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viernes, 15 de enero de 2021

Aquí, allá y en todas partes: Carlos Esteban Cana reflexiona sobre el proceso creativo, en conversación con Zenn Ramos

 por Carlos Esteban Cana

 

Entrevista que valoro de la periodista y editora Zenn Ramos a este servidor, para el semanario La Voz Hispana de NY, en la sección "Oteando sobre Arte, Cultura y Poesía". Publicada en la edición del 1 al 7 de enero de 2015.  En esta versión que comparto actualicé y simplifiqué algunas de mis respuestas por razones de espacio.

 

En medio del torbellino

un intento de vida

en el gesto paulatino

que mueve a recoger

los fragmentos...

 

-Carlos Esteban Cana

 

Zenn Ramos: La Poesía sigue siendo el resumen de todo el potencial creativo del hombre, después de Dios; por medio de ella se resuelven conflictos, desequilibrios y se crea un equilibrio mágico o tal vez un mayor balance.  El Poeta se yergue ante el Universo y lo desafía, y el Cosmos conspira.  Esta semana comparto con un escritor, comunicador y poeta puertorriqueño que posee alas en su voz y alcanza la vida en esencia, hasta ver el Universo de pie junto al legado cultural de su conquista social-cósmica: Carlos Esteban Cana.

 

Zenn Ramos: ¿Cómo se produjo en ti la relación del académico, el gestor y el poeta? ¿Pueden todos convivir sin afectarse?

 

Carlos Esteban Cana: Antes el aprendiz de poeta fue tomando su lugar, durante la adolescencia (aunque el poeta se desarrolló de manera formal mucho después), y esa dimensión creativa dio paso, más que a un académico a una persona que ama las humanidades.  Y esto por ese intento de aprehensión, tanto de la experiencia como del saber.  Supongo que esa simbiosis me permite proceder como alquimista en lo que ha gestión se refiere reconociendo esa interdependencia que ha fluido…

 

Zenn Ramos: ¿En qué momento sentiste la necesidad de expresar la belleza y tu percepción cósmica, por primera vez?

 

Carlos Esteban Cana: No preciso el momento particular en que esa necesidad de apalabrar este asombro que es la vida se manifestó. Intuyo que se ha tratado de un proceso paulatino…

 

Zenn Ramos: ¿Cuándo escribes frecuentas un punto de partida o sueles partir de cero?

 

Carlos Esteban Cana: Cuando me acerco a la narrativa tengo un perfil más claro de la historia que quiero contar, ese punto de partida.  En poesía en ocasiones sucede lo contrario, y el proceso, sinuoso por demás, inicia desde una ambigua emoción que se palpa en el momento y se va desarrollando con la reescritura.

 

Zenn Ramos: Si te pido que delimites tu perfil como escritor, ¿cuál es tu género preferido?

 

Carlos Esteban Cana: Ese perfil ha sido mutable, tiene ciclos… Inicié con la poesía, pero luego me vi atrapado o seducido por el gran poder que tiene el cuento. Después de una década regresé ya de manera más formal a la poesía, y en ese transcurso fui degustando el microcuento, que aunque comparte la materia prima con el cuento tradicional puedo asegurar que es otro universo, otro género.

 

Zenn Ramos: ¿La literatura te ayuda a sentir arraigo o pertenencia a un lugar?

 

Carlos Esteban Cana: Sí. Entiendo más mi lugar en el mundo a través de la literatura, tanto desde la creación como desde la lectura. Y eso dentro del tiempo que me ha tocado vivir como Boricua, Caribeño, Latinoamericano y Ciudadano de un Planeta cada vez más globalizado.

 

Zenn Ramos: ¿Cuánto hay en tu narrativa de recorrido al azar y cuánto de búsqueda de revelación?

 

Carlos Esteban Cana: El proceso de crear mediante la narrativa, en mi caso, ha tenido de ambas tendencias.  Hay unas historias que se han dado de forma aleatoria; otras, sin embargo, son resultado de ese cauce natural y constante de hacer mías ciertas experiencias de la vida a través de esa búsqueda.

 

Zenn Ramos: ¿La poesía es un compromiso político-social o más bien una forma de establecer tu realidad?

 

Carlos Esteban Cana: Apalabrar mi realidad, ese intento de hacer alquimia de mi tránsito por este milagro que es la vida, no se puede dar, es imposible que se manifieste, si excluye la dimensión político-social concreta que he experimentado como habitante del Archipiélago Borincano durante los últimos 50 años.  Por lo tanto, esa realidad se ramifica con el continuo intento vital de Ser y Proceder, aún con las luces y sombras que me habitan. Es ineludible.

 

Zenn Ramos: Pienso que la poesía exuda belleza y debe abarcar el Todo Universal. ¿Cuánto del Cosmos domina, por así decirlo, tu registro literario, y por qué? 

