por Caronte Campos Elíseos
Caminando por las calles en
medio de una crisis nerviosa-emocional, buscaba donde poder tomar un calmante,
un té, o alguna sustancia que tuviera efecto tranquilizador. Llegué a uno de los cafetines de la sirena de
la doble cola. Allí me senté luego de
ordenar un posillo de dos onzas con precio de dos litros. Rodeado de cristales y espejos comenzaba a
sentirme mejor, hasta que se acercó y se sentó a mi lado un personaje
desconocido. El local estaba abarrotado
y solo quedaba la silla donde había colocado yo mis pertenencias. El solitario hombre me preguntó si las podía
retirar para el ocupar el espacio.
Accedí, por aquello de hacer mi buena obra del día. Noté de inmediato que estaba tomando lo mismo
que yo. Llegué a la conclusión que este
era otro loco desquiciado víctima de sus propias fobias (al igual que yo). Ubiqué mi silla de espaldas al hombre, a
manera de evitar de su parte cualquier intento de interacción.
Esfuerzo infructuoso ya que de
inmediato comenzaron los intentos de conversación.
-"Yo te conozco", me dijo.
Ya en la quinta ocasión no
tuve más remedio que contestar, y cuestionar de donde me conoce el desconocido. Me dice que él sabe muy bien quien soy, y que
es lo que hago. Ya algo preocupado por
mi complejo de persecución, le pregunto qué es lo que tanto sabe.
-"Se muy bien que eres escritor. Sé muy bien que es lo que escribes, y sé muy
bien donde lo escribes. También sé que
administras un blog donde promueves la oposición."
Con los nervios de punta
derramé mi bebida. El tiró la suya. Quizás como un acto de solidaridad,
pensé. Me dijo que me calmara que él es
mi principal (si no el único) admirador.
Continuó diciendo que él trabaja directamente con políticos del país, y
que le había encantado mi última publicación sobre la gestión
gubernamental. Me dijo que él conocía
todas las interioridades de cada uno de los proyectos mencionado en el
escrito. Dominado por el magnetismo de
su personalidad, me envolví en la conversación.
Le pedí que me ilustrara sobre el primero, la venta de la telefónica.
-"La venta de la telefónica fue necesaria en su
momento. Era una carga para el gobierno,
insustentable. Además dio paso a la
libre competencia en el campo de las telecomunicaciones." Indicó con entusiasmo.
Por mi mente pasaban las
escenas de la huelga, la sangre, y lo pobre y caro de los servicios
actualmente. Me pareció curioso ese
punto de vista, así que le cuestioné por el segundo punto.
-¿Qué opinas sobre las obras monumentales? Pregunté con
intriga.
-"Bueno, la realidad es que esas grandes obras
nos han colocado a la vanguardia de las grandes ciudades en materia de
infraestructura. Y los servicios que nos
ofrecen son de primera clase."
No pude evitar pensar en la
gran deuda pública que heredamos gracias a esos mega-proyectos. Todos se pagaron al triple de su costo real,
y actualmente generan gastos astronómicos para nuestros bolsillos. Sin mencionar que el súper tubo o súper
acueducto, se pensó para evitar las sequías en el país, y ahora mismo nos encontramos
en alerta roja por la escasez del preciado líquido (no hablo del ron, sino del
agua). Algo extraño pasaba en la mesa. Mientras yo reía por lo que pensaba, el parecía reír por la misma razón.
-"Mira, recuerdo que la tercera medida mencionada
en tu escrito fue el IVU. Imagina como
estarían las arcas públicas si el gobierno no hubiera implementado tal
impuesto. Los recaudos estarían por el
piso y los servicios se verían afectados."
Asentía con la cabeza
lentamente y simultáneamente pensaba en la ineficiencia del gobierno para
cumplir con el 100% de la captación del IVU.
