

Hoy me encuentro en un lugar apartado, privado de libertad.  Las cuatro paredes que me rodean me parecen conocidas.  Está oscuro la mayor parte del tiempo y caluroso en extremo.  La ausencia de higiene se hace evidente en las plagas, la suciedad y el olor a heces fecales impregnado hasta en la cosa que me dan de comer.  Esto último no puede, por definición, llamarse alimento.  Me transportaron hasta aquí con el fin de curar un mal congénito que traigo en la sangre.  Me han realizado decenas de pruebas para determinar el tratamiento.  Han fabricado un voluminoso expediente con los síntomas, tratamientos, medicamentos y los resultados de dichos análisis. 

No soy el único interno, hay doce pacientes adicionales.  Conmigo sumamos trece (No es un número que genere buena suerte).  Quien escuche los gritos y gemidos, pudiera jurar que somos más de esa cantidad.  La mayoría del tiempo la pasamos en la pseudo habitación, en un catre mojado y lleno de insectos.  Uno de los doctores, de nombre Cornelio (muy apropiado por la forma en que nos trata)  me inyecta lo que él mismo llama el remedio para nuestros males.  Su sonrisa perspicaz y diabólica no es de muy buen augurio.  Según él, esta será la panacea para la principal epidemia de esta isla olvidada por “dios”.  Lo cierto es que cada vez que mi cuerpo recibe el remedio prescrito, yo me siento más cerca de las puertas del mismo infierno.

En las noches siento como el calor me quema la piel de todo el cuerpo.  El ardor me llega hasta el tuétano de los huesos.  Me encuentro en estado vegetativo.  Parezco un cadáver en proceso de cremación inducida.  Pareciera que están probando con nosotros el remedio atómico para controlar las masas.  Empero, en esos estados comatosos, he escuchado vociferar las enfermeras del lugar.  Hablan sobre una confesión en una carta inculpatoria, donde el mal llamado doctor Cornelio acepta su práctica de inyectar cáncer a sus pacientes.  Todo con el noble propósito de librar la isla de la plaga de los puertorriqueños.  Lo cierto es que ya quedamos menos pacientes.  De los trece internos originales, quedamos cinco;  algo me dice que no en muy buen estado, ni físico ni emocional.  Otro de los doctores a cargo de mi caso, me hace creer que estoy fuera de mis cabales, que padezco de mis facultades mentales y que sufro de trastornos como esquizofrenia y delirios de persecución (cosa que siempre he reconocido). 

Amigo Baldonis, te dirijo estas letras porque no tengo mucha esperanza de salir de aquí.  Quiero que si esta es mi suerte, recibas y publiques lo antes expuesto para el bienestar histórico de este pueblo.  Conociendo esta historia, podremos entender mejor la pandemia que arropa este mundo, el cáncer que nos consume.  Así, la muerte de los ocho puertorriqueños asesinados por doctores licenciados no quedara impune.  Aunque de esto último no guardo mucha fe y esperanzas.  Conociendo esta isla maldita y condenada eternamente al coloniaje, pronto olvidará estas ocho vidas sin saber siquiera sus nombres; y encontrará justificación alguna para su cruel desaparición.  Lo que no dudo ni por un segundo es, que nuestros asesinos y exterminadores serán tomados como héroes y serán premiados por sus ejecutorias en la experimentación con seres humanos.

Hasta que este pueblo incauto no decida conocer su historia sin ambages ni vendajes políticos, para así entender el presente, no tendremos claro nuestro futuro.  Seguiremos siendo, nosotros todos, las victimas pasivas de la propaganda y sugestión de masas.  Estaremos destinados a vivir merced de todos los que aludiendo a nuestro bienestar y salvación, nos consumen y corroen sin remedio alguno, como un inclemente cáncer devorador. 

¡Levántate y anda!


