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sábado, 14 de septiembre de 2013
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viernes, 13 de septiembre de 2013
Perdidos en el espacio
por Caronte Campos Elíseos
Luego de unas merecidas
vacaciones en los aposentos de Sigmund Freud y de caminar por varias horas,
llegué a mi frío y oscuro hogar. A pocas
horas de estar en la casa recibo una llamada de alguna creyente en la fuerza de
algún dios, realizando una encuesta para alguna iglesia. Tratando de indagar sobre mi pensamiento
acerca de la vida actual, la felicidad y la espiritualidad. La joven que llamó cuestionaba si tenía yo,
alguna sensación de mejoría en la calidad de vida y si tenía confianza en que
alguna fuerza sobrenatural me salvaría de toda esta destrucción y caos creados
y esparcidos por el ser humano. Yo le
indicaba que nosotros escogemos nuestros gobernantes y que el mundo y la vida
cambian en la medida que nosotros mismos cambiamos nuestra forma inducida de
pensar como otros quieren que pensemos.
La niña me comentaba: “Mire, Sr.
Campos, llegará el tiempo en que los gobiernos serán aniquilados y solo reinará
el poder del cielo y de la gloria. Solo
los buenos seremos salvados.” De más
está decir que en ese preciso instante, sin pensarlo dos veces y sin mediar
palabras, corté la llamada. Acto
seguido, desconecté el teléfono, lo guardé en una bolsa plástica de
supermercado (con la esperanza de que se
asfixiara), y lo tiré en el sótano abandonado de la casa.
Ya
más tranquilo decidí dormir una siesta.
Durante mi estancia no descansé gran cosa y regresé algo adolorido (seguramente por el ajetreo y las emociones
del “resort”). Me recosté, tengo que
admitir, coqueteando con la idea de la joven cristiana sobre el aniquilamiento
de los gobiernos. A fin de cuentas, yo
también tengo la misma fantasía recurrentemente. Agarré uno de los periódicos atrasados que
tenía guardados, con el propósito de conciliar el sueño mientras me entero de
los sucesos del país (tarde como siempre).
Leyendo una nota muy amena sobre la creación y estreno de una campaña
publicitaria para mercadear el país a nivel internacional y fomentar la
inversión extranjera. Una iniciativa,
según las agencias gubernamentales encargadas, para inyectar y agilizar la
economía local. Así las cosas, ahora
todos somos parte de “La Isla Estrella”. Adentrado ya en ese viaje estelar, cerré los
ojos y me dormí.
Entre
planetas, galaxias, cielos abiertos, nubes bajando, caballos alados y trompetas
sonando, desperté abruptamente. Miro el
reloj y apenas han pasado diez minutos. Son casi las doce del mediodía. Las voces en
mi cabeza (esas que nunca me abandonan),
continúan con sus estrepitosos alaridos.
Decido ignorarlas y ver un poco de televisión. ¡Sorpresa!
El gobernador presente en el Único noticiero, en un intento de
preconizar la más reciente cruzada mediática.
Haciendo énfasis, con tal seguridad y confianza, en los logros obtenidos
por su gestión y administración de gobierno.
Reducciones en el costo de la energía y el agua “potable”, disminución
del desempleo y la criminalidad, aumento de la fuerza trabajadora y la
eliminación de medidas impositivas a la clase media, baja en los costos de
transporte; son algunos de los tópicos acariciados (información ofrecida sin datos específicos) por el honorable. Amén de la oportunidad de presentar la isla
como la meca para las empresas foráneas, con la mano de obra puertorriqueña
especializada y las ventajas en materia de exenciones contributivas
corporativas. Todo lo que propicia el
escenario perfecto para convertirnos en el “Non
Plus Ultra” de los paraísos capitalistas.
