miércoles, 21 de enero de 2015

¿Las fiestas de todos?

por Luis A. Pérez


Mi nombre es Luis A. Pérez.  Quedé parapléjico hace 18 años y hace más de 20 no iba a una fiesta de la calle San Sebastián. Muy buena organización para movilizar las personas.  Incluso aquellas con impedimentos como yo que ambulo en silla de ruedas.  Decidí ir por la invitación pública que hizo la alcaldesa Carmen Yulín, de que eran "las fiestas de todos". El domingo 18 de enero me puse en marcha con mi familia hacia La ciudad patria. No obstante me sentí excluido y sin patria; en el momento que necesité utilizar el servicio sanitario.  Ahí caí en cuenta que no eran las fiestas para todos. Los baños portátiles estaban sobre la acera (sin rampa).  Al no poder utilizarlos entré en el cuartel de Bayajá y en el baño para varones no cabía porque la doble puerta no abría una de sus hojas, así pues me dirigí en busca de otro baño. 

El caballero que custodiaba el próximo baño estaba despachando a un ciudadano que deseaba utilizarlo aduciendo que era el baño exclusivo de los artesanos. Cuando el caballero se movió, introduje mi silla de ruedas a través del angosto pasillo entre artesano y artesano y le expliqué mi situación; le explique que no cabía en ninguno de los otros baños y que por mi condición de paraplejia me subía la presión debido a la disreflexia autonómica (condición que tienen todos las personas que sufren de daño al cordón espinal), le expliqué que yo me caterizaba y que tenía mi “kit” conmigo, solo necesitaba una esquinita privada para hacerlo. El caballero que custodiaba el baño me dijo que no me podía ayudar, que no podía utilizar el baño y fue más allá cuando al verme con una cerveza en la mano me invitó a que no consumiera bebidas para que así orinara menos.  Le di las gracias y solo le dije que me conmovía hasta las lágrimas su empatía.

Cuando lo que realmente debí hacer fue, llamar la policía y denunciar la violación de acomodo razonable.  Con la ayuda de una esquina, un paraguas, mi esposa e hijos de 12 y 8 años, imité sin caerme al personaje que corrió por las redes sociales haciendo sus necesidades en público.  Pensé por un momento no escribir ni denunciar al empleado prepotente cuyo trabajo ese día era custodiar la puerta de un baño, pero... ¿a cuantas personas le atropellan sus derechos?, empleados prepotentes que no saben cuántas leyes federales están violando porque tienen un poco de poder ese día.  Ese individuo violó mi derecho a un acomodo razonable para algo tan simple como ir al baño.  Mi intención al exponer este asunto públicamente es que adiestren al personal que va a trabajar con el público en eventos como este para que si sean "las fiestas de todos".

_____________________________________________


Luis A. Pérez Rivera – Nació el 16 dejulio de 1971 en Rio Piedras PR. Natural del pueblo de Cataño, donde cursó sus grados primarios.  Finalizó su bachillerato y maestría en la UPR de Rio Piedras. Labora como voluntario en la Asociación de Lideres Escutistas y en la tropa 168.  Es el guionista de la Obra de Semana Santa en el Barrio Amelia.

martes, 13 de enero de 2015

Aquí, allá y en todas partes: Necesitamos la Palabra para abrazar la Vida (Conversación con Dalia Stella González, Primera parte)

por Carlos Esteban Cana

Ella es una de las voces más genuinas de la nueva promoción de escritores que hacen surco propio en este momento. Su novela En el umbral de tu voz, publicada en el 2013 por Terranova Editores le ha merecido reconocimiento en el panorama de las letras boricuas. En la misma nos encontramos en la ciudad de Lear con Lara, Isaí y Sergio, quienes experimentan desde el entorno familiar las sombras y luces que puede provocar el autismo, dinámica que también espejea el ambiente que permea en la propia ciudad. Tal encrucijada trae a la memoria de este lector al Víctor Hugo Rodríguez de Cauce sin río o al inolvidable Teófilo Sampedro de El 30 de febrero, esas das novelas urbanas que Enrique Laguerre publicó a mediados del siglo pasado.

