viernes, 21 de junio de 2013

Esquizofrenia mediática

por  Caronte Campos Elíseos


En la última sesión de terapia con mi psiquiatra, este y yo tuvimos una excelente charla.  El doctor me solicitó que no lo viera más como un médico, sino que empezara a considerarlo como un amigo, en el cual puedo confiar todas mis situaciones y secretos.  Claro, seguramente lo dice porque si yo no regreso a su consultorio (o nuestro sitio para los juntes amistosos, como le llama él), no podrá recibir del seguro médico el estipendio por el tiempo que invierte en nuestra novel amistad.  Por mi parte, le dije que me parecía fantástica la idea, y que de hecho ya empezaba a verlo casi como un hermano mayor.  Ciertamente este es el hombre que me ha permitido conocer una serie de sustancias que me mantienen alejado de mis frustraciones y dilemas, y que sin sus prescripciones trimestrales no podría adquirirlas, al menos no de manera legal.  De más está decir que la conveniencia de esta amistad ficticia es recíproca.  Así que la podemos catalogar como un amistoso “Quid pro Quo” de naturaleza bioética.

Pero en fin, ¿sobre qué quería escribir?  Ah, si… este individuo me hizo una pregunta para la cual no he encontrado una respuesta certera.  Mucho menos luego de salir de nuestro “fantástico junte amistoso” y de mi pasadía por “Paredes Verdes” (Walgreens, para los puertorriqueños) en busca de mis golosinas.  La pregunta fue la siguiente: ¿Cuáles tú piensas que son las posibles causas de tu desorden esquizofrénico agudo e irreversible?   No sé a ustedes, pero con ese diagnóstico tan extenso, a mí me parece que él no está haciendo bien su trabajo.  Pero recordemos que no me conviene cuestionar sus métodos, porque de otra manera no puedo obtener mis “dulces” sin sus recetas cada tres meses, así que olvidemos ese punto.  Esa pregunta que me atormenta y que ronda mi cabeza sin parar desde hace casi dos semanas, aún no tiene respuesta.


Así que, para despejar un poco la mente y dar oportunidad a que esa tan esperada contestación encuentre la luz en el laberinto de mi cabeza, me dispuse a leer el periódico.  Y lo hice muy a mi pesar, porque considero que vivimos en un “País sin prensa”, donde reina la desinformación.  Pero han sido dos semanas intensas de eventos y noticias.  Lo primero que encuentro en las páginas principales, es la disputa entre los tres poderes de nuestro gobierno republicano.  Resulta que después de una campaña eleccionaria de casi cuatro años consecutivos para que pudiéramos elegir los nuevos gobernantes y nuevos legisladores (sin entrar en calidad, si alguna), hemos sido víctimas de un golpe jurídico.  No digo golpe de Estado, porque en mi opinión no lo somos.  ¿O sí?  Golpe jurídico porque desde el Tribunal Supremo (supremo en desprestigio), se ha declarado que desde ahora son sus jueces los que determinan cuáles leyes pasan el cedazo constitucional y cuáles no.  Si miramos bien la división en este panel de jueces, que está fraccionado en los dos bandos clásicos (azules y rojos), podemos notar que estos últimos seis jueces nombrados por el partido que defiende nuestros derechos a la igualdad y a la estadidad (aquí estoy haciendo una pausa para reírme), están utilizando para sus macabros planes de gobernar “de facto”, la Constitución del Estado Libre Asociado (lo que sea que eso signifique).  Lo gracioso radica en que el ELA es el status colonial que han criticado por los pasados 60 años, y del cual han utilizado su decadencia como fundamento para su preferencia política.  Pero como toda moneda tiene dos caras, este asunto tiene un lado siniestro no muy agradable.  Ese lado oscuro es que el partido que perdió la gobernación y que ahora son minoría legislativa, usurpan el poder judicial.  En otras palabras, se quedaron gobernando los malandrines que querían sacar los electores, en lugar de los ineptos que seleccionaron con su voto. 

Paso la página para tratar de obviar lo anterior, y encuentro noticias sobre la criminalidad rampante que arropa el país, en todas sus expresiones y modalidades.  Sumado a la incapacidad policial de brindar seguridad, ya sea por sus escasos recursos, problemas operacionales, la poca o nula cooperación ciudadana, o por la actitud de brazos caídos de los agentes, ante las acciones en contra de sus condiciones laborales.  Por esta última razón, este brazo armado del estado golpeó, maltrató y violó los derechos de otros grupos por hacer lo propio.  Prefiero no seguir leyendo sobre asaltos, escalamientos, asesinatos, ni ninguna otra suerte de crímenes violentos.  Así que, paso a las páginas siguientes.

