sábado, 7 de mayo de 2016

El control de la junta

por  Caronte Campos Elíseos




Tengo que comenzar por admitir que estoy enamorado.  Mejor dicho, estoy enamorado nuevamente.  Algo que pensé nunca volvería a vivir.  Después de tanto tiempo, he conocido la mujer de mi vida, la mujer perfecta.  Más allá de su apariencia seductora, sus caricias dolorosas y palabras venenosas, ella me complementa.  La conocí en una noche de locura y desenfreno, pero siento que la amo.  Pero bueno, para bien o para mal ya estamos en el proceso de amueblar nuestro humilde hogar y hemos decidido pasar el resto de nuestra existencia juntos.  Hasta el final de los tiempos.  Muchos de ustedes se preguntarán qué cosa tiene está mujer que logró conquistar mi corazón ya detenido por tantos años en tan solo cuatro semanas.  Y es que esta maravilla de mujer me abrió los ojos a muchas cosas que, dentro de mi intensa esquizofrenia, no había yo visualizado ni entendido.  Con su lengua viperina me dio la terapia que necesitaba para aceptar las realidades en las que vivo engolfado.    


Mientras observábamos nuestra hermosa casa, estuvimos hablando largo tiempo, casi eterno, de la famosa Junta de Control Fiscal.  Yo le expresaba mi sentir como puertorriqueño y el repudio visceral que tengo hacia la tan anunciada intervención federal.  Ella, mientras acomodaba la decoración ancestral, me dictaba su discurso racional sobre el tema.  Admito que mientras escuchaba semejante diatriba la cabeza me daba vueltas, sentía náuseas y me poseía el delirium tremens. Pensaba en todo lo que significa para este pueblo, el hecho de que extranjeros administren nuestra vida.  Ni el gobernador ni nuestros legisladores tendrían injerencia en ninguno de nuestros asuntos medulares.  Con un pais en quiebra financiera  nuestros dirigentes no podran actuar en favor del pueblo.  Pensaba en lo humillante, literalmente, que puede ser que controlen toda nuestra economía, finanzas, política, y las leyes que rigen nuestra vida como sociedad.  Sin mencionar las consecuencias directas de semejante abuso de poder.  Entre estas se mencionan la posibilidad de que miles de puertorriqueños pierdan sus empleos; que otros miles de trabajadores pierdan derechos laborales adquiridos; que los nuevos miembros de nuestra fuerza laboral reciban menos del salario mínimo federal; que los hogares de cientos de miles de familias pierdan valor en el mercado; entre otras medidas más leoninas. 


Todo esto no me permitía concentrarme en el trabajo que estábamos realizando para nuestro nido de amor.  Si la junta se llegara a concretar, tendríamos que abjurar al Estado Libre Asociado.  Los modernos invasores serían dueños y señores de nuestro destino.  Tendrían total dominio sobre los servicios de salud, sacrificando el bienestar y la salubridad de todos; dominio sobre la educación, empeorando la calidad de los servicios educativos a nuestros niños y niñas.  Tendrían total autoridad sobre las finanzas y presupuestos del país, recortando los fondos destinados a las ayudas sociales que tanta falta hacen a los indigentes y desamparados sociales.  Su prioridad serían los bonistas, inversores y capitalistas que esperan los retornos de sus inversiones, sin excusa alguna.  No les importan nuestras carreteras, nuestro ambiente, nuestra calidad de vida, y mucho menos nuestro futuro.  Estaríamos sujetos a sus mandatos, directrices y toda suerte de caprichos.  No tendríamos opciones merced de sus propios intereses.  La justicia será para los más aventajados y acomodados.  Los demás quedarán desprovistos de protección.


La desesperación me hacía gritar como poseso por la desesperanza.  Pero ahí estaba ella. Dispuesta siempre a rescatarme de esa oscuridad mental provocada por la ignorancia.  Sus palabras son para mí como esa luz al final del túnel, que ilumina mi ceguera intelectual.  Entendí entonces muchas cosas, muchas de ellas tan evidentes como las diferencias entre el sol y la luna.  Los gobernadores de esta isla (desde el primer español hasta el último criollo) ni las legislaturas (en toda nuestra historia) se han preocupado nunca por nuestro progreso como nación.  Todos son igualmente responsables de la deuda de magnitudes imperiales.  Muchos de ellos continúan sus vidas de condes y emperadores pegados como parásitos al presupuesto del pueblo.  Los políticos modernos solo piensan en el medro personal y en el de sus allegados.  Nunca se han preocupado por el desarrollo político, económico y social de sus constituyentes.  Eso les vale.  No hizo falta la junta para que el gobierno despidiera entre 13,000 a 30,000 empleados, entre despidos directos e indirectos.  Contribuyendo al crecimiento de la tasa de desempleo hasta casi un 18%.  Tampoco hizo falta la junta para arrebatarle derechos adquiridos a los maestros, empleados públicos y a los retirados.  Puerto Rico siempre ha utilizado como medida de pago el salario mínimo federal.  Salario que al sol de hoy no alcanza para cubrir las necesidades más básicas y apremiantes de una población sumida en una calidad de vida deplorable.  Todos los hogares en este país vieron devaluadas sus viviendas con la crisis de los bienes raíces en los Estados Unidos.  El que menos perdió en ese momento crítico, perdió hasta $30,000.  La quiebra que vive la isla estrella es una ficticia; se han robado todo dejándolo en la deuda para la posteridad.  Todo esto actuando impunemente, amparados en la inmunidad parlamentaria de los mal llamados honorables.  Tampoco hemos necesitado intervención de alguna junta para que todas las epidemias y enfermedades nunca conocidas hayan tenido su génesis en Puerto Rico.  Y la justicia de este país, esa está totalmente desterrada de nuestra tierra.     