Por lo anterior quiero dedicar esta nueva entrega de mi columna Aquí, allá y en todas partes, publicada de manera consecuente en la bitácora Buscandoluz al final del túnel del editor Caronte Campos Eliseos, a la escritora de En el umbral de tu voz. ¿Su nombre? Dalia Stella González.

En esta primera parte, conversamos acerca de su particular tránsito en los linderos de la creación literaria.

Carlos Esteban Cana: Dalia, Hablemos acerca del mundo de la creación… ¿Por qué crees que tu vida ha sido marcada por el signo artístico…

Dalia Stella González: A los tres años de edad me empeñé en que mi abuela, maestra de primer grado, me enseñara a leer y a escribir; a los cuatro tuve mi primera guitarra –era eléctrica que todavía la conservo y funciona –y me sentía completa. El lenguaje de la palabra y la música constituye un elemento orgánico en mí, tan esencial como respirar. Mi diversión mayor era escuchar a mi nana contarme historias que inventaba de los magazines. Cuando me convertí en abogada, pienso que mi fascinación era contar historias verosímiles para persuadir a mi audiencia. Creo que es un don, yo no lo construí, él me tomó a mí.

CEC: En cuál género literario sientes que fluyes más como creadora, al menos en este momento…

DSG: En la novela, por la capacidad que me permite para crear o expandir espacios alternos y mayor concurrencias disonantes o armónicas de voces. Del cuento lo que me cautiva es el reto de la exactitud que me obsesiona con ese incidente único que me urge detenerme a contar. He descubierto que existen periodos en mi vida en los que necesito escribir cuentos como un modo de balancearme y pausar. La poesía… creo que atraviesa toda mi escritura, igual que la música.

CEC: Cómo contrastas esa experiencia que privilegias, en la novela, con la que recibes al explorar otros géneros u otras disciplinas artísticas…

DSG: Por bastantes años, mi expresión más fluida fue tocar mi guitarra y cantar. Mi escritura la conocían muy pocos, era intermitentemente pública. Cuando compongo una canción o escribo poesía es como hablar el lenguaje con el que nací. Una vez dije que la poesía es el lenguaje con el que nacemos y la prosa es el lenguaje que aprendemos. Respecto a otros géneros, el escribir ensayos me transporta a la sala de un tribunal en pleno juicio donde me exige evidenciar cada tesis o argumento. Y las veces que he incursionado en el cine (cortometrajes) ha sido una aventura de pura adrenalina mental y creativa.

CEC: ¿Necesitas distancia o soledad para realizar tu obra?

DSG: Sí, necesito soledad y silencio. Para escribir solo me acompaña una melodía (inventada o compuesta por alguien más) que será el hilo conductor para darle cohesión al texto, el ritmo, movimiento y tono a mi escritura.

CEC: Como creadora, con toda esa visión propia de tu época… ¿cómo observas lo que te precede en el arte?; ¿cuáles son, si alguna, esas voces creativas del pasado o de la actualidad que merecen tu atención?

DSG: Del pasado me hablan Borges, García Márquez, Tolstói, Cortázar. Me han hablado mucho las voces desde el teatro. Me fascinaba leer obras de teatro (La casa de Bernarda Alba, Un niño azul para esa sobra, La pasión según Antígona Pérez…) Quizá de ahí proviene la polifonía y cinematografía en mis textos. Entre los del presente figuran Paul Auster, Juan Gabriel Vásquez, Alessandro Baricco, Andrés Neuman, Eduardo Lalo, Rubem Fonseca, Santiago Gamboa y mis colegas de la Maestría de Creación Literaria que han publicado propuestas innovadoras y poderosas en la narrativa del cuento, novela y microficción.