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Robo de identidad

por  Caronte Campos Elíseos


Al regreso de un viaje largo por el viejo mundo y que se extendió por varios meses, me encontré vagando nuevamente por las calles.  Llegué hasta una escuela vacía y abandonada, de esas que han clausurado por falta de presupuesto.  Solamente quedaba parte del letrero escolar que leía el apellido, Pedreira.  Rondaban las tres de la mañana, y encontré en el plantel un hombre solitario.  Se me acercó y me preguntó qué se me ofrecía.  Respondí que solo quería ver las facilidades.  El se ofreció a darme el “tour” personalmente.  Cerró los portones con candado.  Esto, según él, para que nadie tuviera acceso al plantel escolar.  Comenzamos por la cancha de baloncesto sin techo y sin canastos; fuimos también a los salones, todos sin puertas y sin ventanas.  Visitamos los baños, sin inodoros ni lavamanos.  Pasamos por la biblioteca, sin libros.  Las paredes llenas de cables, sin energía eléctrica y sin computadoras.  Llegamos hasta una glorieta, sin asientos.  Allí decidimos sentarnos en el piso a compartir la merienda que el anciano había llevado a su trabajo.
 
Compartiendo el palo viejo con anís y las carnes empacadas, le comenté sobre mi viaje a España y lo mucho que me había fascinado.  Se levantó abruptamente del piso, y entre sorbos del oro blanco de la botella, comenzó a dirigirme un discurso:

-       Déjame aclararte un hecho diacrónico, muchacho: Por acéfalos como tú, es que este país está como está.  Una parte de la población añorando la madre patria; otros, soñando con integrarse a la “America the beautiful”.  En medio de esa nostalgia y esas falsas expectativas, nadie conoce los verdaderos orígenes de nuestra raza.  Ese desconocimiento es el que ha creado esta confusión de bipolaridad.  Dos banderas, dos idiomas, dos himnos, pero sin identidad nacional.  Nadie tiene la suficiente materia gris para entender el dilema de la personalidad puertorriqueña.  Antes de que tú, mi querido incauto, llegaras a la España de Fernández Juncos; y mucho antes de que Colón arribara a estas tierras con sus carabelas llenas de moros, ya existía vida en esta isla.  Los indígenas fueron los que, con humilde actitud y hospitalario espíritu, recibieron los mal llamados descubridores.  Eso es lo único que nos heredaron en la famosa mezcla de razas; la humildad y la hospitalidad.  Claro, gracias al holocausto taíno, fueron ellos los primeros en desaparecer del mapa de la personalidad nacional, dejándonos la cobardía como herencia. 


En este punto era yo el que necesitaba sorbos del preciado líquido en la botella.  Después de viejo fui a parar a una escuela abandonada para una mustia clase de historia.  Mientras, el oficial de seguridad escolar continuaba con su severa admonición:       

-       ¿Luego que tenemos? ¡La llegada de los negros!  Dominados a través de los siglos por la supremacía blanca.  Hasta el sol de hoy no logran quitarse las cadenas del discrimen y los prejuicios.  Encadenados, torturados, azotados, siempre sometidos.  Traídos a esta tierra para ser sometidos al trabajo y al yugo del dios de los primeros cristianos; su aportación al surgimiento de nuestra identidad, fue el sometimiento y la mansedumbre ante los atropellos.  Al final, de esta mezcolanza salimos nosotros.  Salimos de la artería y jactancia del blanco; de la subordinación y la rendición del negro; y de la humillación y mansedumbre del indio taíno.  Así surgió el criollo que por más de tres siglos vivió bajo los abusos, los martirios y suplicios perpetrados por parte de la madre patria.  Madre que negó por 400 años, el nacimiento de una personalidad puertorriqueña.  Que abortó por medio de represión y tormentos el desarrollo del alma nacional.