Es aquí donde la presión me empieza a subir como la espuma.  Aparecen noticias sobre la controversia de un proyecto de ley que otorgaría igualdad de derechos a los miembros de la comunidad homosexual y lésbica en el país.  Para hacer el cuento largo, corto, esto terminó con los medios reportando la aprobación de una ley que, a pesar de distar mucho con los avances y las nuevas realidades sociales, abre paso para nuevas reformas.  Amén de ver los grupos religiosos y/o cristianos actuar como verdaderas turbas (no sé si en realidad era una actuación o es su verdadera naturaleza), insultando y lanzando epítetos a los “honorables” legisladores (otra pausa para reír un poco más) y a los “hijos de la oscuridad con los cables cambiados”.   Este último detalle logró estabilizar mi presión sanguínea y neutralizar un ataque de neurosis crónica.  Por tal motivo, y antes de que vuelvan a exacerbarse los síntomas antes mencionados, cierro el periódico y decido buscar en la prensa en línea.

Al fin llego a las noticias mundiales e internacionales, aunque sea a través del medio cibernético.  Espero poder encontrar algo que calme mis nervios y lleve a remisión mi enorme complejo de persecución.  Completamente seguro de que así será, hago una pequeña pausa en este instante.  Me levanto, preparo una taza enorme de buen café, unas galletas con pedacitos de queso de papa, y listo para una buena lectura.  Ya preparado para salir de toda esta maraña de noticias que solo aumentan mi ansiedad y fomentan mis alucinaciones, comienzo por la prensa norteamericana.  El primer titular de noticia que aparece en la pantalla de mi computador es que la agencia encargada de la seguridad de la nación, pisotea todos los derechos que están garantizados en la constitución gringa.  Sobre todo el derecho a la privacidad, donde esta agencia recopila gran parte de toda nuestra información utilizando un sistema orquestado para tales efectos.  De repente siento un fuerte “Déja Vu”  que me lleva a saltar la noticia.

Al cargar por completo la próxima página virtual, el nuevo titular leía de la siguiente manera: “Principales Empresas de Telecomunicaciones Cooperan con la Vigilancia Nacional”.  Para mi sorpresa, son todas las que utilizo a diario para mis tareas, mis trabajos, para mis pasatiempos y entretenimientos.  Todas las proveedoras de servicios en línea que uso frecuentemente están listadas como facilitadoras de toda mi información personal al gobierno federal para su programa de vigilancia ciudadana.  Por obvias razones no las puedo mencionar por sus nombres en este espacio, ya que seguramente lo inundarían con radares, satélites, cámaras y micrófonos. 

Pero estas compañías nos han inducido a morder la manzana tecnológica.  Sí, otra vez la maldita manzana, esta vez la del dios de la tecnología, “Saint Jobs” (Apple).  Esto para sumergirnos en un mundo de información prácticamente infinita (Google).  Se han metido por nuestra “ventana” para vigilar todas nuestras comunicaciones (Windows), y nos han hecho gritar de emoción por la accesibilidad y facilidad de sus servicios (Yahoo!).  Pero lo peor de todo, es que han creado, desarrollado e implementado el mejor sistema de autocarpeteo (Facebook & Twitter), donde nosotros mismos ofrecemos todos los detalles de nuestras relaciones, acciones, e interacciones con nuestros círculos más cercanos de familiares y amigos (Google +).  La simbiosis creada entre estos colosos tecnológicos y las agencias de inteligencia, ha tenido, tiene y tendrá efectos letales para nuestros derechos, privacidad e intimidad.  Aun así, lo más desconcertante fueron las reacciones de los medios locales y de las mismas personas que son usuarios asiduos de estos servicios. ¿En realidad nadie lo sabía?  ¿Realmente nadie tenía una leve sospecha sobre estas redes de espionajes extra-oficiales?  Me parece absurdo por demás, que con tanto acceso a la información a través de la misma red que utilizan para espiarnos (Internet), la gente no tenga ni puta idea sobre cómo se meten en su vida privada para documentarla y que incluso el hecho los tome por sorpresa.  Habrá quien diga que no le importa porque no tiene nada que ocultar.  Estará el que piense que está bien que el gobierno vigile a sus ciudadanos como medida de prevención.  Pero al final del día, todos nuestros datos personales están expuestos ante los ojos de desconocidos, con intenciones desconocidas.  
   
