miércoles, 20 de marzo de 2013

Aquí, allá y en todas partes: el poder de la poesía, el poder de la palabra


por: Carlos Esteban Cana


El 21 de marzo es el Día Mundial de la Poesía.  Esta efeméride cultural y global fue establecida por la UNESCO en 1999.  El propósito fundamental es apoyar el arte del verso y la metáfora, fortalecer la tradición de recitales, así como promover su enseñanza y presencia en los medios de comunicación masiva.  Se pretende además, que sea una ocasión para que los poetas puedan establecer un enriquecedor dialogo con otras manifestaciones artísticas. 

Como muestra de lo que pienso acerca del esencial género poético –que como aprendiz me acerco cotidianamente con mis propios borradores- quiero compartir en el espacio cibernético del escritor y editor, Caronte Campos Elíseos, una pieza titulada, La palabra, del poeta español León Felipe.


La Palabra

Pero ¿qué están hablando esos poetas ahí de la palabra?
Siempre en discusiones de modista:
que si desceñida o apretada…
que si la túnica o que si la casaca
¡Basta ya!  La palabra es un ladrillo. ¿Me oísteis?
¿Me ha oído usted, Señor Arcipestre?
Un ladrillo.  El ladrillo para levantar la Torre… y la Torre
tiene que ser alta… alta… alta…
hasta que no pueda ser más alta.
Hasta que ya entonces no queda más que un ladrillo solo,
el ultimo ladrillo… la última palabra,
para tirárselo a Dios
con la fuerza de la blasfemia o la plegaria…
y romperle la frente… A ver si dentro de su cráneo
está la Luz… o está la Nada.

León Felipe en
El ciervo
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Carlos Esteban Cana – Escritor y comunicador puertorriqueño.  Ha cultivado el cuento, el micro-cuento, y la poesía.  Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos.  Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países.  Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Ángelo Negrón, reproducen su boletín “En las letras, desde Puerto Rico”.  Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna “Breves en la cartografía cultural”.  En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores.  Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre.  El primero titulado “Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia”, ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento.  “Testamento” es el segundo de los libros mencionados, poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: “Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete”. Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico. 

domingo, 17 de marzo de 2013

Poder de Cambio

por Ángel L. Parrilla

Haciendo un paréntesis en el drama eclesiástico de la reciente elección del nuevo Papa, quisiera hacer una reflexión personal, sobre lo que debería significar dicho evento.  Entre la euforia de algunos que celebran de forma muy emotiva, y de otros que dentro de su escepticismo, no dan validez a esa figura, el día de hoy la iglesia tiene un nuevo dirigente.  Pero, ¿qué efecto debería tener la selección del primer Papa Latinoamericano en nuestras vidas?  En mi opinión muy personal, pienso que eso va a depender de las ejecutorias del nuevo Pontífice, tanto en el entorno clerical, como en el laicado. 

A lo largo de mi vida como cristiano practicante, conocí muchos seminaristas, monjas, y sacerdotes.  También fui testigo de muchas actitudes, comportamientos, y situaciones que en aquel momento, si bien no eran cónsonas con la vida cristiana, yo no las entendía en su fondo.  Al sol de hoy, puedo entender muchas de ellas, y explicar otras.  Aunque la inmensa mayorías de ellas no tienen justificación. 

Ciertamente, y no debe ser un secreto para nadie, gran parte de los hombres que ofician misas en la actualidad, no están del todo de acuerdo, o al menos conforme, con muchos de los dogmas que se ven en la “obligación” de seguir y respetar.  Esto, si quieren cumplir con el llamado que dicen, El Señor les puso en su corazón.  Puedo asegurar que esto lo he escuchado de los propios internos, en secreto de confesión.  Este llamado a seguir una vida de caridad y servicio a los demás, aunque esto signifique dejar su país natal y su núcleo familiar.  Estos mismos dogmas, a mi entender, son los que han erosionado la capacidad de la iglesia de atraer nuevos seminaristas y nuevos candidatos a las filas de reclutamiento sacerdotal.  El reto, en ese sentido, es reevaluar las políticas, normas y reglamentos que rigen la vida hierática.  Incentivar los predicadores ya ordenados para evitar la deserción y la fuga de capital humano, y de cierta manera, hacer atractiva para los nuevos prospectos, la vida dedicada al clero.
    