Con el tormento de esta aciaga realidad, ahogamos las penas en el ron compartido.  Mi desapego emocional se había quemado con el alcohol, y quería salir de aquel estorbo público que antes fue centro de instrucción.  Debo admitir que me retuvo allí mi tendencia al alcoholismo.  Además, recordé que el guardia había encadenado el portón, así que regrese a mi lugar en el piso.  El pseudo historiador continuó con su anodina diatriba:
 
-       Esa madre, que después del saqueo y la explotación de los criollos, nos entregó como botín de guerra a un padrastro abusador.  Y cuando ya habían visos de dignidad boricua, el nuevo imperio se ensañó con la idea nacionalista.  La inquina norteamericana contra los nativos logró la retracción del poco progreso que se había logrado hasta ese momento.  Así las cosas, el ser puertorriqueño se ha manejado entre dos aguas.  Entre lo heredado de la corona española y lo impuesto a la trágala por las fuerzas federales. Los boricuas carecemos de identidad propia.  El destino colonial nos ha robado la identidad.  Carecemos de reconocimiento internacional, vivimos bajo una cláusula territorial; el himno nacional es una danza bailable, el escudo es un manso cordero, no producimos nada de lo que se consume en el país, y hasta somos malos para imitar e implementar los sistemas ultramarinos que tanto adoramos.  Aun así, el ego sin fundamento del boricua es enorme.  Nos creemos la última Coca-Cola del desierto.  Pensamos que nos merecemos todo, y ni siquiera los conciudadanos americanos nos tratan con igualdad.  Somos en realidad una amalgama de contradicciones, de características heredadas, adoptadas y otras impuestas.  En otras palabras, no hemos visto aún el nacimiento del alma de la verdadera identidad nacional.  Alma que no veremos nacer hasta que dejemos la pendejería de querer ser lo mejor de dos mundos.  Hasta que no cese la idea de ser puente o punto de encuentro de dos culturas disímiles.  Hasta que no podamos concertar en un solo propósito, soltar las cadenas, escapar de la sumisión mental y dejar atrás la mansedumbre eterna, no veremos realizada la idea de una personalidad boricua real.


Me parece escuchar un timbre a lo lejos.  Me despierto tirado en el cemento de un gazebo sin techo.  Dan las ocho de la mañana.  A mi lado solo encuentro una caneca vacía, una placa con la inscripción, A. S. Pedreira, y un libro titulado, Insularismo.

¡Levántate y anda!

domingo, 13 de septiembre de 2015

Once claves para el Plan Fiscal

por  Caronte Campos Elíseos


Como siempre les menciono en mis escritos, cuando no tengo nada importante para escribir, enumero cosas.   Casualmente, en estos días el gobierno de Puerto Rico dio a conocer su tan esperado Plan de Crecimiento Económico y Fiscal.  Para mí hacer listados es un buen ejercicio, ya que me mantiene ocupado y distraído.  Así evito que tengan que internarme por mi predisposición a la locura.  Todo el mundo en el país se ha concentrado en el contenido del Plan del gobierno.  Es de esperarse, lo mismo ha pasado con el famoso plan divino.  Pero yo, como soy al revés de los cristianos, quiero dedicar estas líneas a las cosas que no figuran en el Plan.  Las siguientes son diez alternativas que pudieran contribuir a paliar la crisis actual.  Claro, yo no soy un ducho en economía, yo solo soy un loco perturbado mentalmente con ínfulas de grandeza que escribe disparates. 

11 alternativas al Plan Fiscal

1. Incrementar el por ciento del impuesto a las compañías foráneas – Actualmente el porciento a dichas empresas es de 4%.  ¿Por qué no aumentarlo de manera escalonada hasta llegar a 10%?  Según cálculos de algunos economistas, esta medida puede generar hasta $1,300 Millones.

2. Medidas para aumentar la captación del IVU – El gobierno central puede reubicar una cantidad considerable de su personal para constituir una unidad que se encargue de asegurar el cumplimiento de los comerciantes con el repago del impuesto cobrado a los consumidores.  Esto podría aumentar los recaudos del IVU en $900 Millones anuales.  Esa es la cantidad que los consumidores pagan y se quedan en las cuentas bancarias de los empresarios evasores.

