martes, 22 de marzo de 2022

De dioses o de sueños

 por  Caronte Campos Elíseos


Estoy libre… escapé del calabozo de Morfeo.  Ha sido un largo año perdido entre sueños y pesadillas.  No es de extrañarse, con la cronificación de la pandemia era lo más natural refugiarse en una coma inducida.  Admito que he pasado toda la emergencia pandémica encerrado, en cama y en aislamiento total.  La cuarentena se convirtió para mí en permanencia.  Salidas solo a las tiendas de abarrotes y suministros (no voy a especificar aquí de qué clases).  Enajenación selectiva de las redes sociales, noticias o cualquier otro medio de información utilizado para alternar y exacerbar los nervios.  En fin, mantenido en vida por alguna sustancia química, alcohólica y maquinaria para la existencia artificial.


He de agradecer a un gran amigo, que en un encuentro funerario me sacó de ese trance eterno (al menos por algún tiempo).  Entre velas, flores, ataúdes y cantos gregorianos, este me cuestionaba sobre el porqué de mi ostracismo voluntario.  En deferencia a este gran hermano escritor, aquí van algunas de mis Confesiones


Los casos, las pruebas, los falsos positivos, la tasa de positividad, las estadísticas y las ordenes ejecutivas; las restricciones, las mascarillas, el alcohol y el sanitaizer; las vacunas, las filas, la temperatura y el distanciamiento; las conferencias de prensa, las muertes y los hospitalizados; la burocracia y procesos virtuales, la ley seca (maldita injusticia), el papel de baño, los servi-carros y las dosis de refuerzo; los repuntes, los síntomas, los asintomáticos, los guantes, los protocolos y medidas preventivas;  todas y cada una de estas putas cosas resonaban en mi cabeza magnificando mi sociopatía.

Abdicando a mi tan arraigado ateísmo radical y abandonando el nihilismo práctico que me caracteriza, comencé a suplicar de rodillas y hacia los elementos a la deidad creadora de todo:

-        “¿por qué nos has abandonado? ¡Oh, gran dueño y señor de las almas desalmadas, yo te invoco!  Temerosa y humildemente, claro está.”       


La confusión y la niebla mental se apoderaron momentáneamente de mi cabeza.  No sabía cuál de los dioses iba a contestar mis suplicas.  Es harto conocido que cada ser humano a creado un dios que se ajusta a sus necesidades, impulsos, pasiones y deseos personales.  Por lo que deben copular en el paraíso olímpico, al menos miles de dioses creados a imagen y semejanza de cada fiel y creador terrenal; todos aguardando esa tan esperada y desesperada llamada de auxilio.  Todo para alimentar sus infinitos egos.


Como neófito en materias religiosas y divinas, quise darme la licencia poética y darme a la tarea de crear mi propio dios.  Claro estaba para mí, que debía darle vida, cual efecto Pigmalión, a un dios que sea digno de existir.  Uno bueno y funcional; que no rehúya de su responsabilidad para conmigo.  Que esté verdaderamente presente e interesado en intervenir en asuntos trascendentales, y no solo materias triviales.  Un ente que, en lugar de exigir oraciones, frases, canticos, rituales huecos y banales, no sea tan infantil, chismoso y exigente a la hora de ayudar a los más finitos y mortales.  En fin, un dios cojonudo que tenga el poder de hacer hasta lo imposible y su día de descanso no se torne en desapego, apatía y vacaciones eternas.

Para mi sorpresa, esta entidad bienhechora cuya definición de libre albedrio es dejar que los demás se jodan y aniquilen como buenos hermanos… contestó mis humildes y sinceros ruegos.  Cual genio cartesiano salió de mi mente para concederme tres deseos (No, perdón… me equivoqué de cuento).  Cual mago providencial se apareció ante mis ojos, y con su voz de ultratumba que retumba, me dijo:

-        ¿Se puede saber para qué carajos has invocado mi presencia?

