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miércoles, 17 de julio de 2013

Vindicación del Miedo de Camilo E. Santiago Morales



El estimado colega y amigo Antonio Aguado Charneco, maestro de letras, me hizo un regalo espectacular. Se trata del libro Vindicación del Miedo de Camilo E, Santiago Morales. He disfrutado este libro a plenitud y creo firmemente que debe estar en toda biblioteca, en especial si eres fanático de Quiroga, pues las letras de Camilo, tal como las de Horacio, te mantienen al hilo de la expectación.  Su dominio del cuento me recuerda también al mismo Aguado Charneco, sus letras siempre carcomiéndote por dentro con su sagacidad.
Comencé a leerlo en una mañana y no pude detenerme, miedo tras miedo buscaba una salida, algo que me obligara a dejar para luego algo de lectura y sucedió. Tuve que ir al dentista con mis hijas. Entre limpieza de dientes y el ponerle lo que la especialista llamó  “gomitas” y  que harán que separe una muela de otra para luego colocarle un gancho expansor en el paladar  para ampliarle la mordida ya que tiene mucho problemas de espacio, me ofusqué y dejé el libro atrás. 
Al llegar a casa busqué el libro en el auto y al no encontrarlo recordé dejarlo en la silla de la oficina de la dentista pediátrica. Ya era la tarde de un sábado, la oficina estaba cerrada y tuve que esperar al lunes para tratar de recobrarlo. El domingo no pude dejar de pensar en cuentos como El muro, El gusano maestro y Formica homofobia, partes de este magnífico libro al que sólo me faltaban dos relatos para terminar de leer. La nena tenía cita nuevamente con la dentista, para removerle las gomitas y tomarle las medidas al otro día. Ese lunes siguiente mi esposa la llevaría, así que le pedí que preguntase por el libro con la esperanza de recobrarlo. Así fue, lo recobró. Me dijo que la reacción de la secretaria de la dentista fue algo chistosa, pues cuando se lo devolvió le explicó que al ver la portada, y el título del libro, no se atrevió ni a abrirlo.  Y es que la portada también está muy bien lograda, obra de Otto Rapp un pintor de Baja Austria radicado en Canadá y a  quien han apodado como “El Místico”. En verdad mirar la portada causa consternación.
Terminé el libro y me quedé con esa sensación que deben sentir los que acaban de bajarse de una montaña rusa cuando a pesar de todo el terror que sintieron allá arriba, quieren regresar a la fila para encaramarse y retar a sus miedos nuevamente. De hecho, al abrir el libro y leer lo que Camilo nos ofrece dentro puedo concluir asegurándoles que es esa clase de miedo que se convierte en pánico y que estaré a la espera de más material de este escritor, mientras,  volveré a leer Vindicación del miedo, después de todo: Como nos explica Antonio Aguado Charneco en la introducción de este libro: “ Camilo nos transporta a otras dimensiones de la realidad…de una realidad que, constantemente, redefine sus propios parámetros y ensancha sus linderos” .


Libro disponible en : Libreria Norberto Gonzalez
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Angelo Negrón (New Jersey: Junio 15 1969 a Enero 1970 - Puerto Rico: enero 1970 al presente). Definitivamente puertorriqueño. Sus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela de próxima publicación titulada: Ojos furtivos. Mantiene el Blog: Confesiones

