por Carlos
Esteban Cana
Por ello me duele tanto comprobar
cómo en algunas comunidades cristianas,
y aún entre personas consagradas,
consentimos diversas formas de odio,
divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas,
celos, deseos de imponer las propias ideas
a costa de cualquier cosa,
y hasta persecuciones que parecen
una implacable caza de brujas.
¿A quién vamos a evangelizar
con esos comportamientos?
Papa Francisco
Evangelii
Gaudium, 100
Cuando
el fraile dominico Yamil Samalot OP, se dirigió a los presentes sintetizó el
sentir general de quienes escucharon atentamente a la teóloga uruguaya Maria
Cristina Robaina stj. Por espacio de dos horas Robaina interactuó con la
audiencia en una conferencia titulada La
profecía del diálogo, germen de comunidades nuevas.
“A la
verdad que ha sido un banquete de teología narrativa. Ella como buena Teresiana
que es, nos ha hecho meternos en las profundidades de lo que es la misma vida de
Dios, que es la vida de comunión, que es la vida de amor, que es la vida de
unidad. Con estos mensajes del Evangelii Gaudium que María Cristina ha
compartido esta noche nos da a entender que nuestro primer anuncio es la
amistad entre nosotros y que en la medida que en nuestras comunidades vivamos
la comunión el mundo va a creer. Esas son las palabras de Jesucristo”, así lo
manifestó Samalot, quien fungía como Director del Centro de Estudios de los
Dominicos del Caribe (CEDOC) en aquel momento.
Ante
la relevancia de tal conversatorio, que sucedió el 3 de septiembre de 2014 en
el Aula Magna fr. Félix Struik, O.P. en la mencionada Escuela de Teología de la Universidad
Central de Bayamón, comparto algunas de las reflexiones que María Cristina
Robaina stj obsequió esa noche. La teóloga uruguaya había sido invitada al País
por la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Puerto Rico que efectuaba para
esos días su asamblea anual.
*****
María
Cristina Robaina: "El tema que me sugirieron es el de la Profecía del diálogo
como germen de las comunidades nuevas, esta convicción está vinculada a La Conferencia Latinoamericana de
Religiosos (LACLAR), que es desde donde yo quisiera compartir
especialmente. La Conferencia LACLAR tiene como horizonte inspirador en este
periodo 2012-2015, este lema: “Escuchemos
a Dios donde la vida clama”.
Hago
el planteamiento, desde la convicción profunda que tenemos, como religiosos y
religiosas, que es en el diálogo y en la escucha donde se da el terreno fecundo
para el surgimiento de esas comunidades nuevas que estamos necesitando ser y
vivir.
Pensando
en este encuentro me estaba acordando de la Era de los dinosaurios. Bueno, en
aquella Era, en la mesozoica, los dinosaurios parecían que se comían el mundo,
que ellos dominarían, que serían el futuro de la vida. Sin embargo, los
estudios paleontológicos han encontrado que antepasados de los marsupiales
-esos pequeños roedorcitos con sangre caliente que eran el comienzo de lo que
hoy son los mamíferos- andaban entre las patas de los dinosaurios viendo cómo
hacían para que los dinosaurios no los aplastaran. Y si hubiéramos visto aquella
escena de hace 80 millones de años seguramente hubiéramos apostado que la vida
continuaría con los dinosaurios gigantes, por su poder y potencia, su capacidad
ofensiva y defensiva que los hacía aptos para dominar el planeta. Y resulta que
aquellos otros chiquititos que andaban medio escondidos, medio correteando,
medio viendo cómo sobrevivir, desde una debilidad biológica real, esos fueron
los que dieron continuidad a la vida. Así nosotros tenemos muchas maneras de
entrar en la realidad que tanto nos confronta. Quizás tengamos que atender a
donde están los marsupiales, donde está esa debilidad vital que, sin embargo,
tiene la potencialidad y el futuro dentro de sí.
Se
habla de cambio axial, sin embargo si le ponemos nombre a esa experiencia
interior que vivimos, personalmente y como comunidades, como pueblos,
verdaderamente lo que estamos viviendo es una transformación, una metamorfosis.
Hay
una imagen semejante que es muy expresiva, en esas cuatro formas de este mismo
ser vivo: el huevo, la larva, la crisálida y la mariposa. Si no hubiéramos
observado el proceso de transformación, sería difícil asociarlas. No será que
vamos a tener que empezar a identificar entre nosotros y nosotras, larvas,
crisálidas que parecen que estuvieran muertas, que están ahí quietitas,
encerradas en una cáscara dura y parece que eso es algo vivo. Y un día se
produce aquel milagro de que la crisálida se rompe y sale volando una mariposa. Realidad y transformación. Aquí la primera pregunta es: ¿con qué mirada vamos a
entrar en esa realidad?
En
primer lugar, quizás necesitamos la toma de conciencia de que entramos en un Misterio. Que lo que llamamos realidad con tanta naturalidad y con tanta insistencia y la
aplicamos a tantas cosas es un Misterio, y más Misterio si es una realidad que
está en permanente transformación, y más Misterio si la realidad tiene
componentes tan diversos como nosotros y nosotras, que vivimos de manera
asincrónica esas transformaciones. Por lo tanto se hace muy difícil poder
catalogar y decidir éste por acá y éste por allá y otro por allá. Como que la
realidad nos pide una entrada humilde, una entrada de quien está aprendiendo,
con esa conciencia además sistémica de un mundo complejo en que todo se conecta
con todo.