Mientras mis ojos cambian constante e involuntariamente de campo visual por los nervios alterados, leo varios titulares en la barra lateral.  Puedo recordar uno de gran impacto para mí ya maltrecho cerebro, ya que todavía no logro analizarlo.  Leía el titular en negrita y subrayado: “Gobierno Federal Investiga Acciones del Programa Espía”.  Aquí mi corazón se detiene por varios segundos.  Cuando al fin recupero el aliento, pienso: “¿Como la entidad que inventa, desarrolla, y financia el sistema en cuestión, va a investigar si está en violación de ley o no?”  Dentro de mi ingenuidad casi invariable, me llega un pensamiento irreverente… ¿No será eso, poner los cabros a velar las lechugas?  Para ser honesto, al leer todo esto me llene de terror y pánico.  Acto seguido apagué, cerré y desconecté la computadora con tanta prisa que incluso derramé el rico y suculento café.  Comencé a cerrar todas mis ventanas y a bajar todas las cortinas.  Quise deshacerme de mi teléfono inteligente (ahora sé porque los llaman así), pero hasta ahora no he podido lograrlo.  La impresión que me he llevado con este Cisne Negro de la industria informática ha empeorado mis condiciones.  Todavía no logro entender como una persona como yo, desconfiado y malpensado, he caído víctima de un modelo de espionaje tan ruin y obvio.  Ahora puedo explicar muy bien el sobresalto que sentí cuando leía sobre el tema.  Y es que para el año 2003 tuve una experiencia cercana con la red que en ese entonces hacía el “trabajo sucio” que ahora hacen estas gigantes corporativas.  La diferencia entre estas y Echelon, es que estos monstruos informáticos acumulan riquezas a costa de nuestras vidas.

Entre la histeria, el miedo y el sudor frio, tomé la determinación final y firme, al igual en aquel verano del 2003, de no volver a utilizar ninguno de estos servicios que colectan mis vivencias y experiencias para ofrecerlas al mejor postor.  Esto incluye mi correo electrónico, mi perfil, mi círculo de amistades, mis “followers”, y este blog (donde puedo escribir todas mis sandeces y disparates).  Pero como habrán notado no logro despegarme de este espacio virtual, tampoco así de mi correo y mis redes sociales.  Ni hablar de mi teléfono inteligente, es como mi alma gemela.  Él es el único que me conoce a cabalidad.

Luego de unas horas intensas de meditación e introspección profunda en la madrugada, sentado a oscuras bajo el agua helada de la ducha, he llegado a una conclusión.  La relación espuria de esta APP (Alianza Público-Privada) es equivalente a la relación que tenemos mi médico de cabecera (porque mi problema está dentro de mi cabeza) y yo.  El aparenta ser un amigo al cual le interesa todo cuanto me sucede.  Me observa, me escucha, y pone atención a todas mis conversaciones y relatos.  Me vigila y estudia mi comportamiento, incluso puede hasta predecir mis respuestas.  Me ofrece alternativas para aliviar o eliminar mis problemas y necesidades (genuinas o creadas).  Se gana mi confianza y me hace caer en una especie de adicción a nuestras largas charlas y a los medicamentos que prescribe para evitar mis crisis psicóticas y depresivas.  Así mismo, los caníbales de Silicon Valley, han insertado en nosotros una serie de necesidades banales.  Han desarrollado sus servicios con miras a cubrir dichas necesidades, y nos han inyectado por todas las vías posibles sus alternativas y soluciones para convertirnos en adictos a sus productos.  Es tan absurdo el asunto, que hasta pagamos cantidades exorbitantes de dinero para obtenerlos.  De la misma forma que el doctor amistad hace conmigo, estas empresas nos escuchan, nos observan, nos leen, en fin... nos espían.  
                     
Todo este exceso de noticias e información sólo ha sido contraproducente para mi estado actual.  He sufrido una fuerte recaída y he tenido que adelantar mi cita para el junte con mi buen y gran amigo, el doctor corazón.  Aun así, reconozco que tengo que buscar una salida para esta encrucijada mental que me atormenta a diario.  De la misma forma pienso que únicamente seremos capaces de superar todos nuestros traumas y evitar la exposición innecesaria a estos piratas informáticos, cuando entendamos cómo funcionan y cuáles son sus verdaderos usos.  Cuando entendamos las verdaderas intenciones detrás de tanto “amor”.  Cuando tengamos el valor para reclamar los derechos que nos pertenecen y a no permitir que se menoscaben nuestras interioridades y las de nuestra familia y amigos (en mi caso no son muchos).  Solo así superaremos esta esquizofrenia mediática, inducida por tantas redes diseñadas para mantenernos en contacto y entretenidos dentro de un perímetro virtual controlado, cual campo de concentración.  Redes que nos atrapan y nos mantienen prisioneros casi por hipnosis.  Pero su único fin es pescar nuestros datos y llevarlos a la misma desembocadura, los archivos clasificados del gobierno federal.   
 
