por Caronte Campos Elíseos
No sé qué tan clichoso sería decir que después de que nos hicieron creer por muchos años que éramos la envidia de las republiquetas; luego que éramos la isla del encanto y después por varios lustros más, que éramos la isla estrella; ahora somos la isla ensueño. Definido esto último como ilusión o quimera, la que más le agrade a usted. En mi opinión muy personal (que nadie nunca me ha pedido) siempre supe que todo era espejismos. Del encanto afloró el espanto; la estrella derivó en estrellá; y ahora vivimos una fantasía. Trataré de dar mi versión de los hechos (que tampoco me han solicitado) a pesar de mi limitada capacidad mental.
Para empezar, luego de la Apertura Total declarada por el gobierno, el pueblo salió a las calles como reces escapando de un corral hacia el matadero. En solo un mes se han duplicado los positivos, los positivos probables, las muertes y las hospitalizaciones al virus pandémico. Todo esto, según las estadísticas del Departamento de Salud. El mismo departamento que con todo y los recursos económicos adicionales y los ya famosos “Task Force Médicos”, no han podido diseñar (y ni hablar de implementar) un sistema de rastreo eficiente. Escasez de pruebas, estadísticas poco fiables, incapacidad para reforzar el sistema hospitalario del país, han sido la orden del día; mientras ya cerca de 400 familias sufren la perdida de algún ser querido, cercano o al menos conocido.
Es muy probable que por mi
obnubilado pensamiento no entienda ciertas cosas. Como por ejemplo, la razón por la cual el
Departamento de Educación luego de un semestre en cuarentena, no pudo
desarrollar una estrategia efectiva para el comienzo de clases. Hoy, después de perder el tiempo en
tribunales para no abrir los tan necesarios comedores escolares y en pugnas por
las compras dudosas de computadoras y tabletas, tienen a miles de estudiantes y
cientos de maestros sin los recursos necesarios para la educación a distancia. Sin mencionar los cientos de puestos de
educadores necesarios que todavía permanecen vacantes. La prioridad de ese departamento en esta
coyuntura histórica, es atornillar la mediocridad en puestos excesivamente
remunerados, convirtiéndose en un reducto para las hartas conocidas batatas
políticas. Muchos han sido menos
escrupulosos que este servidor al señalar que, ni siquiera en condiciones
normales habían logrado comenzar un semestre con el pie derecho. Nada más cierto que eso, pero, ¿a quién no le
encanta vivir de falsas expectativas en esta tierra nuestra?
Me parece que a todos (admito que a mí me fascinan las falsas expectativas). Incluso las expectativas de los trabajadores quedaron huérfanas al sufrir la expoliación por parte del Departamento del Trabajo. El mismo que está supuesto a velar por los derechos de los obreros, se ha apropiado de todos los chavos que ha recibido en transferencias federales, mejor conocidos como PUA. La incapacidad gubernamental nuevamente de manifiesto, ha otorgado el beneficio a malandrines con inteligencias múltiples para las trampas, a piratas cibernéticos y hasta a alguno que otro, porque no, adolecentes ingeniosos. En el ínterin y hasta el sol de hoy, hay padres y madres de familias, asalariados por necesidad, trabajadores por convicción, que no han recibido un solo centavo para sus necesidades más apremiantes durante esta pandemia ya de seis meses. Solo han recibido del gobierno eso mismo… PUA.
De lo que sí estoy
totalmente convencido, es que por la oscuridad de mi intelecto estoy inhabilitado
para razonar sobre los resultados pandémicos de los eventos primaristas. Después del desastre organizacional y
operacional de las accidentadas votaciones, lo único que quedó de manifiesto
fue la incapacidad del electorado para diferenciar entre un virus y otro. Arriesgando la salud y hasta la propia vida,
acudieron a elegir de entre las piaras los que a su entender eran los mejores
candidatos. El término “mejores” podría
ser debatible (tal vez en los deportes o
en los autos). Lo que no es
debatible es que la definición que entiende la horda de electores que acudieron
esos días a ejercer su derecho al voto… admite corruptos, convictos, golpistas (si como yo, no entiende el concepto guguleelo
como: Golpe de Estado), anti-obreros, herederos de algún linaje popular (si no le resuena, búsquelo por Ferrer),
entre otras características iconoclastas.
Algunos de los pillos y corruptos que usted no eligió con su voto, los
arrestaron los Federicos al otro día de la elección por sus mal habidas maniobras. Los demás, cual piezas de ajedrez, serán acomodados
en posiciones estratégicas para dar continuidad al saqueo a las arcas del país.
No en balde el gobierno actual es el
principal ausente desde mucho antes de las pasadas primarias y posiblemente
hasta la próxima transición de turno. Demás
está decir que el saldo final de tan tétrico escenario, fue una gentualla para
gobernar el país el próximo cuatrienio y decenas de contagiados con el virus (¿Karma o justicia divina?... decida usted
según su predilección).
Por último, pero no menos importante, está la próxima elección para votar nuevamente por la estadidad. No es de extrañarse. Con todo el dinero que el gobierno ha anunciado, con bombos y platillos, que ha recibido por la gracia norteña (aunque no hayan repartido ni dos centavos) y conociendo de primera mano que la modorra mental de algunos inventa relaciones conexas entre el dinero, la ventajería y el estatus; saben que llevan todas las de ganar… por enésima vez. Empero, no hay dinero ni recursos para techos de hogares todavía bajo toldos azules, para llevar agua potable a sectores que después de décadas continúan bajando al rio; tampoco para tener y mantener pruebas de Covid suficientes para todos (para los políticos aparecieron en minutos, y sus resultados en días).
Tampoco hay dinero ni recursos para optimizar
y reforzar los hospitales, desarrollar un sistema de rastreo de virus que
minimice la exposición de todos; no hay dinero ni recursos para llevar
computadoras e internet a maestros y estudiantes; mucho menos para la clase
obrera que al final del día son los que, en la práctica, mueven la economía y
sus teorías. No identifican, según ellos,
los fondos necesarios para reforzar el sistema eléctrico y dragar los ríos y
sus cauces, para cuando a alguien sople y mee desde el cielo en plena temporada
de huracanes, no nos quedemos sin luz y con el agua hasta el cuello. Para lo
que sí aparecen fondos y recursos es para una elección nada vinculante; para
malgastar en elecciones fallidas por la incapacidad de algunos; para crear
puestos sobre remunerados para los hijos talentosos de otros; para contratos
millonarios a los amigos y cercanos de los honorables, perpetuando así el
esquema de medro a costas de los fondos públicos.
Es más fácil perdernos en la
discusión nimia sobre la procedencia de un logo de algún grupúsculo sin trascendencia;
es más fácil engolfarnos en el debate trivial, sobre si merecemos pertenecer a
una federación que por más de cien años se ha reservado el derecho de admisión en
detrimento de la dignidad de un pueblo.
Es preferible el análisis frívolo alrededor de partidos y candidaturas,
que sobre alternativas reales y candidatos idóneos con las competencias y ejecutorias
necesarias para llamarlos líderes. Hasta
que nosotros todos, despertemos de ese sueño de ilusión donde la mente está
desconectada de la realidad y navega entre fantasías; hasta que vivamos el
presente colectivo tal y como es, una burda y grotesca oda a falsos ideales;
hasta que recuperemos nuestra conciencia colectiva, seguiremos viviendo de
ensueños dejando escapar, indefectiblemente, el ahora.
¡Levántate y anda!
Nota aclaratoria: Por mi espiral emocional desadaptativa, me declaro incompetente mentalmente de participar en tal movimiento.
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