sábado, 8 de junio de 2013

Leyendo Sara, La historia cierta: Un libro de Rubis M. Camacho



La palabra escrita, además de satisfacción, ha logrado muchas transformaciones en mí vida. Por ejemplo leer a mis diecinueve años El Canto de la Rana del Sacerdote Jesuita Anthony de Mello logró que reconociese a Dios según el mismo de Mello lo describió: “como un piano: diferentes notas y un sólo acorde” y que viese al cristianismo “como una forma de vida y no una religión”. Mucho antes que esa transformación los libros que leía la catequista los sábados conducentes a mi primera comunión, entre ellos la biblia, me remontaron a miles de aventuras y enseñanzas. Entre ellas estaba la historia de Abraham, patriarca del pueblo de Israel y del pueblo árabe. Desde niño me hablaron de él como símbolo de obediencia, fe y temor a Dios mientras que de Sara me dijeron que era el ejemplo del poder de Dios que lograba que una mujer estéril y anciana pudiese tener un hijo. Luego llega Isaac como cordero que será sacrificado. ¿A quién no le pareció extraño el pedido de un Dios de amor que solicitaba la muerte de un hijo a manos de su padre y en sacrificio? A decir verdad a mí no. Para el tiempo en que escuché la historia era sólo un niño y mi catequista una señora más buena y cordial que mi maestra de segundo grado. Fue sorprendente imaginarme al ángel enviado por Dios deteniendo la mano de Abraham que sostenía la daga en alto dispuesto a obedecer. A mi corta edad ese Ángel era un superhéroe a lo Superman o Batman, sólo que tenía grandes alas y era enviado por el mismísimo Dios, (justo y bueno), a evitar la muerte segura del hijo de Abraham.

Ahora, después que han pasado tantos años desde aquel otrora aprendizaje católico, apostólico y romano,  a la escritora puertorriqueña Rubis Camacho le da con escribir sobre el génesis de Abraham y Sara desde una perspectiva realista. Con ello ha logrado en esta historia catapultarme a meditar en la biblia, ese antiguo libro tan lleno de contradicciones y atiborrado de historias patriarcales y machistas. Mientras en la catequesis que me enseñaron, Abraham es descrito como el hombre más fiel a los pedidos del dios judeocristiano y el hombre que trató en vano de salvar a Sodoma y Gomorra si encontraba a un sólo justo, en las páginas que escribió Rubis Camacho, tituladas Sara La Historia Cierta, Abraham es el déspota asqueroso que ve a Sara, no sólo su esposa sino su hermana, como a una posesión más, comparable a uno de los animales de su rebaño. 

Es entonces de sumo interés, y hasta iluminador, la vida que les ha creado Rubis a personajes bíblicos en esta divertida y profunda tergiversación que nos puede llevar, como todo buen escrito, a más de una interpretación. La autora utiliza a personajes del Génesis y lo hace de manera magistral. Tal es el caso de Sara, hermana y esposa del profeta Abraham que en esta novela es convertida en protagonista en el antiguo testamento, lugar donde las mujeres están presentes para llevar un papel secundario. La defensa de muchos creyentes a este detalle que no me explicaron de pequeño, (y que yo tampoco expliqué pues fui catequista) será que hay que dirigirnos al momento en que fue escrita la biblia, o sea a un momento histórico en el que el hombre se llevaba el merito de todo y la mujer estaba subyugada. En ese momento de la historia, (de hecho es hasta los años sesenta del siglo veinte cuando la mujer comienza a ejercer su derecho a sentir placer sexual y erótico), la autora presenta a Sara como una mujer desdichada por la apariencia y mal olor de su esposo, el profeta Abraham, e impactada por la forma en que el faraón de Egipto la hace suya. Y es que el Faraón, a quien Abraham le entrega su mujer para que se complazca con su belleza y atributos sexuales sin decirle que es su esposa, es todo un dios en los juegos amatorios. Mismos que Sara disfruta muy en sus adentros.

También la esclava Agar juega un papel importante en esta novela. En la biblia la esclava Agar es trascendental  como madre de una parte de la descendencia de Abraham, en esta novela también lo es como amante de uno de los siervos y capricho de la misma Sara.

La historia de Rubis es hilvanada desde la perspectiva de que leemos unos papiros antiguos encontrados en 1988 y que narra la historia cierta de seis personajes. Mientras leía algunos “papiros” contenidos en su novela reflexionaba sobre lo que pensarían las personas que basan su fe literalmente en la biblia, (uno de los libros más vendidos del mundo), si leyesen el libro de Rubis. Imaginé que compraba dos novelas más y me inmiscuía en alguna librería cristiana, católica o evangélica, da igual. Ya allí las dejaba en el anaquel. Su titulo y portada  atraerían a más de uno. Alguien la compraría y pensé en sus reacciones al leer este libro. Creo que irían desde la sorpresa hasta la rabia en estos tiempos donde está muy de moda ver a un “cristiano” profiriendo insultos contra la equidad.

