Le agradezco a Caronte Campos Elíseos la oportunidad que me brinda de compartir en su blog Solo-Disparates un poco de mis pensamientos. Estoy muy lejos de ser escritora, realmente muy lejos. Lo que sí soy, es una profesional que lucha cada día por el bienestar de su familia, lo cuál en este País, cada día se hace más difícil. Como madre, me preocupan muchos temas que pueden afectar el futuro de mis hijos. Si los discutimos todos, nunca terminaríamos. Entiendo que la mayoría de ellos son consecuencias de la falta de valores que aquejan nuestra Isla, y me atrevería decir que al Mundo entero. Por lo tanto voy a enfatizar en esto último.
Recuerdo cuando en Puerto Rico reinaba la hospitalidad, el respeto y la consideración. En muchos hogares se podía dormir con las puertas abiertas, existía la confianza en nuestros semejantes, la camaradería y muchas otras buenas características. Se les enseñaba a los niños como actuar correctamente. Cosas tan básicas, como a saludar cuando se llegaba a algún lugar, y tratar con respeto a los demás, entre otras. Que conste que soy una mujer joven, al menos eso me creo, así que no ha pasado mucho tiempo de eso. Entonces, ¿qué nos pasó?
Todo ha cambiado radicalmente en los últimos años. Lo triste es que no ha sido para mejorar, al menos en lo que respecta a este tema. No voy a entrar en el asunto de cómo el sistema ha influenciado grandemente en detrimento de nuestra cultura y salud social. Tampoco en como nos afecta el cambia y cambia cada cuatro años, con nuestros gobernantes enfocados en sus intereses personales, dejando a un lado el bienestar del pueblo. Más bien, voy a apelar a la responsabilidad y deber que tenemos cada padre y madre, de no permitir que nuestros hijos se contaminen, en darles las herramientas necesarias para que sean personas de bien y de provecho, en brindarles el escudo para que sepan protegerse de los males actuales que aquejan a nuestra sociedad enferma. En mi humilde opinión, si cada hogar se enfocara en esto, el futuro que les espera a nuestros hijos sería mucho más alentador de lo que se vislumbra. Pero, ¿como controlamos lo que nuestros niños aprenden fuera de los hogares? ¡Ahí se encuentra el verdadero reto!
Hoy día, en la mayoría de las familias, ambos padres se ven en la obligación de trabajar, y nuestros retoños pasan la mayor parte del tiempo fuera de nuestros hogares. Si no les reforzamos la buena educación y ni le inculcamos valores, la posibilidad de que se nos pierdan en el camino va a ser mucho mayor. No soy doctora en salud mental, ni terapista de familia, pero puedo compartir algunos consejos que mi esposo y yo integramos y/o intentamos implementar en nuestro hogar con el fin de crear una base suficientemente fuerte, como para que nuestros dos niños se puedan desenvolver exitosamente como personas de bien.
- Dios es el centro del hogar: Enseñarles valores cristianos, amar y respetar a Dios. Orar en familia. Fomentar la Fe en Dios.
- Brindarles mucho amor: Recordarles, cada vez que tengamos la oportunidad, cuanto los amamos y lo importantes que son en nuestras vidas, aún cuando estemos enojados con ellos. El hecho de que estemos enojados o que los disciplinemos, no quiere decir que haya falta de amor, sino todo lo contrario. Porque los amamos, es que los corregimos, y debemos asegurarnos de que ellos así lo entiendan.
- Dedicarles tiempo: Aún con el ajetreo diario, tenemos que hacer un esfuerzo por ofrecerles tiempo de calidad. De lunes a viernes es mucho más difícil, llegamos tarde a la casa y para colmo a realizar miles de tareas. Es por esto, y a pesar de las muchas críticas de familiares y amistades, practicamos el colecho y crianza de apego. Intentamos disfrutar de nuestros hijos y que ellos disfruten de nuestra atención cada minuto libre. Hacemos todo lo que podemos junto con ellos.
- Estar atentos a sus estudios: Verificar todas sus libretas diariamente, estudiar con ellos, buscando la manera más agradable y divertida para que aprendan sin que el momento se convierta en una tortura. Mantener una comunicación estrecha con los maestros y personal de la escuela. Apoyarlos y reconocerle todos sus logros.
- Escucharlos: Es importante estar atentos a lo que nos dicen, esto nos ayuda a entender que tienen en sus “mentecitas” y de esta manera los podremos comprender mejor. Incluso, si escuchamos algo que no es de nuestro agrado, nos da la oportunidad de aprovechar la ocasión para dirigirlos y/o corregirlos. Teniendo precaución de no perder la confianza que nos tienen de contarnos sus cosas. Sí, confianza, no nos cansamos de recalcarles que nos deben tener la confianza de contarnos TODO, sin importar las posibles consecuencias.
- Contestar sus preguntas: En ocasiones, nos hacen preguntas difíciles de responder de acuerdo a sus edades y nos da mucha tentación de evadirlas y/o desviar el tema. La verdad es que debemos mostrarnos calmados, aunque por dentro estemos escandalizados, y contestar lo mejor que podamos, asegurándonos de no dejarlos con dudas. ¿Quien mejor que tu para responder? Es peor que busquen las respuestas fuera de tu hogar.
- Disciplina positiva: La disciplina postiva es educar con amor, dignidad y respeto. Es corregir a tus hijos sin violencia, utilizando el refuerzo positivo. En la práctica, esto no es fácil, en ocasiones nuestros niveles de “stress” nos traicionan. En momentos de mucha tensión le levantamos la voz a nuestros hijos por alguna mala conducta, pero una vez nos percatamos, inmediatamente debemos modificar nuestra actitud. Es estar conscientes de que nuestros hijos no tienen culpa alguna de las situaciones díficiles que afrontamos durante el día.
- Evitar discusiones en su presencia: Las diferencias entre mamá y papá, se resuelven entre la pareja. Debemos ofrecerles a nuestros niños un lugar lleno de armonía, y de presentarse algún conflicto que se deba resolver en el momento, hacerlo de una manera cordial y con respeto.
- Apoyarlos en sus intereses: En la manera que el tiempo y el dinero lo permitan, es bueno apoyarlos en las actividades de su interés: baloncesto, música, bailes, arte, etc. Es mejor mantenerlos ocupados en actividades que los ayuden en su desarrollo. El aburrimiento es amigo del ocio, y juntos traen malas costumbres.
- Darles un buen ejemplo: No somos perfectos, pero debemos estar muy pendientes que nuestras acciones no contradigan lo que les enseñamos. Los niños aprenden mucho más por lo que ven que por lo que escuchan. ¡¡Y creánme, que si ven algo que no les hace sentido con lo que les has enseñado, no van a dudar en cuestionarlo!! Un ejemplo simple: “Si el refresco hace daño, ¿porqué estás tomándolo?”
Estos son algunos ejemplos de nuestra filosofía de crianza, con el propósito de educar a nuestros hijos con valores, a pesar de lo retante que se hace día a día en nuestra sociedad. Confío que con la ayuda de Dios, lo estemos haciendo bien.
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Mariella Rivera – Nació en el Brooklyn, New York. Criada en Cataño, Puerto Rico, donde recibió su educación hasta la secundaria. Egresada de la Universidad de Puerto Rico, donde obtuvo su Bachillerato en Administración de Empresas con una concentración en Recursos Humanos. Con una experiencia de casi diez años, actualmente se desempeña como administradora y gerencial
en la industria de la arquitectura.