 

Carlos Esteban Cana: Esa gran metáfora, por nombrar al Cosmos de alguna manera, ocupa una parte sustancial de lo que he ido desarrollando en los últimos años, tanto en narrativa como en algunos cuadernos poéticos.  Este proceso creativo gana entonces cierta rigurosidad y complejidad por acercarse a una diversidad de disciplinas que van desde la filosofía a la historia, de la teología a la sociología, hasta saberes que emanan del estudio de la estructura del lenguaje o el manejo de la información por los medios de comunicación. Sucede que la chispa del motivo inicial se enhebra con la investigación.

Entonces en esa gran metáfora se manifiestan personajes, emociones y situaciones que tienen su génesis en esa búsqueda -ontológica podrían nombrarla algunos- que ineludiblemente se me presenta como amante de las Humanidades que en el transcurso intenta comprender mientras (y quizás como resultado), procede, gesta, camina...

Esa experiencia ha sido una ruta no prefigurada como un juego de ajedrez.  Sí ha sido, por momentos, sinuosa; en otros instantes extraña, maravillosa o silenciosa.  Pero es espontánea y se renueva cada día. Detalle que siempre me recuerda aquellos famosos versos de Antonio Machado: Caminante no hay camino/ se hace camino al andar...



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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

martes, 15 de septiembre de 2020

Aquí, allá y en todas partes: Hugo Mujica y la poesía que se hace con la sutil constancia del silencio

por Carlos Esteban Cana

La primera vez que escuché el nombre del poeta argentino Hugo Mujica fue en un recital del escritor Ángel Darío Carrero (QEPD). Luego adquirí su libro “Kyrie eleison”, un método de meditación cristiana. Años después, en el 2012, tuve la oportunidad de dialogar con él en The Poet’s Passage del Viejo San Juan. En esa ocasión Mujica llegaba al Archipiélago Boricua como uno de los poetas internacionales invitados al IV Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico.

Con una experiencia de vida que le lleva de Buenos Aires al Greenwich Village en el Nueva York de los años 60 y toparse con artistas de las artes plásticas mientras se desarrollaba como pintor, Mujica también frecuentó personalidades de la cultura como Timothy Leary y Allen Ginsberg, que le vinculó al gurú Swami Satchidananda de quien fue discípulo. 

Más adelante, luego de cerrar su experiencia en Nueva York asistiendo al memorable Festival de Woodstock, ingresó al Monasterio Trapense de Saint Joseph en Spencer, Massachusetts donde hizo un voto de silencio durante siete años en los que va naciendo su pasión por la poesía. Desde su primer poemario “Brasa blanca” publicado en 1983, hasta “A las estrellas lo inmenso”, su obra más reciente bajo el sello editorial Visor, Hugo Mujica ha vinculado el arte del verso y la metáfora a la mística cristiana y oriental. En trece libros en el género el poeta despliega sus indagaciones filosóficas y espirituales sin menoscabar el proceso artístico. En su poesía nada suena a prédica o larga homilía señalando la culpa de pecadores desde un púlpito. Más bien prevalece lo contrario, el suave sonido de un riachuelo, la pincelada casi transparente del poema breve cercano al aforismo, tal como lo evidencia su libro “Cuando todo calla” (Premio Casa de América 2013).

Una reflexión conocida de Hugo Mujica y reproducida en Internet da idea de su particular acercamiento al oficio: “Un poeta, un creador, es quien, escuchándola, deja que la vida le cuente lo que ella aprendió viviéndolo”.  

En esa misma dirección, durante una entrevista reciente con Gonzalo Escarpa en el programa Ámbito Cultural d’ El Corte Inglés, Hugo Mujica sumó otras reflexiones sobre su poética: “En la vida yo me muevo en un nivel de esencialidad. Lo cotidiano es ruido. Mi relación con la realidad desde siempre fue estética; siempre busqué la belleza. El poema es o no es, puede ser largo o puede ser corto, pero tiene que hablar de eso”.

Hace ocho años, motivado por la visita de Mujica a Puerto Rico, me di a la tarea de explorar su obra. De ese sosegado ejercicio de lectura nace esta breve selección que les presento.

*

44.

como                                                        

un ciego llamando luz
al trueno
 
mi decir
lo que el silencio nombra

                                    de Brasa blanca (1983)

*

13.

llueve,
semillas de agua siembran
verde en los muros

un gato salta techados
y una rosa blanca entre
                       enrojece al ocaso

                        de Sonata de violoncello y lilas (1984)

*

33.

como llegando donde uno partió
pero después, después
                       de no haber partido

o como cuando la palabra ya no ora la oración,
                                                                 ora la palabra

                        de Responsoriales (1986)

*

6.

entre la raíz y la flor
me fue dado abrazar el tallo

tus espinas que no piden agua
            me salvarán de las rosas


                  de Escrito en un reflejo (1987)

*

Sin ecos

Uno puede ampararse del miedo escribiendo “miedo”, como para tener miedo a algo, miedo a escribir, no terror de nada, de no escribir “nada”. De vivir sin ecos, como hablan los marinos en alta mar, como rezan los que son escuchados.

