martes, 13 de enero de 2015

Aquí, allá y en todas partes: Necesitamos la Palabra para abrazar la Vida (Conversación con Dalia Stella González, Primera parte)

por Carlos Esteban Cana

Ella es una de las voces más genuinas de la nueva promoción de escritores que hacen surco propio en este momento. Su novela En el umbral de tu voz, publicada en el 2013 por Terranova Editores le ha merecido reconocimiento en el panorama de las letras boricuas. En la misma nos encontramos en la ciudad de Lear con Lara, Isaí y Sergio, quienes experimentan desde el entorno familiar las sombras y luces que puede provocar el autismo, dinámica que también espejea el ambiente que permea en la propia ciudad. Tal encrucijada trae a la memoria de este lector al Víctor Hugo Rodríguez de Cauce sin río o al inolvidable Teófilo Sampedro de El 30 de febrero, esas das novelas urbanas que Enrique Laguerre publicó a mediados del siglo pasado.

Por lo anterior quiero dedicar esta nueva entrega de mi columna Aquí, allá y en todas partes, publicada de manera consecuente en la bitácora Buscandoluz al final del túnel del editor Caronte Campos Eliseos, a la escritora de En el umbral de tu voz. ¿Su nombre? Dalia Stella González.

En esta primera parte, conversamos acerca de su particular tránsito en los linderos de la creación literaria.

Carlos Esteban Cana: Dalia, Hablemos acerca del mundo de la creación… ¿Por qué crees que tu vida ha sido marcada por el signo artístico…

Dalia Stella González: A los tres años de edad me empeñé en que mi abuela, maestra de primer grado, me enseñara a leer y a escribir; a los cuatro tuve mi primera guitarra –era eléctrica que todavía la conservo y funciona –y me sentía completa. El lenguaje de la palabra y la música constituye un elemento orgánico en mí, tan esencial como respirar. Mi diversión mayor era escuchar a mi nana contarme historias que inventaba de los magazines. Cuando me convertí en abogada, pienso que mi fascinación era contar historias verosímiles para persuadir a mi audiencia. Creo que es un don, yo no lo construí, él me tomó a mí.

CEC: En cuál género literario sientes que fluyes más como creadora, al menos en este momento…

DSG: En la novela, por la capacidad que me permite para crear o expandir espacios alternos y mayor concurrencias disonantes o armónicas de voces. Del cuento lo que me cautiva es el reto de la exactitud que me obsesiona con ese incidente único que me urge detenerme a contar. He descubierto que existen periodos en mi vida en los que necesito escribir cuentos como un modo de balancearme y pausar. La poesía… creo que atraviesa toda mi escritura, igual que la música.

CEC: Cómo contrastas esa experiencia que privilegias, en la novela, con la que recibes al explorar otros géneros u otras disciplinas artísticas…

DSG: Por bastantes años, mi expresión más fluida fue tocar mi guitarra y cantar. Mi escritura la conocían muy pocos, era intermitentemente pública. Cuando compongo una canción o escribo poesía es como hablar el lenguaje con el que nací. Una vez dije que la poesía es el lenguaje con el que nacemos y la prosa es el lenguaje que aprendemos. Respecto a otros géneros, el escribir ensayos me transporta a la sala de un tribunal en pleno juicio donde me exige evidenciar cada tesis o argumento. Y las veces que he incursionado en el cine (cortometrajes) ha sido una aventura de pura adrenalina mental y creativa.

CEC: ¿Necesitas distancia o soledad para realizar tu obra?

DSG: Sí, necesito soledad y silencio. Para escribir solo me acompaña una melodía (inventada o compuesta por alguien más) que será el hilo conductor para darle cohesión al texto, el ritmo, movimiento y tono a mi escritura.

CEC: Como creadora, con toda esa visión propia de tu época… ¿cómo observas lo que te precede en el arte?; ¿cuáles son, si alguna, esas voces creativas del pasado o de la actualidad que merecen tu atención?

DSG: Del pasado me hablan Borges, García Márquez, Tolstói, Cortázar. Me han hablado mucho las voces desde el teatro. Me fascinaba leer obras de teatro (La casa de Bernarda Alba, Un niño azul para esa sobra, La pasión según Antígona Pérez…) Quizá de ahí proviene la polifonía y cinematografía en mis textos. Entre los del presente figuran Paul Auster, Juan Gabriel Vásquez, Alessandro Baricco, Andrés Neuman, Eduardo Lalo, Rubem Fonseca, Santiago Gamboa y mis colegas de la Maestría de Creación Literaria que han publicado propuestas innovadoras y poderosas en la narrativa del cuento, novela y microficción.

CEC: Puedes describir tu poética, es decir, decir algo de la materia prima con la que haces tu obra…

DSG: La materia prima que está siempre presente en mi obra se compone de verdades universales como el amor, el sacrificio, el honor, la solidaridad, la compasión. Digamos que se trata del elemento humano. Otro material presente lo es también la miseria de del vacío, el amplio campo entre el silencio y la voz en el que deambulamos a diario sin sospecharlo, la fibra humana que se esconde detrás de la voz. Al final, es todo lo que cuenta. Pienso que la escritura que perdura es la que aligera el corazón humano, que le infunde el coraje, valor, esperanza, sacrificio y fortaleza para vencer. Lo que justifica mi agonía y sudor al escribir, es saber que al final, cuando suenen las trompetas, algo fue mejor en quien me leyó porque mi voz fue sostén o provocó una transformación.

CEC: ¿Tienes algún ritual a la hora de acercarte a la página en blanco? ¿Concibes la idea, el motivo, con anterioridad o te vas en un flujo de palabras hasta que encuentras el delta indicado?…

DSG: Al inicio soy muy caótica con mis anotaciones. Mi mente construye todo el tiempo. Luego paso a construir minuciosamente cada personaje. Es un proceso un tanto bipolar [Ríe].
Antes que armar la historia, concibo el tema o temas. Es una brújula que me acompañará a construir el armazón. A veces se altera un poco el proceso y llegan los personajes delineando los conflictos. Lo que es imprescindible es tener el tono antes de escribir la primera palabra. No puedo seguir un flujo de palabras. Las palabras necesitan una voz –aun la voz narrativa –para que cobren vida y valor. Más que rituales, tengo manías al momento de escribir.

CEC: En un mundo como el nuestro, y enmarcado en todo lo que quieras nombrar del mismo -en una dirección u otra-, ¿tiene lugar el arte, la palabra, la creación?…

DSG: Vivimos en ciudades difusas, en un mundo donde, aún con la tecnología e Internet, no parece estar conectado. La norma es la dispersión. Es lo que he llamado un autismo colectivo. Creo que el arte, la palabra enunciada (voz), la literatura y cualquier otra creación funciona como un neurotransmisor que nos conecta. Una frase de Andrés Tarkovsky dice que “la gente hace arte porque la vida no es perfecta”. No todo lo que contemplamos es bello. He ahí que necesitamos el arte para comprender la vida, necesitamos la Palabra para abrazar la Vida.


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(La segunda parte de esta entrevista a Dalia Stella González está disponible en la bitácora Confesiones del narrador AngeloNegrón)
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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

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