sábado, 6 de febrero de 2016

Remedio Atómico

por  Caronte Campos Elíseos


Hago constar que publico este escrito en este espacio en calidad de albacea del Sr. Caronte Campos Elíseos.  Dada su ausencia involuntaria y su incapacidad de publicarlo por cuenta propia,  me ha solicitado que cumpla su voluntad.  La misma es una epístola dirigida a este servidor con los detalles de su actual estado.  Sin mucho preámbulo dejo el texto íntegro para consideración de sus lectores.  Esto último no sin antes aclarar, que este servidor, Luigi Baldonis, no se solidariza con las expresiones vertidas en el contenido de la misiva, ni tengo conocimiento de los hechos relatados. 


Querido amigo Luigi Baldonis:

Hoy me encuentro en un lugar apartado, privado de libertad.  Las cuatro paredes que me rodean me parecen conocidas.  Está oscuro la mayor parte del tiempo y caluroso en extremo.  La ausencia de higiene se hace evidente en las plagas, la suciedad y el olor a heces fecales impregnado hasta en la cosa que me dan de comer.  Esto último no puede, por definición, llamarse alimento.  Me transportaron hasta aquí con el fin de curar un mal congénito que traigo en la sangre.  Me han realizado decenas de pruebas para determinar el tratamiento.  Han fabricado un voluminoso expediente con los síntomas, tratamientos, medicamentos y los resultados de dichos análisis. 

No soy el único interno, hay doce pacientes adicionales.  Conmigo sumamos trece (No es un número que genere buena suerte).  Quien escuche los gritos y gemidos, pudiera jurar que somos más de esa cantidad.  La mayoría del tiempo la pasamos en la pseudo habitación, en un catre mojado y lleno de insectos.  Uno de los doctores, de nombre Cornelio (muy apropiado por la forma en que nos trata)  me inyecta lo que él mismo llama el remedio para nuestros males.  Su sonrisa perspicaz y diabólica no es de muy buen augurio.  Según él, esta será la panacea para la principal epidemia de esta isla olvidada por “dios”.  Lo cierto es que cada vez que mi cuerpo recibe el remedio prescrito, yo me siento más cerca de las puertas del mismo infierno.

En las noches siento como el calor me quema la piel de todo el cuerpo.  El ardor me llega hasta el tuétano de los huesos.  Me encuentro en estado vegetativo.  Parezco un cadáver en proceso de cremación inducida.  Pareciera que están probando con nosotros el remedio atómico para controlar las masas.  Empero, en esos estados comatosos, he escuchado vociferar las enfermeras del lugar.  Hablan sobre una confesión en una carta inculpatoria, donde el mal llamado doctor Cornelio acepta su práctica de inyectar cáncer a sus pacientes.  Todo con el noble propósito de librar la isla de la plaga de los puertorriqueños.  Lo cierto es que ya quedamos menos pacientes.  De los trece internos originales, quedamos cinco;  algo me dice que no en muy buen estado, ni físico ni emocional.  Otro de los doctores a cargo de mi caso, me hace creer que estoy fuera de mis cabales, que padezco de mis facultades mentales y que sufro de trastornos como esquizofrenia y delirios de persecución (cosa que siempre he reconocido). 

Amigo Baldonis, te dirijo estas letras porque no tengo mucha esperanza de salir de aquí.  Quiero que si esta es mi suerte, recibas y publiques lo antes expuesto para el bienestar histórico de este pueblo.  Conociendo esta historia, podremos entender mejor la pandemia que arropa este mundo, el cáncer que nos consume.  Así, la muerte de los ocho puertorriqueños asesinados por doctores licenciados no quedara impune.  Aunque de esto último no guardo mucha fe y esperanzas.  Conociendo esta isla maldita y condenada eternamente al coloniaje, pronto olvidará estas ocho vidas sin saber siquiera sus nombres; y encontrará justificación alguna para su cruel desaparición.  Lo que no dudo ni por un segundo es, que nuestros asesinos y exterminadores serán tomados como héroes y serán premiados por sus ejecutorias en la experimentación con seres humanos.

Hasta que este pueblo incauto no decida conocer su historia sin ambages ni vendajes políticos, para así entender el presente, no tendremos claro nuestro futuro.  Seguiremos siendo, nosotros todos, las victimas pasivas de la propaganda y sugestión de masas.  Estaremos destinados a vivir merced de todos los que aludiendo a nuestro bienestar y salvación, nos consumen y corroen sin remedio alguno, como un inclemente cáncer devorador. 