El nuevo pontífice tiene ante sí, una iglesia envuelta en la vorágine de acusaciones, señalamientos, y críticas, ocasionadas por el comportamiento anti-cristiano de algunos de sus representantes.  No cabe duda, que la situación amerita un análisis exhaustivo por parte de la curia, si se quiere, para encontrar las causas y/o motivaciones para tales comportamientos, y a su vez, las posibles soluciones para los mismos.  La ya desgastada imagen de la iglesia romana, quizás no aguante unos cuantos lustros más, antes de que la realidad de los tiempos la obligue a tomar medidas drásticas para menguar el éxodo de feligreses (no necesariamente hacia otras religiones).  Las medidas afirmativas que se tomen en los próximos años serán de vital importancia para reconstruir la fe de sus fieles seguidores, rescatar el respeto de las demás facciones del cristianismo, y tal vez cambiar la perspectiva de muchos no creyentes.  Es precisamente, la aparente inacción de la alta jerarquía, la que ha socavado la credibilidad de la iglesia de Cristo.  A tal grado que la ha llevado a perder su fuerza ética y moral en cierto temas de interés social.

A grosso modo, estas son dos de las áreas en las que el Papa Francisco, tendrá que invertir esfuerzo y energía de su ya longeva vida, si es que en realidad quiere obtener resultados diferentes a los hasta ahora obtenidos por el tradicionalismo católico.  Es imposible, y hasta ilógico, pensar que se puede traer a la iglesia, con sus dos mil años de doctrina y tradición, por los pelos hasta la actualidad de nuestros días.  No se puede esperar más de lo que realmente pueden dar, ni crear falsas expectativas en cuanto a cambios radicales y resultados expeditos.  Por el contrario, la “santa sede”, peca por demonizar todo lo que se le anteponga.  Solo resta esperar, que el recién entronizado Papa, utilice su poder (político, económico, dogmático) para dar inicio a los tiempos de verdaderos cambios.

El poder de la figura Papal, el cual considero, no viene a través de una regla dictada por otros, sino gracias a la gran influencia que este ejerce sobre una gran parte de la población global,  tiene la responsabilidad de responder a las necesidades de su feligresía y a las de toda la humanidad.  Y debe ejercerse con un enfoque holístico y no polarizado en el pasado.  Así lo hizo su fundador, al elegir a un judío, pescador y pecador, para erigir Su Iglesia. 

Por mi parte no espero mucho, he perdido la fe en ese sistema doctrinal.  Pienso que un buen comienzo pudiera ser, transparencia y cooperación en los casos de violaciones de ley y de derechos en las iglesias alrededor del mundo, en especial en casos donde hay menores envueltos.  Cambios dirigidos a la participación más activa de la mujer en las celebraciones y trabajos eclesiásticos, son necesarios para ambos entornos.  Amén de las modificaciones a la vida que deben llevar los sacerdotes y predicadores, la cual dista mucho con los de la vida romana contemporánea.  La lista de deseos internacionales es extensa.  Los reclamos globales son aún más.  Las acciones deben ser terrenales y humanizadas, no esperar señales providenciales para entonces, y solo entonces, actuar conforme a las enseñanzas del Cordero.   

El poder de cambio necesita voluntad, necesita determinación y valentía para comenzar una revolución hacia nuevos modelos, nuevos estilos y nuevas visiones.  Es el momento de hacerlo, de darle un principio a tan ardua tarea.  Es imperativo, no solo para los católicos creyentes, sino para todo el pueblo de Dios.

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Angel L. Parrilla López - Nació en Rio Piedras.  Natural de Cataño, del Barrio Amelia, donde cursó toda su vida escolar.  Tiene un Bachillerato en Recursos Humanos, y una Maestría en Gerencia.  Por más de 20 años, fungió como Servidor en la comunidad, y asesor del Grupo de Jovenes Parroquial.

martes, 12 de marzo de 2013

Quince maneras de arruinar un país

por  Caronte Campos Elíseos


Entre los disparates que regularmente dan vuelta en mi mente diariamente, en esos momentos de relajación y esparcimiento personal, surgen ideas noveles sobre ciertos temas que para nosotros son totalmente ajenos.  Digo nosotros, refiriéndome a la clase puertorriqueña local, y un poco, a los que están en la diáspora.  Entre esos absurdos, comparto con ustedes las quince formas que tiene un gobierno de arruinar un país, con o sin la cooperación de sus naturales. 

Dado que estos puntos pueden resultar desconocidos para muchos, usted puede realizar su propia búsqueda, a manera de intentar identificar algunos lugares donde estos se hayan materializado.  Disculpen el hecho de que no les ofrezca más datos sobre los mismos, es que carezco de referencia cercanas a nuestros lares. 