En el ínterin, mientras llega la fecha estipulada para mi desahogo, yo sigo en búsqueda de una respuesta lógica y sensata para mi desorden mental y paranoia injustificada.  Hasta he tenido que duplicar la dosis de mis pastillitas (excepto las de color azul).

¡Levántate y anda!

 

martes, 18 de junio de 2013

Aquí, allá y en todas partes: Las virtudes de la comedia, en palabras de Eva Cristina Vásquez

por Carlos Esteban Cana


Foto Cortesía de María Cristina Fusté

Conversar con la actriz y dramaturga Eva Cristina Vásquez, es pulsar la voz de quien desde muy joven ha tenido claro su horizonte.  Actriz, Educadora y Dramaturga, así, en mayúsculas, con una entrega total e incondicional al teatro, Eva Cristina se ocupa estos días de dar los toques finales a la reposición de “Lágrimas Negras: Tribulaciones de una negrita acomplejá”.  Obra que a partir de su creación, en el 2002, se ha presentado en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, así como en el Victoria Espinosa -también en Borinquen- y en salas especializadas del circuito teatral de La Gran Manzana.  Ahora, y por espacio de once días, el público tendrá una nueva oportunidad para disfrutarla en Teatro Pregones, a partir del próximo 20 de junio.

Por lo anterior, quiero compartir en esta nueva entrega de 'Aquí, allá y en todas partes', una columna que centra su contenido en aspectos del proceso creativo, las impresiones de esta dramaturga con respecto a las ventajas que tiene la comedia como género teatral, aún cuando una obra como 'Lágrimas Negras' indague y explore un tema tan serio como lo es el racismo.

Foto Cortesía de María Cristina Fusté
Puntualiza Eva Cristina Vásquez: "Lágrimas Negras es una comedia-drama, así que la gente no se siente atacada; más bien la observa y hay quien dice: 'Es verdad'.  Y es que con el sentido del humor se pueden ver las cosas desde otro punto de vista, porque la discusión del tema se puede volver demasiado personal, se puede volver agresiva si uno lo hace desde el drama, mientras que la comedia abre unos espacios que permite que uno se ría de sí mismo.  La comedia es útil para que la gente se vea en un espejo pero no se sienta atacada... No es lo mismo cuando una persona blanca hace una crítica de la situación, que cuando una persona afrocaribeña, como yo, diga desde esta posición qué fue lo que sentí.  La comedia es muy buena para eso porque lima ciertas asperezas de antemano que, claro, no necesariamente trivializa la situación sino que te hace verla, como dije, desde un punto de vista que a lo mejor, como público, nunca te habías planteado."

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Esta serie de artículos dedicados a la obra y trayectoria de Eva Cristina Vásquez continúa en el periódico cibernético El Post Antillano, así como en las bitácoras de los escritores Yolanda Arroyo Pizarro y Angelo Negrón.

Para mayor información acerca de la presentación de 'Lágrimas Negras: Tribulaciones de una negrita acomplejá' en Teatro Pregones puede comunicarse al 212-868-4444
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Carlos Esteban Cana - Escritor y comunicador puertorriqueño. Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos. Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las letras, desde Puerto Rico".  Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre. El primero titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento. "Testamento" es el segundo de los libros mencionados, poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.