¡Levántate y anda!


miércoles, 25 de noviembre de 2015

Robo de identidad

por  Caronte Campos Elíseos


Al regreso de un viaje largo por el viejo mundo y que se extendió por varios meses, me encontré vagando nuevamente por las calles.  Llegué hasta una escuela vacía y abandonada, de esas que han clausurado por falta de presupuesto.  Solamente quedaba parte del letrero escolar que leía el apellido, Pedreira.  Rondaban las tres de la mañana, y encontré en el plantel un hombre solitario.  Se me acercó y me preguntó qué se me ofrecía.  Respondí que solo quería ver las facilidades.  El se ofreció a darme el “tour” personalmente.  Cerró los portones con candado.  Esto, según él, para que nadie tuviera acceso al plantel escolar.  Comenzamos por la cancha de baloncesto sin techo y sin canastos; fuimos también a los salones, todos sin puertas y sin ventanas.  Visitamos los baños, sin inodoros ni lavamanos.  Pasamos por la biblioteca, sin libros.  Las paredes llenas de cables, sin energía eléctrica y sin computadoras.  Llegamos hasta una glorieta, sin asientos.  Allí decidimos sentarnos en el piso a compartir la merienda que el anciano había llevado a su trabajo.
 
Compartiendo el palo viejo con anís y las carnes empacadas, le comenté sobre mi viaje a España y lo mucho que me había fascinado.  Se levantó abruptamente del piso, y entre sorbos del oro blanco de la botella, comenzó a dirigirme un discurso:

-       Déjame aclararte un hecho diacrónico, muchacho: Por acéfalos como tú, es que este país está como está.  Una parte de la población añorando la madre patria; otros, soñando con integrarse a la “America the beautiful”.  En medio de esa nostalgia y esas falsas expectativas, nadie conoce los verdaderos orígenes de nuestra raza.  Ese desconocimiento es el que ha creado esta confusión de bipolaridad.  Dos banderas, dos idiomas, dos himnos, pero sin identidad nacional.  Nadie tiene la suficiente materia gris para entender el dilema de la personalidad puertorriqueña.  Antes de que tú, mi querido incauto, llegaras a la España de Fernández Juncos; y mucho antes de que Colón arribara a estas tierras con sus carabelas llenas de moros, ya existía vida en esta isla.  Los indígenas fueron los que, con humilde actitud y hospitalario espíritu, recibieron los mal llamados descubridores.  Eso es lo único que nos heredaron en la famosa mezcla de razas; la humildad y la hospitalidad.  Claro, gracias al holocausto taíno, fueron ellos los primeros en desaparecer del mapa de la personalidad nacional, dejándonos la cobardía como herencia. 


En este punto era yo el que necesitaba sorbos del preciado líquido en la botella.  Después de viejo fui a parar a una escuela abandonada para una mustia clase de historia.  Mientras, el oficial de seguridad escolar continuaba con su severa admonición:       

-       ¿Luego que tenemos? ¡La llegada de los negros!  Dominados a través de los siglos por la supremacía blanca.  Hasta el sol de hoy no logran quitarse las cadenas del discrimen y los prejuicios.  Encadenados, torturados, azotados, siempre sometidos.  Traídos a esta tierra para ser sometidos al trabajo y al yugo del dios de los primeros cristianos; su aportación al surgimiento de nuestra identidad, fue el sometimiento y la mansedumbre ante los atropellos.  Al final, de esta mezcolanza salimos nosotros.  Salimos de la artería y jactancia del blanco; de la subordinación y la rendición del negro; y de la humillación y mansedumbre del indio taíno.  Así surgió el criollo que por más de tres siglos vivió bajo los abusos, los martirios y suplicios perpetrados por parte de la madre patria.  Madre que negó por 400 años, el nacimiento de una personalidad puertorriqueña.  Que abortó por medio de represión y tormentos el desarrollo del alma nacional.