Llega
a mi mente una pregunta ingenua: ¿De verdad están el gobernador y todo su
equipo de trabajo, tan perdidos en el
espacio? Por experiencia personal,
sé que es posible semejante enajenación de la realidad. Pero mis viajes por esos linderos son causados
por todos los químicos legales y desregulados de la industria de la salud. Pero esas voces vuelven a mi cabeza. Traen
consigo recuerdos, datos e información perturbadora. Las escucho clamar y reclamar por el
atrevimiento del gobernador. Las escucho
llorar y gemir por los efectos de las políticas de ese mismo gobernador. Las escucho susurrar cada uno de las promesas
todavía incumplidas y las decisiones tomadas que han trastocado nuestra calidad
de vida y nuestro bolsillo. Y es que
contrario a lo expuesto por el gobernador en televisión nacional, los cambios
que están ocurriendo actúan en detrimento de la estabilidad de la ciudadanía
general.
Al
menos en mi caso, no ha disminuido el costo de energía. Lo que sí ha disminuido es el consumo de la
misma. Incluso he tenido que pasar
noches sin abanico que disminuya el calor del verano. Como alternativa decidí utilizar uno de esos
ventiladores de baterías (creo que he
gastado casi lo mismo). Similar es
el caso con el agua. Mi factura ha
aumentado cerca de veinte dólares mensuales.
Esto a pesar de que compro el agua embotellada y utilizo el agua de
lluvia para los quehaceres de la casa.
En cuanto a la gasolina, no me preocupa en lo absoluto. Desde que el combustible subió a los bajos
ochenta centavos y quitaron el descuento por utilizar el auto-expreso, desistí
de utilizar el carro. Puede usted
imaginarse ahora que el litro sobrepasa el dólar completo. He optado por realizar todas mis diligencias
a pie, o en su defecto, en bicicleta (algunos
vecinos me gritan cosas como si yo pienso que estoy en Cuba).
En
lo que al empleo y desempleo respecta, sin el nuevo método que utiliza el
Departamento del Trabajo de ajuste estacional, la tasa de desempleo aumenta de 13.8% en el mes de junio a 14.7% en julio de 2013, lo que suma
12,000 desempleados nuevos. (Estos son los últimos datos del DT). Mientras
la tasa de participación laboral también aumenta de 40.7% en junio a 41.0%
en julio de 2013. Esto se traduce en un
aumento de 8,000 empleados en dicho mes.
Me parece curioso que la población apta para trabajar no tuvo variación
entre junio y julio. Pero como yo soy un
lego en estadísticas y no entiendo absolutamente nada de interpretación de
datos, lo dejo para los expertos. Lo que
sí puedo decir, y que a todas luces es una práctica institucionalizada, es que
los empleos creados son de bajo perfil, de línea o “entry level”. Es decir, son empleos para personas con poca
o ninguna preparación académica, devengando el salario mínimo federal ($7.25 por hora), a tiempo parcial (20 a 30 horas semanales) y sin ningún
tipo de beneficio marginal (ni
vacaciones, ni enfermedad, ni plan médico).
No obstante, no han podido cumplir con la promesa de crear cincuenta mil
(50,000) de estos empleos para los “ilotas”. Por tal motivo hay baterías de profesionales
con bachilleratos, maestrías e incluso doctorados, sin empleo o en el mejor de
los escenarios, ejerciendo funciones de meseros o mensajeros. Es decir, que nuestra clase letrada y
preparada académicamente, como los ingenieros, arquitectos, psicólogos, entre
otras profesiones costosas se cuentan en las filas del desempleo. Aun así, deben continuar realizando los pagos
de los préstamos estudiantiles que tomaron para terminar su educación. No es mi caso, porque con mi Maestría en
Artes Oscuras y mi Doctorado en Ciencias Ocultas, puedo obtener el empleo que
quiera y cuando quiera.
