por Caronte Campos Elíseos
Buen hijo, mejor esposo, excelente padre, con gran sentido de amistad y familia. Humanista, creyente, luchador incansable, no solo de sus propias batallas, sino también de las de los más desventajados. A pesar de haber sido confinado a una silla de ruedas, avanzó a pasos agigantados hacia la consecución de sus metas y propósitos de vida personales, familiares y comunitarios. Líder de comunidades que lo seguían por su compromiso y carisma; las cuales dirigía con sabiduría, empatía y su firme creencia en la justicia social. Critico de un sistema que lo abandonó a su suerte desde temprana edad, demostró que se puede combatir y derrotar al mismo sistema, no solo con palabrerías, más bien con tenacidad, ejemplos y acciones concretas.
Hoy, el mismo sistema que tanto combatió, lo empuja con desidia e inquina a nuestros brazos. Lo recibimos con la certeza de que en su caminar por la tierra, ganó el gran maratón; que es una vida digna, dedicada y fiel a una ética, principios, valores e ideales. Pero sobre todo con una Fe, que lo mantuvo y lo mantendrá de pie en nuestros corazones.
¡Levántate y anda!
¡Levántate y anda!
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