CEC: Puedes describir tu poética, es decir, decir algo de la materia prima con la que haces tu obra…

DSG: La materia prima que está siempre presente en mi obra se compone de verdades universales como el amor, el sacrificio, el honor, la solidaridad, la compasión. Digamos que se trata del elemento humano. Otro material presente lo es también la miseria de del vacío, el amplio campo entre el silencio y la voz en el que deambulamos a diario sin sospecharlo, la fibra humana que se esconde detrás de la voz. Al final, es todo lo que cuenta. Pienso que la escritura que perdura es la que aligera el corazón humano, que le infunde el coraje, valor, esperanza, sacrificio y fortaleza para vencer. Lo que justifica mi agonía y sudor al escribir, es saber que al final, cuando suenen las trompetas, algo fue mejor en quien me leyó porque mi voz fue sostén o provocó una transformación.

CEC: ¿Tienes algún ritual a la hora de acercarte a la página en blanco? ¿Concibes la idea, el motivo, con anterioridad o te vas en un flujo de palabras hasta que encuentras el delta indicado?…

DSG: Al inicio soy muy caótica con mis anotaciones. Mi mente construye todo el tiempo. Luego paso a construir minuciosamente cada personaje. Es un proceso un tanto bipolar [Ríe].
Antes que armar la historia, concibo el tema o temas. Es una brújula que me acompañará a construir el armazón. A veces se altera un poco el proceso y llegan los personajes delineando los conflictos. Lo que es imprescindible es tener el tono antes de escribir la primera palabra. No puedo seguir un flujo de palabras. Las palabras necesitan una voz –aun la voz narrativa –para que cobren vida y valor. Más que rituales, tengo manías al momento de escribir.

CEC: En un mundo como el nuestro, y enmarcado en todo lo que quieras nombrar del mismo -en una dirección u otra-, ¿tiene lugar el arte, la palabra, la creación?…

DSG: Vivimos en ciudades difusas, en un mundo donde, aún con la tecnología e Internet, no parece estar conectado. La norma es la dispersión. Es lo que he llamado un autismo colectivo. Creo que el arte, la palabra enunciada (voz), la literatura y cualquier otra creación funciona como un neurotransmisor que nos conecta. Una frase de Andrés Tarkovsky dice que “la gente hace arte porque la vida no es perfecta”. No todo lo que contemplamos es bello. He ahí que necesitamos el arte para comprender la vida, necesitamos la Palabra para abrazar la Vida.


* * * * * *

(La segunda parte de esta entrevista a Dalia Stella González está disponible en la bitácora Confesiones del narrador AngeloNegrón)
____________________________________

Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

viernes, 2 de enero de 2015

Año nuevo, misma vida

por  Caronte Campos Elíseos


Recibimos otro año, como siempre llenos de esperanzas.  Yo, como no tengo fe ni en mí mismo, mucho menos en el resto de la humanidad.  Por tal motivo no puedo dejarme llevar por las emociones de estas fechas festivas.  Debido a mi parálisis cerebral en ciertos temas, no dejo de pensar siempre en lo peor.  Y es que, mientras unos se ahogan en comida, nadan en alcohol, danzan hasta el cansancio, cantan villancicos agudos y venden sus almas al diablo para tener el “cash flow” para gastar en demasía, yo sigo escuchando en mi cabeza el arpa funeraria de nuestra propia masacre. 

Entre Santa Claus y sus venados, la noche buena, el nacimiento del supuesto mesías y salvador (que no pudo salvarse así mismo); la despedida de año con sus malos recuerdos, la llegada del nuevo año con sus nuevas ilusiones y los reyes magos con sus obsequios sinceros, el país entero está en la misma sintonía de celebración.  Empero, en lo que soy fiel creyente, es que existe una realidad paralela en la que se entretejen toda suerte de trucos y tretas en contra del pueblo.  Los autores de estas maquinaciones son los mismos políticos por los que votamos cada cuatro años.  Los mismos que en iluminadas caravanas, regalan dulces y balones plásticos a todos los incautos en su camino.  Esta misma poliarquía es la responsable de que, desde el propio principio de año comencemos con un aumento en algunos peajes del país, la puesta en efecto de un impuesto a la gasolina, menos seguridad pública, más desempleo y más pobreza.