3. Anulación de contratos de asesoría para las batatas políticas – Eliminar los contratos y prohibir la futura contratación de cualquier personal que haya formado parte del gobierno, de la cúpula de los partidos políticos y de los familiares y allegados de estos.  Existen decenas de empresas fraudulentas que generan hasta $5 millones en contratos. 


4. Entregar todas las instalaciones alquiladas – Reubicar las oficinas, administraciones y agencias a las propiedades del gobierno.  Evitando así pagos innecesarios por alquiler de espacios comerciales.

5. Eliminar los subsidios de nómina a las mega tiendas – Empresas como Wal-Mart se benefician de incentivos para el pago de nómina, exención con el CRIM y sobre patentes, sin que esto necesariamente redunde en aumento en la contratación.
  
6. Cobrar la deuda de las grandes empresas e instituciones con la Autoridad de Energía Eléctrica, Autoridad de Acueductos y el Departamento de Hacienda – Agilizar el cobro de la deuda de energía y otros servicios por parte de los municipios, agencias estatales y agencias federales.  También fiscalizar más la deuda de las grandes empresas para hacer cumplir los compromisos de pago.

7. Consolidación de los Recintos de la UPR – Reducir la cantidad de recintos universitarios de once (11) a ocho (8).  Habilitar dichas plantas físicas para albergar las agencias de gobierno.

8. Disminuir el costo de Campañas Electorales y los fondos a los Partidos Políticos – Desaparecer de una vez y por todas el mantengo a los partidos políticos.

9. Eliminar las escoltas, pensiones y aportación a las fundaciones de los exgobernadores – Según los empleados gubernamentales, y ahora los privados, los maestros, los retirados, entre otros, han visto disminuidos sus beneficios adquiridos, lo mismo debe aplicar para esta clase burguesa. 


10. Evitar el gasto y el costo del sistema de voto electrónico – Un gasto innecesario en momentos de crisis.  La inversión ronda los $40 millones cuando existen empresas que lo harían por menos de la mitad.  Si a eso le añadimos la experiencia, el costo en Puerto Rico de estos mega proyectos se triplica.  Eso sucedió con el Tren Urbano, El Coliseo y el Súper Tubo.  A parte de que, como en todo lo demás, el gobierno no tiene la capacidad ni la aptitud para el mantenimiento de estos y otros sistemas electrónicos. 

11. Fiscalizar, Monitorear y Auditar los contratos a empresarios oportunistas – Estos empresarios, que seguramente guardan algún lazo familiar con algún personero del gobierno, se lucran y se dan la gran vida social con los fondos que reciben de las agencias gubernamentales. Existen decenas de estas empresas que reciben anualmente sobre $30 millones para prestar servicios que al final del día, no ofrecen.  

Como siempre, y como típico puertorriqueño, no puede faltar la ñapa.  No por último, lo menos importante o relevante.  Es para no perder la mala costumbre de escribir sandeces: 

12. Reducción de salarios a Legisladores y Representantes, y el cumplimiento del voto general sobre la implementación de la Unicameralidad –  Basta ya de medrar en detrimento de los ciudadanos, ignorando burdamente el mandato del pueblo.  El salario base de estos buitres honorables es de $73,000 anuales.  Si los reducimos a la mitad de ineptos en la legislatura, el ahorro económico sería de aproximadamente $3.6 millones anuales.  Ahora bien, el ahorro en pendejerías, seria incalculable. 

Quiero dejar meridianamente claro que yo no he leído el famoso informe.  Esto por la sencilla razón de que el mismo fue publicado en inglés.  Por supuesto, hay que tener claro que lo publican de esa manera para desalentar al que desee leerlo.  En mi caso, funcionó a la perfección, así que no me hagan mucho caso.  Dejemos el análisis serio a los expertos y comprometidos analistas de este país. 