Contra todos esos argumentos presentados por mi amada, no tuve defensa alguna.  Todos nuestros miedos relacionados a la junta de control, ha sido nuestra realidad con los políticos corruptos.  Quizás la junta es lo que realmente nos hace falta para despertar de ese sueño de la joya de la corona.  Realmente la junta no viene a traer nada nuevo para nosotros.  Los políticos locales se han encargado de conducirnos por los caminos de la angustia y la miseria.  Lo más difícil que puede traer esta intervención desproporcionada, para algunos sectores, es desenmascarar de una vez y por todas la fábula de este "estado de derecho".  

El hecho de que se esté discutiendo tal oprobio, es evidencia de que el "Status Quo" es una falsa consentida.  Ese simple desvelo sería ya para nosotros ganancia.  Y si de paso, este pueblo despertare de esa ataraxia que lo domina y la abulia que lo agobia, tendremos entonces un futuro brillante.  Podremos nosotros todos decir: lo mejor está por venir.  Realizaremos que no necesitamos políticos corruptos y oportunistas, partidos políticos que manipulen masas de fanáticos, y mucho menos poderes ultramarinos que controlen nuestro destino.  Esto únicamente será posible cuando levantemos y organicemos la nación para el rescate de su propia soberanía.

¡Levántate y anda!



martes, 3 de mayo de 2016

Aquí, allá y en todas partes: De roquero a escritor

La trayectoria del escritor Raúl Aguiar

por Carlos Esteban Cana

Conocí al escritor cubano Raúl Aguiar cuando presentó Qubit, una antología de la ciencia ficción latinoamericana más reciente que compiló para la editorial Casa Las Américas. Esto sucedió en octubre de 2014 en la librería La Tertulia de Río Piedras, y fue posible gracias al Congreso de Ciencia Ficción y Literatura Fantástica del Caribe Hispano que se efectuaba en la Universidad de Puerto Rico.

Comparto esta valiosa conversación en Aquí, allá y en todas partes, porque en varias instancias Raúl reflexiona acerca del proceso creativo. Al desempeñarse como profesor de técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso” y ofrecer cursos que van desde el adecuado manejo de la sintaxis y la armonía en la frase, hasta el lugar de la metáfora dentro del aparato narrativo, era natural que tales temas fueran parte de nuestro conversatorio.

Carlos Esteban Cana ¿Qué le movió, como creador, acercarse a la ciencia ficción?

Raúl Aguiar: Las lecturas que hice del género desde muy niño. En Cuba tenemos una característica muy particular, es que nosotros tuvimos una gran influencia de la literatura soviética y de los países socialistas en el género de ciencia ficción y eso generó que nos gustara la ciencia ficción dura, la ciencia ficción tecnológica, que tiene más que ver con la física, con la astronomía.

Carlos Esteban: Recuerdas algunos títulos de esa época…

Raúl: “La nebulosa de Andrómeda” de Iván Efremov, algunas cosas del polaco Stanilaw Lem, las obras de los hermanos Strugatsky. O sea, eran libros que se producían en la Unión Soviética. Se editaban en español y llegaban con mucha profusión a Cuba.
Nosotros en Cuba tuvimos hasta la edad de oro de la ciencia ficción: Bradbury, Isaac Asimov, pero, por ejemplo, todo lo que se filmó en película en los años sesenta no llegó a nosotros. O sea, nosotros tuvimos que esperar casi 20 años para ver por primera vez Odisea 2001, o ver La naranja mecánica o El planeta de los simios, que están basadas en novelas importantes. En nosotros hubo como ese bache de información y que sin embargo la suplimos con toda esta narrativa soviética. Yo hablé sobre eso un poco esta mañana en la Universidad, de la influencia que tuvieron los escritores soviéticos en los escritores cubanos de mi época.

Carlos Esteban: Y has explorado solo el género de ciencia ficción…

Raúl: Aunque parezca mentira he estado muy ligado a movimiento de ciencia ficción y fantasía cubano, pero yo lo que he publicado hasta ahora puede considerarse realismo. He escrito tres novelas realistas.

Carlos Esteban: La primera lleva por título “La hora fantasma de cada cual”.

Raúl: Era más bien una novela sobre las problemáticas juveniles que había en Cuba, en la que describía situaciones que en la literatura anterior no se habían tocado.