sábado, 8 de junio de 2013

Leyendo Sara, La historia cierta: Un libro de Rubis M. Camacho



La palabra escrita, además de satisfacción, ha logrado muchas transformaciones en mí vida. Por ejemplo leer a mis diecinueve años El Canto de la Rana del Sacerdote Jesuita Anthony de Mello logró que reconociese a Dios según el mismo de Mello lo describió: “como un piano: diferentes notas y un sólo acorde” y que viese al cristianismo “como una forma de vida y no una religión”. Mucho antes que esa transformación los libros que leía la catequista los sábados conducentes a mi primera comunión, entre ellos la biblia, me remontaron a miles de aventuras y enseñanzas. Entre ellas estaba la historia de Abraham, patriarca del pueblo de Israel y del pueblo árabe. Desde niño me hablaron de él como símbolo de obediencia, fe y temor a Dios mientras que de Sara me dijeron que era el ejemplo del poder de Dios que lograba que una mujer estéril y anciana pudiese tener un hijo. Luego llega Isaac como cordero que será sacrificado. ¿A quién no le pareció extraño el pedido de un Dios de amor que solicitaba la muerte de un hijo a manos de su padre y en sacrificio? A decir verdad a mí no. Para el tiempo en que escuché la historia era sólo un niño y mi catequista una señora más buena y cordial que mi maestra de segundo grado. Fue sorprendente imaginarme al ángel enviado por Dios deteniendo la mano de Abraham que sostenía la daga en alto dispuesto a obedecer. A mi corta edad ese Ángel era un superhéroe a lo Superman o Batman, sólo que tenía grandes alas y era enviado por el mismísimo Dios, (justo y bueno), a evitar la muerte segura del hijo de Abraham.

Ahora, después que han pasado tantos años desde aquel otrora aprendizaje católico, apostólico y romano,  a la escritora puertorriqueña Rubis Camacho le da con escribir sobre el génesis de Abraham y Sara desde una perspectiva realista. Con ello ha logrado en esta historia catapultarme a meditar en la biblia, ese antiguo libro tan lleno de contradicciones y atiborrado de historias patriarcales y machistas. Mientras en la catequesis que me enseñaron, Abraham es descrito como el hombre más fiel a los pedidos del dios judeocristiano y el hombre que trató en vano de salvar a Sodoma y Gomorra si encontraba a un sólo justo, en las páginas que escribió Rubis Camacho, tituladas Sara La Historia Cierta, Abraham es el déspota asqueroso que ve a Sara, no sólo su esposa sino su hermana, como a una posesión más, comparable a uno de los animales de su rebaño. 

Es entonces de sumo interés, y hasta iluminador, la vida que les ha creado Rubis a personajes bíblicos en esta divertida y profunda tergiversación que nos puede llevar, como todo buen escrito, a más de una interpretación. La autora utiliza a personajes del Génesis y lo hace de manera magistral. Tal es el caso de Sara, hermana y esposa del profeta Abraham que en esta novela es convertida en protagonista en el antiguo testamento, lugar donde las mujeres están presentes para llevar un papel secundario. La defensa de muchos creyentes a este detalle que no me explicaron de pequeño, (y que yo tampoco expliqué pues fui catequista) será que hay que dirigirnos al momento en que fue escrita la biblia, o sea a un momento histórico en el que el hombre se llevaba el merito de todo y la mujer estaba subyugada. En ese momento de la historia, (de hecho es hasta los años sesenta del siglo veinte cuando la mujer comienza a ejercer su derecho a sentir placer sexual y erótico), la autora presenta a Sara como una mujer desdichada por la apariencia y mal olor de su esposo, el profeta Abraham, e impactada por la forma en que el faraón de Egipto la hace suya. Y es que el Faraón, a quien Abraham le entrega su mujer para que se complazca con su belleza y atributos sexuales sin decirle que es su esposa, es todo un dios en los juegos amatorios. Mismos que Sara disfruta muy en sus adentros.

También la esclava Agar juega un papel importante en esta novela. En la biblia la esclava Agar es trascendental  como madre de una parte de la descendencia de Abraham, en esta novela también lo es como amante de uno de los siervos y capricho de la misma Sara.

La historia de Rubis es hilvanada desde la perspectiva de que leemos unos papiros antiguos encontrados en 1988 y que narra la historia cierta de seis personajes. Mientras leía algunos “papiros” contenidos en su novela reflexionaba sobre lo que pensarían las personas que basan su fe literalmente en la biblia, (uno de los libros más vendidos del mundo), si leyesen el libro de Rubis. Imaginé que compraba dos novelas más y me inmiscuía en alguna librería cristiana, católica o evangélica, da igual. Ya allí las dejaba en el anaquel. Su titulo y portada  atraerían a más de uno. Alguien la compraría y pensé en sus reacciones al leer este libro. Creo que irían desde la sorpresa hasta la rabia en estos tiempos donde está muy de moda ver a un “cristiano” profiriendo insultos contra la equidad.