Después de las fiestas, de las felicitaciones, de los besos y abrazos, volvemos a nuestra cotidianidad.  Esa que nos hace ignorar nuestro triste presente.  Esa que nos mantiene atados sin expectativas reales de futuro.  Esa vida rutinaria que nos priva de poder identificar los personeros que medran a costa de nuestro porvenir.  Esos que nos hipnotizan con  baile, botella y baraja, mientras ejecutan su connivencia para lucrarse de nuestro desdén.  Hasta que no cambiemos nuestro talante electoral por una forma sesuda de elegir nuestros representantes, seguiremos celebrando navidad tras navidad, año nuevo tras año nuevo, la misma vida sin paz ni prosperidad.


¡Levántate y anda!   


miércoles, 10 de diciembre de 2014

En las letras, desde Puerto Rico: Carlos Manuel Rivera más allá de la utopía y el desencanto

por Carlos Esteban Cana
(Segunda parte)

En la primera parte de esta entrevista (publicada en la bitácora Confesiones, del escritor Angelo Negrón), el Catedrático y escritor Carlos Manuel Rivera comentaba acerca de lo necesario que es para el creador conocerse a sí mismo. También puntualizaba en que la dimensión filosófica del arte, eso que el autor va comprendiendo con el paso del tiempo acerca de su propio proceso, debe ser compartido.

En esta segunda parte, aquí en Buscando luz al final del túnel, el dramaturgo echa mano de sus treinta años de experiencia como creador para apalabrar parte de las batallas que ha enfrentado para Ser el artista que es hoy.

Carlos Esteban Cana: ¿Crees que existe el llamado bloqueo del escritor?…

Carlos Manuel Rivera: Sí, esto ocurre una y otra vez. A veces empiezas algo y no lo terminas. El motivo y los objetivos mueren. Quizás los reanudes posteriormente o quizás no te interesan. Entonces, viene ese bloqueo en lo que tu capacidad de discernimiento se concretiza y puedes tomar la decisión de continuar o tirar los guantes. Yo he vivido las dos, a veces he continuado; a veces he tirado los guantes porque ya tengo otros motivos, objetivos, metas.

Carlos Esteban: Hay quienes piensan que las mejores páginas salen de situaciones extremas o dolorosas… ¿Qué piensas al respecto?

Carlos Manuel: Definitivamente, éste a veces ha sido el caso. Otras veces, puro imaginario, en el que se conjugan procesos vividos, procesos anhelados, fracasos y victorias.

Carlos Esteban: Otros esgrimen la tesis de que ese periodo nocturno y sinuoso de los sueños, abona para la creación ¿Será valioso ese universo onírico para crear?

Carlos Manuel: Como me había expresado anteriormente, muchos de mis imaginarios se construyen, se procesan a través de los sueños.

Carlos Esteban: ¿Hay algo que no te gusta o disfrutas del oficio, del ser creador?

Carlos Manuel: Me gusta mucho crear, construir textos y personajes, como también me gusta analizar y meditar sobre los procesos, los métodos y los resultados finales. No me gusta tener que bregar con egos, envidias y sobre todo esos egos ajenos y envidiosos que te crean muchos obstáculos para que tu obra salga adelante. El oficio es bien difícil. Han sido más de treinta años de pura batalla.

Carlos Esteban: Prefieres escribir, crear todas las semanas… o tienes periodos voluntarios de silencio artístico…

Carlos Manuel: Yo cuando quiero hacer algo trabajo día tras día sin parar hasta que lo saco. Eso te puede llevar meses y años.

Carlos Esteban: Otros teóricos del proceso creativo, o incluso artistas, manifiestan que el creador es un medio, una especie de antena o médium por el que desemboca la creación. ¿Concurres con esa idea?

Carlos Manuel: Sí, definitivamente. Cuando tú estás conectado contigo mismo, con el mundo y el universo, es que cae un torrencial lluvioso de ideas que te llevan a la creación. Ahora, esto toma muchos años y toda la vida, y quizás nunca te conectaste y las lluvias fueron escasas en tu interioridad desértica que te sostuvo ese precioso cactus que es tu élam poético.