15 maneras de arruinar un país

  1. Imponer un sistema legislativo compuesto por dos cámaras. Una compuesta por senadores, y otra, por       representantes. Aún en contra de la voluntad y deseo expresado por voto mayoritario de la ciudadanía, de Una sola Cámara
  2. Fomentar la dependencia del pueblo con aparentes ayudas económicas.
  3. Limitar y desalentar el esparcimiento de la cultura, las artes, y los talentos.
  4. Truncar los sueños de superación, consintiendo la deserción escolar y el ocio. 
  5. Cercenar las capacidades del Sistema Educativo, haciéndolo totalmente estéril. 
  6. Inventar una historia ficticia y difundirla como leyenda urbana hasta hacerla realidad en las mentes de todos y todas, incluso en las propias.
  7. Encarecer y privatizar la educación universitaria de manera que se proyecte inaccesible. 
  8. Promover el desempleo como  catalizador de las fuerzas armadas de otra nación.
  9. Ralentízar la forma en que se ofrecen los servicios primordiales, y la manera en que se atienden las necesidades básicas de la población. 
  10. Entregar la salud del pueblo a manos de empresas aseguradoras, que solo les preocupe su salud financiera y asegurar sus propios intereses. 
  11. Utilizar los cuerpos de seguridad para evitar cualquier manifestación en contra de la gestión gubernamental.
  12. Regalar, Vender, Alquilar y/o Privatizar parte de los bienes nacionales. 
  13. Minimizar las áreas y oportunidades de desarrollo físico y mental.
  14. Imponer a los ciudadanos toda la carga económica del país, incluyendo la de la clase alta. 
  15. Votar cada cuatro años por los arquitectos de ese andamiaje, sin otras consideraciones, que no sea el fanatismo político o religioso.

Esto es solo una muestra de la bazofia que muchas veces se me ocurre.  Nada interesante, pero al menos puede darnos una perspectiva de lo que, quizás esté sucediendo en otros países.  Espero que nunca nos toque vivir ninguno de los escenarios mencionados. Sería triste para mi saber que, los disparates que tengo en la mente son nuestra realidad.


¡Levántate y anda!

miércoles, 6 de marzo de 2013

Universos de Carlos Esteban Cana


Entre mis lecturas recientes le he echado un ojo a varios clásicos.  El Discurso del Método, de Descartes; El Contrato Social, de Rousseau, y Antígona, de Sófocles.  Pero el último título fue más contemporáneo y definitivamente más refrescante.  Me refiero al libro, Universos, de Carlos Esteban Cana.  El mismo se compone de 31 microcuentos, en los cuales el autor retrata momentos e instancias, en las que cada lector puede identificarse o ubicar algún conocido, en algún momento de sus vidas.  Lo más interesante, según el propio Carlos Esteban, es que los relatos dejan espacio abierto para que cada lector pueda darle su propia interpretación y su propio escenario. 

Después de varias lecturas, he escogido uno de mis favoritos y con el cual me siento identificado. 
   

Cruzar

Mi amigo Ramón tuvo un traspié de salud.  Casi se nos va por un infarto.  Pero, afortunadamente, todo se solucionó a tiempo.  Después de quitar obstrucciones de arterias, colocar las mallitas correspondientes, todos estábamos más tranquilos.

Yo, por mi parte, a veces tengo que reconocer que hago unas bromas que no debería hacer.  Pero tengo que aclarar que, entre los amigos, no soy el único que tiene esa “buena” costumbre.  Recuerdo que en esa misma estadía hospitalaria de Ramón, un amigo común llamado Rodrigo le dijo que si en algún momento veía buitres volando, no perdiera un segundo para tirarse por la ventana.

Mi broma también se trataba de un comentario más o menos semejante.  Resulta que mientras esperábamos a que trasladaran a Ramón de sala de emergencia a un cuarto apropiado, se me ocurrió aconsejarle que si se acercaba un ser con capucha negra y una especie de báculo en la mano, saliera corriendo.

Lo que me dio cargo de conciencia fue que esa misma noche el pobre Ramón soñó con el personaje tal y como se lo había descrito.  Decía que aquello ocurrió como si de una película se tratara.  Primero vio acercarse al encapuchado personaje mientras él permanecía en un ataúd con una cubierta de cristal, “como el que utilizaron para el dictador Pinochet”, detalló.  La situación adquirió mayor complejidad cuando se contemplaba señalándole a la parca que no era a él a quien le tenía que cortar el pescuezo.  Argumentaba ansioso que el elegido, que estaba entre los asistentes, debía ser un vecino al que saludaba ocasionalmente durante las tardes.  Ahí acabo todo.  Despertó sudoroso, acordándose de mí y no de buena manera.

Días después dieron de alta a Ramón.  Su recuperación fue satisfactoria y eventualmente pudo darse su caminata diaria, salir con amistades, sacar a su perro por el vecindario.  Pero lo único que le ha extrañado en lo que ha sido siempre su cotidiano proceder, es que jamás, hasta el sol de hoy, se ha vuelto a cruzar con su vecino.