-        Eh, bueno, es que pensé que pudieras estar interesado en lo que sucede acá abajo con tu magnifica y nunca bien ponderada creación.  Específicamente con la parte humana.

Entre carcajadas celestiales me contestó:

-        ¡Ya veo que lo de pensar no se te da mucho!

-        ¡Y lo dice el que se supone me daría, aunque fuera un soplo de razón e inteligencia!

-        ¿QUE DICES?

-        No, nada… que te necesito en estos momentos más que nunca antes en mi vida… si es que esto puede llamarse vida.

-        A ver, al grano. Que ya escuché tu diatriba contra los dioses creados por las maravillosas, pero poco iluminadas mentes humanas.; y tu no has pagado diezmos como para dedicarte tiempo extra.

-      Recurro a ti como el último reducto de un impío desesperado.  Ante la pandémica situación que nos agobia y nos hunde en este valle de lágrimas, también tenemos que soportar guerras, corrupción, abusos de poder, miseria, hambruna, pobreza y enriquecimiento de ciertos sectores privilegiados, entre otros males sociales.  Ni hablar del discrimen por razones de color, raza, sexo, genero, preferencias sexuales, nacionalidad, peso, estatura, poder adquisitivo, solo por mencionar algunos.  ¿Por qué lo permites?  ¿Es que acaso te divierte tan dantesco espectáculo?

-       Resulta ahora que, para ti yo soy, y es así es como me hago llamar. el único culpable.  Sin embargo, no piensas en que ustedes mismos han sido los que han endiosado toda clase de personajes, figuras, animales y hasta estatuas.  Ustedes son los que alaban y adoran todo tipo de posesiones materiales.  Han entronizado en sus obtusas mentes todo tipo de conceptos, contenidos e ideas que en nada se relacionan con lo que soy.  Han etiquetado mi nombre, cada uno con la descripción más conveniente para sus propósitos personales más mundanos.  Me atribuyen toda suerte de creaciones, dogmas, mandamientos, milagros y artilugios.  Todos diseñados por hordas de feligreses como subterfugios para su propia mezquindad.  Y los utilizan, en mi santo nombre como mecanismos para atemorizar, perseguir, hostigar y fustigarse los unos a los otros.  Han elaborado tantas y tantas versiones de mí, que ya padezco trastornos de identidades múltiples.  Lo peor es que ninguna se acerca ni por milagro a la bendita verdad.  La verdad de que solo existe un solo dios del cual no tienen ni la más ínfima noción de su realidad, esencia y naturaleza, por ser esta inabarcable.  Y que por no entender que ustedes comparten y proceden de esa misma esencia y naturaleza, muy pronto regresaré a juzgar el mundo por medio del fuego; y arderán todos, no en el purgatorio, sino en el mismísimo infierno.

Al momento de escuchar tal maldición profética y pseudo divina, desperté entre sudores, temblores, cólicos y escalofríos.  Solo me contentó la sombría compañía y alentadoras palabras del creador del anticristo que, con voz lúgubre me decía: ¡Tranquilo, solo fue un sueño; dios está muerto!       

¡Levántate y anda!    

martes, 26 de enero de 2021

El atávico año 2021

 por  Caronte Campos Elíseos


Dejando a un lado mi acostumbrada apatía hacia la atávica vida que nos caracteriza como pueblo, quiero discurrir los siguientes tres minutos (cualquier semejanza con mi vida sexual, es pura coincidencia), repasando el fatídico y ya pasado año 2020.  Demás está decir que fueron largas y crueles las horas que hube de pasar… solo; conmigo mismo y mi habitual desidia.  Un año de forzoso cautiverio no es igual a 33 años de aislamiento voluntario.  No fueron pocas la ocasiones en que el hastío y la desesperación transgredieron el toque de queda para instaurarse en mis pensamientos.  Quizás no he sido yo el único con tales trances.  Quizás más de uno los ha padecido.