En
cuanto a la criminalidad, aparentemente para el honorable gobernador el hecho
de que la cifra de asesinatos en la isla ronde a penas los 600 hasta la fecha, es un logro extraordinario. Igual olvidó mencionar el primer ejecutivo que, según el Boletín de Puerto Rico, la cifra de quiebras personales hasta
la fecha alcanza las 7,270. Esta
tendencia podría llevar esta cifra hasta aproximadamente 11,000 quiebras
radicadas al concluir el año. También dejó de lado las miles de hipotecas ejecutadas hasta ahora. Una propensión clara a superar las 3,814
viviendas ejecutadas en el 2012.
Traducido en arroz y habichuelas, son 3,814 familias sin hogar. Pasó por alto, el distinguido gobernante en
su entrevista televisada, el hacinamiento en los hospitales del país donde
aceptan la tarjeta del gobierno.
Especialmente las Salas de Emergencias, donde la espera por un cuarto
para hospitalización promedia los cinco días calendario. Sin mencionar las vicisitudes que tiene que
superar un paciente para que le atiendan la condición correcta con tiempo
suficiente para sobrevivir a la misma. Obvió claramente, las condiciones
precarias de las carreteras, de los edificios públicos donde el ciudadano promedio
va a recibir los servicios que necesita, y los problemas recientes en el
sistema educativo del país. Pasó por
alto el aumento en el costo de sobrevivir en un país donde todos los productos
de consumo diario suben desmedidamente, reflejado en el índice de precios al consumidor más reciente. El aumento del café, la leche, el pan, y todo
lo que incluye la dieta diaria de la gente humilde. Añádale a esta lista de aumentos
astronómicos, el IVU a las compras que realizamos por la Internet. Esto sin mencionar su cara de satisfacción y
convencimiento al decir que su gestión está resolviendo la vida de miles de
puertorriqueños. Pareciera que no tiene
noción de lo que a corto, mediano y largo plazo significan para nosotros todas
las decisiones que tome bajo su mandato.
Mientras
tanto, su equipo de publicidad y relaciones públicas se dedica a promocionar el
slogan de la Isla Estrella. Inundan las redes sociales con datos que
resaltan nuestra calidad de isla de la fantasía. Han querido vender, incluso a nosotros, una
representación alegórica sobre nuestra triste y burda realidad. Pero este tétrico panorama nuestro de cada
día, no se circunscribe sólo a este gobierno inexperto e improvisado. Es el resultado galáctico de un esquema
inexorable del bipartidismo ceñido a nuestra cultura política por más de cinco
décadas. Todos los gobernantes que han
ostentado el poder de gobernar se han convertido al final de su jornada, en
canallas que traicionaron los mejores intereses del pueblo (Incluyendo, pero sin limitarse a los gobiernos populares y pene-pes). La conjunción de este astral sistema con
nuestra astronómica disposición a acatar ciegamente los dictámenes de las
tribus politiqueras, nos mantiene aherrojados a la calamidad presente. Somos cómplices en la medida que nos
préstamos para perpetuar en el poder a los personeros que pretenden hacernos
creer que se interesan por nuestro “Statu Quo”. Somos cómplices cuando
buscamos excusas providenciales y justificamos el estado actual con
subterfugios apocalípticos de arrebatamientos.
Somos cómplices desde el momento en que nos resignamos a vivir el día a
día, con la esperanza puesta en el próximo cuatrienio para dar nuevamente el
voto de confianza al charlatán de turno.
