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martes, 30 de junio de 2020

Breves en la cartografía cultural: Rigoberta Menchú Tum y Puerto Rico

por Carlos Esteban Cana

La noticia más reciente que vincula a la activista y defensora de los derechos humanos Rigoberta Menchú Tum con nuestro Archipiélago Boricua y Caribeño fue el pasado 21 de septiembre de 2019. Ese día Menchú le entregaba el “Peace Summit Award” al cantante boricua Ricky Martin durante la 17ma edición de la Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz en Mérida, Yucatán. En el 2011 Rigoberta Menchú Tum une su voz a personalidades mundiales y a otros premios nobel de la paz (entre ellos Adolfo Pérez Esquivel, Desmond Tuti y Coretta Scott King, viuda de Martín Luther King) por la causa de la liberación del boricua Oscar López Rivera. En el 2008 medios del País reseñaban que la destacada líder guatemalteca participaría del 10mo Encuentro Indígena de Las Américas, evento celebrado en esa ocasión en el Municipio de Caguas. Pero fue seis años antes de ese encuentro, en el 2002, cuando este servidor pudo entrevistarle y conversar con Menchú Tum durante su primera visita a Puerto Rico. A continuación quiero compartir con los lectores de Solo Disparates una crónica de ese acontecimiento que hasta el día de hoy ha permanecido inédita.

Pequeña crónica de una visita: Rigoberta Menchú Tum, premio nobel de la paz, entre nosotros

Esto sucedió un jueves. Era el 10 de abril de 2002 y en el Centro Cultural Ramón Aboy en Miramar, Rigoberta Menchú, premio nobel de la paz 1992, recibía regalos. Había sacado de su apretada agenda para compartir con la ciudadanía y la matrícula del Colegio de Abogados. El evento había sido convocado por la Comisión de Ciudadanos en Contra de la Pena de Muerte. Y el pueblo puertorriqueño se había volcado hasta el Centro Cultural para rendirle homenaje a una mujer singular. Rigoberta Menchú Tum representa para el mundo, para América Latina y Guatemala la reivindicación de los derechos humanos. Luchadora tenaz contra los delitos que ofenden la conciencia humana, Menchú estaba en Puerto Rico como invitada especial del Primer encuentro de la Sociedad Civil para el Desarrollo de una Cultura de Paz, simposio organizado por la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina. Por eso el rostro de Rigoberta mostraba algo de cansancio. Porque aún dentro del poco tiempo que permanecería en el País, accedió a interactuar con aquellos que la solicitaran; su itinerario incluía además una visita a Vieques, con propósito de respaldar a la isla municipio en su gesta por la paz. Y ya era las 8:30 de la noche de un ajetreado día cuando recibió un regalo gestado en su tierra natal. Una Guía para la deliberación ciudadana sobre la violencia institucional, realizada por estudiantes puertorriqueños y de la Universidad de San Carlos de Guatemala, le fue entregada a Menchú. Escuchar del escritor Amílcar Cintrón Aguilú cómo aquellos jóvenes alumnos se involucraron en el proyecto, le hizo sonreír. Y es que todo lo que tiene que ver con jóvenes y niños es fuerza, es espíritu de acción para la fundación que ella preside. Y para ser sincero, no me pareció extraña su reacción. La noche anterior Rigoberta Menchú había estado compartiendo en la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Allí fue recibida por personal de la agencia. Como era de esperarse, muchos periodistas cubrían el evento, pero también había niños. Niños de escuelas de Barrio Obrero y Trujillo Alto. Niños pertenecientes a comunidades de escasos recursos. Y fue precisamente para ellos, para los niños, que Rigoberta Menchú Tum habló:

Cuando yo era niña, me gustaba agarrar culebras. Mi tierra es una hermosa, donde llueve mucho y crecen los ríos, pero también llega el mediodía y a veces calienta el sol y salen las culebritas a calentarse. Entonces, cuando llegaba el mediodía, me gustaba ir a los ríos y vigilar; yo me sentaba y esperaba a que saliera una y la agarraba. Algo muy grande que yo aprendí también desde chiquita era conocer la oscuridad. Cuando uno está en el campo no hay luz. En esa oscuridad inmensa; desde las cinco de la tarde comenzaba a oscurecerse y amanecía probablemente a las ocho o siete de la mañana. Entonces había una parte de nuestras vidas que hacíamos en la oscuridad, por ejemplo, llegar a la casa a las siete de la noche. Entonces esa vida de la oscuridad, a mí me impactaba mucho. Hablo de cuando los seres de la oscuridad empezaban a salir. Me impactaba el silencio, los pajaritos, el calor que se sentía al dormir. Y entonces se formaba ese concierto de la naturaleza tan inmenso que cuando uno es niño es niño pues lo recuerda mucho; tal vez magnificado dentro de su imaginación. Bueno, pero lo más importante para mí era el tener siempre un lugar para participar. Me decía: “Yo tengo que hacer esto”. Me ofrecía de voluntaria para todo. Decía: “Yo voy allá”; “Yo también estoy aquí”. Y créanme que esa capacidad de participación que tenemos de niño la perdemos de adulto. Por eso es importante que nunca pierdan su pequeño niño, aunque seamos grandes políticos, grandes artistas, grandes empresarios o premios nobel de la paz. Y, de veras, se puede recibir muchos premios nobel de la paz, pero para lograrlo hay que trabajar mucho, pero mucho por los demás. Entonces lo que yo quiero comunicar a los niños de Puerto Rico es que no pierdan la identidad. Traten de ser alguien que haga recordar que la historia tiene memoria y que nuestra memoria es parte de la cultura. Sean realmente alguien. Lo que estoy diciendo es que cuando el destino te da una misión hay que hacerla con ganas, con fuerza, con alegría, porque esa felicidad es lo que no debemos perder en ningún tiempo de nuestra vida. Por eso yo estoy aquí, disfrutando estos pocos días, estos pocos minutos. Me acordaré de los rostros de ustedes por mucho tiempo y, seguramente, si hay alguna fotografía de los queridos periodistas, pues será más fácil cuando yo los vea un día de visita en casa.