Con el tormento de esta aciaga realidad, ahogamos las penas en el ron compartido.  Mi desapego emocional se había quemado con el alcohol, y quería salir de aquel estorbo público que antes fue centro de instrucción.  Debo admitir que me retuvo allí mi tendencia al alcoholismo.  Además, recordé que el guardia había encadenado el portón, así que regrese a mi lugar en el piso.  El pseudo historiador continuó con su anodina diatriba:
 
-       Esa madre, que después del saqueo y la explotación de los criollos, nos entregó como botín de guerra a un padrastro abusador.  Y cuando ya habían visos de dignidad boricua, el nuevo imperio se ensañó con la idea nacionalista.  La inquina norteamericana contra los nativos logró la retracción del poco progreso que se había logrado hasta ese momento.  Así las cosas, el ser puertorriqueño se ha manejado entre dos aguas.  Entre lo heredado de la corona española y lo impuesto a la trágala por las fuerzas federales. Los boricuas carecemos de identidad propia.  El destino colonial nos ha robado la identidad.  Carecemos de reconocimiento internacional, vivimos bajo una cláusula territorial; el himno nacional es una danza bailable, el escudo es un manso cordero, no producimos nada de lo que se consume en el país, y hasta somos malos para imitar e implementar los sistemas ultramarinos que tanto adoramos.  Aun así, el ego sin fundamento del boricua es enorme.  Nos creemos la última Coca-Cola del desierto.  Pensamos que nos merecemos todo, y ni siquiera los conciudadanos americanos nos tratan con igualdad.  Somos en realidad una amalgama de contradicciones, de características heredadas, adoptadas y otras impuestas.  En otras palabras, no hemos visto aún el nacimiento del alma de la verdadera identidad nacional.  Alma que no veremos nacer hasta que dejemos la pendejería de querer ser lo mejor de dos mundos.  Hasta que no cese la idea de ser puente o punto de encuentro de dos culturas disímiles.  Hasta que no podamos concertar en un solo propósito, soltar las cadenas, escapar de la sumisión mental y dejar atrás la mansedumbre eterna, no veremos realizada la idea de una personalidad boricua real.


Me parece escuchar un timbre a lo lejos.  Me despierto tirado en el cemento de un gazebo sin techo.  Dan las ocho de la mañana.  A mi lado solo encuentro una caneca vacía, una placa con la inscripción, A. S. Pedreira, y un libro titulado, Insularismo.

¡Levántate y anda!

miércoles, 28 de octubre de 2015

Aquí, allá y en todas partes: Karla Coreas... Reflexiones

por Carlos Esteban Cana

Ahora que está por comenzar el Festival Latinoamericano de Poesía Ciudad de Nueva York 2015 (inicia el 11 de noviembre), uno de los eventos literarios más importantes que ocurren en la Gran Manzana, publicaremos una serie de artículos en diferentes medios acerca de este acontecimiento cultural que en esta edición une a escritores de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Perú, Puerto Rico y Venezuela. 

En “Aquí, allá y en todas partes”, colaboración exclusiva para “Buscando la luz al final del túnel” del amigo editor Caronte Campos Eliseos, hoy compartimos reflexiones de Karla Coreas, fundadora y gestora de este valioso festival. En esta ocasión focalizamos de manera particular en su libro “Tarde en Manhattan”, que fue publicado originalmente en el 2008 y que tuvo una segunda edición en el 2012.  En este intercambio Coreas nos habla de su poemario y el proceso creativo que fluyó mientras el mismo tomaba forma, lo que me remitió también a la obra de otro escritor establecido en la Ciudad de Nueva York, me refiero al poeta boricua Luis Antonio Rodríguez LARO y su colección narrativa “Cuentos del ir y venir”. En ambos escritores, lo itinerante, el tren y lo vertiginoso tienen espacio en sus respectivos proyectos apalabrados.

Traducida al portugués, al italiano, al hebreo y al inglés, Karla Coreas tiene un segundo libro titulado “Como dos perfectos extraños”, publicado en el 2014. A continuación se incluye además una muestra de la obra poética de esta escritora y editora salvadoreña que impulsa con alto vuelo su gestión cultural en la Ciudad de Nueva York. 


De forest Hills a Jamaica

En el tren E:

36 ojos me hurgaron el alma o yo la de ellos.
Nos contamos la vida entre cada estación.
Dos ojos azabaches me hurgaron el pecho.

¿Qué buscarían allí?

Estaba cansado del reggae -
de pretender ser rasta -
de vivir en Jamaica (la impostora).

Esquivó la mirada cada vez que le pregunté
por qué tanta pesadumbre.

No quiso responder.
Fue más fácil huir,
salió del tren casi corriendo,
fue en busca de consuelo en alguna cerveza extranjera
o corría a los brazos de una hispana
estoy segura, estoy segura
mis preguntas ahora lo atormentan
mientras se hunde en el licor.