Más
que poseer delirios de grandeza cósmica, tenemos proyección cómica
internacional que raya en tragicomedia. Basta
con ver cada ocurrencia sobre la isla estrellá o estrellada. Hasta que no tomemos el control de nuestra
nave, hasta que no capitaneemos hacia futuros siderales (pero con los pies sobre la tierra), y hasta que no saquemos de
órbita los polizontes que quieren sabotear nuestro destino, no brillaremos con
luz propia. Sólo seremos una estrella
fugaz sin poder lumínico, sin cumplir nuestros más intrínsecos deseos, y mucho
menos los sueños colectivos de un futuro radiante. Claramente, seguiremos todos perdidos en el
espacio. Esta actitud de indiferencia
por las altas esferas administrativas causa en mí un ataque de ansiedad en
pleno apogeo. Decido bajar al sótano
oscuro en busca del teléfono para llamar a la predicadora telefónica. En esos momentos necesitaba de alguien que
todavía tuviera algo de fe. La penumbra
era tal que nunca apareció el aparato de comunicación. Así que, me refugio nuevamente en la caja que
ocasionó el episodio lunático, la televisión.
Pero esta vez busco canales americanos donde pueda alejarme de esta
locura tropical generalizada. Detengo la
desesperada búsqueda de algo diferente y refrescante en un noticiero en inglés
(recordé que tengo que practicar mi segundo idioma natural). ¡Surprise!
Barack Obama, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, dando un
discurso sobre algo llamado Siria y la posibilidad de una acción militar
unilateral.
¡Levántate y anda!domingo, 1 de septiembre de 2013
El “Statu Quo”
por Caronte Campos Elíseos
Pido
disculpas, primero que todo, a los miles de asiduos lectores de Sólo Disparates (esto es una hipérbole... o
tal vez, aspiraciones frustradas), por mi ausencia aparente en las últimas
semanas. Como ya había comentado estaba
por salir de viaje, pero mi “amigo” y terapeuta pasmaron esos deseos. No obstante, me sugirió que tomara unos días
de vacaciones. A tales efectos me
recomendó un hotel, según él, muy conocido en Puerto Rico y que es el mejor
para liberar tensiones, distraerse y alejarse de todos los acontecimientos
perturbadores que nos acechan. Así que,
tomó su libreta de recetas y me prescribió la dirección, junto con el nombre de
sus contactos en el afamado hotel.
Llegué puntual a la hora del registro, y como me habían anticipado, la
atención y el servicio desde la entrada fueron de primera.
Ya
en la entrada me despojaron de gran parte de mis pertenencias (celular, computadora, tableta y demás
tecnologías). Me indicaron que era
parte del paquete especial de la estadía recomendada por la persona que me
refirió. Enseguida me escoltaron a mi
habitación, algo pequeña pero acogedora, con una cama sencilla pero
cómoda. Ambientada por una luz tenue y
las paredes todas forradas con cojines cuadrados de color blanco. Me indicaron que la seguridad del lugar era
algo extrema para la tranquilidad de los huéspedes, y me entregaron un opúsculo
con todas las normas a seguir durante la estancia. Nada de visitas, cero comunicación con el
“mundo” exterior, y total desconexión de los eventos diarios del país, es
decir, sin noticieros ni periódicos con reportajes desconcertantes. Entre los documentos recibidos estaba el
itinerario a seguir, con horarios para los alimentos, las sesiones relajantes,
y los periodos destinados para el esparcimiento mental.
Lo
único que pude “colar” del otro lado fue un viejo libro que había guardado en
la maleta entre mis paños menores (o sea, entre mi ropa interior). Tal vez por eso en el “front desk” no se
percataron que lo traía conmigo. Un
libro que ya cuenta con varios años (del 1997) y algunas páginas amarillentas,
de un autor que ni siquiera conocía, José María Mardones. ¿Su título? “Utopía en la sociedad neoliberal”.
Lo peor que hice durante mi aislamiento fue leer ese libro. Atrajo, cual imán, a través de las alambradas
murallas y de las paredes acojinadas, todas las “pendejaces” sociales que me aturden constantemente y que son la
causa principal de mis delirios y de mis desórdenes mentales. Liberó dentro de mi habitación (con aroma agradable a lavanda), la
podredumbre del sistema que me atormenta cada día al despertar y que me
mantiene tantas noches consecutivas sin poder dormir (mi insomnio es diagnosticado para el cual utilizo algún inductor de
sueño).