 

El 2020 se fue y se llevó un año de nuestras vidas, literalmente.  Pienso que, en lugar de servir como trampolín hacia el futuro, en la vida colectiva fungió como retroacción. Llegó con la embestida de la venganza de los dioses y la madre naturaleza; retomó con los terremotos el desmoronamiento emocional a causa de las muertes luego de los huracanes.  Cada replica jamaqueaba la fibra solidaria de un pueblo que se movilizó a llenar el vacío dejado por un gobierno inoperante.  Por otro lado, y mientras el pueblo estaba en la calle socorriendo a los caídos, aparecían almacenes repletos de suministros.  Los mismos que hicieron falta durante la recuperación del ciclón, y que tanta falta hacían durante la emergencia telúrica.


Como era de esperarse, la gobernadora buscó sus chivos expiatorios y en el templo de los mediocres ningún honorable asumió la responsabilidad sobre el particular.  Todos se declararon totalmente ajenos y sin conocimientos sobre la existencia de tales abastecimientos.  Quisiera realmente, con todo mi amargo corazón, creer en la inocencia legislativa.  Pero las sombras que me persiguen insisten en que son solo negaciones creíbles.  Al parecer ostentamos un gobierno socrático por antonomasia: “solo saben que no saben nada”.  

Luego vino la pandemia con sus efectos y secuelas en la cotidianidad.  Encerrados todos; acuartelados otros.  Pero la corrupción y la piratería insular libre y campante a sus anchas.  Sin dinero para vacunas ni ventiladores, y mucho menos para educación a distancia, pero con fondos suficientes para primarias, elecciones y plebiscitos.  Fueron muchas las noches de lucubración intentando entender tales fenómenos.  Las voces que emanan de los cuadros decorativos en mis oscuras habitaciones, no daban cabida a la certeza, mucho menos a la lógica.  Amparado solo en una fe infundada sobre un futuro mejor, intentaba ignorar la sorna cruel de mis enigmáticos acompañantes. 

Por alguna extraña razón tenía la idea irracional de que el electorado despertaría de ese ensueño convertido ya en un valle de lágrimas.  No tardó mucho la flaca fe en convertirse en responsos.  El 2020 cerro con broche de oro.  Broche de Oro bañado en suplicios, tormentos y sangre.  Cual maleficio asesino, dejó en el poder al coautor de la ley siete y testaferro de la Junta; al golpista y secuestrador de la constitución criolla.  La oscuridad de mi intelecto y las siniestras carcajadas provenientes de las paredes revestidas de cojines blancos, no me permiten entender tales triquiñuelas del destino.  El mismo voto que se ejerce con relativa libertad, nos esclaviza bajo el pesado yugo de la falta de educación, salud y seguridad.     

Es evidente la retracción psíquica que la doctrina del shock y el fanatismo político han conjugado en las débiles mentes del elector boricua.  El producto de sus ejecutorias en las urnas rinde honor a este espacio cibernético.  No en vano lo que sale de estas letras son una sarta de disparates.  Los atavismos del pasado no solo sirven de ancla que evita el movimiento hacia un mejor mañana; sino que sirven de catalizador para la involución colectiva que padecemos.  


El nuevo 2021 se perfila como una continuación de su lúgubre predecesor.  Desde mi perspectiva (algo obtusa y perturbada) nos esperan cuatro años perdidos en el hoyo negro de la desesperanza.  Como veo las cosas hasta este momento, no estoy seguro de nada.  No logro siquiera identificar si los gritos y llantos que escucho y siento, son míos o son producto de mi distanciamiento mental.  Ni siquiera sé si son reales.  Lo único que realmente sé, es que no existe vacuna alguna para combatir la ofuscación política; no existen fórmulas mágicas para liberarnos de los pensamientos y prácticas retrogradas.  No existe una solución rápida para nuestros problemas ancestrales.  Pero sin importar lo que los espectros del pasado hoy gritan a través de nuestros muros, solo la disposición intelectual y la instrucción servirán para romper las cadenas heredadas y encaminarnos al empoderamiento nacional. 