Carlos Esteban: ¿En qué año la publicaste?

Raúl: La publiqué en el año 1994, pero fue un Premio David (patrocinado por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba) en el 89. Debía de haberse publicado en el año 90 pero es que precisamente ese fue el año de la caída del bloque socialista, de la gran crisis del papel. Entonces hubo un bache editorial en Cuba y por eso sale cuatro o cinco años después. Es una novela sobre esta subcultura juvenil, que son los aficionados a la música rock. Nosotros le llamamos los roqueros, los ‘frikis’.

Carlos Esteban: Y tú, ¿fuiste ‘friki’?

Raúl: Sí, claro que sí. La época mía fue la época del rock duro, Led Zepellin… La novela es un poco la descripción de todo este submundo de los jóvenes roqueros cubanos, que es un tema bastante interesante y que no se había tratado antes.

Carlos Esteban: Esto en un lugar como Cuba donde imperan, por supuesto, los ritmos caribeños.

Raúl: Sí, claro, es por eso. En aquella época yo recuerdo: o eras roquero o eras salsero.

Carlos Esteban:  Y la segunda novela se titula Mata (Premio Pinos Nuevos 1994) que fue publicada además en Francia en una edición bilingüe, español-francés que obtuvo un premio en traducción…

Raúl: Es una novela corta. Tiene un hilo de conexión con la primera porque participa un personaje de la primera novela, un personaje que era roquero también; que era poeta, mulato, pero de pronto tiene un problema en su escuela, lo expulsan. Entra al servicio militar y era el momento de la guerra de Angola, donde Cuba tuvo una participación especial. Y entonces son las peripecias de este poeta-roquero en la guerra, en una emboscada que le hacen y cómo intenta sobrevivir.

Carlos Esteban: Y qué te interesaba hacer… ¿Cuál era tu tesis?

Raúl: Lo que más me interesaba hacer era cómo se formaba un héroe; esa era la tesis. Cómo cualquier persona, cómo este personaje que siendo un sencillo roquero-poeta puede llegar a convertirse en un héroe. Pero todo esto con una mirada un poco diferente a la mirada que se tenía en Cuba de la guerra, que es una mirada más bien triunfalista; una mirada heroica, que voy a la guerra de verdad.

Carlos Esteban: Y la tercera novela, La estrella boca arriba (que estuvo publicada en Amazon)…

Raúl: Retomo otra vez el tema de los roqueros. Es una novela mucho más ambiciosa, más experimental…

Carlos Esteban: Eso significa que el rock es importante para ti, el tema apasiona…

Raúl: Yo incluso escribía con la música de rock de fondo, y si era en inglés no me molestaba…

Carlos Esteban: Y después de estas novelas es que regresas a la ciencia ficción.

Raúl: Siempre me mantuve en contacto pero como que no publicaba sobre ese género, y ahora estoy empezando a publicar cosas de ciencia ficción. Tengo dos novelas ya, porque el género siempre me gustó mucho…

Carlos Esteban: Y dentro de la narrativa es el género de la novela el que te llama…

Raúl: Sí, la novela más que el cuento, aunque tengo varios cuentos que han sido publicados en antologías.

Carlos Esteban: ¿Y por qué la novela?

Raúl: Porque me permite desarrollar la psicología y las evoluciones de los personajes, mucho más cuando son novelas sobre jóvenes que están aprendiendo las cosas elementales de la vida, de la sexualidad, de la interacción social y son temas muy riesgosos. Yo escribiendo ciencia ficción soy bastante realista también. O sea me gusta escribir cosas que a lo mejor las personas se confunden y no lo ven como ciencia ficción, sino que lo ven como algo raro, entre dos aguas. No se sabe muy bien si es realismo o ciencia ficción. Me la paso cambiando en esa frontera. Joss (escritor cubano premiado de ciencia ficción) dice que él es un escritor de ciencia ficción que escribe a veces realismo, y que yo soy un escritor de realismo que escribo a veces ciencia ficción. Pero bueno, participamos de las mismas cosas, y es bien interesante lo que él escribe.

Carlos Esteban: En qué momento del día fluyes para crear...

Raúl: Mi mejor hora para escribir es cuando me acabo de levantar y me he tomado dos tazas de café y todavía está amaneciendo. O sea, cuando no tengo trabajo, cuando no tengo otras cosas que hacer. Ahora, desde que tengo un niño pequeño, es mucho más difícil escribir, pero es mi hora de más energía. Me levanto y ya, me pongo a escribir, porque a la tarde me pongo más… Cojo la tarde para vivir, para leer otras cosas, o para informarme para escribir artículos…

Carlos Esteban: Y eres también profesor de jóvenes escritores en el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”.