De
nada sirvieron los cuidados de tan amables meseras vestidas de trajes cortos
blancos, que me servían los alimentos (pocos,
pero buenos para una dieta balanceada).
Fueron en vano los cocteles de medicamentos que me ofrecían en cantidades
exorbitantes para, “ayudar” con el proceso de relajación y enajenación de mis
problemas y situaciones. El libro y sus
letras me adentraban cada vez más en esa realidad absurda que vivimos
colectivamente. Al punto que sentía que
me señalaba y acusaba al decir que, nosotros asistimos (o sea, cooperamos) a
una estrategia de justificación y legitimización de las realidades que
actualmente conocemos. Y que somos
cómplices y a su vez victimas en ese “proceso de legitimización” que nos
conduce a aceptar todo, tal y como nos lo presentan los que tienen el poder y
los medios para crear, desarrollar e implementar procesos a su imagen y
semejanzas, pero con falsas expectativas para los incautos soñadores (como yo).
No
puedo negar que en algunas instancias decidía abandonar la lectura. Incluso cruzó por mi mente la idea de quemar
el bendito libro (pero recordaba que me
habían incautado el encendedor con todo y cigarrillos improvisados en la
entrada). Pero el texto encuadernado
me llamaba con sus poderosas palabras.
Como diría un gran amigo y hermano cartesiano, con su arte apalabrado me
hipnotizaba. Por eso para mí no era
extraño, aunque sí lo era para los terapeutas voluntarios que no entendían, que
a pesar de las terapias, los químicos, la ambientación tenue, la música suave y
los aromas agradablemente asfixiantes, mi presión arterial y mis niveles de
estrés continuaran en ascenso.
Mi
persistencia peligrosa me inducía a continuar la lectura (total, ya no me dejaban salir de mi habitación). Mientras, el autor seguía reiteradamente
haciendo énfasis en nuestra disposición a consentir el esquema del mercado y el
capitalismo desregulado. Esto independientemente de que la mayoría de nosotros
no participe del mismo, ni manejemos ningún portfolio de acciones
preferenciales ni de bonos asegurados (mi
capital en este momento son, sólo dos centavos). Haciendo hincapié en el hecho de que este
sistema se mantiene inerte ante el canibalismo de los que poseen demasiado y
quieren más, más y cada vez más; y en su neutralidad frente a la miseria de los
que tienen poco y poseen menos, menos y cada vez menos. Lo presenta como la culminación de nuestra
estructura social, y como el final de la búsqueda de un estado de
bienestar. Ese estado donde todos supuestamente
estamos bien. Es decir, que después de
la dominación del capitalismo, no solo en los mercados, sino también en todos
los aspectos de la vida cotidiana y personal de cada uno de nosotros, no existe
ninguna alternativa superior. Mucho
menos cuando ya todo lo que hacemos, decimos, y pensamos esta matizado con los
signos de dólares y centavos, incluso en las relaciones personales y
familiares. Solo nos queda realizar
nuestros mejores intentos de afinar y perfeccionar las formas en que este se
conduce. Sobre todo cuando en esta
época, todos nosotros, incluyendo a los miserables (los que vivimos en la miseria) hemos elevado, hasta casi la
santidad, el estado del momento actual de todas las cosas que conocemos.
Admito
que en este punto perdí el control sobre mis emociones y comencé a gritar y a
darme de golpes contra las paredes del pequeño cuarto (ahora entiendo el motivo de las
paredes acojinadas). De este
episodio de histeria solo recuerdo hasta el momento justo cuando entró el
personal de seguridad para evitar que me hiciera daño. Luego de eso desperté un poco mareado, con la sensación de que estuve
en una especie de trance inducido por algunas de esas drogas ilícitas (de las que me despojaron en la entrada y
las que me parece que allí no son tan ilegales).