El gobierno carece de la capacidad para allegar la totalidad de IVU
cobrado, mientras miles de comerciantes lo cobran al consumidor y no lo
reportan al Departamento de Hacienda. La
evasión proviene del empresario y no del cliente común y corriente. Me dio la
impresión de que el acompañante inesperado, estaba un
tanto ofuscado por sus aparente conexión con el aparato
gubernamental. Seguí con su charla sobre mi
escrito, punto por punto. Tocaba el
turno a la privatización y a las Alianzas Publico Privadas (APP). Me miraba directamente a los ojos sin pestañar casi, y disertaba sobre las
ventajas y bondades de la gestión pública en manos
privadas.
-"Imagina el alivio para las finanzas públicas
con el simple hecho de que el capital privado invierta en la sana
administración que la politización no puede brindarnos. Aparte de la mejoría enorme en los servicios
que recibimos."
Ahora sí, pensé, este lunático
esta fuera de sí. Se ha engullido todo
el discurso que los políticos nos han querido meter por ojo, boca y nariz. La empresa privada no solo quiere lucrarse de
las riquezas que generan corporaciones públicas como la Autoridad de Energía y
la Autoridad del Agua, si no que quieren hacerlo sin invertir mucho o ningún
dinero de sus cuentas bancarias. No
recuerda a Ondeo que no pudo lidiar con los salideros de Acueductos. El aeropuerto, las autopistas, el súper tren,
todos en manos privadas y siguen con la misma chapucería de toda la vida. Sin terminar los terminales, sin tapar los
cráteres de las vías públicas, y sin transporte integrado que ofrecía la
Autoridad de Transporte Integrado (ATI).
A ti te han vendido gato por liebre, pensaba yo mientras reía burlándome
del pobre incauto. El a su vez, reía al
igual que yo. Miro hacia todos lados por
la situación un tanto incomoda. Me arriesgo a preguntar lo siguiente, no sin
antes ordenar la misma bebida que se había derramado, lo cual el impertinente
vecino imita.
-¿Qué opinas entonces de las exenciones contributivas a las
empresas foráneas y los incentivos a los industriales?
-"¿Que tú crees?"
Me pregunta retóricamente.
"Es lo menos que puede hacer el gobierno por el único sector económico
que puede ofrecer empleos de calidad y bien remunerados a los puertorriqueños. Las grandes
compañías y las mega-tiendas son las que realmente ofrecen
trabajos dignos y mantienen el desempleo
en niveles relativamente bajos. Es lo más justo, que reciban algo a cambio. Aunque sea solo una ínfima parte comparado con lo que aportan a nuestra economía."
No quise entrar en debate con
el individuo porque a todas luces es un fanático político empedernido. Parece que no ha escuchado decir que las
empresas que ofrecieron 25,000 empleos por los cambios en la ley de cierre no
cumplieron su promesa. Tampoco los
amigos empresarios de uno de los gobernadores con todas sus inyecciones de
capital, pudieron paliar la crisis actual.
Y ni hablar de la promesa del gobernador, donde ofreció crear 50,000
empleos en sus primeros meses. No conoce
este lacayo de los grandes intereses, la tasa de desempleo actual que ronda el
15% y es la mayor en todo el territorio americano. Ya me sentía algo transido por las
expresiones del servil amigo. Me levanté
para ordenar algo de comer y beber. Al
regresar a la mesa el hombre había ordenado exactamente lo mismo que yo. Una actitud irascible debo mencionar. Solo para confirmar mis sospechas sobre la
tendencia capitalista del copión impertinente, continué la conversación con otra
pregunta capciosa.
-"¿Qué opinas entonces de los puntos cinco y diez de mi última
entrega?"