Carlos Esteban: ¿A qué aspira Carlos Manuel Rivera con su arte?

Carlos Manuel: Me gustaría seguir divulgando mi arte como siempre lo he hecho. Como un nómada que camina por muchos y diferentes espacios y tiempos. La brega no ha sido, no es ni será fácil. Estoy muy consciente de ello.

Carlos Esteban: Cuáles han sido los libros más significativos, esos que ocupan un lugar de privilegio en tu biblioteca…

Carlos Manuel: La biblioteca mía aspira a ser como la de Próspero, el de La Tempestad de Shakespeare, modestia aparte, en la que haya todo tipo de conocimiento. Donde haya desde lo más insignificante y chabacano como Vea y TV- Guía hasta El Quijote, los libros de teosofía, de ciencias, de astrología, metafísica, numerología y espiritismo de Allan Kardec. A veces leo más cosas que no son literatura que la misma literatura. Tengo de todo porque me gusta aprender y saber de las cosas. Soy como un detective de la historia, del mundo, de mi gente, de mi propia vida.

Carlos Esteban: A veces, como autor, tenemos un aprecio particular por un libro de nuestra autoría… cuál de tus libros o cuadernos propios merece tal aprecio…

Carlos Manuel: Hasta ahora tengo dos: uno de poesía y textos performáticos Soplo mágico disparates, Orbis Press, 2003; y otro de ensayo Teatro popular: El Nuevo Teatro Pobre de América de Pedro Santaliz, Gestos, 2005. Por ahí viene el que ganó el Premio Internacional de Ensayo del Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2013 Para que no se nos olvide. Ensayos de interpretación sobre un teatro puertorriqueño marginal. En proceso viene " Bululú", otro libro de poesía, textos performáticos, drama y manifiestos. A ver quién lo publica. A todos los amo porque son mis hijos, pero mi favorito es el del primer parto a capella: Soplo mágico disparates.

Carlos Esteban: En una sociedad tecnológicamente globalizada con redes cibernéticas y teléfonos inteligentes, correos electrónicos y espacios en la WEB como youtube… Crees que esos medios colocan a los creadores actuales –y esto con respecto a los del pasado- en ventaja de exposición…  En tu caso, esos recursos, han sido útiles…

Carlos Manuel: Claro que sí, pero como todo texto impreso, cibernético o recurso audiovisual, tenemos que tener una profunda capacidad de discernimiento acerca de todo lo que conlleva esto, para escoger. Sí, mis performances y mis textos han aparecido en redes cibernéticas, pero no es lo mismo que ver en vivo la obra y compartir con el artista en una ceremonia o ritual social, cultural o artístico. Esto, entiendo yo, es lo que valida verdaderamente la obra.

Carlos Esteban: Carlos, ¿cuál es el mayor reto que tiene de cara un autor en el futuro?

Carlos Manuel: Pienso en el discernimiento pues hoy en día se publica todo. Todo el mundo publica y eso hace más difícil el proceso de saber cuáles son las mejores. Por otro lado, el gusto por la lectura se ha perdido y se ha ganado mucho en el entretenimiento, la diversión, lo cual conlleva a que haya más performances, lecturas, obras, cine, videos, presentaciones. Ahí es que está verdaderamente el interés en la literatura y sus secuaces. La publicación es muy válida, pero siempre teniendo en mente que su función y fin está en el archivo. El texto impreso o electrónico es documentación de la producción cultural realizada a través del tiempo. El triunfo o fracaso de un proyecto literario o performático no está en la publicación, sino en el aquelarre o la ceremonia cultural.

Carlos Esteban: Y para finalizar… ¿Qué te ocupa en estos momentos? ¿En qué linderos creativos pernocta actualmente el creador que eres?

Carlos Manuel: En estos quiero publicar mi libro sobre poesía, textos performáticos, teatro y manifiestos (libro híbrido como yo y mi arte). Tengo en mente y ya va saliendo otro texto performático "Petronila", a quien le gusta la bomba y la literatura.