Ya
recuperado del “hang over” provocado, retomo la lectura (es que no recordaba lo que esto ocasionó la última vez). El libro se adentra naturalmente en la
globalización del “sistema único”. Donde
no solamente se apodera de nuestras vidas colectiva y privada, sino que se
esparce como pandemia al mundo entero.
Logrando que países y naciones que antes habían obtenido éxito
manteniendo un equilibrio entre sus ciudadanos, ahora ceden y se prostituyen
ante el poder del capital mundializado.
De ahí, que estemos ante una nueva y estandarizada sociedad, y ante un
hombre nuevo recién nacido, adoctrinado
y manipulado genéticamente para aceptar todo tal y como lo han establecido las
elites dominantes. Ciertamente, y como
lo estipula el autor en sus líneas, son estos ricos y poderosos (algunas veces catalogados también como los
más bellos) los que han establecido la norma y los modelos que el resto del
orbe deben seguir, cual ovejas al buen pastor.
Es
que hasta la iglesia, también esparcida por todo el globo, envía el mensaje
subliminal escondido constantemente en su homilía institucional, de que luches
contra el mal. Ese mal que te tienta a
través de las imágenes difundidas por los medios masivos a querer tener, tener
y tener. A querer poseer aunque sea, una
ínfima parte de lo que ostentan “Las 100 personas más influyentes del planeta”,
según la revista de moda. Su máxima
cristiana es que resistas y venzas tu lado humano y débil, que no caigas en la tentación y tengas fe para que la fuerza de sus dioses,
vírgenes y santos estén de tu parte (siempre
que pagues el diezmo correspondiente).
Mientras tanto, su discurso santo, romano y apostólico está destinado a
erradicar de nuestras mentes el pecado de la ambición, ya que su dios está con
nosotros para proveer lo mínimo que cada persona necesita para una vida módica
y digna. Paralelamente, los olímpicos y
los bendecidos por el sistema continúan acumulando riquezas a costa de los
feligreses y del 93% de la población del mundo.
Esto, aunque de todos conocido es, que más cómodo pasara un camello por
el ojo de una aguja que un millonario al reino que no es de este mundo (porque en este mundo el rico entra donde
quiera). Se desprende entonces del
escrito de Mardones, que este discurso de las catacumbas, catequiza nuestras
mentes para adoptar esta realidad inmutable.
El
encuentro con tan providencial escenario me obligó a caer de rodillas, (no, no para orar), sino para recurrir a
la apostasía y a la flagelación auto infligida.
En vista de que no había herramientas de tortura disponible para ello,
opte por usar mis propias manos, cual látigos justicieros. Dándome golpes en el pecho y espalda, incluso
lanzando puños al pequeño acrílico por el cual sobrevenía una sensación de que en
todo momento alguien del más allá me observaba.
Entonces entraron, esta vez el doble del personal, con armas en la
cintura (les dije que la seguridad del
lugar era muy buena), cual ángeles guardianes a evitar mi dantesco
castigo. Una vez más abro mis ojos con
dificultad y con el mareo y el vértigo de aquel que despierta de una
intervención quirúrgica. Pero esta vez, despierto
con una camisa blanca de mangas largas, muy bonita de hecho (aunque un poco incomoda, dado que mantenía
mis brazos enredados).
Más
tarde, en entrevista con una persona que dijo ser un gran amigo (al igual que aquel otro que me recomendó el lugar para el
retiro), le confesé que estuve leyendo a escondidas. Le entregué el libro y le pedí (casi le supliqué) que lo sacara de mi
alcance, que lo alejara de mí. Le
expliqué a mi nuevo “amigo” que ese texto me hacía mucho daño, porque cada vez
que leía sus letras despertaba con fuerte dolor corporal, hematomas y
laceraciones, cual vía crucis expiatorio.