¿O quién sabe? Tal vez los vería analizar esta tergiversación tan llena de sensualidad y remontarse a imágenes muy bien logradas y fáciles de leer. Tales imágenes se fusionan fuertemente con el sentido del olfato ante lo bien descritos que están los olores, (El delicioso y la fetidez) y se combinan con el tacto, ante las caricias, (toscas o sublimes), detalladas por la pluma de Rubis.


El final de la historia me arrancó un pequeño grito mezclado con suspiro: Argamasa de sorpresa y aprobación. Asombro, no sólo porque no lo esperaba, sino porque esta conclusión, (junto con los demás “papiros”), es digna de estar, (tal vez me excomulguen) en la misma biblia. Por suerte si se me acusa de hereje por lo que acabo de mencionar no seré quemado en la hoguera. Si me toca ser excomulgado me despreocupa en este tiempo en el que, cómo expliqué al principio, creo en el cristianismo sin religiosidad y a manera de ejemplo de vida y es que, tal como dice Alberto Cortez cuando protagoniza mi monologo preferido: “Más allá de cualquier ideología, más allá de lo sabio y lo profano, soy parte del espacio, soy la vida; por el hecho de ser un ser humano…”.
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Angelo NegrónSus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela titulada: Ojos furtivos.

domingo, 12 de mayo de 2013

Exceso de velocidad

por Angelo Negrón


A toda prisa el auto se deslizaba por la autopista sobrepasando a otros vehículos.  Las luces intermitentes y continuos bocinazos lo identificaban como el portador de una emergencia. “Cortes de pastelillo”, repetidos frenazos y avances sólo lograban ponerlo más nervioso.  Al llegar a la congestión de transito obligada de las cinco de la tarde dio un golpe encima de la palanca de los cambios. Miró el rostro desesperado de su mujer que cursaba el noveno mes de gestación.  Su esposa con cara afligida le recomendó seguir por el paseo: Carril exclusivo para ambulancias, policías y personas con emergencias.  Se asomó y vio que era vía franca y segura.  No existía nadie estacionado en el paseo con algún desperfecto mecánico, por lo que consideró que debía seguir el buen consejo.  Después de todo era de suma importancia llegar, al menos, al nuevo dispensario municipal, recién inaugurado.

La multa por invadir el carril exclusivo era onerosa, pero con la certeza de que los guardias de transito eran parte de una huelga secreta de brazos caídos gritada a toda voz estaba seguro de que no encontraría a ninguno.  Sonrió al pensarlos en un consultorio buscando una excusa médica que les permitiera cobrar días por enfermedad que ya no recaudarían de otro modo.  Los recordó agrediéndolo frente a la universidad del estado por estar en contra de una cuota injusta o rociándole gas pimienta frente al capitolio por negársele sus derechos constitucionales.  Pensó en la encrucijada que la fuerza laboral policial tenía en ese momento histórico en el que tendrían que irse a huelga también si querían defender sus derechos. ¿Cómo lo harían?  Sobre todo porque según la ley número cincuenta de mil novecientos ochenta y seis:  Los miembros de la Policía de Puerto Rico no tienen derecho constitucional ni estatutario a la negociación colectiva ni a la huelga, piquetes y actividades laborales concertadas.  Los imaginó entonces, siendo detenidos por una fuerza de choque privada, tal vez los hombres de “El Golden Boy: Chicky Starr”, otrora peleador de la lucha libre y dueño de la agencia contratada por el gobierno para ayudar a apalear a los estudiantes en huelga.

Menos traumado, porque notó el avance que estaba logrando al seguir el consejo de su nerviosa mujer, sonrió.  Le dijo a ella que no se preocupara, que llegarían a tiempo. Esquivó los barriles anaranjados y rebasó otra fila de autos.  Se coló ante las miradas enojadas de quienes no se atrevieron a hacerlo.  Después de una intersección y algunas lágrimas de desesperación llegó ante un semáforo que le ordenó el alto. Agitó los brazos como si con eso algún poder oculto lograse que la luz cambiara de color.  Miró rápidamente a ambos lados y decidido a traspasar la luz roja con las debidas precauciones. Apretó el acelerador. Comenzó a subir la velocidad con la ilusión de quien sabía consumada su misión.