                                    de Paraíso vacío (1992)

*

La misma noche, un mismo sueño

cada uno cava en uno  
                        la casa del otro

el imposible hogar
de todo exiliado;

cada otro nos pide la palabra
que no tenemos

la que diga lo que dice
sin decir despedida

la esperanza de dar
lo que siempre hemos pedido.

unos y otros la misma noche,
cada noche
un mismo anhelo: 

 brindar chocando otra copa
                   sin que el cristal se nos quiebre.

de Para albergar una ausencia (1995)

*

Desde donde partí


al final,
cuando me encuentre sobre un andén
de trenes que no paran,
de viajeros
que miran sin decirme adiós
                                         con las manos 

habré llegado 
hasta donde siempre estuve; 

al niño descalzo que contempla la lejanía
temblando en la playa

al borde de la vida
a la urna de la espera. 

al final, cuando la desnudez
sea otra vez inicio
pido morir como mueren los mendigos:
meciendo la soledad del mundo
                                         en el hueco de la mano. 

                                    de Noche abierta (1999)

 *

En plena noche

También en plena noche
la nieve
se derrite

y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.


Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,

la que nos expande
las pupilas. 

Lo que busca con su bastón
                             el ciego es la luz, no el camino.

                                    de Sed adentro (2001)

*

Temblor

Una hoja, rojiza,
tiembla
 
es otoño
y el sol va entristeciendo su paso
                                         por mi ventana.

Algo,
cada instante se detiene,
                          algo es ya siempre nunca;

el final es siempre un combate:
                                         el de no aferrarse a las armas. 

                                    Casi en silencio (2004)

*

Entrega

Sin ecos,
en una tierra sin nombre,
un arroyo
murmura su paso,
                            trasparenta su huella.

Ajena a sí nace la entrega,
                     adentrándose en la noche
                                                    se borra la propia sombra.  

                                    Y siempre después el viento (2011)

*

(Confesión

El poema, el que anhelo,
el que aspiro,
es el que pueda leerse en voz alta sin que nada se oiga.

Es ese imposible el que comienzo cada vez,
es desde esa quimera 
                          que escribo y borro.)
 
                                   Y siempre después el viento (2011)

*

Solo al final

Las dos orillas,
son siempre una, pero se sabe sólo al final 
                          después, después de naufragar entre ellas.

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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

martes, 30 de junio de 2020

Breves en la cartografía cultural: Rigoberta Menchú Tum y Puerto Rico

por Carlos Esteban Cana

La noticia más reciente que vincula a la activista y defensora de los derechos humanos Rigoberta Menchú Tum con nuestro Archipiélago Boricua y Caribeño fue el pasado 21 de septiembre de 2019. Ese día Menchú le entregaba el “Peace Summit Award” al cantante boricua Ricky Martin durante la 17ma edición de la Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz en Mérida, Yucatán. En el 2011 Rigoberta Menchú Tum une su voz a personalidades mundiales y a otros premios nobel de la paz (entre ellos Adolfo Pérez Esquivel, Desmond Tuti y Coretta Scott King, viuda de Martín Luther King) por la causa de la liberación del boricua Oscar López Rivera. En el 2008 medios del País reseñaban que la destacada líder guatemalteca participaría del 10mo Encuentro Indígena de Las Américas, evento celebrado en esa ocasión en el Municipio de Caguas. Pero fue seis años antes de ese encuentro, en el 2002, cuando este servidor pudo entrevistarle y conversar con Menchú Tum durante su primera visita a Puerto Rico. A continuación quiero compartir con los lectores de Solo Disparates una crónica de ese acontecimiento que hasta el día de hoy ha permanecido inédita.

Pequeña crónica de una visita: Rigoberta Menchú Tum, premio nobel de la paz, entre nosotros