Raúl: Sí, es un centro auspiciado por el Ministerio de Cultura. Somos tres profesores y nos repartimos las clases. Hacemos tres unidades fundamentales. La primera unidad que es recordar todas aquellas cositas de redacción, que a veces uno se olvida cuando comienza a escribir; lo que tiene que ver con puntuación, adjetivo, gerundio, sintaxis, todas esas cosas. Yo doy una sobre sintaxis, armonía en la frase, doy también la metáfora dentro de la narrativa, los lugares comunes, las frases hechas y cómo evitarlas; cómo rejuvenecerlas y ponerlas otra vez en circulación.
Después damos todo lo que tiene que ver con la narración, con la redacción de una historia, de un cuento. Entonces vemos los puntos de vista, espacial, temporal. Vemos también lo que tiene que ver con la descripción, personajes, diálogo, construcción de personajes.
La última unidad es para técnicas narrativas específicas. No le llamamos ‘Curso de escritura creativa’, le llamamos ‘Técnicas narrativas’. Y terminamos conversando acerca del monólogo interior, también de la técnica de la caja china, los vasos comunicantes, los diálogos telescópicos…

Carlos Esteban: ¿Cuánto tiempo dura el curso?

Raúl: Casi un año y es totalmente gratuito para los estudiantes. No solamente damos clases para los estudiantes de la capital sino para todo el país. En vacaciones lanzamos la convocatoria, ellos mandan tres cuentos. Hacemos un comité de selección, aceptamos los mejores aspirantes y salen muy bien. Llevamos 15 años haciendo esto, y hemos graduado cerca de 700. No quiere decir que hemos hecho 700 escritores.

Carlos Esteban: Eso te iba preguntar, acá tenemos el debate sobre si el escritor nace o se hace.

Raúl: Nosotros pensamos que son las dos cosas. El escritor nace y se hace también. Nosotros no fabricamos a escritores. Tomamos gente que ya tiene el talento innato y le ayudamos a desarrollar las técnicas, las armas: cómo ser más intenso, cómo pueden llegar mejor al lector. Cada uno viene con sus propios estilos, sus propias maneras de ver el mundo. Nosotros no imponemos ninguna manera de escribir.  

Carlos Esteban: ¿Qué me puedes decir acerca del tema de los derechos de autor en Cuba?

Raúl: En Cuba la mayoría de los escritores guardamos los derechos de nuestras obras. Una vez publicada, al cabo de uno o dos años, las editoriales no se quedan con los derechos, sino que regresan a manos del autor. Nosotros no tenemos el sistema este de representantes, sí hay una agencia que nos representa pero no es oneroso en el sentido de que se lleven tus derechos y los vendan. Eso regresa siempre al autor.

Carlos Esteban: Has sido traducido al francés, ¿me puedes hablar brevemente de tu estilo?

Raúl: Soy un poco difícil de traducir, porque siempre experimento con el lenguaje; uso un lenguaje mito-poético; es un poco más trabajoso.
Yo lo que estoy viendo es que muchas editoriales están buscando literatura de mercado, de lectura fácil. Hay que escribir con un lenguaje de tipo neutral, lo más natural posible y como los cubanos no estamos presionados por el mercado tenemos el privilegio de poder experimentar un poco con la lengua, con el lenguaje.

Carlos Esteban: ¿Qué nueva obra te ocupa en estos momentos?

Raúl: Aunque estoy en la etapa de recoger información quiero hacer una novela que vaya por toda la historia de Cuba. La excusa es un muchacho que va con Juan Ponce de León en busca de la fuente de la juventud y este muchacho es el que descubre la fuente. Pero él se queda en Cuba y envejece, no es la eterna juventud, aunque él envejece un año cada 25 años. Por lo tanto ya han pasado 500 años y él ha podido vivir toda la historia de Cuba. Ha sido –como dice Borges- todos los hombres en un solo hombre. Ha sido cobarde, héroe, valiente, traidor, ha sido todo. Y eso me permitiría hacer una novela bastante ambiciosa. Por eso vine a Puerto Rico pensando un poco en empaparme de toda esa primera parte de Juan Ponce de León, su segundo viaje a Florida, el intento de colonia que intentó hacer ahí. Todo eso.
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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

lunes, 18 de abril de 2016

En las letras, desde Puerto Rico: (Serie Conversaciones fragmentadas)

El impacto brutal del psicoanálisis: conversación con Alfredo Carrasquillo-Ramírez (2da parte) 

por Carlos Esteban Cana

Alfredo Carrasquillo-Ramírez lleva 25 años ejerciendo el psicoanálisis en Puerto Rico. Como pocos ha impulsado de diversas maneras su difusión, ya sea a través de la docencia, ofreciendo conferencias o participando de los propios medios de comunicación. Por la importancia de su presencia en el panorama cultural boricua y por mi particular interés por el método fundado por Freud, he seguido la trayectoria de Carrasquillo. A través de los años este psicoanalista ha colaborado con académicos como Ramón Daubón, Silvia Álvarez Curbelo y Pedro Reina Pérez, entre otros. Algunos de los libros o antologías en los que ha participado como coautor son los siguientes: Periodismo y democracia (2000); Ética y retórica en la comunicación política (2001); Capital social (2002); Entre el crimen y el castigo: Seguridad ciudadana y control democrático en América Latina y el Caribe (2003); y Ciudadanía Activa: Diálogos sobre iniciativas ciudadanas para el fortalecimiento democrático en las Américas (2009).