Pero, la visión que tuvo un minuto antes fue sólo eso. Escuchó el ulular de la sirena policíaca y maldijo la decisión errónea de “comerse” la luz. Miró por el retrovisor. Descubrió el auto azul y con marcas que le obligó a echarse a un lado en un momento de desesperación. Echó un vistazo a su mujer que lo miraba más preocupada aún pues no llegarían a tiempo. La escuchó pedirle que les explicara que los guardias entenderían. Uno de los policías se acercó cautelosamente y le pidió enojado los documentos.



— Buenas tardes, oficial — dijo el chofer — tenemos una emer...

— Lo estamos deteniendo— interrumpió el guardia — porque usted no sólo venia a exceso de velocidad, también conducía por el paseo. Para colmo se pasó la luz roja. Son varias infracciones a la ley de tránsito y...

— ¿Tienes prisa ah?— comentó despectivamente otro policía que interrumpió al primero.

— Si, oficial, sucede que...

— Este es otro de los “pelú” de la “YUPI”— volvió a tomar la palabra el primer policía — lo sé por todas esas calcomanías en el cristal trasero… Libertad, derechos, Pedro Albizu Campos — Sonrió…


— ¿Es eso relevante? — salió su espíritu de lucha en ese instante y su mujer lo miró suplicante por lo que accedió e intentó explicar su emergencia.

— Verá, señor oficial, tenemos una emergencia. ¿por qué no me sigue y me da las multas en...

— Eso es imposible — volvió a interrumpir el policía — has cometido tantas faltas en tan pocos minutos que te multaré hasta por pelú. Además, ustedes están como nerviositos. Hasta parece que estás borracho o bajo algún otro efecto. Tendré que pedirte que bajes del auto.

— Señor oficial — dijo con el rostro encogido y cambiándole de color — comprenda, por favor, tengo que...

— Nada, nada. Si se resiste le ira peor, créame...

— ¡Maldita sea la…! — no llegó a decir la oración completa pues el guardia le interrumpió nuevamente.

— ¡Que cojones! También vas a maldecir la madre. Muévase, le haremos la prueba de alcohol.

— Y consiga los documentos de una vez — interrumpió a su compañero el otro oficial mientras daba un golpe encima del bonete.

— ¿Debo tener paciencia?— le preguntó a su esposa mientras buscaba los documentos. Ella recomendó practicar las respiraciones aprendidas en las clases de parto sin dolor. Comenzó a inhalar y a exhalar. Su rostro fue serenándose. Al verlo sonreír los policías volvieron a insistir por los documentos y porque abandonara el auto ante la necesidad de largarse a ligar mujeres a la plaza de recreo mientras multaban a carros estacionados en líneas amarillas.

Miró tranquilizado a su esposa que abría la puerta en ese momento para decirle a los dos uniformados:

— ¿ Que no entienden?— gritó la mujer sin poder soportar más — Estamos en una emergencia...

— Señora, no veo a nadie sangrando, cálmese o la arresto…

— ¿Arrestarme? Hágalo, nos hará un favor cuando tenga que explicarle a la corte por qué nos ha arrestado cuando hemos intentado explicar que tenemos una emergencia y en lugar de escucharnos y escoltarnos lo que han hecho es impedirnos explicar — dijo ella sosteniéndose con ambas manos la preñez.

— A ver: ¿qué clase de emergencia nos recitaran? — Indagó uno de los guardias con sarcasmo.