También quiero decirles a los niños que no pierdan la capacidad de narrar, que cuenten, que narren sus historias. Los mayas y los pueblos indígenas le dan a la tradición oral un gran papel en su educación. Entonces es muy importante que nuestros niños participen. ¿Y saben por qué? Porque después de grandes no creemos que nuestro niño interior es parte de nosotros. Y nos da vergüenza demostrar ese niño interior que aún conservamos por el miedo a que nos vayan a decir: “Tú eres un inmaduro”; “Tú no sabes nada, eres un ingenuo”. Y para no aparentar ser ingenuo, entonces renegamos de nuestra niñez. Pero no. Hay que hacer un esfuerzo por sentirse niño, por no perder ese niño. Así que yo hablo con ustedes como me gustaría a mí contar los cuentos allá en la orilla de un fuego, en la noche, donde la leña está ardiendo y los abuelos están alrededor. Por eso quiero decirles a los niños que participen en rescatar la tradición oral que se ha perdido. Así que cuenten muchos cuentos.

Yo creo que la cultura no es solamente un acto folklórico; siempre digo que la cultura es más profunda. Para mí es un conjunto de valores y es lo que queremos para nuestros niños. Yo tuve dos hijos, uno se llamó Tz’unum que quiere decir colibrí, y en realidad Tz’unum era un pequeño colibrí. Estuve seis meses en cama durante el embarazo y después Tz’unum nació prematuro y ese hijo mío murió; yo digo que voló. Y cuando pienso en él también pienso en tantos niños en el mundo que los padres no los quieren, que son maltratados.  Y por eso estoy aquí también, a favor de los niños que luchan para que no los traten mal. Ojalá que nuestros niños no sean víctimas del maltrato en la casa, en la sociedad, sino que reciban el respeto y amor que merecen en esa convivencia desde pequeños.

Yo tengo otro hijo que se llama Mash Nahual J’a, “Mash” en memoria de Mashmon que quiere decir abuelo atado, ese abuelo atado es un vicioso porque está acostumbrado a que le rindan homenaje. Pero también ese abuelo atado es una memoria a la libertad mundial. Nuestros abuelos viajan libremente por la historia mundial y la de nuestros pueblos. Y el “Nahual J’a” quiere decir agua. Es por eso que cuando miro estas aguas tan grandes pienso que hay algo profundo que todavía el ser humano no debe explotar y no debe seguir buscando, si quiere lograr la plenitud de la vida. Así que mi hijo se llama Mash Nahual J’a, pero yo también tengo muchos otros niños. Por ejemplo, estoy vinculada a la Asociación de Niños Discapacitados, y cuando hablo de discapacitados me refiero también a los niños que tienen Síndrome de Down o tienen alguna limitación física, pero sepan que esas personas tienen muchísimas otras cualidades y capacidades. Aunque también esos niños sufren discrimen, no sólo por el color de la piel. Ustedes niños, por favor, no rechacen a nadie, porque ninguno sabe si algún día, por un accidente, se convierta en discapacitado y comience a pertenecer a ese grupo de personas. Por eso creo que la solidaridad humana hay que tenerla a todos los niveles. No hay que esperar a una lección de vida para hacer algo por los demás.

Niños, saquen la fuerza que tienen, utilicen la imaginación de la vida. Si alguno les dice que la violencia es viable para defender el honor de un hombre o de una mujer, no hagan caso. No. La violencia es de los cobardes; es de los que no tienen honor. En cambio, defender el honor de la vida es privilegiar eso que nos hace humanos, esa humanidad. Ya Martin Luther King nos dejó un camino abierto. Dalai Lama lo está haciendo y Mandela también. Podríamos mencionar a grandes héroes como a Gandhi. Y también los que están con nosotros son grandes porque grande no es solo aquel que sale en televisión. Estoy muy contenta de que la prensa televisiva este aquí pero no hay que salir en la tele para ser importante. La grandeza de los seres humanos está en lo que son capaces de hacer todos los días. Por eso, niños puertorriqueños, sigan adelante. Me gustaría que un día nuestros niños mayas les enseñen lo que saben hacer. En Guatemala somos un país de tejedores. Y una niñita como ustedes, así pequeñita ya sabe tejer, ya sabe cruzar un hilo con el otro y qué colores usar; ya tiene la paciencia para tejer. Entonces, si ustedes pueden ser tejedores o pintores, pues pinten siempre con esa gran visión de que todos los humanos somos de distintos colores. Como decía mi abuelo: “Todos somos hijos del maíz”.