 

¡Levántate y anda!

viernes, 15 de enero de 2021

Aquí, allá y en todas partes: Carlos Esteban Cana reflexiona sobre el proceso creativo, en conversación con Zenn Ramos

 por Carlos Esteban Cana

 

Entrevista que valoro de la periodista y editora Zenn Ramos a este servidor, para el semanario La Voz Hispana de NY, en la sección "Oteando sobre Arte, Cultura y Poesía". Publicada en la edición del 1 al 7 de enero de 2015.  En esta versión que comparto actualicé y simplifiqué algunas de mis respuestas por razones de espacio.

 

En medio del torbellino

un intento de vida

en el gesto paulatino

que mueve a recoger

los fragmentos...

 

-Carlos Esteban Cana

 

Zenn Ramos: La Poesía sigue siendo el resumen de todo el potencial creativo del hombre, después de Dios; por medio de ella se resuelven conflictos, desequilibrios y se crea un equilibrio mágico o tal vez un mayor balance.  El Poeta se yergue ante el Universo y lo desafía, y el Cosmos conspira.  Esta semana comparto con un escritor, comunicador y poeta puertorriqueño que posee alas en su voz y alcanza la vida en esencia, hasta ver el Universo de pie junto al legado cultural de su conquista social-cósmica: Carlos Esteban Cana.

 

Zenn Ramos: ¿Cómo se produjo en ti la relación del académico, el gestor y el poeta? ¿Pueden todos convivir sin afectarse?

 

Carlos Esteban Cana: Antes el aprendiz de poeta fue tomando su lugar, durante la adolescencia (aunque el poeta se desarrolló de manera formal mucho después), y esa dimensión creativa dio paso, más que a un académico a una persona que ama las humanidades.  Y esto por ese intento de aprehensión, tanto de la experiencia como del saber.  Supongo que esa simbiosis me permite proceder como alquimista en lo que ha gestión se refiere reconociendo esa interdependencia que ha fluido…

 

Zenn Ramos: ¿En qué momento sentiste la necesidad de expresar la belleza y tu percepción cósmica, por primera vez?

 

Carlos Esteban Cana: No preciso el momento particular en que esa necesidad de apalabrar este asombro que es la vida se manifestó. Intuyo que se ha tratado de un proceso paulatino…

 

Zenn Ramos: ¿Cuándo escribes frecuentas un punto de partida o sueles partir de cero?

 

Carlos Esteban Cana: Cuando me acerco a la narrativa tengo un perfil más claro de la historia que quiero contar, ese punto de partida.  En poesía en ocasiones sucede lo contrario, y el proceso, sinuoso por demás, inicia desde una ambigua emoción que se palpa en el momento y se va desarrollando con la reescritura.

 

Zenn Ramos: Si te pido que delimites tu perfil como escritor, ¿cuál es tu género preferido?

 

Carlos Esteban Cana: Ese perfil ha sido mutable, tiene ciclos… Inicié con la poesía, pero luego me vi atrapado o seducido por el gran poder que tiene el cuento. Después de una década regresé ya de manera más formal a la poesía, y en ese transcurso fui degustando el microcuento, que aunque comparte la materia prima con el cuento tradicional puedo asegurar que es otro universo, otro género.

 

Zenn Ramos: ¿La literatura te ayuda a sentir arraigo o pertenencia a un lugar?

 

Carlos Esteban Cana: Sí. Entiendo más mi lugar en el mundo a través de la literatura, tanto desde la creación como desde la lectura. Y eso dentro del tiempo que me ha tocado vivir como Boricua, Caribeño, Latinoamericano y Ciudadano de un Planeta cada vez más globalizado.

 

Zenn Ramos: ¿Cuánto hay en tu narrativa de recorrido al azar y cuánto de búsqueda de revelación?

 

Carlos Esteban Cana: El proceso de crear mediante la narrativa, en mi caso, ha tenido de ambas tendencias.  Hay unas historias que se han dado de forma aleatoria; otras, sin embargo, son resultado de ese cauce natural y constante de hacer mías ciertas experiencias de la vida a través de esa búsqueda.