La segunda edición de Tarde en Manhattan está agotada. Contiene una selección de toda la poesía que venía escribiendo desde hacía muchos años, principalmente en Nueva York. Yo escribo cuando viajo, más que todo en ese transitar de trenes. Para la época vivía en Long Island y trabajaba en New York. Todos los días tomaba tren de Long Island Railroad, entonces ahí te daba tiempo de escribir, de leer más o de tomar notas… Siempre me encontré escribiendo donde el poema me asaltara. Yo no tengo un lugar particular como para decir ‘aquí yo escribo’, o yo agarro la computadora. Mis poemas no los escribo en la computadora, los escribo a mano. Tomo notas, o en algunos casos me envío un text message

Cuando el dramaturgo y escritor peruano Walter Ventosilla lee lo poco que leyó dijo: “Hay que hacer un libro”, y yo hice la selección. Todo estuvo bajo mi cuidado. Recuerdo que cuando empecé a seleccionar los poemas me di cuenta que quería una estructura. Por eso “Tarde en Manhattan” está estructurado de tal manera que tiene cuatro partes. El grupo de poemas reunía ciertas cosas que podían encajar no como capítulos sino como estaciones. Entonces utilicé el juego ambiguo de las estaciones del tiempo por ese movimiento de andar para aquí y allá. Hablo de tiempos, de muchos tiempos… Desde otoño, invierno, primavera, verano; los días de la semana, los meses; todo encajaba con las estaciones. Como en este poema:

En la noches de marzo

A media noche
donde la tristeza muestra su asfixia
y el poema oculta su jadeo
recuerdo el garfio de tus ojos
y la orfandad de sus mentiras
el sabor de las cartas
mezclada con el abrazo de promesas
en esas noches de marzo
te llamo en silencio
con la dulzura de un sarcófago
y la amabilidad de una muerta.

A veces estoy en algún sitio y tengo algunas imágenes, algunas cosas que me llegan o incluso las recito en voz alta. Yo sola me digo algún verso, alguna estrofa que quiero construir y si no tomo lápiz y papel en ese momento se pierde; se pierde porque ya luego es mentira. Muchas veces dejo ir versos porque viene algo diferente o mejor, porque lo puedo escuchar. Yo soy una persona que aprende escuchando. Soy más auditiva, y por eso tengo que leer en voz alta para escucharme. Con solo ver el texto no me llega, no lo asimilo igual. Escucho para que se me quede, me tengo que escuchar a mí misma y mis vivencias. De esa manera logré hacer el libro…

La escritora Karla Coreas con la poeta
Juana Ramos
Tarde en Manhattan

Entre la 33 y la 7a Avenida
el viento de acero y su alborada sacuden mis pestañas
La yerba seca pisoteada por las sombras
es una danza macabra al compás de las estrellas
El escarnio de esta ciudad y su charco de licores
desvía el vuelo de los pájaros
La luz de su pecho no encuentra una flama
y los minutos de una sonrisa se van al resumidero
Un farol sacude la arena de mis ojos
ambos nos reconocemos solos y vacíos
y la poeta sin darse cuenta muerde los cristales
de infinitos escaparates
no sabe si afianzarse a la gélida mirada del farol
o a la ternura engañosa de la medianoche.
De algo estoy segura
entre el farol y mi presencia
ambos inspiramos lástima.

Creo que mi poesía, mis poemas, específicamente esto que estamos mencionando, no sé si un hombre tenga la ternura o dulzura que trato de poner a los versos a la hora de, por ejemplo, explorar el dolor. No sé si un hombre puede armarlas de tal manera que se presenten así…

Vestida de negro

Una mujer vestida de negro con su paz ficticia
de llagas escondidas seduce el cigarrillo de las angustias
su táctica depresiva de absurda ternura
me convoca al pedestal de hielo
y raspando los agujeros negros de mi vida
recuerdo que aún sigo viva
esperando esa carta absurda de poesía
que alivie el dolor del corazón y el cerebro
entre el papel y ese espacio que hay en el mismo centro
donde coloco nombres que nadie más podrá decir