-"Ambas medidas necesarias para solventar la
crisis. Primero, los despidos de
empleados públicos, una gran movida para disminuir los gastos del gobierno en nómina
innecesaria. Aparte de que tantos
empleados públicos eran demasiados para tan poco trabajo, a tal punto que se
pasaban horas mirando revistas y bochincheando entre cubículos. Robándose los sueldos altísimos que
devengan. Por el otro lado, las
enmiendas al retiro vienen a reforzar la medida anterior. Los empleados que se quedan en sus puestos
deben aportar más al sistema para que no colapse. Dos medidas que se complementan, en mi
opinión."
Por un momento me hace dudar
su acuciante explicación. Pero mientras
saboreo el insípido emparedado, le explico las cosas que llegan a mi
mente. Las familias de los 18,000
despedidos. También visualizo los
talonarios de los otros miles que se quedaron y que ahora reciben menos dinero
gracias al aumento en la aportación.
Pero más que nada, pienso en la realidad actual. La inmolación de tantas familias no resolvió
nada. Todo lo contrario, al parecer la
crisis se profundizó y acentuó aún más luego del despido masivo. Era de esperarse... menos empleos, más
desempleados, menos recaudos, más beneficios pagados (desempleo, PAN, la
tarjetita, Plan 8, entre otros). El
genio que concibió el plan debió quedarse dentro de su botella. Al mismo tiempo que le hablo toda esta
bazofia, observo con disimulo a mi gran admirador. Me consuelo con notar el hecho de que su
emparedado aparenta estar igual de malo que el mío.
-"Tienes toda la razón. La verdad es que eres un gran
escritor." Me expresa con
ahínco. "Es por esa misma razón, de
que no tuvieron el efecto esperado los despidos masivos, que las autoridades se
han visto en la obligación de aumentar los servicios básicos a la
ciudadanía. Eso nos lleva al punto seis
de tu obra maestra. El gobierno ha
tenido que subir el agua y la luz como medida de recaudo adicional. Es justo y necesario si queremos que el
aparato gubernamental se mantenga funcional.
-"De verdad que tú eres un demente irracional." Respondo sorpresivamente hasta con la boca
llena de comida. El no responde por la
misma razón, tiene su boca llena del insulso manjar.
-"No es posible que existan personas con ese tipo
de pensamiento que tienes tú. No piensan
en que la causa real del encarecimiento de los servicios básicos, que son
derechos de todo ser humano, es la corrupción rampante de la que hemos sido víctimas. Es a causa de todo lo que se han robado,
década tras década, que hoy vivimos en la miseria y el empobrecimiento. Nos han endeudado desde aquí hasta el próximo
milenio para robarse hasta los clavos de la cruz. Y nos siguen clavando en las mentes la
creencia de que es culpa de las uniones y sindicatos, de los aires
acondicionados y piscinas en residenciales públicos, cuando son ellos los
únicos y verdaderos filibusteros."
Mi atragantado seguidor ni
siquiera se inmuta al escuchar mi diatriba.
Solo le alcanza el aire para cuestionarme sobre el punto 11 que hace
referencia a los fondos ARRA. Le comento
mi parecer sobre dichos fondos:
-"A esos fondos les pasó como a Ondeo... se
fueron como el agua. El gobierno de
turno se robó esos $7,000 millones. Le
pasaron gato por liebre a los propios federales, con todas sus normas y
procedimientos, y ahora ni ellos mismos pueden rastrear a donde fue a parar
todo ese dinero. Mientras, nos hacen
creer que lo invirtieron en obras de importancia y relevancia para el pueblo. Se gastaron el presupuesto de todo el
cuatrienio, aumentaron la deuda con los bonistas, y se embolsillaron los chavos
de los federicos. Y pa' joder... casi
gana otra vez."
El interlocutor reacciona a
estas palabras, algo airado debo decir.