¡Levántate y anda! 

domingo, 23 de agosto de 2015

Instrucción

por  Caronte Campos Elíseos



En aras de relajarme y despejar la mente, me propuse salir a caminar.  Quería eliminar los recuerdos de la última pesadilla y sanar el estrés post-traumático.  En el recorrido por el pueblo (pueblo casi fantasma) llegué hasta la plaza pública frente a la impresionante iglesia.  Para mi sorpresa estaba repleta de caminantes y jugadores de dominó.  Con cautela me acerqué a una de las mesas donde jugaban cuatro ancianos.  Uno de ellos aparentaba tener 135 años, como si hubiera nacido en el 1880.  De hecho, era el más hablador de todos.  Su discurso apologista era bastante estridente.  Hablaba de los tiempos cuando se dedicaba a trabajar por el país.  Su dialéctica giraba en torno a la educación gratuita.  Mientras observaba el juego, quedé absorto con su discurso.

Decía el anciano: “En mis tiempos todo era distinto.  Para empezar el sistema era llamado, instrucción.  Lógicamente, porque la educación la reciben los párvulos en sus hogares con sus familias.  En las escuelas es donde está supuesto que reciban el pan de la enseñanza.  En adición, esa enseñanza era en inglés.  Bastante que abogué en aquellos días por mantener el inglés como idioma principal en las escuelas.  Yo sabía que siempre seríamos parte de los Estados Unidos, y por ende, necesitaríamos conocer y  dominar su idioma para nuestro desarrollo.  Pero nunca me escucharon y el magisterio me fustigaba por mis posturas.”  Los demás jugadores solo miraban las fichas sobre la mesa.  No aparentaban prestar mucha atención al fuero del decano.  Yo solo me preguntaba quién era aquel hombre tan ilustre.

Continuó, mientras los demás ni se inmutaban: “Si me hubieran hecho caso, si hubieran seguido mi ejemplo, el sistema educativo no estuviera tan retrasado.  Décadas después, el tiempo me da la razón.  Hoy día tenemos una población de ciudadanos americanos que no dominan su idioma principal, el inglés.  El mismo que es el idioma internacional de la educación, la cultura y los negocios.  El escenario tétrico del Puerto Rico de hoy se lo debemos a la ausencia de una sociedad bilingüe y a un sistema de instrucción mediocre.  La inmensa mayoría de los problemas sociales que nos conducen a la miseria, son a causa de la paupérrima formación que recibe el pueblo, en especial los niños.  Al final del día, mientras menos conozcan y más ignorantes sean los ciudadanos, mejor para el gobierno.  Los gobernantes se aprovechan de sus constituyentes manteniéndolos incautos y ajenos al conocimiento.  Es por eso que los currículos utilizados para medir el aprovechamiento académico de los estudiantes, carecen de muchas materias, estrategias y contenidos que fomenten el desarrollo intelectual del estudiantado.  Mucho menos fomentan el aprendizaje autodidacta, el pensamiento crítico y racional, la diversidad de conocimientos y habilidades, el desarrollo de los diferentes tipos de talentos ni la responsabilidad social individual.  Lo que tenemos es un sistema mecanizado y estandarizado;  que no considera la variedad de inteligencias existentes.  Desarrolla mentes robóticas y adoctrinadas, dirigidas y encaminadas a adentrarse en la enajenación general.  Dispuestas a sumergirse en rutinas inútiles pero que crean sentimientos de satisfacción y conformidad”.