Tuve que resumirle todo su contenido para que entendiera el efecto que
esto ha tenido en mi psiquis y en mi pensamiento. Cómo ha contribuido a la introspección que realicé
durante mi estancia, que me llevó a aceptar mi “Statu Quo”. Ese que me
mantiene sufriendo por el estado actual
de todas las cosas. El mismo que no
puedo cambiar porque no es solamente mío, sino de todos los que hemos seguido
el juego, a conciencia o sin querer, de la realidad que nos han impuesto
mediante sortilegios mediáticos, los millonarios de la Calle Pared y los de
Madera Santa (Wall Street &
Hollywood).
Entendí
finalmente con esta experiencia (al menos
eso creo) que no puedo ir en contra de la corriente. Que si no existe voluntad de nosotros todos y
todas, y no surge una conciencia social de solidaridad ni una responsabilidad
social colectiva basada en la ética y la moral, nuestro estado actual en
desequilibrio será perpetuo. Seguiremos
siendo del sistema, los parias voluntarios sin resistencia alguna. Condenando de esta forma, la esperanza, la
justicia y la igualdad, a ser eternamente como lo son hasta el sol de hoy,
representaciones alegóricas.
Afirmé
en ese momento que no me voy a dejar vencer por las componendas de esta intriga
institucional. El anfitrión que me
atendía se alegró mucho de mi avance y mejoría, e inmediatamente impartió
instrucciones para que me escoltaran hasta la salida más cercana (ya terminaba mi paradisiaca estadía). Al preguntar cuanto debía por sus magníficas
atenciones, me indicaron que no adeudaba nada, ya que “Mi Tarjetita” cubrió todos los gastos. Sólo me entregaron una correspondencia que
dejó para mí alguien que dijo ser un gran amigo de la infancia
católico-dogmática, y a quien negaron el paso al centro por no estar permitidas
las personas extrañas a estos parajes vacacionales. Se identificó como Angelo Negrón, un gran
colaborador de Sólo Disparates, quien dejó para mí, Testamento, el último libro de otro gran colaborador de este
espacio, Carlos Esteban Cana. Agarré
la funda de papel que guardaba el nuevo texto, con la certeza de que será para
mí un oasis apalabrado. Así las cosas, salí
del lugar un poco más escuálido, con mi bultito lleno de recordatorios (me llevé la camisita blanca) y de
provisiones dosificadas suficientes para mi supervivencia psicológica.
Andando por allí, por el Camino Las Lomas de
Rio Piedras, voy mirando y observando detenidamente todo hasta donde alcanzan
mis ojos. Pero más allá de ese punto, se
pierde mi mente y retorna con el pensamiento taciturno de que, nada cambia y
todo sigue igual; nadie cambia y todos seguimos igual. Hasta que no logremos escapar de esa camisa
de fuerza que nos mantiene con los brazos cruzados, atados a una zona cómoda,
encerrados en cuartos oscuros de realidades impuestas y consentidas, éste que
vivimos ahora será, nuestro “Statu Quo” eterno.
¡Levántate
y anda!
viernes, 16 de agosto de 2013
Juana Ramos y su tránsito poético: preámbulo a una conversación
Servicios de Prensa Cultural
por Carlos
Esteban Cana
El nombre de la escritora salvadoreña, Juana
Ramos comenzó a ser familiar para este servidor a raíz de su participación en
el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico, hace dos años. Desde
entonces y esporádicamente nos hemos encontrado en diversas latitudes y eventos
culturales. Sin embargo, puedo decir que conozco mejor a esta Poeta
latinoamericana cuando leí Multiplicada
en mí, libro que publicó en el 2010, Artepoética Press, sello editorial del
editor y escritor Carlos Aguasaco.
Sumergirme en sus páginas provocó que la sed
por trazar su perfil como creadora aumentara, y aunque ya está en progreso una
entrevista con Ramos, presento como
preámbulo una muestra de su obra, aquí, en el hogar cibernético del editor
Caronte Campos Elíseos.