 

Zenn Ramos: ¿La poesía es un compromiso político-social o más bien una forma de establecer tu realidad?

 

Carlos Esteban Cana: Apalabrar mi realidad, ese intento de hacer alquimia de mi tránsito por este milagro que es la vida, no se puede dar, es imposible que se manifieste, si excluye la dimensión político-social concreta que he experimentado como habitante del Archipiélago Borincano durante los últimos 50 años.  Por lo tanto, esa realidad se ramifica con el continuo intento vital de Ser y Proceder, aún con las luces y sombras que me habitan. Es ineludible.

 

Zenn Ramos: Pienso que la poesía exuda belleza y debe abarcar el Todo Universal. ¿Cuánto del Cosmos domina, por así decirlo, tu registro literario, y por qué? 

 

Carlos Esteban Cana: Esa gran metáfora, por nombrar al Cosmos de alguna manera, ocupa una parte sustancial de lo que he ido desarrollando en los últimos años, tanto en narrativa como en algunos cuadernos poéticos.  Este proceso creativo gana entonces cierta rigurosidad y complejidad por acercarse a una diversidad de disciplinas que van desde la filosofía a la historia, de la teología a la sociología, hasta saberes que emanan del estudio de la estructura del lenguaje o el manejo de la información por los medios de comunicación. Sucede que la chispa del motivo inicial se enhebra con la investigación.

Entonces en esa gran metáfora se manifiestan personajes, emociones y situaciones que tienen su génesis en esa búsqueda -ontológica podrían nombrarla algunos- que ineludiblemente se me presenta como amante de las Humanidades que en el transcurso intenta comprender mientras (y quizás como resultado), procede, gesta, camina...

Esa experiencia ha sido una ruta no prefigurada como un juego de ajedrez.  Sí ha sido, por momentos, sinuosa; en otros instantes extraña, maravillosa o silenciosa.  Pero es espontánea y se renueva cada día. Detalle que siempre me recuerda aquellos famosos versos de Antonio Machado: Caminante no hay camino/ se hace camino al andar...



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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

martes, 15 de septiembre de 2020

Aquí, allá y en todas partes: Hugo Mujica y la poesía que se hace con la sutil constancia del silencio

por Carlos Esteban Cana

La primera vez que escuché el nombre del poeta argentino Hugo Mujica fue en un recital del escritor Ángel Darío Carrero (QEPD). Luego adquirí su libro “Kyrie eleison”, un método de meditación cristiana. Años después, en el 2012, tuve la oportunidad de dialogar con él en The Poet’s Passage del Viejo San Juan. En esa ocasión Mujica llegaba al Archipiélago Boricua como uno de los poetas internacionales invitados al IV Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico.

Con una experiencia de vida que le lleva de Buenos Aires al Greenwich Village en el Nueva York de los años 60 y toparse con artistas de las artes plásticas mientras se desarrollaba como pintor, Mujica también frecuentó personalidades de la cultura como Timothy Leary y Allen Ginsberg, que le vinculó al gurú Swami Satchidananda de quien fue discípulo. 

Más adelante, luego de cerrar su experiencia en Nueva York asistiendo al memorable Festival de Woodstock, ingresó al Monasterio Trapense de Saint Joseph en Spencer, Massachusetts donde hizo un voto de silencio durante siete años en los que va naciendo su pasión por la poesía. Desde su primer poemario “Brasa blanca” publicado en 1983, hasta “A las estrellas lo inmenso”, su obra más reciente bajo el sello editorial Visor, Hugo Mujica ha vinculado el arte del verso y la metáfora a la mística cristiana y oriental. En trece libros en el género el poeta despliega sus indagaciones filosóficas y espirituales sin menoscabar el proceso artístico. En su poesía nada suena a prédica o larga homilía señalando la culpa de pecadores desde un púlpito. Más bien prevalece lo contrario, el suave sonido de un riachuelo, la pincelada casi transparente del poema breve cercano al aforismo, tal como lo evidencia su libro “Cuando todo calla” (Premio Casa de América 2013).