Contaba el abuelo que algunos animales codiciosos habían escondido el maíz en la tierra. Y entonces cuando vino aquello que es el trueno, el trueno que anuncia la lluvia, cayó sobre la tierra y la reventó. Sucedió entonces que un grano se puso más o menos amarillo y el otro más o menos negrito y el otro más negro todavía; y otro se quedó blanco porque no se quemó. Entonces los abuelos volvieron a la tierra y sembraron semillas de cada uno de ellos. Y en definitiva, somos hijos de una misma tierra, solamente que cada quien trajo consigo mismo el color que lo engendró. Si nosotros dijéramos eso a nuestros hijos no tendrían los complejos que unos tienen de cambiar la piel porque no quieren ser hijos del maíz blanco o de otros que no quieren ser hijos del maíz negro. Entonces yo creo que hay que regresar a nuestros niños a los orígenes, a esos valores que nos hacen hijos de una misma tierra.

Bueno, pues para finalizar yo quiero desearles mucho éxito, así que felicidades. Y ahora vamos a jugar, vamos a bailar. Podemos cantar; yo no canto pero podemos pedir a otros que canten por mí. Gracias.

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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

miércoles, 17 de junio de 2020

Apertura total

por  Caronte Campos Elíseos



Comenzamos la tercera fase de la apertura y flexibilización del confinamiento, entrando en la temporada de huracanes.  Para efectos prácticos podríamos decir que estamos en apertura total (aunque yo piense quedarme en el auto exilio).  Después de noventa días aislados en el ostracismo casero, por fin nos abrieron las compuertas para salir en carrera.  En tiempo record tenemos playas contaminadas, muertes en ascenso en accidentes de tránsito y tiroteos; robos, escalamientos, desaparecidos en corrientes de ríos, calles con embotellamiento, etc.  Amén de la locura individual y el permanecer engolfados en los problemas personales (al menos en mi caso particular).  Así que puedo decir sin que me quede nada por dentro: “el pueblo está en la calle con todo su esplendor”.  Es admirable como un país entero tiene la valentía de confiar en su gobierno, aun cuando este demuestra incapacidad, negligencia y apatía por su salud y seguridad.  Al menos podemos asegurar que los políticos no solo tienen capacidad para desaparecer las riquezas nacionales, sino que también pueden, como por arte de magia, desaparecer los casos positivos a COVID, en millares.  Cual acto circense, nos asombramos y aplaudimos el espectáculo.  Acto seguido, salimos a la calle sin certeza sobre a cuál de los listados nos van a inscribir con los resultados de las pruebas; a los positivos, a la de los positivos probables o los falsos negativos.

Pero esta apertura total no solamente ha liberado al pueblo desenfrenado y a un gobierno hambriento de medro público; también ha puesto de manifiesto los síntomas de un virus centenario y que nunca ha recibido tratamiento.  En lo que va de semana, hemos presenciado el resurgimiento de un mal social solapado por el “establishment”.  Los ataques racistas contra vecinos del barrio, la burla racista en medios de comunicación contra una mujer negra y el nombramiento de un funcionario público acusado de insensibilidad hacia los menores y de racista; evidencian lo retrogrado y la hipocresía de la sociedad puertorriqueña.  Abiertamente consentimos estos comportamientos.  Algunos los toman como bromas inocentes, otros como exageraciones o malas interpretaciones; muchos dicen que son majaderías de los negros; y los demás, simple y llanamente se muestran indiferentes a la realidad. 

@frankippolito
Pero evidentemente, lo que se percibe cada vez más abierto, es la brecha profunda entre la utopía de un país socialmente estable, organizado y civilizado; y la cruel y cruda realidad de un pueblo históricamente manchado por los prejuicios, la negación de su origen racial y la pobre autoestima nacional.    Vivimos un espejismo de normalidad que nos entretiene y nos polariza en nimiedades, mientras se perpetúa el Status Quo.  Ese que nos divide en función de razas, colores, géneros, poder adquisitivo, preferencias sexuales, entre otras formas de segregación.  Lo peor de todo es que las instituciones gubernamentales discriminan impunemente a base de estos criterios contra sus propios constituyentes.  Los zafacones azules pintados con mensajes ofensivos, las muñecas chismosas en televisión con ataques despectivos, y los funcionarios “chatiando” sobre las vicisitudes de una menor de 11 años; solo son el reflejo de un sistema infectado por la corrupción y la ausencia de ética y moral.  La falta de valores cae como cascadas ensangrentadas hasta correr por nuestras mestizas venas como pulso que golpea, arrastra y ahoga la inteligencia.  Demás está decir que somos reflejo de la metrópoli.  Mimetizamos, cual ancestral colonia, todos los comportamientos del imperio.  Los mismos que manifiestan en producciones cinematográficas donde purgan la sociedad depurándola de todos los rasgos estigmatizados como despreciables.  Un primer mundo que demoniza las diferencias.

Hasta que no haya una apertura a la verdad; apertura a la historia de nuestro origen y procedencia; una apertura genuina de aceptación de nuestra realidad, no tendremos el coraje de asumir posturas contra esos prejuicios que ofuscan el buen sentido e inducen al pensamiento común y mediocre.  Mientras no llegue el momento en que tengamos una apertura total a nuestra conciencia colectiva, seguiremos actuando como “buenos” hermanos del génesis cristiano.