Parece no estar de acuerdo conmigo y con tono alto y actitud desafiante
despotrica en contra mía:
-"Ahora soy yo el que no puede creer que existan
personas como tu, con esa clase de puntos de vistas. Los gobernantes han hecho todo lo que está a
su alcance para evitar que llegáramos a esta tan precaria situación. Solo basta con dar un paseo por el área
metropolitana y ver las grandes obras que se realizaron, gracias a esos
fondos. Ni tu ni nadie puede decir que
los federales no están al tanto de lo que sucede en esta isla. Están más conscientes que los mismos
puertorriqueños. Tan es así, que han nombrado un monitor federal para la policía y unas comisiones especiales de estatus y otras más para velar los fondos de educación. Lo que falta
que me digas es que también se robaron los $1,000 millones destinados para las
comunidades especiales."
Por la dinámica que ha surgido
en la conversación decidí no contestar esa pregunta sarcástica. Tampoco iba a entrar en detalles de lo que a
todas luces es un secreto a voces. En
las comunidades especiales hicieron unas cuantas canchas de baloncesto,
sembraron unos cuantos postes de luz, y adiós que les vaya bien. Hasta que el próximo huracán categoría 3.5 se
lleve todo lo que se les dio como dádiva.
Llegué a la conclusión que mi fiel adepto (si es que lo es a estas
instancias), es un avezado en materias políticas. Aunque ya he realizado que no comulgamos
nuestros puntos de vistas, quise probar con el último punto del escrito en
controversia que faltaba por discutir.
-"En lo que debemos convergir opiniones es en el
atropello a la clases trabajadora del país.
Los han despedido, les han robado un retiro digno, le han metido la mano
en el bolsillo para expoliar sus salarios.
Y no conforme con eso, los han despojado de la inmensa mayoría de los
beneficios adquiridos con años de lucha sindical.
Un retroceso en cuanto relaciones obrero - patronales se refiere.
Simultáneamente esto sucede, por otro lado los políticos viven como emiratos árabes. Comodidades,
lujos, riquezas, escoltas, salarios ridículamente altos para lo que realmente hacen,
asesores con contratos millonarios, y toda suerte de pompa y boato."
-"En lo que debemos convergir es en que tu
padeces alguna enfermedad mental que afecta tu raciocinio. Ahora entiendo porque escribes tantas
sandeces. Así deberías llamar a tus
escritos en lugar de solo disparates. A
parte de lo dramático que me saliste. Es
evidente, y todo el pueblo ya se ha percatado, de cuál es el verdadero problema
en esta isla estrella. Eso son los mal
llamados trabajadores del gobierno junto con sus uniones y sindicatos. Son como parásitos que merman la capacidad
productiva de las corporaciones públicas.
Con sus sueldos y tiempos extras, sus días por enfermedad incontables y
sus vacaciones relativamente eternas, son los que han llevado las agencias
gubernamentales a la bancarrota."
Miles de pensamientos pasaban
por mi mente. Era como una película
relacionada a los últimos cincuenta años. Nosotros los puertorriqueños no somos ni la sombra de
que antes éramos. En lugar de proyectarnos hacia adelante,
hacia arriba y hacia mejorar en todos los ámbitos colectivos e individuales,
nos empeñamos en que aquellos que han logrado superarse con
esfuerzo y labor, lo pierdan todo. No
estando conforme hasta que todos toquemos fondos en lugar de que todos
lleguemos a la cima. Así vivimos
ahora. Deseando el mal a otros solo porque
no tenemos calidad de vida.
Tanto improperio me hizo
perder la poca cordura que me queda después de tanta habladuría. Sin medir mis fuerzas y sin contener mis
impulsos defensivos, arremetí contra el insultante contertulio. Al estilo de las peleas en restaurantes de
Condado, le propiné un golpe fuerte y certero.
Directo a la nariz, inmediatamente comenzó a correr la sangre. No pasó mucho tiempo cuando fui expulsado del
lugar con mi mano derecha adolorida y ensangrentada. Todavía trato de entender las palabras del
gerente del cafetín mientras tiraba mis pertenencias fuera del local:
-"Dale gracias a Dios (no se de quien me
hablaba) que no te cobro el espejo roto, jodio loco."
¡Levántate y anda!
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