Raimon
Pannikar que tiene un libro último que se titula “La puerta estrecha del conocimiento”, cuando
se refiere a la puerta estrecha del conocimiento está hablando de la que
menciona Jesús: “Pocos son los que entrareis por ella”. Y Pannikar nos dice que
para acceder a la realidad, para conocerla, para poder entrar en ella
necesitamos tres llaves: razón, fe y sensibilidad.
La
razón solo nos ofrece una serie de explicaciones. La fe nos traslada a algo que
trasciende lo que nuestra pobre razón llega a poder captar, pero además
necesitamos de la sensibilidad. Dicho de otra manera, sólo la persona
integrada, desde su sensibilidad, desde la racionalidad y desde la fe, y
pudiendo integrar dentro de sí misma esas diversas miradas o experiencias de lo
real, sólo así logramos ese ‘click’ que abre la puerta, que es la puerta de la
sabiduría. Es el verdadero contacto íntimo con lo real que no siempre es
expresable pero ciertamente experimentable.
Ya no es ‘lo real’, es nuestra
capacidad de poder tener empatía, sintonizar, tocar algo de lo que el otro
percibe, y de lo que podemos construir juntos y juntas. Esa es la Profecía del diálogo que genera comunión,
que genera comunidades nuevas.
Pero el tema es: ¿Qué estamos y
no estamos dispuestos a ver y no ver de la realidad? Percibimos lo que queremos
percibir y no percibimos lo que rechazamos. Hay un Misterio allí en la
percepción de lo real. Vemos y no vemos. Bueno, podemos preguntarnos: ¿Qué
tiendo a ver en la realidad? ¿Solamente los dinosaurios o solamente los
marsupiales? Y en ese ejercicio, cómo me
siento ante lo que veo y, simultáneamente, qué dejo de ver.
De hecho, así, como tocando
nuestro corazón y situándonos en esa transformación de lo real uno mira en
perspectiva su propia vida, y somos otra persona pero también somos la misma. En determinados momentos las cosas se ven así, de esta manera por acá. Pero
resulta que hoy somos conscientes de tantas experiencias y realidades humanas y
humanizadoras que están más allá de
nuestra compresión y de nuestras instituciones y que hablan al corazón del
hombre y de la mujer; que conmueven el corazón de la gente, que movilizan a las
personas. En esa extrema diversidad del Espíritu está la imagen y semejanza de
Dios en lo humano; en esa diversidad en todo. Tan compleja, tan a veces difícil
de vivir y de convivir; ahí es donde tenemos la puerta de la sabiduría, y ahí
es donde tenemos que ver esta invitación:
Dejarnos fecundar por
la diversidad del Espíritu, nos supera.
Y ahí hay una palabra que El
Señor está pronunciando:
Para
poder entrar en la realidad con sabiduría necesitamos una conversión profunda
en dos claves: personal y pastoral. Y Aparecida (texto
final de la V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano y del
Caribe, celebrado en Aparecida, Brasil, del 13 al 31 de mayo de 2007) las
describe, pero sobre todo también nos pide entrar sin excusas, entrar
decididamente con todas las fuerzas en los procesos constantes de renovación
misionera y abandonar estructuras caducas que ya no favorecen la transmisión de
la fe. Por lo tanto, previamente, entrar sin excusas y decididamente en la
realidad con otra mirada, con otra actitud, con otra disposición en la macro realidad
y en la micro realidad de mis diálogos con los cercanos, con aquellos con los
que convivo, con los que comparto, con los que proyecto, con los que evalúo,
con los que analizo.
Escuchar
La Palabra, esa actitud de escucha, esa actitud de escuchar a Dios donde La Vida
clama me abre el corazón para escuchar los susurros de La Palabra en medio de
esas realidades humanas, ante las cuales me quedo en actitud contemplativa,
mirando en profundidad, entrando en ellas por la puerta de la sabiduría. No
solamente por lo que entiende mi razón, sino por lo que intuye mi corazón y lo
que me revela la fe de aquella situación. Entonces sí que estamos en la Profecía del diálogo porque estamos
viviendo la Profunda Escucha que es, no solamente la premisa de Diálogo sino el
elemento constitutivo para que se genere La Comunión.
Hoy, (el
Papa) Francisco habla mucho de la Escucha y habla mucho de la Cultura del Encuentro. Es que el diálogo está bastante desprestigiado, porque a veces llamamos diálogo
a cualquier cosa. Uno tiene que percibir hasta qué punto esa instancia en que
yo digo “dialogamos”, en que yo nombro “dialogamos”, genera, produce un
encuentro; conmueve, transforma, es una Experiencia de Comunión. Este es el ícono
con el que LACLAR nos invita en este periodo, en este tiempo: a entrar en la
comunidad de Betania como comunidad.