Las fichas seguían pasando sobre la mesa.  Uno de los jugadores contaba tantos y otro los anotaba.  Yo seguía aferrado al dicho que dice que el mirón es de palo.  Me limitaba a mirar y a escuchar las sabias palabras de aquel “Juan del Pueblo”.  Proseguía mientras analizaba atentamente sus fichas: “Es por eso que en la actualidad, nadie conoce la verdadera historia de este pueblo.  Todos tienen su propia versión e interpretación de los hechos.  Nadie conoce sus próceres ni sus héroes nacionales.  La cultura se ha convertido en exclusiva para algunos sectores.  Los alumnos no conocen la vida de los ilustres hombres y mujeres con los que bautizan sus propios planteles.  Todo este sistema lo que ha provocado con el pasar de los años, es el crecimiento de la deserción escolar.  Cada vez son más los desertores escolares.  El sistema actual solo logra llevar a graduación un 60% de los estudiantes.  El otro cuarenta por ciento (40%) lo tiran a perdida.  Pero es de esperarse de un sistema tan deficiente y que se auto-sabotea con sus estrategias con poca o ninguna planificación.  Todo el andamiaje de instrucción ha demostrado su incapacidad de trabajar y manejar las múltiples necesidades del estudiantado.  Esto es obvio y sumamente palpable en las cientos de compañías pseudo-educativas registradas por el Estado para ofrecer “métodos alternativos de educación”.  Estas empresas, como toda empresa privada, solo busca el lucro a través de una necesidad existente.  Las más atractivas para los desertores que están frustrados o aburridos del sistema regular, son las que los llevan a obtener sus diplomas de cuarto año y una carrera corta en un periodo de seis a doce meses.  Todo este escenario les da la justificación perfecta para el cierre de planteles escolares.  En los últimos dos años, el Secretario ha cerrado 170 escuelas.  So pretexto de ahorros, disminución de gastos, y la excusa perfecta de la baja en la matricula, han ordenado la disminución del número de escuelas.  Lo que a todas luces, perjudica a ciertos sectores de la población con dificultades de transportación.  Ni hablar del mensaje subliminal en estos cierres, que no es otro que las prioridades son económicas y no educativas, instruccionales ni profesionales.  Vivimos un país que tiene sus prioridades invertidas.  Existen dineros, fondos y fuentes de financiamiento para eventos electorales, escoltas para ex gobernadores, pensiones del 100% para jueces, contratos millonarios para batatas políticas; pero no existe ni un centavo para el desarrollo de una estrategia de retención estudiantil ni para el mantenimiento y buen funcionamiento de las escuelas”.

Ya siento el dolor en mis rodillas del tiempo estando de pie.  Solo pienso que este hombre debe ser uno de los puertorriqueños más ilustrados de la historia.  Los demás siguen inanimados ante las fichas blancas.  Vuelven a contar y anotar las cifras de los puntos negros sumados.  El jugador erudito observa sus nuevas fichas, pero continúa: “Todo esto es resultado de la politización del sistema.  Los partidos peleándose por obtener el control de la partida mayor del presupuesto del país.  Luchando por mantener sus influencias sobre el sistema de adoctrinamiento de población por excelencia.  La agencia perfecta para atornillar a todo su sequito de ineptos e incompetentes disfrazados de doctores y profesores.  Incubando desde adentro políticas públicas con matices de política partidista, en lugar de estrategias para el desarrollo intelectual.  Pero el círculo vicioso del propio sistema funciona, a esos efectos, a la perfección.  Estamos tan ensimismados con nuestras rutinas y nuestras vidas personales, con triunfos y fracasos, que no nos percatamos que somos los principales responsables del deterioro educativo, instruccional e intelectual del país.  Somos nosotros todos, los que escogemos a los que dirigen nuestras instituciones.  Lo que hacemos es aprender a obedecer el sistema.  Somos el fruto de un Departamento de Educación sin Instrucción.  Nunca aprehendemos.  ¿Nunca aprehenderemos?  ¡Capicú!”

Ese fue el último grito que escuché antes de percatarme que había un espacio vacío en la mesa.  Los demás ancianos sentados, me miraban como si llevaran horas esperando por mí para comenzar la partida.  El bolígrafo estaba cerrado y el papel en blanco.  No me quedó más remedio que sentarme a la mesa y olvidar todo lo que pensé que había escuchado.  Al tomar las fichas no pude evitar percatarme del nombre grabado en ellas, J. B. Huyke.