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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Once claves para el Plan Fiscal

por  Caronte Campos Elíseos


Como siempre les menciono en mis escritos, cuando no tengo nada importante para escribir, enumero cosas.   Casualmente, en estos días el gobierno de Puerto Rico dio a conocer su tan esperado Plan de Crecimiento Económico y Fiscal.  Para mí hacer listados es un buen ejercicio, ya que me mantiene ocupado y distraído.  Así evito que tengan que internarme por mi predisposición a la locura.  Todo el mundo en el país se ha concentrado en el contenido del Plan del gobierno.  Es de esperarse, lo mismo ha pasado con el famoso plan divino.  Pero yo, como soy al revés de los cristianos, quiero dedicar estas líneas a las cosas que no figuran en el Plan.  Las siguientes son diez alternativas que pudieran contribuir a paliar la crisis actual.  Claro, yo no soy un ducho en economía, yo solo soy un loco perturbado mentalmente con ínfulas de grandeza que escribe disparates. 

11 alternativas al Plan Fiscal

1. Incrementar el por ciento del impuesto a las compañías foráneas – Actualmente el porciento a dichas empresas es de 4%.  ¿Por qué no aumentarlo de manera escalonada hasta llegar a 10%?  Según cálculos de algunos economistas, esta medida puede generar hasta $1,300 Millones.

2. Medidas para aumentar la captación del IVU – El gobierno central puede reubicar una cantidad considerable de su personal para constituir una unidad que se encargue de asegurar el cumplimiento de los comerciantes con el repago del impuesto cobrado a los consumidores.  Esto podría aumentar los recaudos del IVU en $900 Millones anuales.  Esa es la cantidad que los consumidores pagan y se quedan en las cuentas bancarias de los empresarios evasores.

3. Anulación de contratos de asesoría para las batatas políticas – Eliminar los contratos y prohibir la futura contratación de cualquier personal que haya formado parte del gobierno, de la cúpula de los partidos políticos y de los familiares y allegados de estos.  Existen decenas de empresas fraudulentas que generan hasta $5 millones en contratos. 


4. Entregar todas las instalaciones alquiladas – Reubicar las oficinas, administraciones y agencias a las propiedades del gobierno.  Evitando así pagos innecesarios por alquiler de espacios comerciales.

5. Eliminar los subsidios de nómina a las mega tiendas – Empresas como Wal-Mart se benefician de incentivos para el pago de nómina, exención con el CRIM y sobre patentes, sin que esto necesariamente redunde en aumento en la contratación.
  
6. Cobrar la deuda de las grandes empresas e instituciones con la Autoridad de Energía Eléctrica, Autoridad de Acueductos y el Departamento de Hacienda – Agilizar el cobro de la deuda de energía y otros servicios por parte de los municipios, agencias estatales y agencias federales.  También fiscalizar más la deuda de las grandes empresas para hacer cumplir los compromisos de pago.

7. Consolidación de los Recintos de la UPR – Reducir la cantidad de recintos universitarios de once (11) a ocho (8).  Habilitar dichas plantas físicas para albergar las agencias de gobierno.

8. Disminuir el costo de Campañas Electorales y los fondos a los Partidos Políticos – Desaparecer de una vez y por todas el mantengo a los partidos políticos.

9. Eliminar las escoltas, pensiones y aportación a las fundaciones de los exgobernadores – Según los empleados gubernamentales, y ahora los privados, los maestros, los retirados, entre otros, han visto disminuidos sus beneficios adquiridos, lo mismo debe aplicar para esta clase burguesa. 


10. Evitar el gasto y el costo del sistema de voto electrónico – Un gasto innecesario en momentos de crisis.  La inversión ronda los $40 millones cuando existen empresas que lo harían por menos de la mitad.  Si a eso le añadimos la experiencia, el costo en Puerto Rico de estos mega proyectos se triplica.  Eso sucedió con el Tren Urbano, El Coliseo y el Súper Tubo.  A parte de que, como en todo lo demás, el gobierno no tiene la capacidad ni la aptitud para el mantenimiento de estos y otros sistemas electrónicos. 

11. Fiscalizar, Monitorear y Auditar los contratos a empresarios oportunistas – Estos empresarios, que seguramente guardan algún lazo familiar con algún personero del gobierno, se lucran y se dan la gran vida social con los fondos que reciben de las agencias gubernamentales. Existen decenas de estas empresas que reciben anualmente sobre $30 millones para prestar servicios que al final del día, no ofrecen.  