¡Levántate y anda! 

domingo, 24 de mayo de 2020

La reapertura

por  Caronte Campos Elíseos


Nota Aclaratoria: Algunos lectores imaginarios me han escrito preguntando las razones para no mencionar los niños hasta mi escrito anterior.  
La explicación es simple... Efecto Mandela.


Por otro lado, está la reapertura parcial de la actividad económica.  Dejando a un lado mi hábito de hacerme acompañar solo de espíritus y fantasmas, trataré de ser lo más objetivo posible.  Si bien es cierto que el país necesita reactivar algunos sectores económicos y mantener accesibles los que ofrecen servicios y productos de primera necesidad, también es cierto que no puede ser en detrimento de la salud pública.  Ciertamente, hay miles que necesitan retornar a sus empleos y devengar un salario (aunque la ley laboral solo provea para un salario de hambre); otros miles han perdido el trabajo con el que se ganaban el pan para algunos días (aunque fuera solo pan y agua); y los que dependen del gobierno para recibir alguna asistencia económica, han sido abandonados a su suerte después del colapso de las instituciones públicas.  Sumado esto a los que se emplean por cuenta propia, que no han podido salir a sus labores y muchos no han logrado acceder a las migajas que les arrojan desde La Fortaleza; ni hablar de los pequeños y medianos comerciantes que se han visto obligados a desangrar sus cuentas personales.  Amén de los cientos de miles de feligreses que no han podido acudir a rezar al dios de su predilección, y así cumplir con la promesa del diezmo (suponiendo que no lo hayan presentado por ATH móvil).  Ni hablar de los que, luego de 60 días encerrados, darían la vida (incluso al COVID) por ir a la playa y de chinchorreo; a cementerios, a los moteles, cine, barras, centros comerciales, y otras actividades pseudo culturales.      

Con ese escenario, es justo y necesario la pronta recuperación y reactivación de la actividad económica.  Lo que complica y crea suspicacia (como habrán notado, a mi todo me crea suspicacia) es la reapertura a ciegas.  En momentos en que hasta los funcionarios gubernamentales, incluido el Secretario de Salud, han salido corriendo como gallinas sin cabezas a someterse a las pruebas (las mismas que se niegan a realizar al resto de la gente), se insiste en dicha reapertura.  Esto, sin poder garantizar al menos, que las estadísticas que ofrecen diariamente tienen un mínimo o ningún margen de error.  Pero es todo lo contrario.  Han aceptado burdamente, que sus propios números no son de fiar y que pueden ser hasta cierto punto, falsos.  Era de esperarse. Más cuando ninguno de los miembros de la fuerza médica convocada para atender la pandemia, atiende pacientes con la enfermedad que se pretende controlar; y sin temor a equivocarme, ninguno de ellos es epidemiólogo.  Más aun, todavía no cuentan, después de casi tres meses de arduo trabajo (Onomatopeya de la risa), con un rastreo de contactos para los casos positivos y poder así detectar posibles contagios; los que al final del día, andan por la libre comunidad como bombas de tiempo activadas.    

Por el otro lado, la reapertura la apresuran los de la fuerza económica convocada para, entre otras cosas, desarrollar un plan para minimizar el impacto del virus en la ya maltrecha economía nacional; junto a su batallón de cabilderos y oportunistas que medran siempre de las desgracias de los pobres constituyentes.  Entre los cuales podrían sumarse los que, con bizcocho y todo, celebraron la llegada del virus y sus efectos en sus millonarias cuentas de bancos.  De algo estoy casi seguro (nunca estoy seguro de nada), cuando comencemos a entrar a los centros comerciales y mega tiendas, no veremos allí sus dueños ni presidentes exponiendo sus familias en el recibimiento de los posibles contagiados.  Ese trabajo de alto riesgo es para los de a $7.25 p/h.  Esta película dramática nos deja a merced de las dos fuerzas convocadas trabajando para el lado oscuro.


Pero todo esto mi estimado lector, no debe extrañarle.  Con el gobierno desembolsando fondos a “tutiplain”, era lógico que los buitres y los tiburones se arrimaran para morder la mayor parte y quitarle lo poco que usted tiene en su bolsillo.  Figúrese usted, después de pasar más tiempo encerrados en sus casas que el que Jesucristo pasó en el desierto ayunando, los parroquianos están desesperado por salir y poder vender, si se requiere, sus almas al mismísimo diablo.  Estas semanas serán de gran importancia para los que desean y piensan salir a gastar lo que recibieron, bien sean los fondos de Trump, los del Departamento del Trabajo o los de Hacienda.  Cuando regresen a sus casas luego de los pasadías, a sobrevivir el resto del confinamiento, no les va a quedar ni para las necesidades más básicas.  Tétrico panorama si se considera que está muy lejos la posibilidad de que Casa Blanca envíe otro cheque.