Para todos los amantes de la buena
literatura y lectores de esta bitácora que continuamente nos arroja luz al
final del túnel, la poesía de Juana Ramos. Que la disfruten.
En la oscuridad
Yo, me lo he propuesto, no voy a estrellar
el universo contra el suelo para contarte que hoy mis noches son oscuras, mucho
menos recoger un fragmentito de ese impacto para decirte lo que siento en una
imagen, no volveré a tu espacio en busca de
mis rastros, no voy a declarar que eres el todo de mis partes. No voy a
desempolvar libros, ni a escudriñar desvanes, ni a entibiar sonrisas, tampoco
cruzaré puentes para propiciar mi despedida.
No alentaré memorias, no enterraré el cadáver de lo nuestro, no repartiré secretos,
no justificaré este miedo que me impulsa a
indagarte. No pienso columpiarme en el silencio al que me rindo y al que te he
sometido, no voy a castrarte la mirada mientras tomamos un café, no voy a
mutilarte la palabra con mis debilidades y recelos. Yo, como me lo propuse, te
diré simplemente que te escribo desde esta oscuridad que me dejaste.
Sueño (Entre hadas)
En esta noche incipiente
me cuento los latidos que hacen falta
para encontrarte por casualidad.
Surges entre tanto procurarte,
mis caricias diletantes hallan eco,
y prontas se acomodan en tu espalda,
te dispersas en mis manos, te ensanchas,
te divulgas, te propagas, te prolongas
y pretendo dilatar tu despilfarro
entretener las doce campanadas
que te reducirán a escombro,
que te volverán ceniza.
El misterio de su
muerte
Murió aquel día
de cuerpo entero
le diste muerte con dos sílabas,
murió en tu cama y en el sofá.
Murió de espaldas a tu dolor,
al insomnio de tus labios,
a la palabra tibia
insoslayable salvadora,
a tus miedos de espíritu gregario.
Murió a sabiendas de que viviría
en los objetos, en los estantes,
en el espacio que se rehúsa
a ser huérfano de padre,
en las paredes de blanco hueso
donde obstinado se resiste,
en la luz tenue que chorrean tus lámparas,
en la mesa paridora de silencios,
en su económico abecedario
donde te buscas y te posee.
Confesión
Cornucopia de miradas
de hilos que tejen en tus ojos
arrebatos de nostalgia.
Y traicionas el abrazo
que me encierra,
tu beso, el puñal
que me orilla me desgarra,
trasquila mis mejores intenciones.
Tu voz
bifurcada en los recuerdos
terrible, vertebrada se levanta,
me cabalga por el pecho inclemente,
en mi frontera frente en alto se detiene
donde mi voz la espera entrecortada.
Lo nuestro
Para mí, lo nuestro es la posibilidad de un sueño
compartido oreándose a la vida, el ansia de entregarme sin cautelas, la
necesidad de filtrarme en tus paredes, habitar en tus armarios, reposar junto a
las lámparas de luces mortecinas, de multiplicarte las sonrisas, de construir
memorias, de acumular recuerdos y perpetuarlos en un marco, de ser enteramente
tu mitad, de abrirle la puerta a una tarde que no encuentre referente. Lo
nuestro es para ti el ungüento con que untas cicatrices pronunciadas, frescas,
que aún respiran, herencia de un pasado que de vez en cuando te hace un
berrinche y se encapricha.
_______________________________________________
Carlos Esteban Cana -
Escritor y comunicador puertorriqueño. Ha cultivado el cuento, el micro cuento,
y la poesía. Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos
primeras novelas y a un volumen de ensayos. Colaborador de varias publicaciones
impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países. Bitácoras y
publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Angelo
Negrón, reproducen su boletín "En las letras, desde Puerto Rico".
Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre. El primero titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento. "Testamento" es el segundo de los libros mencionados, poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.
Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre. El primero titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento. "Testamento" es el segundo de los libros mencionados, poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.
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