A continuación presentamos la segunda parte de esta edición de “En las letras, desde Puerto Rico” dedicada al pensamiento de Alfredo Carrasquillo como parte de la serie Conversaciones fragmentadas. Agradecemos además al editor Caronte Campos Elíseos por reproducir la misma en su blog Buscando la luz al final del túnel.  En estas reflexiones Carrasquillo nos habla de la razón que le mueve a identificarse con la llamada Escuela Lacaniana. También examina el impacto que ha tenido el psicoanálisis en la cultura global durante los últimos dos siglos.

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Alfredo Carrasquillo-Ramírez:  Yo privilegio la Escuela Lacaniana porque es en la que yo me formé. Y de todas las que he estudiado me parece que tiene una propuesta sólida, más rigurosa, y la que más ha avanzado… pero ahí estoy yo prejuiciado en el sentido que es desde donde estoy inserto.  Sin embargo creo que el psicoanálisis en todas sus tradiciones ha tenido un impacto brutal en la cultura del último siglo.  Es decir, pensemos en el surrealismo, en todas las vanguardias de comienzo de siglo, en el cine, en Hitchcock, es decir, la cultura del siglo XX –incluso la cultura del siglo XXI- de muchas maneras no hubiesen sido posible como fueron sino es por el psicoanálisis.  No es posible plantear muchas de esas cosas sin esa contribución. Uno puede decir, la tradición Lacaniana es mucho más solida que la tradición norteamericana del psicoanálisis, de la psicología del yo.  Pero bueno, gracias al psicoanálisis norteamericano tenemos a Woody Allen y su cine.  Es decir, tiene su impacto de distintas maneras, lo que pasa es que yo creo que la riqueza de la Escuela Lacaniana y de la tradición francesa es que comunica con más disciplinas. El psicoanálisis francés es un retorno a Freud, el psicoanálisis Lacaniano es un retorno a Freud desde la lingüística estructural, en diálogo con la filosofía, en diálogo con la semiología, en diálogo con un montón de disciplinas. Lacan vivía en un momento de gran vitalidad cultural en la que había un diálogo con Levi Strauss, con Albert Camus, con los surrealistas, con los existencialistas por supuesto; la gente estudiaba a Hegel, a Alexandre Kojeve, también a Heidegger. Un momento importantísimo y en ese momento hay muchas intertextualidades con un montón de otras cosas que se estaban haciendo y pensando lo que le da una riqueza muy particular. Tal vez las primeras generaciones de psicoanalistas, posfreudianos estuvieron en el mundo anglosajón.  Ese mundo anglosajón uno podría decir que nunca entendió a Freud del todo. Hay como ciertas limitaciones culturales para entender el psicoanálisis.  Tal vez los países de origen más católico que protestante pudieron entender mucho mejor el psicoanálisis y lo que traía.  En la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, ¿qué lugares son de mucha vitalidad psicoanalítica? Francia y Argentina y obviamente hay mucha diversidad de psicoanalistas –sobre todo los psicoanalistas de la escuela francesa y Lacaniana van a cobrar una fuerza grandísima.  Y se han hecho un montón de contribuciones en otros sitios; sobre todo en los países latinoamericanos, hispanoparlantes y francófonos es tal vez donde esto ha cobrado una fuerza mayor.

Añadiría a lo que te menciono que Francia sigue siendo un lugar importante pero la capital del psicoanálisis es Argentina. En Argentina dicen que hasta los taxistas son psicoanalistas.  Está muy presente en su cine, en la literatura, en la cultura en general del argentino, yo dudo que tú encuentres un argentino que no reconozca la conciencia del inconsciente.  A la mitad de los puertorriqueños o más, les preguntas del inconsciente y a lo mejor lo que están pensando es en una cosa así media subterránea; por más que sea un concepto de la cultura general.  En la medicina en Argentina, un médico no descarta la dimensión inconsciente a la hora de pensar la clínica que trabaja.  Culturalmente tiene una presencia por todos lados.  La tiene.  Hay otros países donde esto empieza a tomar fuerza.  Colombia es un país donde el psicoanálisis tiene mucha vitalidad.  España es un país donde tiene mucha vitalidad. Francia la sigue teniendo. Yo diría que son los países… En Estados Unidos el psicoanálisis está más de capa caída en su práctica clínica pero hay un resurgimiento del psicoanálisis y también en Canadá que llega no desde la clínica sino desde los estudios culturales, de la literatura, de la teoría política y va entonces entrando al mundo de la clínica.  Así que yo vislumbro que en los próximos 10 o 20 años vamos a ver una mayor vitalidad o presencia del psicoanálisis nuevamente en Estados Unidos. En la medida en que los modelos médicos, psiquiátricos y psicológicos fracasan o siguen fracasando, el psicoanálisis vuelve aparecer como una alternativa que propone otra vía para manejar el malestar humano, el dolor de los seres humanos, y de esa manera va aparecer como una respuesta diferenciada.
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La primera parte de esta edición de En las letras, desde Puerto Rico dedicada al pensamiento del psicoanalista Alfredo Carrasquillo-Ramírez está disponible en el blog  Confesiones.