Así las cosas, los moralmente flexibles legisladores, pasan un decreto para llevar a votación por enésima vez el estatus.  Esta vez toca el turno a decidir en Plebiscito, Estadidad sí o no (para lo cual, al igual que para la transacción de las pruebas fraudulentas, sí hay capital con la anuencia de la JCF).  El estatus colonial y el puto estado de derecho son tan sencillos (por no decir inservibles e ineficaces), que solo los políticos se confunden.  Los Estados Unidos de Norte América han reiterado en múltiples ocasiones, que no tienen intenciones de anexar a Puerto Rico aunque el voto provenga de las huestes de ángeles celestiales.  Pero el momento es propicio, porque el voto ya fue pagado por adelantado.  La inmensa mayoría de los puertorriqueños asocian la estadidad con recibir dinero.  A tales efectos, los depósitos de estas últimas semanas caen como anillo al dedo.  Aunque no sabemos ni entendemos de donde salen los chavos depositados, creemos por fe divina que son dadivas de los que ya una vez nos curaron de los piojos y los parásitos. 

Espero de buena fe (esto es un cliché para no ser anticlimático), que las migajas recibidas no sirvan para borrar la memoria corta de este pueblo.  Todavía tenemos en las costillas los estragos de las últimas tres tragedias nacionales.  Ninguna de ellas ha sanado del todo y el gobierno actúa como si nunca hubieran ocurrido.  Para lo único que han sido agiles y eficientes, ha sido para declarar zonas de desastres que liberan fondos que desvían con mucha maña y velocidad hacia sus propias cuentas y las de sus allegados.  No existe fortuna que pague las vidas perdidas por la ineptitud e incapacidad de las autoridades luego de los huracanes; tampoco las vidas y propiedades afectadas por los terremotos, que todavía viven la pesadilla diaria sin respuesta oficial.  Y por si fuera poco, todavía estamos esperando el desenlace de esta última tragicomedia del coronavirus, que ya ha cobrado decenas de vidas.  También nos ha costado muchos sacrificios mantener el llamado distanciamiento social (esta última parte para mí ha sido un verdadero placer)

No se olvide cuando por fin pueda salir libremente a votar estas próximas elecciones, que los $1,200 de Trump los gastó en una semana; mientras que lleva viviendo en la miseria del desgobierno, por más de 68 años. 

¡Levántate y anda!


lunes, 11 de mayo de 2020

Corona-reflexiones

por  Caronte Campos Elíseos


Durante este tiempo de cuarentena, que ya entró en su segundo ciclo, he podido tomar espacios para reflexionar.  Entre las necedades que han pasado por mi mente en esos minutos menos lucidos, aparecen pasatiempos que he postergado.  Asignaturas pendientes que siempre he deseado realizar, pero que por alguna razón quedan sobre el tintero.  Razones de peso, como la falta de tiempo, el exceso de trabajo; el poco interés, la desidia y la pereza, son algunos de los obstáculos que evitan que las realice.  Y aunque debo confesar que, a más de cincuenta días en confinamiento, no he comenzado ninguna de ellas, espero algún día retomarlas.  La pregunta obligada que me haría cualquier persona sensata sería, ¿Por qué no las he realizado en todo este tiempo de distanciamiento social?  La respuesta es muy sencilla y multifactorial.  En primer lugar, yo he vivido siempre en aislamiento y en segregación social, lo que por eliminación descarta ese planteamiento; segundo, la expansión intelectual no me alcanza para tanto; tercero, el encierro que antes era voluntario, pero se hizo obligatorio por orden ejecutiva, ha traído a mi escenario las causas perfectas para aislarme, la depresión y los desórdenes mentales y emocionales.  


Cabe señalar que no todos concebimos el tiempo con el mismo concepto.  Estarán los que continúan sumergidos en sus rutinas diarias, trasladadas desde oficinas hasta sus hogares; estarán los que han visto su jornada duplicada o triplicada por la práctica de roles simultáneos, haciendo las veces de trabajadores desde casa, padres, madres, maestros y maestras de sus demandantes hijos (lo que no necesariamente implica educación).  También estarán los que, confrontando problemas de adaptación a estas nuevas formas de vida, habrán experimentado síntomas psicológicamente diagnosticables.  Yo, por mi parte, solo he sido víctima de mis propios fantasmas; incapacidades mentales y mis ya hartos conocidos, malos hábitos y pobres costumbres.  Pienso que algún asiduo lector podrá identificarse conmigo, por lo que comparto aquí algunas de esas actividades que, hasta el sol de hoy, no he concretado pero que no pierdo la fe (tiene mi permiso para insertar aquí la onomatopeya de la risa) de algún día verlas consumadas.  ¡Que las disfruten!

20 Actividades postergadas por falta de tiempo:         

1.     Completar un rompecabezas
2.     Aprender a bailar
3.     Escribir un cuento
4.     Tomar cursos por internet
5.     Ejercitarme
6.     Dejar los vicios de alcohol y medicamentos expirados
7.     Desarrollar un poema
8.     Meditar
9.     Escuchar buena música
10. Visitar a mi madre
11.   Practicar otro idioma
12.   Cocinar o aprender a usar el microondas
13.   Relaciones amorosas de encuentros cercanos
14.   Bajar de peso (a uno medicamente saludable)
15.   Ver algún documental
16.    Realizar un dibujo (quizás tomar clases primero)
17.    Componer una canción
18.    Leer un libro
19.    Compartir más con los niños
20.    Re-descubrir mi yo interior (el primero que descubrí no me agradó)

Son tantas cosas sin realizar, que el tiempo no me alcanza para escribirlas todas.  Pero he dejado las dos más trascendentales y prioritarias para la ñapa.  Quizás en otra entrega pueda continuar enumerando mi agenda inconclusa.