Carlos Esteban Cana: Escritor, dramaturgo, Carlos Manuel Rivera, muchas gracias.
____________________________________

Carlos Esteban CanaComunicador y escritor.  Nació en Bayamón, Puerto Rico, pero se crió en el pueblo costero de Cataño. Fundador de la revista y colectivo TALLER LITERARIO, publicación alternativa que marcó la última década de creación literaria boricua en el siglo XX.  Ha trabajado en el Instituto de Cultura Puertorriqueña como Coordinador Editorial, Director de Prensa para la V Feria Internacional del Libro de Puerto Rico y como Coordinador de Medios para el Encuentro de Escritores De-Generaciones.  Su periodismo cultural ha sido publicado en periódicos y publicaciones como Dialogo, Cayey, CulturA, El Nuevo Día, y Resonancias, entre otras.  Fue parte del colectivo El Sótano 00931.  Colaboro con el poeta Julio Cesar Pol, junto a Nicole Cecilia Delgado y Loretta Collins, en la antología Los Rostros de la Hidra.

Su periodismo cultural es reproducido en diversos espacios y bitácoras cibernéticas, con columnas como: Breves en la cartografía cultural; Aquí allá y en todas partes; Crónicas urbanas y el boletín En las letras, desde Puerto Rico, en bitácoras como Confesiones, Sólo Disparates: buscando la luz al final del túnel, Panaceas y placebos, Boreales, Revista Isla Negra y en periódicos como El Post Antillano.  Tiene tres libros publicados: Universos (micro-cuentos); Testamento (antología poética; una selección de 46 cuadernos) y Catarsis de maletas (cuentos).  Actualmente reside en la ciudad de Nueva York y desarrolla la plataforma multi-mediática Servicios de Prensa Cultural.  Para Carlos Esteban Cana profesar creación y cultura es como recibir oxígeno; vehículos que le permiten ejercer su libertad.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Crónica de una masacre anunciada

por  Caronte Campos Elíseos


Sin lugar a dudas, en Puerto Rico se viven momentos sumamente difíciles.  Así es en todos y cada uno de los ámbitos de la vida cotidiana de un puertorriqueño común.  No transcurre un solo día sin que la inmensa mayoría de los ciudadanos, sufran el embate de esta realidad.  Vicisitudes económicas, sociales, familiares, de salud, son algunas de las penas que diariamente enfrenta alguna víctima de la crisis actual.  Crisis provocada por el fracaso de los sistemas instaurados legalmente, y por la incompetencia de los llamados a velar el buen y normal funcionamiento de las instituciones.  Ineptitud en unos, ignorancia en otros, gansería y maldad en casi todos.  Todo plagado de corrupción con la venia de los electores, que cada cuatro años delegan fielmente todos sus poderes a estos oportunistas.  Aunque todas las corrupciones con todas sus ramificaciones y diversidades son lesivas, una de las más lastimosas es la del sistema de tribunales.

El mal llamado sistema de justicia está contaminado con la politiquería nuestra de cada día y por la influencia de otros muchos sectores con intereses particulares.  Basta con mirar los últimos resultados publicados sobre la reválida de abogados.  La mitad de los candidatos no aprobaron la misma, y la otra mitad está ansiosa de comenzar su carrera lucrativa, a costa de los problemas sociales que nos hunden.  No es para menos, si en los medios masivos de comunicación los únicos abogados que reciben el foro para mercadearse son los defensores de los asesinos y narcotraficantes.  Los fiscales del sistema no se quedan atrás.  Estos puestos son reservados para los familiares, amigos y los donantes políticos más cercanos.  Muchos de ellos son nombrados sin los méritos, conocimientos, experiencias ni ejecutorias que requieren tal posición.  En ocasiones, ni siquiera han pisado un tribunal excepto en carácter de acusados.  Algo similar sucede con los jueces.  Todos activistas y/o batatas políticas.  Nombrados, más que por méritos, como trofeo por su participación político partidista o por injerencia de algún poder de la economía subterránea.  Esto es tan evidente que se puede considerar el tribunal supremo de Puerto Rico, como una célula de los partidos mayoritarios. 