¡Levántate y anda!  

sábado, 18 de julio de 2015

Pesadilla en la garita

por  Caronte Campos Elíseos

Luego de la abrupta salida de la presentación de Ojos Furtivos, y cargado de suministros de alcohol para varios días, deambule por las calles del Viejo San Juan (otra vez).  Llegué a un sitio conocido como la Garita del Diablo.  No sé a ciencia cierta, si el hedor era endógeno del lugar, o era propio de los días míos vagando.  Allí se encontraba, solitario, un noble caballero.  Aún más extraño que encontrarlo allí a tan altas horas de la noche, era lo que estaba haciendo.  Tenía en su mano un tablero con una especie de prisma.  De manera sincrónica, mientras miraba la tabla, parecía leer de los papeles.  Parecía una práctica mundana.  Al cuestionar lo que hacía, el grotesco hombre me invitó a pasar.  Con dificultad pudimos acomodarnos en la garita diseñada para una sola persona.  Antes de que pudiera cuestionar nuevamente lo que hacía, me dijo que estaba evaluando el informe sometido al gobierno por la famosa economista, Anne O. Krueger.

En medio de la oscuridad, la vela apagada por el viento que soplaba tan fuerte como si cargara espíritus chocarreros, lo primero que me dijo fue que esa mujer era su hermana.  Nunca pensé encontrar en mi camino a alguien más lunático que yo.  Marcaban las tres de la madrugada cuando aquel chiflado comenzó a hablar con su tablero de madera.  Quedé petrificado cuando el puntero triangular comenzó a moverse.  Acto seguido el hombre entró en una especie de trance.  Como poseso por los espíritus del viento comenzó a hablar sandeces.  Hablaba de la necesidad de reforma estructural y reformas fiscales.  Hablaba también de la deuda pública, de la credibilidad de las instituciones y las funciones del gobierno.  Mientras gritaba toda suerte de términos económicos en lenguas que yo no lograba entender, daba golpes contra la pared de la garita. Daba zarpazos y rasguños como el mismisimo “Hugh Jackman”.  Intente interrumpir para poder huir de aquel demente.  Mis esfuerzos fueron en vano ya que nunca me permitió salir.  Decía que pronto vendría la respuesta del mas allá.  Que el señor de la oscuridad confirmaría las medidas presentadas por su hermana, Anne.

Continuó gritando y enumerando las medidas recomendadas por la Krueger.  Medidas concebidas por el mismo diablo y enviadas directamente desde el mismo infierno.  Medidas de austeridad cual Grecia americana.  Recortes de gastos del gobierno en servicios a la población, medidas impositivas, encarecimiento de los servicios básicos, reformas laborales en detrimento del pueblo trabajador, privatización de las instituciones, reducción en los programas de bienestar social, ley de quiebra y restructuración de la deuda (con el fin de pagar a los acreedores), nuevas emisiones de bonos, en fin, un paquete de medidas dirigidas en contra de la casi desaparecida clase media.  El Hombre parecía sufrir de pie un ataque epiléptico.  Sus enormes brazos aleteaban sin control.  Sus largas uñas marcaban las paredes de la vieja garita.  Intenté escapar, pero lo único que obtuve fue un fuerte arañazo en el rostro.