Una reflexión conocida de Hugo Mujica y reproducida en Internet da idea de su particular acercamiento al oficio: “Un poeta, un creador, es quien, escuchándola, deja que la vida le cuente lo que ella aprendió viviéndolo”.  

En esa misma dirección, durante una entrevista reciente con Gonzalo Escarpa en el programa Ámbito Cultural d’ El Corte Inglés, Hugo Mujica sumó otras reflexiones sobre su poética: “En la vida yo me muevo en un nivel de esencialidad. Lo cotidiano es ruido. Mi relación con la realidad desde siempre fue estética; siempre busqué la belleza. El poema es o no es, puede ser largo o puede ser corto, pero tiene que hablar de eso”.

Hace ocho años, motivado por la visita de Mujica a Puerto Rico, me di a la tarea de explorar su obra. De ese sosegado ejercicio de lectura nace esta breve selección que les presento.

*

44.

como                                                        

un ciego llamando luz
al trueno
 
mi decir
lo que el silencio nombra

                                    de Brasa blanca (1983)

*

13.

llueve,
semillas de agua siembran
verde en los muros

un gato salta techados
y una rosa blanca entre
                       enrojece al ocaso

                        de Sonata de violoncello y lilas (1984)

*

33.

como llegando donde uno partió
pero después, después
                       de no haber partido

o como cuando la palabra ya no ora la oración,
                                                                 ora la palabra

                        de Responsoriales (1986)

*

6.

entre la raíz y la flor
me fue dado abrazar el tallo

tus espinas que no piden agua
            me salvarán de las rosas


                  de Escrito en un reflejo (1987)

*

Sin ecos

Uno puede ampararse del miedo escribiendo “miedo”, como para tener miedo a algo, miedo a escribir, no terror de nada, de no escribir “nada”. De vivir sin ecos, como hablan los marinos en alta mar, como rezan los que son escuchados.

                                    de Paraíso vacío (1992)

*

La misma noche, un mismo sueño

cada uno cava en uno  
                        la casa del otro

el imposible hogar
de todo exiliado;

cada otro nos pide la palabra
que no tenemos

la que diga lo que dice
sin decir despedida

la esperanza de dar
lo que siempre hemos pedido.

unos y otros la misma noche,
cada noche
un mismo anhelo: 

 brindar chocando otra copa
                   sin que el cristal se nos quiebre.

de Para albergar una ausencia (1995)

*

Desde donde partí


al final,
cuando me encuentre sobre un andén
de trenes que no paran,
de viajeros
que miran sin decirme adiós
                                         con las manos 

habré llegado 
hasta donde siempre estuve; 

al niño descalzo que contempla la lejanía
temblando en la playa

al borde de la vida
a la urna de la espera. 

al final, cuando la desnudez
sea otra vez inicio
pido morir como mueren los mendigos:
meciendo la soledad del mundo
                                         en el hueco de la mano. 

                                    de Noche abierta (1999)

 *

En plena noche

También en plena noche
la nieve
se derrite

y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.


Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,

la que nos expande
las pupilas. 

Lo que busca con su bastón
                             el ciego es la luz, no el camino.

                                    de Sed adentro (2001)

*

Temblor

Una hoja, rojiza,
tiembla
 
es otoño
y el sol va entristeciendo su paso
                                         por mi ventana.

Algo,
cada instante se detiene,
                          algo es ya siempre nunca;

el final es siempre un combate:
                                         el de no aferrarse a las armas. 

                                    Casi en silencio (2004)

*

Entrega

Sin ecos,
en una tierra sin nombre,
un arroyo
murmura su paso,
                            trasparenta su huella.

Ajena a sí nace la entrega,
                     adentrándose en la noche
                                                    se borra la propia sombra.  

                                    Y siempre después el viento (2011)

*

(Confesión

El poema, el que anhelo,
el que aspiro,
es el que pueda leerse en voz alta sin que nada se oiga.