En este escenario y con tales protagonistas se desenvuelve la dramática realidad puertorriqueña.  En un país donde suceden entre diez y doce masacres por año, no se puede confiar en tal institución.  Masacres de las cuales, menos de la mitad se resuelven favorablemente en un cien por ciento.  Cada vez que ocurren este tipo de muertes violentas se escuchan las justificaciones y señalamientos.  La crisis económica, el detrimento social, la mediocre educación, la salud mental, son algunas de las razones que se escuchan.  Después de todo, la culpa siempre es huérfana.  Siempre termina el pueblo sentado en el banquillo de los acusados.  Nadie habla del esquema que arropa todo lo relacionado a la administración de tribunales.  Nos limitamos a creer todo el sensacionalismo mediático. 

Gran parte de los participantes en dichas masacres, han sido motivados por el sentimiento de impunidad que permea desde nuestros propios tribunales.  Muchos de estos gatilleros confesos han sido procesados sin éxito ante un tribunal.  Luego de estos procesos salen a ejecutar sus planes maquiavélicos, ahora con la confianza de que nuestro sistema los absuelve de toda culpa.  Se dejan en libertad verdaderos criminales que no tienen ni respetan ningún código ético a la hora de perpetrar sus actos.  Hasta la fiscalía ultramarina federal ha denunciado esta anomalía.  Muchos pistoleros han sido acusados por posesión de armas, narcotráfico, venta de drogas e incluso asesinatos, pero dejados en libertad por tecnicismos.  Estos tecnicismos han sido creados por estatutos legales para evadir todo el peso de la ley.  Subterfugios que han logrado que por dineros mal habidos los abogados prominentes puedan darle la vuelta a la verdadera intención legal y moral que el estado de derecho posee, si es que en realidad la posee.  No conforme con eso, los jueces están más que dispuestos a recibir algún estipendio monetario a cambio de la difícil tarea de modificar su criterio judicial.  Y si por casualidad algún desdichado sin fuertes conexiones en el bajo mundo o en el mundo político, fuera sentenciado a cumplir años en cárcel, no existe oportunidad de rehabilitación alguna.  Luego de pagar su culpa, sale de prisión con resentimientos y sin remordimientos, a delinquir de nuevo.

Todos esos elementos se conjugan en el conocido “debido proceso de ley” y se escudan detrás de la supuesta “presunción de inocencia”.  Estos conceptos que en teoría deberían ser la punta de lanza de la verdadera justicia, en la práctica se han convertido en todo un mecanismo para aducir grandes barbaries.  Este ciclo se repite cada vez con más firmeza, afianzando los sentimientos de impunidad entre los delincuentes y corruptos.  Este sistema es el que ha sembrado esa semilla de libertinaje, y ahora cosechamos sus resultados en las mentes criminales.  Grandes bandos dispuestos a infringir la ley bajo la premisa de que nunca serán juzgados justa y correctamente por el estado.  Esto sin importar cuan cruel, vicioso o ignominioso sea el delito cometido.

Nada de esto debería extrañarnos.  Nosotros hemos consentido estos esquemas.  Les llamamos corruptos, incompetentes, ineptos, oportunistas y toda suerte de epítetos.  Pero cabe preguntarse, ¿Quién es más ignorante, ellos, o los que los elegimos ciegamente cada cuatrienio?  Lo que vivimos hoy es una atmosfera de inseguridad por la masacre de la justicia a manos de las propias instituciones responsables del fiel cumplimiento de lo legal.  Era completamente previsible que llegaríamos a este punto de no regreso.  El germen está sembrado en lo más profundo de nuestras mentes y nuestros corazones.  Nadie tiene voluntad para ponerle un alto definitivo a estas condiciones de precaria estabilidad.  Todo está corroído desde sus simientes y nos hemos limitado a ser meros espectadores mientras a nuestra sociedad le llega la hora de bajar el telón.

¡Levántate y anda!