Esto sucedió un jueves. Era el 10 de abril de 2002 y en el Centro Cultural Ramón Aboy en Miramar, Rigoberta Menchú, premio nobel de la paz 1992, recibía regalos. Había sacado de su apretada agenda para compartir con la ciudadanía y la matrícula del Colegio de Abogados. El evento había sido convocado por la Comisión de Ciudadanos en Contra de la Pena de Muerte. Y el pueblo puertorriqueño se había volcado hasta el Centro Cultural para rendirle homenaje a una mujer singular. Rigoberta Menchú Tum representa para el mundo, para América Latina y Guatemala la reivindicación de los derechos humanos. Luchadora tenaz contra los delitos que ofenden la conciencia humana, Menchú estaba en Puerto Rico como invitada especial del Primer encuentro de la Sociedad Civil para el Desarrollo de una Cultura de Paz, simposio organizado por la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina. Por eso el rostro de Rigoberta mostraba algo de cansancio. Porque aún dentro del poco tiempo que permanecería en el País, accedió a interactuar con aquellos que la solicitaran; su itinerario incluía además una visita a Vieques, con propósito de respaldar a la isla municipio en su gesta por la paz. Y ya era las 8:30 de la noche de un ajetreado día cuando recibió un regalo gestado en su tierra natal. Una Guía para la deliberación ciudadana sobre la violencia institucional, realizada por estudiantes puertorriqueños y de la Universidad de San Carlos de Guatemala, le fue entregada a Menchú. Escuchar del escritor Amílcar Cintrón Aguilú cómo aquellos jóvenes alumnos se involucraron en el proyecto, le hizo sonreír. Y es que todo lo que tiene que ver con jóvenes y niños es fuerza, es espíritu de acción para la fundación que ella preside. Y para ser sincero, no me pareció extraña su reacción. La noche anterior Rigoberta Menchú había estado compartiendo en la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Allí fue recibida por personal de la agencia. Como era de esperarse, muchos periodistas cubrían el evento, pero también había niños. Niños de escuelas de Barrio Obrero y Trujillo Alto. Niños pertenecientes a comunidades de escasos recursos. Y fue precisamente para ellos, para los niños, que Rigoberta Menchú Tum habló:

Cuando yo era niña, me gustaba agarrar culebras. Mi tierra es una hermosa, donde llueve mucho y crecen los ríos, pero también llega el mediodía y a veces calienta el sol y salen las culebritas a calentarse. Entonces, cuando llegaba el mediodía, me gustaba ir a los ríos y vigilar; yo me sentaba y esperaba a que saliera una y la agarraba. Algo muy grande que yo aprendí también desde chiquita era conocer la oscuridad. Cuando uno está en el campo no hay luz. En esa oscuridad inmensa; desde las cinco de la tarde comenzaba a oscurecerse y amanecía probablemente a las ocho o siete de la mañana. Entonces había una parte de nuestras vidas que hacíamos en la oscuridad, por ejemplo, llegar a la casa a las siete de la noche. Entonces esa vida de la oscuridad, a mí me impactaba mucho. Hablo de cuando los seres de la oscuridad empezaban a salir. Me impactaba el silencio, los pajaritos, el calor que se sentía al dormir. Y entonces se formaba ese concierto de la naturaleza tan inmenso que cuando uno es niño es niño pues lo recuerda mucho; tal vez magnificado dentro de su imaginación. Bueno, pero lo más importante para mí era el tener siempre un lugar para participar. Me decía: “Yo tengo que hacer esto”. Me ofrecía de voluntaria para todo. Decía: “Yo voy allá”; “Yo también estoy aquí”. Y créanme que esa capacidad de participación que tenemos de niño la perdemos de adulto. Por eso es importante que nunca pierdan su pequeño niño, aunque seamos grandes políticos, grandes artistas, grandes empresarios o premios nobel de la paz. Y, de veras, se puede recibir muchos premios nobel de la paz, pero para lograrlo hay que trabajar mucho, pero mucho por los demás. Entonces lo que yo quiero comunicar a los niños de Puerto Rico es que no pierdan la identidad. Traten de ser alguien que haga recordar que la historia tiene memoria y que nuestra memoria es parte de la cultura. Sean realmente alguien. Lo que estoy diciendo es que cuando el destino te da una misión hay que hacerla con ganas, con fuerza, con alegría, porque esa felicidad es lo que no debemos perder en ningún tiempo de nuestra vida. Por eso yo estoy aquí, disfrutando estos pocos días, estos pocos minutos. Me acordaré de los rostros de ustedes por mucho tiempo y, seguramente, si hay alguna fotografía de los queridos periodistas, pues será más fácil cuando yo los vea un día de visita en casa.

También quiero decirles a los niños que no pierdan la capacidad de narrar, que cuenten, que narren sus historias. Los mayas y los pueblos indígenas le dan a la tradición oral un gran papel en su educación. Entonces es muy importante que nuestros niños participen. ¿Y saben por qué? Porque después de grandes no creemos que nuestro niño interior es parte de nosotros. Y nos da vergüenza demostrar ese niño interior que aún conservamos por el miedo a que nos vayan a decir: “Tú eres un inmaduro”; “Tú no sabes nada, eres un ingenuo”. Y para no aparentar ser ingenuo, entonces renegamos de nuestra niñez. Pero no. Hay que hacer un esfuerzo por sentirse niño, por no perder ese niño. Así que yo hablo con ustedes como me gustaría a mí contar los cuentos allá en la orilla de un fuego, en la noche, donde la leña está ardiendo y los abuelos están alrededor. Por eso quiero decirles a los niños que participen en rescatar la tradición oral que se ha perdido. Así que cuenten muchos cuentos.