Betania
nos ofrece una riquísima experiencia de comunidad. Comunidad de amor, corazón
de humanidad. Pero también entendamos que nuestras comunidades tienen algunos
personajes más. ¿Cuántos personajes hay acá? Jesús, Marta, María y Lázaro.
Bueno, resulta que nuestras comunidades son además de todo esto (‘Casa de Encuentro,
Comunidad de Amor, Corazón de Humanidad’), como toda relación humana, nuestras
comunidades también son lugares de conflicto. Y el desafío es la Escucha del
conflicto, a ver por dónde viene la cosa. Antes de empezar a defenderse y decir
‘porque tú, porque yo, porque él’, captar qué es lo que está sucediendo…
Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor
le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la
propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la
luz del Evangelio.
Evangelii Gaudium, 20
Y a
veces la periferia está dentro de casa, la periferia está en la casa del
vecino, la periferia está… Porque reconozcamos, estos personajes los vemos como
separados pero también nos habitan a cada uno de nosotros y de nosotras. El
conflicto también nace dentro de nosotros. Jesús es también Presencia en
nuestro corazón. Marta y María, Lázaro, son modos de Ser, modos de estar. Son
sentimientos, son realidades: Lázaro la fragilidad ¿verdad?; Marta y María, la
literatura las ha situado a veces de una manera contrapuesta, sin embargo son
actitudes, protagonistas interiores que nos habitan; no solamente a nivel
externo sino interno. Todas y todos somos causa de conflicto para otros. Ahí
está donde se nos pide que pongamos nuestra energía en sumar y salir hacia las
periferias de lo humano. Y salir de la propia comodidad…
¿Por qué Jesús podía
convivir con Judas? Porque veía en él un hijo de Dios confundido, en el que se
había opacado la comunicación con el Padre; la experiencia de la bondad del
Padre. Era Jesús, el Maestro, que vive en nuestras comunidades, que acompaña y
que nos sigue enseñando si lo dejamos, si escuchamos, si escuchamos el susurro
de La Palabra de Dios en las palabras del otro que me genera conflicto porque
sé que es un hijo a quien el Padre ama entrañablemente; desde ahí puede nacer
la Profecía de la comunión, sino son
palabras huecas.
Aprender
a descubrir a Jesús en el rostro de los demás, aprender a sufrir en un abrazo
con Jesús crucificado cuando recibimos agresiones injustas e ingratitudes y dar
el paso al perdón.
Redescubrir el gusto de estar juntos –muy bien las redes, las nuevas tecnologías de la
información y comunicación, la dirección espiritual por Skype, todo muy bien-
pero qué lindo que estemos acá juntos, que compartamos, que celebremos, que nos
lloremos juntos, que nos enojemos, que celebremos los cumpleaños, que compartamos
incluso los mosquitos estos que nos andan picando…
Y
otra vez, así en la inspiración de esta comunidad de Betania, que es una
inspiración de La Palabra de Dios, teniendo en cuenta todas estas dimensiones
que nos habitan y habitan nuestros vínculos interpersonales.
Una
manera de conocer la calidad de nuestros vínculos es si conocemos cuáles son
algunas de las heridas de nuestros hermanos y hermanas que consideramos
compañeros de camino, compañeras de camino. Si alguna vez les hemos escuchado
de corazón, porque el corazón habla en eso que les duele, se escapa en los
intersticios de las comunicaciones, los gestos. Es importante tener presente cómo
sentimos, cómo actuamos, cómo reaccionamos ante las heridas de nuestros
hermanos, porque a veces las heridas de nuestros hermanos ponen en carne viva
las propias… No es sólo que nos canse escucharlos, es que a veces no queremos
escuchar porque no queremos acordarnos que a mí me pasó tal cosa… Por eso acá la pregunta correlativa es qué
hacemos con nuestras propias heridas, nuestras experiencias de vida; vamos a
ponerles nombre. Las heridas que van siendo glorificadas y resucitadas como las
de Jesús. Las heridas de las que viene nuestra crucifixión y nuestra muerte,
pero de las que renace la Gloria, la Resurrección y la Vida.
De lo
que se trata es de vivir los vínculos que tenemos, esos mismos espacios de
comunidad, desde una dimensión de profundidad, de contemplación, de escucha; de
esa ascética, de ese acoger al otro… Lo importante es que le pidamos al Señor
la Gracia de descubrir todos los marsupiales, los marsupialitos que andan por
ahí entre nosotros; que no nos dejemos impresionar por los dinosaurios…
Lo importante es que
descubramos lo mucho que el Señor hace entre nosotros, y que nosotros lo
estamos haciendo para humanizar la vida y para que de verdad nuestras vidas
sean una profecía viviente; que eso es nuestra comunión, la Primera Profecía. La Profecía imprescindible que como cristianos tenemos que anunciar al mundo,
que es posible amarnos y que es posible ser hijos de un mismo Padre".
Comunidades de Amor “en
salida”
Powerpoint por
María Cristina Robaina stj
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Carlos Esteban Cana – Comunicador y escritor. Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX. Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones. Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras. Fue parte del colectivo El Sótano 00931. Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.
Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano. Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos). Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural. Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.