Como siempre, y como típico puertorriqueño, no puede faltar la ñapa.  No por último, lo menos importante o relevante.  Es para no perder la mala costumbre de escribir sandeces: 

12. Reducción de salarios a Legisladores y Representantes, y el cumplimiento del voto general sobre la implementación de la Unicameralidad –  Basta ya de medrar en detrimento de los ciudadanos, ignorando burdamente el mandato del pueblo.  El salario base de estos buitres honorables es de $73,000 anuales.  Si los reducimos a la mitad de ineptos en la legislatura, el ahorro económico sería de aproximadamente $3.6 millones anuales.  Ahora bien, el ahorro en pendejerías, seria incalculable. 

Quiero dejar meridianamente claro que yo no he leído el famoso informe.  Esto por la sencilla razón de que el mismo fue publicado en inglés.  Por supuesto, hay que tener claro que lo publican de esa manera para desalentar al que desee leerlo.  En mi caso, funcionó a la perfección, así que no me hagan mucho caso.  Dejemos el análisis serio a los expertos y comprometidos analistas de este país. 

¡Levántate y anda! 

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Aquí, allá y en todas partes: Reflexiones sobre la creación literaria

por Carlos Esteban Cana

Durante el mes de junio tuve el privilegio de ser parte de un panel auspiciado por el PEN CLUB de Puerto Rico en Plaza de la Cultura en Hato Rey. El mismo gravitaba en torno al tema de El escritor ante la palabra, y también participaron los creadores Stefan Antonmattei, Yolanda Arroyo Pizarro e Irma Rivera Colón. El propósito de los organizadores que los autores, a raíz de su experiencia en varios géneros literarios, ofrecieran su perspectiva. Coordinó el encuentro la novelista María Zamparelli y moderó la velada la escritora Dalia Stella González. El evento contó con la presencia de José Muratti, quien recientemente anunció que por compromisos académicos renunciaba a la presidencia del PEN después de haber dejado una estela de actividades culturales, talleres y publicaciones. También logró que el próximo año Puerto Rico sea la sede de 82do Congreso del PEN Internacional.

Como “Aquí, allá y en todas partes”, columna exclusiva para la bitácora del editor Caronte Campos Eliseos,  focaliza sobre diversos aspectos del proceso creativo, comparto fragmentos de una conversación que se dio entre la novelista Dalia Stella González y este servidor.

Dalia Stella González: ¿Qué es para ti la palabra y cómo te acercas a ella?

Carlos Esteban Cana: Neruda hablaba de que los conquistadores habían arrasado con todo… pero que a la misma vez habían dejado todo en las palabras… Sin duda, es una relación endémica, diría yo, la que tengo con la palabra. No imagino mi vida sin ella. En Psicoanálisis hay quien dice que la protagonista del proceso terapéutico de sanación es la palabra. Yo he sido sanado de múltiples maneras a través de la palabra.

Dalia Stella: Por un lado Poe ha dicho que: “Nuestro mundo es un mundo de palabras”. (E.A. Poe, Al Aaraaf)  y el español Enrique Vila-Matas (Premio Rómulo Gallegos) expresó que: «no puede existir ya buena literatura si en ésta no hay implícita de fondo una reflexión que cuestione incluso la posibilidad o la noción misma de la literatura».  Dos puntos ejes respecto a la palabra. Por un lado la confianza, por otro, la desconfianza en la capacidad expresiva del lenguaje. ¿Qué opinas sobre esto?

Carlos Esteban: Entiendo que hay una relación simbiótica entre la certidumbre y la desconfianza… La relación del sujeto escritural con respecto a su capacidad expresiva mediante el lenguaje es dinámica. Como el péndulo ese ‘apalabrador’ se mueve entre ambos polos, pues el propio sujeto es un ser en continuo proceso de individuación dirían los jungianos…

Dalia Stella: ¿Con quién hablaste de literatura por primera vez?

Carlos Esteban: Hay dos personas que identifico como agentes catalíticos, por un lado un tío ebanista que hasta el sol de hoy es un apasionado por la lectura, un verdadero autodidacta; por otro lado, una prima cantante de ópera con notoriedad en su época, durante los 60’s y 70’s. Ambos me expusieron de una forma u otra al vasto universo de las letras.

Dalia Stella: Exploraste mucho sobre un género que remarca el poder de la palabra y el sentido atrapado en ellas. ¿Qué puedes abundarnos?