— ¡No tenemos emergencia¡— dijo el marido entre carcajadas ante los ojos alterados de los guardias y la mirada desconcertada de su esposa a quien consoló diciéndole:

— ¡No te preocupes, cariño, yo ya me cagué!
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Angelo Negrón (New Jersey: Junio 15 1969 a Enero 1970 - Puerto Rico: enero 1970 al presente). Definitivamente puertorriqueño. Sus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela de próxima publicación titulada: Ojos furtivos. Mantiene el Blog: Confesiones

viernes, 1 de febrero de 2013

Recolecta



     Manteniendo la foto ocho por diez de una niña en alto, la dama de alta sociedad utilizaba sus dotes de líder comunitaria ante el ejecutivo de productos enlatados que había aceptado su visita. Parte del pesado cuerpo del ejecutivo descansaba sobre sus codos en el escritorio de roble exportado de Eslavonia y se esmeraba en no desviar la mirada. El magnetismo proveniente del escote de la señora, lo hacía fracasar a cada intento. Aquel semblante pequeño y voz aguda no le parecía estar acorde con el enorme pecho que logró desistiera de teclear más cifras negras que rojas en la hoja de cálculo para atenderla.

     Las comparaciones también atacaron a Diana. Los espejuelos diminutos del presidente de aquella compañía no le parecían para nada afines con el ancho rostro y cuerpo regordete que parecía castigar los botones de la camisa Yves Saint Laurent. Pero ella estaba allí para algo más que hablar de moda y fisonomía. Necesitaba conseguir apoyo para el pueblo palestino ante el Estado de Apartheid y de ocupación que es Israel y la disimulada, pero para nada efectiva mirada de aquel hombre sobre su piel no la haría renunciar a su propósito.
     — Mire a esta niña — dijo levantando unos centímetros más la foto. Ella podría ser su hija, su sobrina o su ahijada. Su nombre es Ranan Yousef Arafat y tenía tres años cuando fue masacrada por los ataques aéreos israelíes en Gaza. ¿Es justo?— Cuestionó con inicial angustia.
     — Para nada es justo, pero tenemos aquí un grave problema — dejó escapar el ejecutivo con un vaho al café de las diez de la mañana— Si bien las Naciones Unidas han reconocido a Palestina como estado observador, los Estados unidos de Norteamérica está de acuerdo con Israel; y yo debo estar acorde con lo que dicta la nación más poderosa del mundo — repitió lo que le contó su secretaria cuando le sirvió el café.

     Acostumbrado a participar en el desarrollo de la política comercial de su empresa para aumentar las ventas, los márgenes netos y la cuota de mercado, optimizando los resultados de sus redes de distribución las noticias del mundo exterior no le interesaban y máxime si ese mundo era más allá del charco donde estaba su compañía, la de sus clientes o suplidores.
     —  Al gobierno norteamericano y al israelí lo que le importa es imponer su predominio para apoderarse de los recursos naturales que tienen los países del mundo, pero más allá de eso, aquí lo importante es la paz para todos por igual dijo preocupada, pero planificando que decir para que aquel ser cooperara con su causa benéfica. Ya se había percatado de que hablar de religión, de las diferencias de opinión o de las causas políticas no daría buen resultado. Aquella mirada esquiva que comenzaba a perder interés en las palabras de la mujer y de su escote comenzó a preocuparle.
 — ¿Tendré que soltarme el botón de la camisa y enseñar más para que se interese el muy pervertido?— Pensó.  
     A sus recuerdos llegaron palabras tales  como responsabilidad social o pública escuchadas en algunos cursos de capacitación que recibió por parte del “Succes Organization Seminars” que no era otra cosa que parte de un multinivel para vender batidos y pastillas para rebajar en la que había fracasado como representante de ventas.
     Se disponía ya el directivo a despedirse sin dar un sólo centavo cuando Diana comenzó a recoger las fotos que ya había dispersado en el escritorio.
     — ¡Amado Jesús, perdóname, pero esto lo hago por ti! — se dijo para convencerse. Persuadida se inclinó lo necesario para renovar el interés de la plática al dejarse ver un poco más. Guardaba las fotos cuando su mirada atravesó los pequeños espejuelos hasta llegar a los entretenidos ojos del ejecutivo.
     — Debe recordar usted que su compañía tiene una responsabilidad pública con el mundo, con este país y con este pueblo. Si usted hace la donación que le he solicitado, no sólo hará una buena obra, lo promocionaré como auspiciador de oro este año. En todas las actividades que tengamos en la comunidad, y mire que son muchas, estarán dispuestos carteles de sus productos y del nombre de esta maravillosa compañía que se preocupa por el futuro de todos.

