por
Carlos Esteban Cana
La
noticia más reciente que vincula a la activista y defensora de los derechos
humanos Rigoberta Menchú Tum con nuestro Archipiélago Boricua y Caribeño fue el
pasado 21 de septiembre de 2019. Ese día Menchú le entregaba el “Peace Summit
Award” al cantante boricua Ricky Martin durante la 17ma edición de la Cumbre
Mundial de Premios Nobel de la Paz en Mérida, Yucatán. En el 2011 Rigoberta
Menchú Tum une su voz a personalidades mundiales y a otros premios nobel de la
paz (entre ellos Adolfo Pérez Esquivel, Desmond Tuti y Coretta Scott King,
viuda de Martín Luther King) por la causa de la liberación del boricua Oscar
López Rivera. En el 2008 medios del País reseñaban que la destacada líder
guatemalteca participaría del 10mo Encuentro Indígena de Las Américas, evento
celebrado en esa ocasión en el Municipio de Caguas. Pero fue seis años antes de
ese encuentro, en el 2002, cuando este servidor pudo entrevistarle y conversar
con Menchú Tum durante su primera visita a Puerto Rico. A continuación quiero
compartir con los lectores de Solo Disparates una crónica de ese acontecimiento que hasta
el día de hoy ha permanecido inédita.
Pequeña crónica de una visita: Rigoberta Menchú
Tum, premio nobel de la paz, entre nosotros
Esto
sucedió un jueves. Era el 10 de abril de 2002 y en el Centro Cultural Ramón
Aboy en Miramar, Rigoberta Menchú, premio nobel de la paz 1992, recibía
regalos. Había sacado de su apretada agenda para compartir con la ciudadanía y
la matrícula del Colegio de Abogados. El evento había sido convocado por la
Comisión de Ciudadanos en Contra de la Pena de Muerte. Y el pueblo
puertorriqueño se había volcado hasta el Centro Cultural para rendirle homenaje
a una mujer singular. Rigoberta Menchú Tum representa para el mundo, para
América Latina y Guatemala la reivindicación de los derechos humanos. Luchadora
tenaz contra los delitos que ofenden la conciencia humana, Menchú estaba en
Puerto Rico como invitada especial del Primer
encuentro de la Sociedad Civil para el Desarrollo de una Cultura de Paz,
simposio organizado por la Universidad de Puerto Rico, recinto de Carolina. Por
eso el rostro de Rigoberta mostraba algo de cansancio. Porque aún dentro del
poco tiempo que permanecería en el País, accedió a interactuar con aquellos que
la solicitaran; su itinerario incluía además una visita a Vieques, con
propósito de respaldar a la isla municipio en su gesta por la paz. Y ya era las
8:30 de la noche de un ajetreado día cuando recibió un regalo gestado en su
tierra natal. Una Guía para la
deliberación ciudadana sobre la violencia institucional, realizada por
estudiantes puertorriqueños y de la Universidad de San Carlos de Guatemala, le
fue entregada a Menchú. Escuchar del escritor Amílcar Cintrón Aguilú cómo
aquellos jóvenes alumnos se involucraron en el proyecto, le hizo sonreír. Y es
que todo lo que tiene que ver con jóvenes y niños es fuerza, es espíritu de
acción para la fundación que ella preside. Y para ser sincero, no me pareció
extraña su reacción. La noche anterior Rigoberta Menchú había estado
compartiendo en la sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Allí fue
recibida por personal de la agencia. Como era de esperarse, muchos periodistas
cubrían el evento, pero también había niños. Niños de escuelas de Barrio Obrero
y Trujillo Alto. Niños pertenecientes a comunidades de escasos recursos. Y fue
precisamente para ellos, para los niños, que Rigoberta Menchú Tum habló:
Yo creo que la cultura no es solamente un
acto folklórico; siempre digo que la cultura es más profunda. Para mí es un
conjunto de valores y es lo que queremos para nuestros niños. Yo tuve dos
hijos, uno se llamó Tz’unum que quiere decir colibrí, y en realidad Tz’unum era
un pequeño colibrí. Estuve seis meses en cama durante el embarazo y después Tz’unum
nació prematuro y ese hijo mío murió; yo digo que voló. Y cuando pienso en él también
pienso en tantos niños en el mundo que los padres no los quieren, que son
maltratados. Y por eso estoy aquí
también, a favor de los niños que luchan para que no los traten mal. Ojalá que
nuestros niños no sean víctimas del maltrato en la casa, en la sociedad, sino
que reciban el respeto y amor que merecen en esa convivencia desde pequeños.
Yo tengo otro hijo que se llama Mash Nahual
J’a, “Mash” en memoria de Mashmon que quiere decir abuelo atado, ese abuelo
atado es un vicioso porque está acostumbrado a que le rindan homenaje. Pero
también ese abuelo atado es una memoria a la libertad mundial. Nuestros abuelos
viajan libremente por la historia mundial y la de nuestros pueblos. Y el “Nahual
J’a” quiere decir agua. Es por eso que cuando miro estas aguas tan grandes
pienso que hay algo profundo que todavía el ser humano no debe explotar y no
debe seguir buscando, si quiere lograr la plenitud de la vida. Así que mi hijo
se llama Mash Nahual J’a, pero yo también tengo muchos otros niños. Por
ejemplo, estoy vinculada a la Asociación de Niños Discapacitados, y cuando
hablo de discapacitados me refiero también a los niños que tienen Síndrome de
Down o tienen alguna limitación física, pero sepan que esas personas tienen
muchísimas otras cualidades y capacidades. Aunque también esos niños sufren
discrimen, no sólo por el color de la piel. Ustedes niños, por favor, no
rechacen a nadie, porque ninguno sabe si algún día, por un accidente, se
convierta en discapacitado y comience a pertenecer a ese grupo de personas. Por
eso creo que la solidaridad humana hay que tenerla a todos los niveles. No hay
que esperar a una lección de vida para hacer algo por los demás.
Niños, saquen la fuerza que tienen, utilicen
la imaginación de la vida. Si alguno les dice que la violencia es viable para
defender el honor de un hombre o de una mujer, no hagan caso. No. La violencia
es de los cobardes; es de los que no tienen honor. En cambio, defender el honor
de la vida es privilegiar eso que nos hace humanos, esa humanidad. Ya Martin
Luther King nos dejó un camino abierto. Dalai Lama lo está haciendo y Mandela
también. Podríamos mencionar a grandes héroes como a Gandhi. Y también los que
están con nosotros son grandes porque grande no es solo aquel que sale en
televisión. Estoy muy contenta de que la prensa televisiva este aquí pero no
hay que salir en la tele para ser importante. La grandeza de los seres humanos
está en lo que son capaces de hacer todos los días. Por eso, niños
puertorriqueños, sigan adelante. Me gustaría que un día nuestros niños mayas
les enseñen lo que saben hacer. En Guatemala somos un país de tejedores. Y una
niñita como ustedes, así pequeñita ya sabe tejer, ya sabe cruzar un hilo con el
otro y qué colores usar; ya tiene la paciencia para tejer. Entonces, si ustedes
pueden ser tejedores o pintores, pues pinten siempre con esa gran visión de que
todos los humanos somos de distintos colores. Como decía mi abuelo: “Todos
somos hijos del maíz”.
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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor. Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX. Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones. Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras. Fue parte del colectivo El Sótano 00931. Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.
Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano. Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos). Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural. Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.
Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano. Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos). Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural. Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.