21.  Mejorar la higiene personal
22. Limpiar mi casa (al menos descartar los viejos periódicos y las botellas con aroma a ron añejo)

¡Levántate y anda!


sábado, 2 de mayo de 2020

Patrañas de la cuarentena

por  Caronte Campos Elíseos

No sé a cuantos de ustedes les pase lo mismo, pero para mí son sensaciones noveles.  Me refiero a la desesperación de salir corriendo de estas cuatro paredes.  Tantos y tantos años padeciendo esta agorafobia, que temo ahora, a causa de esta cuarentena, haber rebasado el punto de no retorno: la locura perpetua.  Digo que esta sensación es nueva para mí porque, de ordinario, estaba seguro de estar sumergido ya, en ese abismo. 


El síntoma más notable de esta enajenación, es el deseo incontrolable de escapar para hacer las cosas que antes podía hacer y no hacía.  Hablo de las rutinas de cualquier persona común.  Ir al supermercado a comprar toda clase de productos dañinos, tanto para mí como para el medio ambiente; hacer una fila kilométrica solo para hablar bazofia con algún extraño que poco le importan mis problemas personales y a mí los suyos; ir a una oficina de gobierno a recibir algún servicio mediocre, aun cuando voy a pagar los servicios esenciales; entrar a un centro comercial a comprar productos genéricos que no necesito, pero que son para lo único que alcanza el salario infrahumano que devengo.  ¿Cuantos estarán en situación similar a la mía?  Extrañando las horas muertas en tapones, la contaminación del aire con sus efectos en los ojos, boca y nariz; escuchar las palabras poderosas de algún pastor o pastora recomendando realizar cosas que a todas luces ellos mismos no viven, pero aun así inducen a dejarles el diez por ciento de la pobreza que cargo en mi bolsillo.


El segundo síntoma es el más leve de todos, pero el más frecuente.  Es el impulso de salir a hacer cosas que nunca he podido hacer, pero ahora daría cualquiera de mis múltiples vidas por experimentarlas.  Cenar en restaurantes finos y caros algunas comidas exóticas; viajar en yates y aviones, vacacionando y experimentando el mundo; paseos en helicópteros brindando con botellas de vinos de más de mil dólares; estadías en hoteles cinco estrellas con todo incluido; en fin, un estilo de vida normal y típico de un Carrión Tercero.  Lo que trae a la memoria un fragmento de algún poema… "El Gobierno y El Banco Popular son un de un buitre las dos alas".                        


El tercer síntoma es el peor de todos.  Es algo más que un impulso, es un arraigado reflejo, una idea sembrada en la mente; un condicionamiento o adoctrinamiento que parece tener el mismo efecto de la flauta.  No parece ser de temporada, más bien heredado de generaciones pasadas.  Incita a realizar las mismas nimiedades de siempre una vez devueltos los derechos a la libertad y al libre movimiento.  Volver a la mediocre vida de antes sin consideraciones ni contemplaciones.  Salir a la calle con las mismas actitudes, costumbres y comportamientos que nos llevaron a padecer esta pandemia sin previo aviso.  No sé si es un pensamiento intelectualmente valido, pero anhelo engolfarme en la enajenación de lo evidente, ignorar la burda realidad y dejarme consumir por la desidia y el desapego.


¿Por qué ha de importarme ahora lo que nunca me ha importado?  ¿Por qué ha de afectarme la desvergüenza de los políticos y el desgobierno históricamente instaurado? ¿Por qué ha de sorprenderme la apatía y la inconcusa indiferencia de nuestros gobernantes?  En momentos donde las circunstancias parecen exigir el resurgir de un liderazgo, valentía y dirección de primer orden, los políticos locales se sumergen en la fatuidad de su perenne comportamiento.  Moralmente desvalidos, les validamos sus expresiones abellacadas en televisión nacional.  Así las cosas, toleramos todos los síntomas y desarrollamos anticuerpos para sobrellevar el verdadero síndrome de inmunodeficiencia moral: la corrupción gubernamental.  Ya estamos tan acostumbrados que no sufrimos ninguno de sus efectos en la sociedad.  Vagamos asintomáticos hasta que tales injusticias tocan la puerta de nuestro espacio personal. 


Mientras tanto, y luego de las fatídicas 4,645 muertes por el abandono tras los huracanes, la tierra continúa temblando dejando a cada vez más puertorriqueños sin hogar ni techo seguro.  La pandemia nos arropa sigilosamente sin que podamos confiar en los datos estadísticos, mucho menos en la respuesta del actual gobierno; las ayudas económicas no llegan a los verdaderos necesitados, ni las federales y mucho menos las locales; las instituciones gubernamentales colapsaron ante el expolio de los mediocres dirigentes; el hambre se extiende como tsunami ante la negativa de la gobernadora de llevar alimentos a los niños y familias sin recursos, abandonándolos a su suerte. Según mi diagnóstico, todo lo anterior es un cuadro clínico de desahucio.  Nos han confinado en nuestras propias casas a morir a causa de esta eutanasia pseudodemocrática.                     