Es ese imposible el que comienzo cada vez,
es desde esa quimera 
                          que escribo y borro.)
 
                                   Y siempre después el viento (2011)

*

Solo al final

Las dos orillas,
son siempre una, pero se sabe sólo al final 
                          después, después de naufragar entre ellas.

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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.  

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como ConfesionesSólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Isla ensueño

por  Caronte Campos Elíseos


No sé qué tan clichoso sería decir que después de que nos hicieron creer por muchos años que éramos la envidia de las republiquetas; luego que éramos la isla del encanto y después por varios lustros más, que éramos la isla estrella; ahora somos la isla ensueño.  Definido esto último como ilusión o quimera, la que más le agrade a usted.  En mi opinión muy personal (que nadie nunca me ha pedido) siempre supe que todo era espejismos.  Del encanto afloró el espanto; la estrella derivó en estrellá; y ahora vivimos una fantasía.  Trataré de dar mi versión de los hechos (que tampoco me han solicitado) a pesar de mi limitada capacidad mental.


Para empezar, luego de la Apertura Total declarada por el gobierno, el pueblo salió a las calles como reces escapando de un corral hacia el matadero.  En solo un mes se han duplicado los positivos, los positivos probables, las muertes y las hospitalizaciones al virus pandémico.  Todo esto, según las estadísticas del Departamento de Salud.  El mismo departamento que con todo y los recursos económicos adicionales y los ya famosos “Task Force Médicos”, no han podido diseñar (y ni hablar de implementar) un sistema de rastreo eficiente.    Escasez de pruebas, estadísticas poco fiables, incapacidad para reforzar el sistema hospitalario del país, han sido la orden del día; mientras ya cerca de 400 familias sufren la perdida de algún ser querido, cercano o al menos conocido. 

 

Es muy probable que por mi obnubilado pensamiento no entienda ciertas cosas.  Como por ejemplo, la razón por la cual el Departamento de Educación luego de un semestre en cuarentena, no pudo desarrollar una estrategia efectiva para el comienzo de clases.  Hoy, después de perder el tiempo en tribunales para no abrir los tan necesarios comedores escolares y en pugnas por las compras dudosas de computadoras y tabletas, tienen a miles de estudiantes y cientos de maestros sin los recursos necesarios para la educación a distancia.  Sin mencionar los cientos de puestos de educadores necesarios que todavía permanecen vacantes.  La prioridad de ese departamento en esta coyuntura histórica, es atornillar la mediocridad en puestos excesivamente remunerados, convirtiéndose en un reducto para las hartas conocidas batatas políticas.  Muchos han sido menos escrupulosos que este servidor al señalar que, ni siquiera en condiciones normales habían logrado comenzar un semestre con el pie derecho.  Nada más cierto que eso, pero, ¿a quién no le encanta vivir de falsas expectativas en esta tierra nuestra? 

 

Me parece que a todos (admito que a mí me fascinan las falsas expectativas).  Incluso las expectativas de los trabajadores quedaron huérfanas al sufrir la expoliación por parte del Departamento del Trabajo.  El mismo que está supuesto a velar por los derechos de los obreros, se ha apropiado de todos los chavos que ha recibido en transferencias federales, mejor conocidos como PUA.  La incapacidad gubernamental nuevamente de manifiesto, ha otorgado el beneficio a malandrines con inteligencias múltiples para las trampas, a piratas cibernéticos y hasta a alguno que otro, porque no, adolecentes ingeniosos.  En el ínterin y hasta el sol de hoy, hay padres y madres de familias, asalariados por necesidad, trabajadores por convicción, que no han recibido un solo centavo para sus necesidades más apremiantes durante esta pandemia ya de seis meses.  Solo han recibido del gobierno eso mismo… PUA.     