Yo creo que la cultura no es solamente un acto folklórico; siempre digo que la cultura es más profunda. Para mí es un conjunto de valores y es lo que queremos para nuestros niños. Yo tuve dos hijos, uno se llamó Tz’unum que quiere decir colibrí, y en realidad Tz’unum era un pequeño colibrí. Estuve seis meses en cama durante el embarazo y después Tz’unum nació prematuro y ese hijo mío murió; yo digo que voló. Y cuando pienso en él también pienso en tantos niños en el mundo que los padres no los quieren, que son maltratados.  Y por eso estoy aquí también, a favor de los niños que luchan para que no los traten mal. Ojalá que nuestros niños no sean víctimas del maltrato en la casa, en la sociedad, sino que reciban el respeto y amor que merecen en esa convivencia desde pequeños.

Yo tengo otro hijo que se llama Mash Nahual J’a, “Mash” en memoria de Mashmon que quiere decir abuelo atado, ese abuelo atado es un vicioso porque está acostumbrado a que le rindan homenaje. Pero también ese abuelo atado es una memoria a la libertad mundial. Nuestros abuelos viajan libremente por la historia mundial y la de nuestros pueblos. Y el “Nahual J’a” quiere decir agua. Es por eso que cuando miro estas aguas tan grandes pienso que hay algo profundo que todavía el ser humano no debe explotar y no debe seguir buscando, si quiere lograr la plenitud de la vida. Así que mi hijo se llama Mash Nahual J’a, pero yo también tengo muchos otros niños. Por ejemplo, estoy vinculada a la Asociación de Niños Discapacitados, y cuando hablo de discapacitados me refiero también a los niños que tienen Síndrome de Down o tienen alguna limitación física, pero sepan que esas personas tienen muchísimas otras cualidades y capacidades. Aunque también esos niños sufren discrimen, no sólo por el color de la piel. Ustedes niños, por favor, no rechacen a nadie, porque ninguno sabe si algún día, por un accidente, se convierta en discapacitado y comience a pertenecer a ese grupo de personas. Por eso creo que la solidaridad humana hay que tenerla a todos los niveles. No hay que esperar a una lección de vida para hacer algo por los demás.

Niños, saquen la fuerza que tienen, utilicen la imaginación de la vida. Si alguno les dice que la violencia es viable para defender el honor de un hombre o de una mujer, no hagan caso. No. La violencia es de los cobardes; es de los que no tienen honor. En cambio, defender el honor de la vida es privilegiar eso que nos hace humanos, esa humanidad. Ya Martin Luther King nos dejó un camino abierto. Dalai Lama lo está haciendo y Mandela también. Podríamos mencionar a grandes héroes como a Gandhi. Y también los que están con nosotros son grandes porque grande no es solo aquel que sale en televisión. Estoy muy contenta de que la prensa televisiva este aquí pero no hay que salir en la tele para ser importante. La grandeza de los seres humanos está en lo que son capaces de hacer todos los días. Por eso, niños puertorriqueños, sigan adelante. Me gustaría que un día nuestros niños mayas les enseñen lo que saben hacer. En Guatemala somos un país de tejedores. Y una niñita como ustedes, así pequeñita ya sabe tejer, ya sabe cruzar un hilo con el otro y qué colores usar; ya tiene la paciencia para tejer. Entonces, si ustedes pueden ser tejedores o pintores, pues pinten siempre con esa gran visión de que todos los humanos somos de distintos colores. Como decía mi abuelo: “Todos somos hijos del maíz”.

Contaba el abuelo que algunos animales codiciosos habían escondido el maíz en la tierra. Y entonces cuando vino aquello que es el trueno, el trueno que anuncia la lluvia, cayó sobre la tierra y la reventó. Sucedió entonces que un grano se puso más o menos amarillo y el otro más o menos negrito y el otro más negro todavía; y otro se quedó blanco porque no se quemó. Entonces los abuelos volvieron a la tierra y sembraron semillas de cada uno de ellos. Y en definitiva, somos hijos de una misma tierra, solamente que cada quien trajo consigo mismo el color que lo engendró. Si nosotros dijéramos eso a nuestros hijos no tendrían los complejos que unos tienen de cambiar la piel porque no quieren ser hijos del maíz blanco o de otros que no quieren ser hijos del maíz negro. Entonces yo creo que hay que regresar a nuestros niños a los orígenes, a esos valores que nos hacen hijos de una misma tierra.

Bueno, pues para finalizar yo quiero desearles mucho éxito, así que felicidades. Y ahora vamos a jugar, vamos a bailar. Podemos cantar; yo no canto pero podemos pedir a otros que canten por mí. Gracias.