Nos han vacunado para no sentir las afrentas de los testaferros de los grandes intereses.  El descaro es tal, que la Secretaria que se gana 100 mil dólares americanos al año, pide paciencia durante la emergencia a los desempleados sin ingresos; se auto infringen fraudes cibernéticos al gobierno con tal de medrar a costa de nuestros ya escasos recursos; el nepotismo es demasiado evidente como para que la prensa y sus periodistas pierdan tiempo investigando; se pierde en la burocracia la intentona de robarse el dinero de las pruebas.  La junta de control ficticia (JCF) protesta los salarios de la plebe y las pensiones de los ancianos, pero no habla ni dice nada sobre los sueldos pornográficos de los políticos, asesores, consultores, de los propios miembros del ente y de todos sus allegados e hijos talentosos; y nosotros… (al menos yo) víctima de la coma inducida cada cuatrienio.   


No se vislumbra cura alguna a corto plazo para tan tétrico cuadro.  Las probabilidades de vida digna son mínimas.  La recuperación moral está contraindicada, combatida por el fanatismo político.  Las piaras se reagrupan y no dan paso a la panacea colectiva.  Lo que sí se avecina con ritmo acelerado, es una cancelación de las próximas elecciones y una extensión unilateral del gobierno de turno; al estilo “republiqueta de tercer mundo”, como siempre estos personeros han llamado a los países hermanos.  Con la poca fe que me caracteriza… espero equivocarme.  Esperemos todos que la prescripción más efectiva llegue por fin este próximo noviembre; y como gotas de suero sanador, sirvan esas papeletas para liberarnos de esta muerte cerebral.  

¡Levántate y anda!

lunes, 13 de abril de 2020

Aquí, allá y en todas partes: Silvia Favaretto, poeta de nuestros tiempos

por Carlos Esteban Cana

Hace unos días el escritor Ángelo Negrón publicó desde su blog Confesiones una edición del boletín, En las letras, desde Puerto Rico, dedicado a la trayectoria de la poeta y narradora veneciana Silvia Favaretto.  Hoy, en la bitácora del amigo escritor Caronte Campos Elíseos, complementaremos ese reportaje bajo el prisma de la serie, Aquí, allá y en todas partes, que tiene como eje temático el proceso creativo sumando una muestra de la obra del escritor reseñado, muestra que puede llegar a usted en diferentes formatos: escrito, en video o audio.

Foto por: Ana Bussolotto
Con Silvia Favaretto hemos conversado en varias oportunidades, la más reciente para unos reportajes incluidos en Diálogo Digital de la Universidad de Puerto Rico.  En esa ocasión, cuando le preguntamos cómo se dio esa identificación inicial con la literatura, contestó: “En mi caso, aunque nadie en mi familia se dedicara a escribir o cualquier forma de arte, yo siempre percibí, desde muy pequeña, una propensión hacia todas las artes: me gustaba dibujar, recitar, cantar, bailar y sobre todo escuchar cuentos, los recuerdos del pasado que mis abuelas me contaban.  De ahí que me empezó a fascinar la palabra contada, la literatura, que más tarde vinculé a mis estudios universitarios, la docencia y mi propia creación poética”.

En un periodo de 17 años Favaretto ha publicado 11 libros, entre ellos, La carne del tiempo (Artificios, Colombia, 2002); Parole d’acqua – Palabras de agua (edición bilingüe, 2007); una antología personal titulada, Entre la carne y las palabras (Atemporia, México, 2008); y el libro digital Desde la mirilla del ombligo (Editorial El Humo, 2015). Silvia Favaretto, que nació en Venecia en 1977, también ha realizado discos compactos en los que declama su propia obra.  En esa dirección produjo la producción Mudo destino del poeta que funde su poesía con música alternativa, proyecto que grabó junto al grupo mexicano sicodélico 1973.

A continuación, presentamos una selección bilingüe de la poesía que Silvia Favaretto ha realizado en los últimos años.

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RIMESCOLO IL MARE DENTRO DI ME

Quando sarò angelo
vivrò nel faro...
Piangerò guardando le luci delle navi
allontanarsi nella notte...
sentirò nostalgia
di cose mai avute...
Griderò imprecazioni al vento
(perchè gli angeli non hanno genitori)
e strapperò una ad una
le piume delle mie ali,
disperata e sanguinaria
per la cattiva sorte
che mi ha dato
meravigliose ali leggere
e un corpo
troppo pesante per volare...

REVUELVO EL MAR ADENTRO MIO

Cuando sea ángel
viviré en el faro...
Lloraré mirando las luces de los barcos
alejarse en la noche...
sentiré nostalgia
de emociones nunca tenidas…
Gritaré imprecaciones al viento
(porqué los ángeles no tienen padres)
y arrancaré una a una
las plumas de mis alas,
desesperada y sanguinaria
por la mala suerte
que me ha dado
maravillosas alas ligeras
y un cuerpo
demasiado pesado para volar...

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PELLE

Se questa specie di pelle
Che mi divide dal mondo
Non fosse così sottile,
potrei anche sopportare
il peso della tua vicinanza,
il freddo dell’inverno e
il mio muto destino di poeta.

