por Angel L. Parrilla
Hace exactamente un año, escribía sobre la ascensión al poder del nuevo Papa de la iglesia católica. En ese momento fue elegido para dirigir el Vaticano, el primer pontífice latinoamericano. Un hecho que motivó en mi ciertas reflexiones sobre el estado de la iglesia en esa coyuntura histórica, y sobre su futuro cargado de incertidumbre. Pocos estuvieron de acuerdo, y muchos criticaron y fustigaron el escrito. En el mismo hacía mención de lo que a mi entender, necesita la institución para retomar el verdadero camino y recobrar su credibilidad perdida. Cambios en las condiciones que viven sus sacerdotes, basadas en toda suerte de votos; un rol más participativo de la mujer en la celebración de los ritos; y la cooperación necesaria con las autoridades en los casos de abusos contra menores alrededor del mundo; fueron las áreas que enumeré como prioridades para el nuevo papado. Concluyendo en aquel entonces, que el poder de cambio de su figura para establecer el nuevo camino de la iglesia, iba a depender en gran medida de sus acciones afirmativas en esa dirección.
Pues bien, en el aniversario del nuevo pastor me parece pertinente evaluar sus posturas. La realidad es que su comportamiento, decisiones y actuaciones publicas han resultado simpáticas para la inmensa mayoría. Pero como en todos los ámbitos de la vida del hombre, no se puede complacer a todos. Son muchos, incluso desde el interior del propio clero, los que lo han catalogado como el anticristo. Esto por el hecho de lo controversial que ha resultado ver al nuevo entronizado, comportarse de forma diferente a sus antecesores. Ciertamente, lo atípico de sus actos, pueden resultar en innumerables interpretaciones. Partiendo de esa premisa, cada persona llegará a sus propias conclusiones al evaluarlas de manera personal. En mi caso particular, no puedo verlas de manera individual o separadas. Pienso que debo mirar todo el espectro de su conducta dentro del marco histórico.
Al igual que Paco, no pretendo aspirar a que todos comulguen con mi opinión vertida en estas letras. Cada cristiano, católico, romano y apostólico, tiene la oportunidad de ponderarlo según sus propias expectativas. No cabe duda de que Francisco, con su santa candidez, ha impactado al mundo. Desde su comienzo y hasta el sol de hoy, el papa se ha caracterizado por actuar con sencillez y humildad, en especial cuando se trata de interactuar con personas. Más allá de su petición de rezos por una buena gestión, el uso de sus propios zapatos, el cambio en la indumentaria, y otras cosas relativamente estéticas, lo cierto es que ha tocado varios corazones y a mostrado tener los pies sobre la tierra.
Mucho se ha resaltado la forma en que viaja para poder estar accesible para los fieles, sus llamadas a sus antiguos amigos y amigas, lo económico del menú que consume, entre otras bondades con las que sorprende a sus allegados. Estas cosas han sido las que le han ganado la imagen de ser un gran partidario y defensor de las causas justas, de los pobres y desprotegidos. Ya en asuntos más complicados de atender, el papa ha tomado iniciativas poco esperadas por los más escépticos, por tratarse de temas muy delicados sobre la administración vaticana. Tal es el caso de la reforma de la curia. Un consejo compuesto por cardenales para asesorar a Francisco sobre asuntos administrativos. De este comité asesor surgió la propuesta para investigar y reformar la gestión del banco del Vaticano, el mismo que había estado envuelto en serios señalamientos sobre el manejo de sus fondos. También puede incluirse el sínodo convocado el pasado año para discutir temas relacionados a la familia contemporánea, y la exhortación apostólica que trata sobre su visión de evangelización en el mundo actual.
Evidentemente sus primeras gestiones oficiales lo colocan como un pastor muy cercano a su feligresía y la esperanza de una pronta reivindicación de la iglesia "perseguida". Pero cabe preguntarse con toda suspicacia, si solamente es una estrategia publicitaria o un mero truco mediático para mejorar su imagen desgastada. Se necesita mucho más que bondadosos gestos aislados. Aunque cierto es que se dirige con el ejemplo más que con palabras, es imperativo una ruta clara y contundente, amén de que sea definitoria para el resto de los componentes institucionales. Aunque un reinado papal puede durar varios lustros, me parece que si bien Francisco quiere hacer alguna diferencia, debe apresurarse si quiere dejar algún legado importante. A fin de cuentas, el futuro es incierto para todo ser humano.
Las áreas de oportunidad, las posibilidades de crecimiento, y/o las necesidades de cambios son vastas. No espero que las soluciones y resoluciones caigan como maná del cielo. Pero al final del dia, todos esperan que la iglesia de Cristo sea de una vez, como El Salvador la concibió en su momento. Después de haber leído su exhortación a una nueva evangelización, se que su corazón está colmado de buenas intenciones. Pero como dice un viejo proverbio, "de buenas intenciones están construidas las paredes del infierno". No se puede quedar en obras que se solo se recuerden al momento de su eventual beatificación. El momento de sentar las pautas y marcar la diferencia, no solo en nacionalidad, sino en ejecutorias, es ahora. Ciertos detalles le ganaran adeptos, credibilidad y fuerza moral. Pienso que debe identificarlos con premura, por que también el diablo se esconde en los pequeños detalles.
La pandemia interna de pedofilia es visceralmente su mayor reto. No solo por lo arraigado que se encuentra en sus adentros, si no por la presión social, ética y moral que supone la decisión de cooperar con las autoridades terrenales. No en vano fueron las palabras de su fundador cuando dijo: "al Cesar lo que es del Cesar". Dejando estipulado, según ciertas interpretaciones de la misma iglesia, que se debe someter el hombre al orden terrenal establecido. Al traer la famosa frase al tiempo contemporáneo, me parece que todos debemos cumplir con nuestros deberes y responsabilidades sociales, sin distinción de personas, posiciones y jerarquía social, política y/o religiosa. Por tanto, es meritorio que la iglesia comience a cumplir con su inherente deber institucional de servir al bienestar colectivo de las sociedades en donde se desenvuelven sus representantes.
Es imperativo para el mundo, para la humanidad en si misma, que es la religión más numerosa del orbe, al menos de las cristianas, comience a caminar los senderos de la verdad y la vida.Corresponde a su líder máximo dirigir su rebaño hasta la tierra prometida de la justicia, la igualdad y la hermandad. Reconozco, y así lo admiro, que ha iniciado con el pie derecho su gesta. También reconozco que es una ardua tarea la conversión de mentes y pensamientos, más que la de almas. Igualmente recibo con esperanza las nuevas iniciativas, por pequeñas que parezcan. Roma no se construyó en un día... pero se construyó conquistando.
Su poder de cambio y convocatoria, serán sus mayores talentos, dones y sus mejores aliados para cumplir con el verdadero Plan Divino. A un año de su entronización, me parece que es tiempo de separar el trigo de la cizaña.
________________________________________