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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

sábado, 13 de junio de 2020

Aquí, allá y en todas partes: “Playlist” de la poesía de Magaly Quiñones


por Carlos Esteban Cana

Magaly Quiñones en el Poets Passage
acompañada de la guitarrista Nélida Cortés

He tenido momentos sublimes en bibliotecas, leyendo, investigando, tomando notas, explorando un tema o la obra de un autor. Incluso fuera del País, viviendo el exilio, las bibliotecas son un circuito que siempre me ubican en territorio agradable, conocido y familiar. Apalabro esa experiencia de esta manera porque esta edición de “Aquí, allá y en todas partes” nace de una investigación que realicé sobre la trayectoria de la Poeta Nacional Magaly Quiñones, en Colección Puertorriqueña, sala especializada en todo lo relacionado con el Archipiélago Boricua. La misma está ubicada en la Biblioteca Lázaro de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

La poeta Magaly Quiñones Premiada por la
Universidad de Puerto Rico
Durante días, en el otoño del 2011, fui libro por libro de Quiñones, tomando notas y haciendo una sosegada selección de esas poesías suyas que más me gustaron. Aquel trabajo culminó en un reportaje en dos partes que intercalaba impresiones de Quiñones (extraídas en gran parte de una entrevista que me concediera ese mismo año), con el “playlist” que hice.

Entre diciembre del 2011 a marzo del año siguiente ese reportaje fue reproducido en redes sociales, medios cibernéticos y bitácoras. El verso poderoso de la Poeta se instalaba así en nuevos lectores que lograron palpar su particular forma de nombrar belleza con los altos valores del espíritu. Y ahora, mientras toma fuerza la postulación de Magaly Quiñones como candidata caribeña al Premio Nobel, a casi nueve años de aquel puntual y oportuno ejercicio periodístico, quiero dar relieve a esas poesías que formaron parte de aquel reportaje. Deseo compartir con usted ese “playlist” a modo de pequeña pero valiosa antología de la escritora que hoy enorgullece a su pueblo: Magaly Quiñones. Añado que cada pieza incluida inicia con el título y año de publicación del libro al que pertenece.  


*****
de Entre mi Voz y el Tiempo [fragmento] 1969

Todo vuelve a traerlo mi memoria,
vago dulzor de luna y madrugada.
Entre mi voz y el tiempo la vida perentoria,
la vida descarnada.

*****

de Era que el mundo era (1974), Y en cuanto supe…

Y era que el mundo era
un globo de papel,
una chiringa cualquiera,
un cometa gomoso dando vueltas y vueltas.
Y era que yo era pequeñita
y amante del papel,
adhesiva y absorbente por mis apetencias.
Y era que en cuanto supe que sabía
del nacimiento de la historia
y en cuanto hubo hombres
cuyas cuñas habrían
de señalar exactos, calculados,
los odiosos ingresos de los dioses,
y en cuanto quedaron las cifras y las piedras
y murieron los hombres, me dije:
Y era que los hombres mueren,
y era que mi Dios era de papel,
y era que el papel se trueca en piedra con los años,
y era que le oraba a una chiringa cualquiera,
de esas que dan vueltas… y vueltas.
Y era que yo era pequeñita
y absorbente
y adhesiva
y apetente,
y era…

*****

de Zumbayllu (1976) Trompo Zumbador,

Yo no le he preguntado a nadie

Yo no le he preguntado a nadie,
en mi corazón nace la canción.
No tengo tiempo para llorar,
hay que mirar…
El sol cayendo,
la luna levantando,
batiendo el mar…
Por eso,
por todo eso,
por los dulces insectos,
por el viento,
¡ven y mírame llorando,
ven y escúchame cantando!

*****

de Cosas de poetas, cosas nuestras (1977),
fragmento Carta IV

21 de agosto de 1976

… Y, en realidad, como Tolstoy, comienzo a creer que todo se inicia, se elabora y se complica en el fondo. Además de desarrollarse gran parte en la mente del hombre. Comienzo a ver la Vida como un proceso de interiorización como lo es la apreciación artística. Y si la apreciación de la obra se cristaliza en el fondo, de igual modo, presumo que la Vida se cristaliza en el fondo.
                                                                       
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de Cantándole a la noche misma (1978),

El reino de los pocos

Yo soy de los desangrados,
traigo a un hombre de la mano,
traigo a una mujer de la mano,
un niño sobre mi corazón.
Soy de los que se rebelan,
nací en todas las casas pobres,
caminé sobre todas las carencias,
ahogada en la garra de un hambre
que no me dejó leer versos.
Me desnutrí en la Perla de la Vieja San Juan,
agonicé en el barrio de la Nueva York,
me descompuse en las Cloacas de la eterna París,
me hice mujer en Chile,
envejecí en las ruinas del Perú…
Sigo siendo de ellos,
de los simples,
de los irreverentes iletrados.
Huyo en cada hombre que huye
tras un golpe brutal de la derecha,
en cada mercenario que deserta,
defiendo cada espacio, quiero consolar cada lágrima.
Porque yo soy de ellos, de los más, de los muchos
y celebro la Vida aún cuando me ha angustiado
que no me consultaran para traerme al mundo,
Al reino de los pocos…