PIEL


Si esta especie de piel
Que me divide del mundo
No fuera tan sutil,
podría aun soportar
el peso de tu cercanía,
el frío del invierno y
mi mudo destino de poeta

*****

SERBARE (IN MEMORIAM)

Vivo la vita
ricordata dalla mia bisnonna.
Lei in me amò e deluse,
appese le viscere al vento,
spazzò il pavimento con i capelli.
I suoi piaceri tolsero la polvere dalla cassapanca,
si mise a letto con la mia stirpe.
Io, invece,
viaggerò con valige cariche dei suoi sogni,
sussurrerò all’orecchio
dei suoi amanti,
farò il bagno nell’acqua calda
che lei tanto desiderò,
mi laverò la sua faccia con mani
inschiumate di sapone prezioso,
mi metterò la crema sulle sue gambe
per idratarle dopo questi
cent’anni d’oltretomba,
mi dipingerò le sue unghie di
smalto scarlatto
e andrò a letto con i suoi progenitori.

Verrà il passato e
mi troverà morta
con i capelli sparsi nella polvere
e le dita dei piedi
smaltate di rosso.
E contenta, Dio mio,
contenta.

GUARDAR (IN MEMORIAM)

Vivo la vida
recordada por mi bisabuela.
Ella en mí quiso y defraudó,
sacó las entrañas a colgar al viento,
barrió el piso con su pelo.
Sus placeres quitaron el polvo de la cómoda,
ella se acostó con mi estirpe.
Yo, en cambio,
viajaré con la maleta cargada de sus sueños,
soplaré en el oído de
sus amantes,
me bañaré en el agua caliente
que tanto añoró,
me limpiaré su cara con manos
espumosas de jabón fino,
me pondré crema en sus piernas
para hidratarlas después de estos
cien años de ultratumba,
me pintaré sus uñas con
esmalte escarlata
y me encamaré con sus progenitores.

Vendrá el pasado y
me encontrará muerta
con el pelo enmarañado en el polvo
y los dedos de los pies
esmaltados de rojo.
Y contenta, por Dios,
contenta.

Silvia Favaretto - serbare (in memoriam) - Italia

*****

LA NOTTE DEI CORPI

Mi sono vista di cenere,
sbriciolata, impalpabile,
completamente secca e grigia.

Mi sono vista di cenere
gli occhi duri e vitrei
che diventavano polvere, fango secco.

Mi sono vista impastata in terra e pietra
scavare verso la luce fino a tornare in me
alzarmi da terra nella notte scura
sentire ancora una volta il freddo e il timore.

Mi sono vista fare qualche passo vacillante
recuperare poco a poco vigore e forza
camminare sullo sterrato
fino ad arrivare alla tua porta,
ed eccomi qui,
donna di carne e nervi,
per dirti
che non mi hai ucciso,
che nemmeno stavolta morirò,
che questo stillicidio dovrà durare
un altro bel po d’ore per lo meno.

LA NOCHE DE LOS CUERPOS

Yo me he visto de cenizas
desmigajada, impalpable
completamente seca y gris.

Yo me he visto de cenizas
los ojos duros y vidriosos
volviéndose polvo, barro seco.

Me he visto amasarme en tierra y piedra
excavar hacia la luz hasta incorporarme
levantarme del suelo en la noche oscura
sentir una vez más el frío y el pavor.

Me he visto echar pasos tambaleantes
recuperar de a poco vigor y fuerza
andar por el camino
hasta llegar a tu puerta,
y acá estoy,
mujer de carne y nervios,
para decirte
que no me mataste,
que esta vez tampoco me muero
que este goteo ha de tardar
unas cuantas horas más por lo menos.


*****

Il porto agognato

Il contatto tra l'immagine e il suo riflesso
tra l'umidità dei passi
e il cammino di pietra
verso il marmo tenue
della tua sepoltura.
Arriverai, non dubitarne.
Sii contento di camminare controvento.

Da cosa ti salva la poesia, se non riesci a
sopportare la vita?
Niente a questo mondo serve
fuorchè lo stridore dei passeri
e il tuo primo, sofferto, verso.

El puerto deseado

El contacto entre la imagen y su reflejo
entre la humedad de los pasos
y el camino de piedra
hacia el marfil tenue
de tu sepultura
Vas a llegar, no cabe duda.
Alégrate de caminar a contra viento.

¿De qué te salva la poesía, si no podés aguantar
la vida, hermano?
Nada en este mundo sirve
sino el chillido de los pájaros
y tu primer, dolido, verso.

*****

ASPETTATIVE

Non ho mai voluto diventare la sposa perfetta
taciturna e infallibile nelle pulizie
sempre a modo e rispettosa
la regina del focolare di cui far sfoggio alle cene...
e quando apparve la fata madrina
le ho detto che c’erano regali migliori
di un vestito da sera e quattro destrieri:
“Voglio un passaporto, un’amica vera e molto tempo libero”
e per essere più sicura, aggiunsi:
“Le scarpe di cristallo mi fanno venire le vesciche
e stanotte
voglio
ballare
scalza”.

EXPECTATIVAS

Nunca apunté a ser la esposa perfecta
calladita e infalible en la limpieza
siempre ubicada y respetuosa
la reina del hogar para lucir en las fiestas...
y cuando apareció el hada madrina
le dije que había mejores regalos
que un vestido de cóctel y cuatro potros:
“Quiero un pasaporte, una amiga de verdad y mucho tiempo libre”
y para estar más segura, añadí:
“Los zapatos de cristal me dan ampollas
y esta noche
quiero
bailar
descalza”.

Silvia Favaretto – Fuego nada más -Italia

Silvia Favaretto - Lobo -Italia

Silvia Favaretto - En esta hora inocente-Italia
https://youtu.be/S19Cm7LsNx8


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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.