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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

viernes, 8 de abril de 2016

El despotismo de la mayoría

por  Caronte Campos Elíseos



Viendo escenas de la serie turca, Fatmagul, donde se muestra una casta social que oprime a otra con el poder del dinero, y cómo manipulan a su antojo el sistema de justicia para encubrir y limpiar las atrocidades cometidas por ricos y poderosos, hacen que me pregunte: ¿Qué culpa tienen, Pablito Casellas y Ana Cacho?  Con ese pensamiento positivo, quedé dormido casi inconsciente.  En el sueño me veía en medio de una gran fiesta acompañado por una hermosa mujer de impactante presencia, a la que todos llamaban...  La Catrina.  Hombres y mujeres la miraban y admiraban.  Su belleza llamaba la atención de los presentes.  Yo resulté ser la envidia de todos los que allí se encontraban.  Empero, la imagen que proyectaba la hermosa y sensual dama, contrastaba con las cosas que al oído me decía sin que otros pudieran escucharlas.  Así me hablaba la excéntrica mujer:

-    Por muchos años ustedes lo puertorriqueños han criticado la mal llamada dictadura cubana de los hermanos Castros.  Siempre orgullosos de su sistema democrático y su estrecha relación con el imperio más poderoso del mundo.  Haciendo galas de supremacía sobre el resto de la América Latina que según ustedes, estaban rezagadas en el tercer mundo.  Que Puerto Rico era el ejemplo a seguir, decían, para guiar al resto de los latinos por los caminos de los avances y la prosperidad.  ¡Nada más lejos de la realidad!  Puerto Rico yace bajo su propia dictadura criolla.  Hace 64 años ustedes viven bajo el dictamen de una mayoría políticamente esclavizada.  Unos pocos personeros de los intereses extranjeros y otros tantos más con intereses económicos personales, han conspirado para someter al silencio la voluntad del resto de la nación.  El alcance de la connivencia de estos sectores poderosos y pudientes se ha visto reflejada en la realidad de los incautos electores.  Mientras los primeros ejercen el poder despóticamente y acumulan riquezas en detrimento de las necesidades básicas de los segundos, se acerca el final de los  tiempos para la isla. 

Yo escuchaba asombrado.  Comenzaba a sentir angustia, depresión y vergüenza ajena.  Intenté ocultar mi estrés con tequila, sal y limón.  La mujer continuaba con su frio y hediondo aliento, susurrando sus penetrantes palabras:


 El fanatismo arraigado en las costumbres y tradiciones políticas de la masa ciega de votantes, consiente la tragedia nacional.  La indiferencia frente a los abusos, excesos y a las actuaciones burdas de los políticos ha investido de impunidad a los corruptos.  Antes ocultaban sus intenciones de lucro y medro personal; ahora saben que la ignorancia y el inmovilismo de los boricuas no acarrean consecuencias para sus actos.  Aprueban impuestos, firman leyes a la medida de los de su casta, ignoran las necesidades del pueblo y se roban los clavos de la cruz; y todo con la bendición de la idiotizada mayoría.  Aumentan la luz y el agua, y le cortan los servicios a los hospitales; privatizan las carreteras, y después de ocho horas de labores los trabajadores tienen que soportar tres horas de congestión en el tráfico; embargan los pequeños negocios, cuando son los megatiendas las grandes evasoras; las condiciones de la salud, la educación y la seguridad pública son paupérrimas, mientras los dineros del tesoro nacional son malversados.  Conducen el país a una quiebra financiera y moral, amenazan con cerrar el gobierno y sus instituciones de servicios para luego querer compensar con un puente entre dos islas.  ¿Y ustedes que hacen?

El Baile, botella y baraja continuaban.  La gente a mi alrededor parecían enajenadas de esta realidad.  El ambiente era carnavalesco.  Me sentía como si estuviera inmerso en una cripta fría y tétrica.  Mientras yo seguía tomando, entre ron y cervezas, veía el rostro hermoso de La Catrina, y escuchaba sus carcajadas infernales que calaban hasta mi alma.  Mientras danzábamos casi en un solo cuerpo, me abrazaba fuerte y expelía sus agrias palabras:

- ¿Qué hacen ustedes los puertorriqueños?  Viven sometidos al despotismo de la mayoría.  Subyugados a la tiranía de la masa de ignorantes, obtusos y cegatos que salen a votar cada cuatro años.  De esos que por puro fanatismo político eligen los mismos corruptos y fariseos que abusan del poder delegado en ellos para su propia conveniencia.  Esa caterva de incautos es la que, a través del tiempo, han silenciado a los que intentan salir del rebaño y pensar diferente.  Han consentido y encubierto hasta los más viles asesinatos de los disidentes.  Son ellos, los que como perros esperando las migajas de la mesa, han servido de lacayos y testaferros para los intereses de los gobernantes.  Al final, al pueblo no le llegan ni las sobras de tanta abundancia usurpada.  Esa mayoría, que dice que por ser mayoría manda, han condenado este pueblo a la ignominia del colonialismo, al narco-estado, a la pobreza, a la miseria y la crisis humanitaria más grande de su historia.  Han perpetuado un sistema que solo funciona para algunos y para otros es inexistente.  Esa mayoría insensata, es la responsable de instituir un régimen de libertinaje político; y lo que es peor, es la responsable de la ausencia de justicia e igualdad; son igual de responsables del arresto de la libertad de pensamiento y palabra, del razonamiento y el sentido común.  Hasta que no decidan utilizar estas últimas tres cualidades inherentes de todo ser humano libre, repito, ser humano libre, seguirán de rodillas ante la voluntad de la mayoría aplastante. 

Caí al piso, mareado de tanto baile y alcohol.  Entonces, abrí los ojos.  No había nadie a mi alrededor, estaba solo.  Entre latas y botellas, manteles sucios y bandejas vacías yacía mi cuerpo.  Mas lo que es peor, mi voluntad y mi espíritu destrozados por La Catrina. 


¡Levántate y anda!

lunes, 7 de marzo de 2016

Democracia puertorriqueña

por  Caronte Campos Elíseos


Ya en la libre comunidad después de mi última experiencia enclaustrado, al fin he llegado a mi hogar.  He encontrado el frente de la casa atiborrada de viejos periódicos.  Demás está decir que es uno de mis pasatiempos repasarlos sin considerar la fecha.  Oteando las páginas amarillentas y mojadas, me sumerjo en las últimas noticias importantes en el país.  “Importantes” al menos para los poderes detrás de la imprenta.  Desde las primarias presidenciales en los Estados Unidos, las pruebas de misiles en Corea del Norte; el encuentro del papa Francisco y el patriarca ruso Kiril; la decisión de Agapito de no ir a la reelección; la demanda del FBI a la empresa de la manzana; el nombramiento de la juez presidente de 40 años de edad; el retraso en el pago a los contribuyentes de los reintegros; el arresto de Leydy Mágica; los obstáculos políticos para los candidatos independientes, entre otros.

Tales eventos motivaron mi entrada a un trance contemplativo.  En ese estado mental (un tanto extraño para mí) comencé a hilvanar ideas sobre la democracia puertorriqueña.  Aunque algunos (como yo) pensaran que hablar de dicha cuestión puede ser equivalente a discutir el sexo de los ángeles en el imperio bizantino, me aventuré a escribir los pensamientos iluminados durante mi viaje de cannabis.  Solo espero que mis razonamientos abstrusos no provoquen en los amigos lectores sentimientos sañosos hacia mi persona.  Pero ciertamente, los puertorriqueños hemos vivido con la idea errónea  de lo que es un sistema democrático.  Esa ilusión óptica que nos han vendido como democracia participativa o democracia representativa es, en gran medida, la responsable nuestra triste ingobernabilidad.


¿Nunca se han preguntado porque la participación se ha visto limitada a un solo día cada cuatro años?  Ese día, el de las elecciones generales, es el único en el que los electores aptos     participan.  De ahí en adelante, nos sometemos por ciego consentimiento de la amplia mayoría (que por lo general está equivocada en sus decisiones) a todo un cuatrienio de oligarquía bipartidista.  Los partidos de mayoría se alternan en el poder con la anuencia de los fanáticos afiliados que realizan cualquier tarea, sin consideraciones morales, bajo la insignia de su colectividad de preferencia.  Estos súbditos o lacayos, son la mayoría absoluta que elige el gobierno de todos, pero que en la práctica es para unos pocos.  Así se ha sostenido este sistema por más de sesenta años.

Era tal la profundidad de los pensamientos traídos a mi mente durante el trance, que la abulia me dominaba.  Decidí reforzar los efectos de la fumarada, con un elixir mágico.  Un licor de la tierra con saborcito a café que aumentara mi desapego emocional.  Las ideas continuaban aterrizando en mi cabeza.  La mal llamada división de poderes ha sido la falacia más fehaciente del absurdo democrático.  Todas las ramas de gobierno están completamente politizadas.  Incluso la rama judicial, que se jacta de hacer honores a la toga, no son más que emisarios políticos.  Premiados por los favores que hacen a sus jefes políticos, son ascendidos a los cortes del país, corrompiendo así las decisiones trascendentales en los aspectos jurídicos.  Este secuestro de la justicia alcanza también al tribunal supremo, y con él se granjea el partido de turno el control de la administración de los tribunales por décadas. 