Carlos Esteban: Ese poder de la palabra es pleno a la hora de hacer aprehensión de la realidad, bajo el prisma personal; una realidad que, sin embargo, nunca es estática. En ocasiones puede parecer sinuosa, inaprensible como la brisa, la bruma o el agua… Pero eso no parece quitarle norte al creador que busca hacer alquimia de sus emociones y experiencias con la belleza.

Dalia Stella: Los griegos introdujeron el término colosal, lo inconmensurable, lo que no tiene dimensión humana…

Una de las teorías del arte es que los objetos en la realidad no suelen tener una dimensión extraordinaria, sino que el artista decide el elemento que va a resaltar. Por ejemplo Van Gogh destacaba el color, Boticcelli la línea, mi padre remarca el volumen para magnificar el objeto. Por eso él dice que una manzana colosal es más manzana que la manzana real de la vida cotidiana. ¿Cuál crees que es tu aporte como artista de la palabra para exaltar la realidad?

Carlos Esteban: Esta pregunta me remite a lo que se dice con respecto a la narrativa: no es lo que se cuenta sino cómo se cuenta. Quizás esa inconmensurabilidad a la que hacías referencia al principio puede sondearse –digámoslo así-, más con la poesía… Pero volviendo a los ejemplos de los pintores no veo otra cosa que diversos métodos para esa exaltación de la realidad… En mi caso tendría entonces que pensar esta pregunta desde el género que me ocupe a la hora de acercarme a la página en blanco. La experiencia es distinta cuando trabajo cuento, poesía, microcuento, ensayo, o novela… La materia prima utilizada –en este caso el género literario- impone su propia respuesta, que siempre va aromatizada con la emoción de turno a flor de piel.

Dalia Stella: ¿En qué género te sientes más cómodo?

Carlos Esteban: Depende de lo que quiera comunicar en el momento… En ocasiones lo que fluye armoniza en poesía, en otras instancias en cuento o microcuento. Lo mismo puedo decir del ensayo y la novela. Por eso puedo entender cuando ciertos creadores manifiestan que son incomprendidos. Es difícil ser artista en una sociedad que aspira a tener resultados inmediatos y visibles… cuando en muchos casos el proceder del artista y del humanista es un trabajo en profundidad…

Dalia Stella: ¿Crees que hay un denominador común en el modo de acercarte a tus lectores, irrespectivo del género que trabajes?

Carlos Esteban: Quizás ese ‘denominador común’ que me permite acercarme al lector sea la aspiración de hacerme entender… No olvides que mi formación primaria es el ámbito de las comunicaciones.

Dalia Stella: ¿Cuáles son tus preferencias literarias? ¿Cómo estas han influido o influyen en tu palabra?

Carlos Esteban: Las preferencias literarias cambian con el tiempo. Si en un principio, siendo niño, me cautivaba leyendo las historias de la Biblia (la historia de José, Salomón, los salmos) y los cuentos en Selecciones del Reader’s Digest, o las aventuras del Quijote en una edición para niños o la Vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne. Después vinieron Tolstoy, Quiroga, Laguerre, Borges… y Neruda, Ángel González, José Hierro, los cuentistas puertorriqueños, Maupassant, Philip K. Dick… En fin, la lista es larga. Y sin lugar a dudas en la etapa primaria de este caminar, en el cual uno no deja de ser aprendiz, esas preferencias se sentían más. Es decir, que se podrían percolar, hacerse más evidente. Pero con el paso del tiempo emergen los rasgos que dan perfil a la voz propia, al estilo personal de cada escritor.

Dalia Stella: ¿Qué nuevos proyectos tienes?

Carlos Esteban: Pronto se publicará mi libro de cuentos, Catarsis de maletas. Por otro lado, esta educación continua que me agencio con mi periodismo cultural ha dejado como resultado muchas páginas. Sé que con el tiempo vendrán los libros que se nombrarán con el nombre de mis columnas: “En las letras, desde Puerto Rico”, “Breves en la cartografía cultural”, “Aquí, allá y en todas partes”, “Crónicas urbanas”, “En crítica de libros”… Por supuesto que también tengo mis cuadernos poéticos y dos novelas en curso… Así que necesitaría una sabática de años para poder organizar todo ese trabajo como quiero…

Dalia Stella: Si tuvieras que elegir tres palabras con las cuales definir tu obra, ¿cuáles serían?


Carlos Esteban: Diría que esas tres palabras son ‘Intento’ ‘Ser’ y ‘Humano’ con todo la gradación que implican cada una de ellas, en una dirección u otra…

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Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.