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de En la pequeña antilla (1982),

De un sólo golpe

Ante mi voluntad de hacerme el ciego,
el amor se cansó de ser el lázaro.
Surqué los montes con mi enorme oreja,
con mi bastón
la pena flagelaba…
Y ya no supe hacer,
de un sólo golpe
se me juntó la tierra con el agua…

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de Nombrar (1985)

El fuerte san Cristóbal

Hoy trabajo la vida,
la dureza vital de la palabra,
sobre muros, museos, solares empedrados,
calabozos…
Por no enfrentar la entrada a la ciudad
he dado un gran rodeo.
No quise ver el barco repleto de turistas
enfilando sus coces junto al Morro.
Nombré, con la ilusión
de no añadir un solo renglón más
a este universo de modorra y humo.
Ya en el Fuerte
abrazaba las ventanas para después decirle
-perteneces al viento-.
Ya en el Fuerte
volví sobre mis pasos
para alcanzar la sombra de mi sombra
que bronceaba su tedio bajo el sol…

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de Nombrar (1985)

Y…

Y cuando caminaba sola
machacando mis huesos contra mis huesos,
¿de qué tenía miedo en la Noche
sino de tu presencia?
Y cuando levantaba al sol en una sola flecha
con una decisión irrevocable,
con un impulso puro como el aire,
¿a quién buscaba sino a ti?
Y toda mi canción,
todo mi gran deseo, mi confianza,
qué eran sino la doble voluntad que sorprende
al hombre frente al vértigo.
Qué eran sino la piedra que se lanza
buscando nuevas formas de vacío
y en nombre del Amor
va intentando llegar
a las Estrellas.

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de Razón de lucha, razón de amor (1989)
Magaly Quiñones recibe la Medalla Julia de Burgos,
a su lado la escritora Elsa Tió
Para grabar tu nombre

Para que yo me cure
el indio que hay en mí baila su danza
quemando la memoria de tus días
frente a la gigantesca fogata.
Y para que yo suba sin resbalar
sobre el despeñadero de mis ansias,
el negro que en mí vive
mezcla yerbas y savias en prietas calabazas
y me obliga a beber tu sudor y tu sangre
en feroz exorcismo.
Y para que yo olvide
el dolor que tu piel dejó en mi piel,
la moral religiosa del colono español que vive en mí,
obedeciendo al dogma desata
la frialdad en mi mano, la firmeza en mis ojos,
mudez en mi palabra.
La última vez que me atreví a salir a enfrentar a mi dolor
las tres razas me dieron de comer
pero no pude contener las lágrimas.
La última vez que quise anochecerte el alma,
vi al sol que se escondía tras mis versos
para grabar tu nombre.

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de Razón de lucha, razón de amor (1989)

La palabra es el germen

Ya no soy
sino un tallo de energía
suspendido en el cráneo.
Una casa en la sombra,
una vieja memoria que se inventa.
En el monte de Dios que habita el hombre
mi alma es piedra y grano que se crece
como espiga de sol entre mis manos.
La palabra es el germen
y en medio de la noche, en cuclillas,
va dando forma a la matriz del Templo.
Ya no soy
sino un verso
creando lo creado.

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de Sueños de papel (1996).

Pier 17 (Me quedo lela)

Esta tarde sin sol me has preguntado
de qué lado se estrena el corazón
cuando amor nace y nos sentimos viejos.
Ahora que caminamos
por las calles obscenas de New York,
que recortamos sueños y poemas
desde Strawberry Fields hasta West Village,
apurando, a lo Lennon,
la música del alma sobre el cuerpo,
se te nubla la voz y aún me preguntas…
Te podría decir que todo importa.
Que tú y yo, como todos, en la medida justa,
conformamos la inmensa postal de rascacielos.
Podría hasta jurar que amar, libar, besar
son ejercicios sin edad ni tiempo.
Pero, me quedo lela,
meditando en la hondura de tus ojos.
Me quedo lela ansiando, sopesando
lo que cuesta soltar nudos y velas
en medio de una historia de hundimientos.
Esta tarde sin sol en que preguntas,
rimando el fuego de tu corazón,
con qué mano se enciende el universo,
no hallo respuestas en mi corazón,
a lo sumo unos versos, estos versos…