    Del interés por el escote, el millonario pasó a relacionarse con las palabras de la mujer. Ya escuchaba con atención cuando la mujer dijo palabras melodiosas que le parecieron mágicas.
     — Recuerde también que todo lo que done a esta noble causa podrá reclamarlo en sus impuestos.
     — A la verdad que usted tiene un gran corazón en el pecho — dijo feliz el hombre de la corbata. Apretó un botón en su intercomunicador y su secretaria entró a la oficina junto con un olor intenso a esmalte de uñas. Recibió instrucciones para hacer un cheque a nombre de aquella mujer, darle pancartas logos, cruza calles y cualquier otra cosa necesaria para el bien promocional. 
    Al Conseguir lo que buscaba, Diana se puso de pie, arregló el botón de su blusa y extendió su mano en un saludo afectuoso y agradecido. Él, Convencido de lograr un gran acuerdo de promoción que lo ayudaría a bajar los impuestos, se despidió volviendo su pesado rostro al ordenador para ver el reporte de la bolsa de valores.
     La secretaría cumplió todo lo ordenado y le dijo en más de una ocasión que estaba sorprendida con lo logrado por la humanista mujer pues ella misma recibía miles de cartas y varias visitas al día de personas buscando donaciones.
     —Las cartas terminan en el archivo cuarenta y tres — dijo orgullosa señalando el bote para la basura— y las personas reciben la misma historia siempre: Ya el presupuesto de donaciones se acabó.

     Le ayudaron a cargar todo hasta el auto. Más que su escote, hablar de exención de impuestos la había salvado. Se dirigió al banco, depositó el cheque y fue al centro comunitario donde se reunirían esa tarde las damas cívicas de Cielo Alto. Preparó los visuales, colocó las pancartas promocionales del auspiciador de oro y esperó a las demás. Las nueve sillas se llenaron. Diana era la más joven y atractiva, pero todas tenían su encanto. Después de los saludos de rigor y la invocación solicitó que apagaran la luz y exhibió videos y fotos del desastre en Palestina. Videos de niños destrozados por las bombas israelíes, casas fragmentadas, niños jugando entre escombros o blandeando la bandera Palestina. Mientras, Diana explicaba todo lo que el ejecutivo no quiso escuchar.
     La rabia y la impotencia se apoderaron de aquel grupo, pero Diana les daba esperanza en cada palabra. Cada una  colocó en una mesa sus alcancías de cartón con fotocopias a color de Ranan Yousef Arafat, la niña que tenían de símbolo para sus recolectas. Los recipientes fueron volcados y contabilizados en las mesas. Se llenó la hoja de depósito y las palabras de despedida de Diana las conmovieron de nuevo.
     — Aquí estamos en pie de lucha, cansadas, pero no vencidas. Este dinero va a servir para que la igualdad prevalezca siempre. En la Franja de Gaza el pueblo palestino sufre, y aquí nosotras sufrimos con ellos. Pero tal como siempre hemos hecho, en Cielo Alto, buscaremos una noble causa que defender. En el año dos mil diez fue el terremoto de Haití el que captó nuestra atención, hoy es esta guerra que le quita al mundo hombres y mujeres de bien. Mañana enviaremos todos los fondos recolectados, incluyendo la generosa donación de nuestro auspiciador de oro, y que se escuche nuestro cantico desde Belt Lahia hasta Rafah, desde el mar mediterráneo hasta Israel. Alimentaremos a todos los niños y niñas que este tiempo de recolectas, rifas y eventos nos permita. Tesorera y secretaria, llenen las actas por favor. Mañana mismo comenzaremos a recolectar para enviar más. Esforcémonos y que dentro de siete meses, en junio,  tengamos más de lo que hemos recolectado nunca. Salgamos, luchemos, seamos libres y liberemos. Ya lo dijo Muin Basisu, ese poeta nacido en Gaza: “Mientras haya en el muro una página en blanco y no se derritan los dedos de mi mano. Aquí, alguien pulsa un mensaje a través del muro”.
      A pesar de ser tan pocas, el aplauso fue estrepitoso. Todas se retiraron a descansar con la seguridad de que al otro día, durante y después de su jornada normal de trabajo, buscarían la manera de recolectar para causas loables que las conducirían al paraíso prometido y a la satisfacción personal.