¿O quién sabe? Tal vez los vería analizar esta tergiversación tan llena de sensualidad y remontarse a imágenes muy bien logradas y fáciles de leer. Tales imágenes se fusionan fuertemente con el sentido del olfato ante lo bien descritos que están los olores, (El delicioso y la fetidez) y se combinan con el tacto, ante las caricias, (toscas o sublimes), detalladas por la pluma de Rubis.


El final de la historia me arrancó un pequeño grito mezclado con suspiro: Argamasa de sorpresa y aprobación. Asombro, no sólo porque no lo esperaba, sino porque esta conclusión, (junto con los demás “papiros”), es digna de estar, (tal vez me excomulguen) en la misma biblia. Por suerte si se me acusa de hereje por lo que acabo de mencionar no seré quemado en la hoguera. Si me toca ser excomulgado me despreocupa en este tiempo en el que, cómo expliqué al principio, creo en el cristianismo sin religiosidad y a manera de ejemplo de vida y es que, tal como dice Alberto Cortez cuando protagoniza mi monologo preferido: “Más allá de cualquier ideología, más allá de lo sabio y lo profano, soy parte del espacio, soy la vida; por el hecho de ser un ser humano…”.
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Angelo NegrónSus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela titulada: Ojos furtivos.

miércoles, 5 de junio de 2013

Carimbo


por Yolanda Arroyo Pizarro

Carímbame, tesoro
haz que tus manos sean fierro ardoroso
y tu nombre la firma insigne que marca mi estirpe
Carimbea tú mis contornos
estampa tu signo en la silueta pulposa de mi bajaespalda
que se abre para ti
como rosa náutica
monoestrellada de quince puntas
pliegues estríados por el cielo de tu boca
con el carimbo de tu varilla en zeta

Carimbada estoy y estaré
márcame de ambrosía con tus membranas de zorra
en mi adentro y mi afuera
en el hoy y el ahora
carímbame, amada
carimba este portento de pieles paridas
que mil y una noches han sido tuyas

Si nuestro idilio hubiera sido descubierto
en tiempos de quema de brujas, adoradoras de afrodita, disconformes y herejes
aquellos otros nos habrían freído, dices

y yo te juro
por la sangre que me sale del cuerpo
que a mí nadie me hubiera escaldado
que a ti nadie te hubiera tocado
porque incluso atada yo de manos y pies
el cuello inmóvil
y una venda sobre la boca para no conferir nigromancias
encantamientos o cábalas,
habría invocado a las precisas guardianas del inframundo


sosegada y amarrada desde mi estaca
habría conjurado un sortilegio en verso
solicitado un púlsar de energía a las behíques
con tan solo un pestañeo
para quemarlos vivos a todos ellos
sacrílegos observadores
envidiosos de nuestro libre albedrío

y con tan solo un parpadeo
habría desatado tu cuerpo escindido por las llamas de mi lengua
habría desanudado mis sogas y cadenas

desamarrada ya
habría bebido de tus ubres frente a la turba
tragado tu lechoso manantial ante sus ojos testigos
iniciado el juramento de ser únicamente esclava tuya
súbdita de ti
propiedad única de tus dedos ambidiestros
nadie más ni dueño, ni juez mío


Huelva, España                 
16 de octubre de 2009
Agradecimientos a Leticia Ruiz, Maribel Sánchez Pagán y Johanny Vázquez Paz, por la conversación que provocara este escrito de camino a Casa Colón, durante la celebración del Otoño Cultural Iberoamericano 2009 de Huelva en España.








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Yolanda Arroyo Pizarro (Guaynabo, 1970).  Es novelista, cuentista y ensayista puertorriqueña.  Fue elegida una de las escritoras latinoamericanas más importantes menores de 39 años del Bogotá39 convocado por la UNESCO, el Hay Festival y la Secretaría de Cultura de Bogotá por motivo de celebrar a Bogotá como Capital Mundial del libro 2007. Recibió el Residency Grant Award 2011 del National Hispanic Cultural Center en Nuevo México. Es autora de los libros de cuentos, ‘Avalancha’ (2011), ‘Historias para morderte los labios’ (Finalista PEN Club 2010), y ‘Ojos de Luna’ (Segundo Premio Nacional 2008, Instituto de Literatura Puertorriqueña; Libro del Año 2007 Periódico El Nuevo Día), además de los libros de poesía ‘Medialengua’ (2010) y Perseidas (2011).  Ha publicado las novelas ‘Los documentados’ (Finalista Premio PEN Club 2006) y Caparazones (2010, publicada en Puerto Rico y España).