¿Y que me dicen de las ramas ejecutiva y legislativa?  Totalmente dominadas por los caucus de los partidos mayoritarios.  Desde el hemiciclo se legisla a la medida de unos cuantos, a favor de unos pocos y se olvidan de las necesidades del resto de los ciudadanos.  Incluso de los que como yo, vivimos de las dadivas del gobierno.  Cada vez más vemos como nos relegan al olvido.  Toman decisiones arbitrarias, sin conocimientos, preparación ni experiencias.      Conducen al país a la miseria, al caos y una crisis humanitaria de grandes proporciones.  No asumen responsabilidad de las consecuencias de sus actos apoyados por la inmunidad parlamentaria.  Desde la fortaleza se legislan más beneficios, sí, pero para los allegados.  Para aquellos que tienen acceso comprado a las esferas del poder.  Mueven el sistema económico en una sola dirección, la de sus cuentas bancarias personales.  Y cuando por fin el pueblo, aun en su ceguera voluntaria, los cuelga y castiga con el voto en contra, estas batatas políticas son refugiados en municipios, agencias, corporaciones de gobierno y retribuidos con jugosos contratos.

Entonces, ¿para qué ha servido la democracia puertorriqueña?  En este punto, ni el humo ni el brebaje ayudaban a soportar nuestra distopía hecha realidad.  Así que completé la trilogía de estimulantes con lo prescrito en las recientes consultas médicas.  En el éxtasis inducido apareció la respuesta a la anterior pregunta capciosa.  El ordenamiento jurídico del país no funciona.  Esta cimentado en una constitución maleada y manipulada desde su creación.  Una constitución subordinada a un congreso extranjero.  Este régimen legal ha permitido las barbaries criollas contra los propios constituyentes, que al final del día debían ser los únicos protegidos; ha consentido las afrentas más denigrantes en contra de la población general; y ha solapado los crímenes más espantosos de nuestra era contemporánea.  Asesinatos, persecuciones, discrimen, atropellos, maltratos, abusos.  Todos perpetrados en nombre de la justicia, la democracia y el orden establecido.  El estado de derecho ha fracasado miserablemente.  Basta con mencionar los llamados grupos protegidos.  Para hacer valer sus derechos han tenido que librar duras y largas luchas para lograr legislación a tales efectos.  Ni hablar de la persecución y linchamientos por razones políticas, las torturas en centros de detención ilegales y en bases militares; la degradación y privación a la mujer; el abandono a su suerte de los ancianos; la pobre protección y paupérrima educación a la niñez del país; la casi nula seguridad en las calles con el efecto lógico de la anarquía del narcotráfico; la demonización de ciertos sectores de la sociedad, aun cuando aportan tanto como el resto de los ciudadanos; la estigmatización de los pobres en los residenciales públicos; el desempleo creciente en los sectores más preparados y educados, con su justificable éxodo del talento hacia destinos inciertos; la corrupción y el pillaje rampante que nos ha conducido a la quiebra financiera; todo esto resguardado por un régimen legal fallido.

La democracia en este país tiene nombre y apellido.  Es para todo el que puede pagar por sus protecciones.  Los tribunales sostienen el sistema con sus decisiones que favorecen al mejor postor y/o alguno de sus protegidos predilectos.  Todavía tenemos a Lorenzo y a Rolandito esperando justicia.  El dogma principal de justicia garantiza la inocencia hasta que se demuestre lo contrario.  Este precepto ha tenido el efecto adverso de convertir las victimas de crímenes, en principales sospechosos, incluso en culpables.  Solo basta mirar los casos de conductores que atropellan transeúntes, parroquianos y ciclistas, y se han dado a la fuga.  Todos han salido por la puerta ancha de la justicia mal aplicada, mal interpretada o alterada por los famosos tecnicismos o atenuantes.  Todo orquestado por un sequito de abogados del diablo bien remunerados. 

Mientras tanto, los puertorriqueños se conforman con un día de decisión cada cuatro años.  Elegir alcaldes, representantes y un gobernador de entre un ramillete de ineptos postulados por intereses personales y partidistas.  Se conforman con elegir el menos malo de un manojo de incompetentes e insensatos.  Escogen de un racimo de mediocres y obtusos al menos charlatán.  Terminamos así, gobernados por una turba de mentes estériles y conocimientos limitados.  Amén de la mala leche con la que se postulan. Sumado a la apatía y enajenación de las realidades del pueblo que juran (en vano) proteger y defender. 

Luego pasan los gobernados, cuatro años entre quejas, críticas y resignación.  Ensimismados en su mundo lleno de vicisitudes que tuvieron la oportunidad de reivindicar con su voto perdido.  Entretenidos en el baile, botella y baraja que tan buena aceptación tiene entre los boricuas. Prestando toda la atención a los instrumentos democráticos de embeleso y control de masas generalizados, como la prensa, la radio, la televisión con sus respectivos espectáculos.  Víctimas, como siempre, de la propaganda mediática.  Hasta que no tomemos conciencia del valor que tiene el único voto que ejercemos con tanta fe (ciega y oscura), y la diferencia que puede lograr bien administrado, seguiremos en este espejismo que llamamos democracia.  Y a propósito de espectáculos hipnotizantes, termino estas líneas justo antes de las siete de la noche.  Es hora de ver, ¿Qué culpa tiene, Fatmagül?

¡Levántate y anda!