     Diana llegó a su hogar. Su esposo se había quedado dormido viendo Hawaii cinco cero y los niños se peleaban por el turno a jugar Call of Duty en su “exbox” tres sesenta. Ella siguió de largo hasta el cuarto de baño. Llenó el jacuzzi y añadió fragancias y abundante jabón liquido. Apretó el interruptor para crear espuma y burbujas. Al desnudarse y ver sus pechos reflejados en el espejo, pensó en el ejecutivo.
     — Si me ve ahora se babea. ¿Firmaría el cheque más rápido? No creo— se convenció— escapar de impuestos fue su motivación principal.
     Se hundió en aquella agua revitalizadora. Media hora después, estando todavía media sumergida y  pensando en lo que debía hacer al otro día, su esposo abrió la puerta. Sonrió. 
   ¿Qué hay de nuevo amor? — dijo él mientras se desnudaba para incluirse en el hidromasaje y al inicio de algún juego amatorio. Los dedos de ella comenzaban a arrugarse por el largo rato bajo el agua y rechazó los avances de él.
     — ¡Jesús — ripostó — debo descansar!
     La miró con el gesto que tanto le gustaba: Una carita de misericordia que la convencía de lo que fuera y a pesar de haber comenzado a secarse con la toalla, volvió al jacuzzi. Antes de besarlo le contó sobre lo recolectado. Este mes, las chicas y yo hemos reunido unos treinta grandes, Hoy las alcancías llegaron abarrotadas y los sobres algo mullidos. Sumamos más de ochocientos dólares, pero tuve mejor suerte que eso, logré que un reconocido avaro nos donara cinco mil dólares para nuestra causa.

     Su esposo Jesús le recordó al tacaño empresario, pues en lugar de estar pendiente a lo que le decía, parecía perdido en sus pezones. Tomó agua con la boca y la disparó al rostro de él que salió del marasmo. Las carcajadas alertaron a los niños que tenían claro no molestar a sus padres cuando estaban bañándose.
     — Te decía que hemos recolectado unos treinta y seis mil — dijo sonriendo.
     — Eres la mejor para los actos benéficos, no cabe duda, además, eres la más hermosa — aseguró.
     — Esperaba escucharte decir: La única hermosa — mencionó picara—Es hora de un buen descanso, las muchachas seguirán por mí; hoy las invité a recolectar para tener todo preparado para el próximo verano.
     — ¡Listo! Eso suena a vacaciones en Disney y todo a nombre de los niños palestinos — dijo tratando de divisar el ombligo femenino debajo de la espuma del jabón.    
     — Así es, — añadió ella — mañana al colegio, Carlitos toma su último examen, dejamos pagada la matricula del próximo semestre de una vez. Luego nos vamos para ese crucero de diez días por el mediterráneo que me prometiste.
Al regresar, compramos  los regalos de Navidad, ellos quieren una consola de juegos nueva y un televisor más grande, ¿Qué quieres tú?
     — Los aros pa’l carro — indicó mientras pasaba su dedo índice por el muslo de ella — ¿Y tú, que le pedirás a Santa?
     — Me conformo con un reloj, no sé, puede ser un Rolex parecido al de Wanda Rolón…
     — ¿Sigues con el plan primero ah? — dijo él cerrando los ojos como soñando.
     — ¡Claro que sí! Tendremos nuestra propia iglesia. Esto de buscar nuevas causas, llenar alcancías y visitar ejecutivos me tiene hastiada…

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Angelo Negrón (New Jersey: Junio 15 1969 a Enero 1970 - Puerto Rico: enero 1970 al presente). Definitivamente puertorriqueño. Sus cuentos han sido publicados en la revista y colectivo Taller Literario y en Revista Púrpura. Tiene varios libros inéditos de relatos a los que le ha dado por título: Montaña Recuerdo, Entre el edén y la escoria, Sueños mojados, Confesiones y Causa y efecto. Además una novela de próxima publicación titulada: Ojos furtivos. Mantiene el Blog: Confesiones