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de Sueños de papel (1996),

Puedo dar fe

No he guardado memoria de ese viaje.
Cuando pienso quién fui, de dónde vine,
se me confunde el pelo con las uñas,
el vino con el verso y con el vaso.
Sé que vine a vivir porque mi madre,
al mirarme tan breve,
tan menuda en mi piel, tan indefensa,
se olvidó del dolor de su cintura,
borró toda tristeza y mirando el reloj
nos llamó a todos para dar la noticia.
Nadie me dijo que venía a contar
pero al nacer sobre un pubis mojado
en la lámpara tibia de la Isla
me abrí cual flor en un jardín de pobres
y comencé a nombrar
dándole a cada cosa, a cada nombre
un silencio y un cuerpo en el espacio.
Nadie me dijo, pero no me quejo,
la horma de mi oficio
encontró en este mundo un buen zapato.
Y además, aprendí,
merodeando en diversas direcciones
sobre el ancho misterio del planeta,
que sobraban palabras y razones
para tensar mis arcos y mis flechas.
Yo no quería llegar, alguien me trajo.
Yo no quería contar, me sedujeron.
Un gran misterio me espinó la mano
y volé tras el grano, seca de labios
hacia la nueva vida de la lluvia y la nube.
No he guardado memorias...
De lo poco que tengo o lo que tuve
puedo dar fe, nombrando.

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de Patio de fondo (2004),

Sismo –en miniatura-

Hurtándole al jardín unas flores de maga
y una que otra canaria amarilla, he provocado,
con una sola, torpe, inocente pisada,
un terremoto inmenso que enloqueció,
dejándolas sin techo, ni miga ni sustento
a millones de hormigas.

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de Patio de fondo (2004),

Te advierto
Te advierto que su melodía
 baja de la montaña como flujo de lluvia,
Trae lenguaje de alga, aroma de maleza,
simbología de pétalo.
Te advierto también que es, cual piedra,
de una pieza en su campo de juego.
Si reclama el derecho de hablar, de que le escuchen,
llega en silencio, se hace jefe del clan y, a un tiempo,
se le ve íntimo, amable, complacido y humilde,
 como cualquiera de nuestros hermanos.

Aunque muchos afirman que es el hijo de Dios,
que burla muerte y tiempo,
cuando unge mi frente con sus piadosas manos,
cuando me arrulla en la mansión del Ángel
y pulsa las maderas de mi cuerpo,
siento que es tan poeta como tú y como yo.
Y, cuando ora conmigo, mi alma y mi esqueleto,
comulgan pan de estrellas.

Si lo encuentro en París, en Praga o en Marbella,
si florezco con Él en Kenia, en Estambul,
si conversamos y soñamos juntos en Borinquen, Cancún
o en la Tierra del Fuego…, el incorpóreo amado, el Iniciado,
me envuelve en sus milagros, me apresa en sus anhelos…,
en la herida que mana sangre de su costado
surge el cáliz perfecto….

¡Te advierto que le quiero!

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de Poemas de pasión y libertad (2008),

Tengo un mal

Tengo un mal incurable que crece y me devora,
se hace insaciable según pasa el día,
trae aguijón y luce como una araña boba;
es un mal en poesía.
Porque no cese, por mantenerlo siempre
aquí, a mi lado,
voy a hacer un embrujo.
Pondré, con luz de luna,
en un coco, añejados,
tres onzas de ron blanco y ambrosía,
para curarte la melancolía,
para que no te duela tu pasado.
Traeré un espejo en flor y en el tejado
que separa tu casa de la mía,
sembraré salvia, menta, lenguas de cundeamor,
algodón blanco y un manojo de sol
que aclare el día.
Y para resguardar tus alegrías,
para que no te asalte el mal del llanto,
en el caracol de tu mano
pondré frescura, ruda y yerbabuena
y al pie de tu ventana, en la mañana,
dos varas de olorosas azucenas.

Tengo un mal incurable
que me provoca espasmos y temblores,
que no respeta credos ni colores,
cargado de adjetivos, sinalefas y hemistiquios
traidores,
es un mal en poesía.

Para fortuna mía
hoy tengo mal de amores.

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de colores y versos
Ahora que el sol desgrana su alimento
y la tarde se escapa,
háblame en verde, amor,
desnúdate y florece en cada hoja,
cuéntale nuestro amor a la montaña.

Ahora, que el sol desangra
por los acantilados de mi cuerpo,
por los jardines de mi entraña,
bésame en verde, amor, -verde espesura-,
recógeme en la umbela de tu pecho
y enlaza mi cintura con tus lianas.

¡Suéñame verdiflor, sé tú mi verdiagua!
Piénsame verdiamor,
borda renuevos y despierta al jilguero
que aprisiona tus sueños en mi almohada.

¡Y, háblame en verde, amor,
háblame en verde!
Los desiertos se esparcen,
los cielos se desgajan,
las aves se refugian en las ramas….
Sobre el lomo escamoso del lagarto,
bajo la luna trajeada de plata,
alárgate en mi flor,
¡que no haya invierno, amor,
que no haya invierno!
¡Enciéndeme de amor!

Ahora que el sol desgrana,
y estoy aquí, a tu lado,
prendida, florecida, acurrucada,
¡trae colores y versos a mi alma!
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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.