por Carlos
Esteban Cana
Eric
Landrón es uno de los poetas y gestores culturales más importantes de Puerto
Rico y el Caribe. Con el paso del tiempo
ha sido nombrado como El Juglar del
Pueblo o El Poeta de la Bondad,
por su consecuente presencia a la hora de acompañar al pueblo boricua en sus
luchas por preservar los derechos humanos más fundamentales en el archipiélago nacional.
Desde la militancia pacífica para
obtener el cese de bombardeos en Vieques hasta la excarcelación de los presos
políticos, el reclamo de justicia y compasión hacia las personas víctimas del
SIDA o los reclamos porque se audite la ilegítima deuda de Puerto Rico, Landrón
ha estado en primera fila para alzar su voz, como pocos lo hacen, en defensa de
los más vulnerables. Esa misión autoimpuesta
le ha llevado a declamar a viva voz, desde una carroza auspiciada por la
organización ecologista Sierra Club, sus poemas en defensa del ambiente ante
millones de personas en la Quinta Avenida de Nueva York durante el Desfile
Puertorriqueño, incluso ha hecho lo propio en las instalaciones de las Naciones
Unidas. Entre sus libros más importantes
se encuentran Pupilazos (1978), Huracanazos o Hugomanías (1989), Piropazos (1991), Delirio y esperanza (1994),
Entre la vida y el aliento (1997) y Vía crucis y redención del calvo (2006), que
incluye una introducción del escritor chileno, Antonio Skármeta. Landrón también ha sido columnista para
periódicos como El Diario y The San Juan Star.


En
esa misma entrevista añadió: “Lo que estamos haciendo hoy con el ambiente
repercutirá mañana en las generaciones futuras. Si somos creyentes en lo que hacía, por
ejemplo, un ambientalista como San Francisco de Asís, que no era otra cosa que
promover valores de respeto hacia el prójimo, no nos queda otra alternativa. Hay que llevar esa praxis del amor hasta las
últimas consecuencias. El planeta no
aguanta que lo sigamos explotando por codicia. O somos mejores seres humanos o morimos”.
Más
adelante, en noviembre de 2014, expresaba: “Aparte de esa sobrevivencia física
estamos hablando de la sobrevivencia del alma, de lo humano, del
humanismo. Rodolfo Llinás, el famoso neurólogo colombiano, está diciendo
que vivir desde la virtualidad atrofia el cerebro. Pilotear un avión desde una computadora, hacer
el amor desde un teléfono inteligente como ya se está haciendo, atrofia el
cerebro en dos aspectos. El primero,
elimina el instinto de supervivencia porque todo te es dado y ese instinto es
el móvil de la evolución humana. Y peor aún, atrofia la capacidad de sentir: tú
te desconectas de la vida, de la empatía, del altruismo, porque si tú te quedas
de 12 a 15 horas en un mundo virtual fijo, oye, dejas de sentir”.

Y en este punto, estimado lector, quiero culminar esta edición de “En las letras, desde Puerto Rico” en el blog de Caronte Campos Eliseos, incluyendo como colofón el enlace a un reportaje que realicé sobre el Poeta de la bondad para Hoy en las Noticias de Radio Universidad de Puerto Rico. En el mismo escucharán a Eric Landrón declamar una poesía suya en un evento de Amnistía Internacional en contra de la pena de muerte. Le acompaña en la guitarra, Tito Auger, cantando Solo le pido a Dios, himno global y latinoamericano que compuso el argentino León Gieco en 1978. Que lo disfruten.
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Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano. Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos). Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural. Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.