 

De lo que sí estoy totalmente convencido, es que por la oscuridad de mi intelecto estoy inhabilitado para razonar sobre los resultados pandémicos de los eventos primaristas.  Después del desastre organizacional y operacional de las accidentadas votaciones, lo único que quedó de manifiesto fue la incapacidad del electorado para diferenciar entre un virus y otro.  Arriesgando la salud y hasta la propia vida, acudieron a elegir de entre las piaras los que a su entender eran los mejores candidatos.  El término “mejores” podría ser debatible (tal vez en los deportes o en los autos).  Lo que no es debatible es que la definición que entiende la horda de electores que acudieron esos días a ejercer su derecho al voto… admite corruptos, convictos, golpistas (si como yo, no entiende el concepto guguleelo como: Golpe de Estado), anti-obreros, herederos de algún linaje popular (si no le resuena, búsquelo por Ferrer), entre otras características iconoclastas.  Algunos de los pillos y corruptos que usted no eligió con su voto, los arrestaron los Federicos al otro día de la elección por sus mal habidas maniobras.  Los demás, cual piezas de ajedrez, serán acomodados en posiciones estratégicas para dar continuidad al saqueo a las arcas del país.  No en balde el gobierno actual es el principal ausente desde mucho antes de las pasadas primarias y posiblemente hasta la próxima transición de turno.  Demás está decir que el saldo final de tan tétrico escenario, fue una gentualla para gobernar el país el próximo cuatrienio y decenas de contagiados con el virus (¿Karma o justicia divina?... decida usted según su predilección)

 

Por último, pero no menos importante, está la próxima elección para votar nuevamente por la estadidad.  No es de extrañarse.  Con todo el dinero que el gobierno ha anunciado, con bombos y platillos, que ha recibido por la gracia norteña (aunque no hayan repartido ni dos centavos) y conociendo de primera mano que la modorra mental de algunos inventa relaciones conexas entre el dinero, la ventajería y el estatus; saben que llevan todas las de ganar… por enésima vez.  Empero, no hay dinero ni recursos para techos de hogares todavía bajo toldos azules, para llevar agua potable a sectores que después de décadas continúan bajando al rio; tampoco para tener y mantener pruebas de Covid suficientes para todos (para los políticos aparecieron en minutos, y sus resultados en días).  


Tampoco hay dinero ni recursos para optimizar y reforzar los hospitales, desarrollar un sistema de rastreo de virus que minimice la exposición de todos; no hay dinero ni recursos para llevar computadoras e internet a maestros y estudiantes; mucho menos para la clase obrera que al final del día son los que, en la práctica, mueven la economía y sus teorías.  No identifican, según ellos, los fondos necesarios para reforzar el sistema eléctrico y dragar los ríos y sus cauces, para cuando a alguien sople y mee desde el cielo en plena temporada de huracanes, no nos quedemos sin luz y con el agua hasta el cuello. Para lo que sí aparecen fondos y recursos es para una elección nada vinculante; para malgastar en elecciones fallidas por la incapacidad de algunos; para crear puestos sobre remunerados para los hijos talentosos de otros; para contratos millonarios a los amigos y cercanos de los honorables, perpetuando así el esquema de medro a costas de los fondos públicos.


Es más fácil perdernos en la discusión nimia sobre la procedencia de un logo de algún grupúsculo sin trascendencia; es más fácil engolfarnos en el debate trivial, sobre si merecemos pertenecer a una federación que por más de cien años se ha reservado el derecho de admisión en detrimento de la dignidad de un pueblo.  Es preferible el análisis frívolo alrededor de partidos y candidaturas, que sobre alternativas reales y candidatos idóneos con las competencias y ejecutorias necesarias para llamarlos líderes.  Hasta que nosotros todos, despertemos de ese sueño de ilusión donde la mente está desconectada de la realidad y navega entre fantasías; hasta que vivamos el presente colectivo tal y como es, una burda y grotesca oda a falsos ideales; hasta que recuperemos nuestra conciencia colectiva, seguiremos viviendo de ensueños dejando escapar, indefectiblemente, el ahora.

 

¡Levántate y anda!

 

Nota aclaratoria: Por mi espiral emocional desadaptativa, me declaro incompetente mentalmente de participar en tal movimiento.