Sentía que tal situación me desgastaba el alma.  El hombre extendió su brazos cual mesías, y continuó con su mensaje recibido desde el más allá.  Decía que su hermana tenía razón, que su informe económico iba a ser ensalzado por el inepto gobierno y que pronto veríamos la implementación de las leoninas reformas.  El tablero temblaba, el puntero giraba en el aire, el viento soplaba malos augurios.  Todo era como una pesadilla en la garita.  Continuaba el endemoniado hombre hablando cual Emily Rose:  “Vendrán los peores tiempos; la decadencia, el hambre, la miseria, la pobreza, la escasez.  Todo, a través de los elegidos para dirigir el destino de este pueblo, pero que lo han conducido al final de los tiempos.  El país sufrirá las peores penurias a manos de los que han escogido para delegarle sus poderes.  Han votado reiteradamente por los que han consentido los poderes plenarios de fuerzas diabólicas extranjeras.  Pronto verán el gobierno incompetente y sometido, suplicar a los dioses del mercado una prórroga para el pago de la deuda.  Un tiempo razonable para poder expoliar más a los ciudadanos para poder entregarlo todo a los intereses privados.  Estos a su vez exigirán más sacrificios que aseguren el retorno de su inversión.  Entonces veremos estos falsos profetas, los veremos peregrinar a Washington, la gran metrópoli usurera.  Allí clamaran por una exención del salario mínimo federal, so pretexto de fomentar más empleos.  Más, muchos más, pero peores empleos y mal remunerados para el pueblo.  Nunca han tenido la valentía de exigir la exención de las leyes de cabotaje, pero ahora irán de rodillas a pedir que se castigue más a los trabajadores reduciendo los salarios.”

Llorando, caí de bruces en el piso mojado de la garita.  No quería seguir bajo la férula de aquel espíritu perverso. Mientras tanto, él continuaba con su escarnio:  “No conforme con eso, reformaran las leyes laborales.  Con toda intención de despojar a los pocos que todavía encuentran cabida en la fuerza laboral, de sus derechos adquiridos y de sus beneficios marginales.  Luego, ni cortos ni perezosos, entregarán a los capitales privados los activos del pueblo.  Entregarán los servicios para que los ofrezca el sector privado, y los que no vendan al mejor postor, los recortarán al mínimo.  Comenzarán con limitar la transportación pública, cerrarán y venderán las escuelas, las autopistas, los peajes, los aeropuertos, las universidades.  Reducirán aún más lo asignado a la salud, la seguridad y al bienestar social.  Subirán los impuestos sin medida y sin contemplaciones.  Los precios subirán hasta las nubes, los alimentos serán incosteables y escasearán. El que logre conservar su casa tendrá que cuidarla de todos los que quedaran en las calles sin hogar, sin techo.  Todo muy bien planificado y ejecutado por la troika boricua.  Pero al final, una vez consumado el plan maléfico, el país seguirá viviendo sumido en la pesadilla que ellos mismos han creado.  Los ricos serán más ricos, los pobres serán más pobres; la clase media habrá desaparecido por completo y serán la población más ignorante del orbe; serán los más enfermos y raquíticos del planeta y los políticos se habrán robado todo lo que le han arrebatado al pueblo.  Y cuando abran los ojos, estarán más hundidos y condenados a la miseria y a la hambruna.  No hay salvación para un pueblo que vive ensimismado en el baile, botella y baraja.  No hay redención para un pueblo que no conoce su historia; que no aprende de las lecciones ni de las experiencias, y sigue preso del fanatismo político.  Y así, el tiempo muerto será eterno y vivirán en la perenne oscuridad de su ignorancia, sin ver la luz al final del túnel.”

De pronto comienza a temblar la tierra.  Cierro mis ojos arropado por el miedo.  El mar azota la costa.  El viento grita risas demoniacas.  Los truenos retumban en mis oídos.  De repente, una intensa calma en medio de la tormenta.  Abro mis ojos lentamente.  No hay nadie conmigo en la garita.  Estoy completamente solo.  En el piso, unas ropas andrajosas, la tabla y el puntero.  Rasgado como por garras de osos, el informe de Anne O. Krueger firmado con la sangre de la herida en mi cara, por su hermano Freddy.  Recogí todos los pertrechos y remanentes de vino, y me fui a casa.


¡Levántate y anda!