              *****Universos está disponible en la pagina de Isla Negra Editores*****

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Carlos Esteban Cana - Escritor y comunicador puertorriqueño. Ha cultivado el cuento, el micro cuento, y la poesía. Actualmente, sin embargo, se ocupa de darle forma a sus dos primeras novelas y a un volumen de ensayos. Colaborador de varias publicaciones impresas y cibernéticas, en Puerto Rico y otros países. Bitácoras y publicaciones alrededor del planeta, como Confesiones, del narrador Angelo Negrón, reproducen su boletín "En las letras, desde Puerto Rico".

Para el periódico cibernético El Post Antillano también publica su columna "Breves en la cartografía cultural". En verano del 2012, Carlos Esteban publica Universos, libro de micro-cuentos bajo el sello de Isla Negra Editores. Otros dos libros aparecerán durante el presente semestre. El primero titulado "Catarsis de maletas: 12 cuentos y 20 años de historia", ofrece una vista panorámica de una pasión que el autor ha desarrollado, por cuatro lustros, en el género del cuento. "Testamento" es el segundo de los libros mencionados, poemario antológico que reúne lo más representativo de su poesía; género del que Cana manifiesta: "Fue la propia poesía que me seleccionó como medio, como intérprete". Cana es conocido además por haber fundado la revista y colectivo TALLER LITERARIO, que marcó la literatura puertorriqueña en la última década del siglo XX en Puerto Rico.

viernes, 1 de marzo de 2013

Falta Personal

por  Caronte Campos Elíseos


Recuerdo cuando era más joven, hace algún tiempo no muy lejano, como invertía mi tiempo.  No puedo recordar exactamente cuánto ha llovido, pero tengo presente todavía muchas cosas.  Entre estas, siempre pienso cuando esquivaba todo tipo de responsabilidad, por ir a una cancha a jugar baloncesto.  Posponía sesiones de enseñanzas (por no decir que cortaba clases), resumía o adelantaba reuniones de la iglesia, y a veces, solo a veces, suspendía las comidas.  Todo por ir con un grupo de buenos amigos a quemar la fiebre del “basket”. 

En ese equipo selecto de “panas”, había un sincretismo de habilidades.  Estaba el que le gustaba tirar desde la esquina y de espalda al canasto.  Siempre pensamos, y nunca entendimos, la razón para tirar de “espaldita”, si a duras penas encestaba de frente, y mirando al canasto. Estaba el que hacía muy buena pareja de juego conmigo. Éramos como el Michael Jordan y  Scottie Pippen del barrio.   Y estaba el que, cuando el otro equipo era casi tan bueno o mejor que nosotros, lo que era muy difícil por nuestras capacidades en desarrollo (valga decir que ahí quedaron y murieron, en desarrollo), se cambiaba de equipo sin ningún tipo de pudor ni cargo de conciencia. 

Pero todo era en un ambiente de cordialidad y hermandad.  Mucho respeto hacia los demás, y siempre con la mentalidad de divertirnos y pasar un buen rato.  Nunca jugamos a nivel profesional, pero en la medida de lo posible, intentábamos respetar las reglas del juego.  Claro, siempre había quien quería pasarse de listo, pero los fundamentos del deporte que tanto nos gustaba, estaban presentes.

En cambio, en los tiempos modernos eso ha variado.  En la actualidad, la fanaticada de las drogas se han apoderado de gran cantidad de canchas.  Las han evacuado, literalmente, y han expulsado a todo aquel que no pertenezca a su equipo.  Las que no, el gobierno las mantiene cerrada para eventos especiales y actividades políticas.   Si encuentras una disponible, tienes que jugar durante el día, a la luz del candente sol.  Esto, porque casi ninguna de las que están en “buenas condiciones”, tiene iluminación nocturna, y las que sí la tienen, se apagan automáticamente a determinada hora.  Una vez encuentras una que, si ha llovido, no esté llena de agua, aunque sea bajo techo, comienza el juego, si el dueño de la trapo 'e bola se reportó a tiempo para el brinco inicial. 

Como en antaño, hay que hacer turno para cada juego.  Los que ganan más, juegan más. Vienen jugadores de todos los barrios, caseríos, barriadas, y hasta de otros pueblos vecinos.  Se siguen sumando prospectos de atletas, y el tiempo de juego, cada vez es menos.  Demás está decir que las técnicas, trucos, y estilos de juegos de hogaño, han evolucionado con el tiempo.  Ahora todos tienen su “librito” con sus respectivas expectativas de lo que deben conseguir, al enfrentar a otros en un duelo en el centro de la cancha.   Con esto, el carácter, las actitudes, las emociones, y hasta los pensamientos de cada baloncestista son diferentes.  Ninguno de los equipos quiere perder, lo que es virtualmente imposible.  

Una vez comienza el juego, todos corren con la misma idea.  Todos tienen el mismo objetivo, y sudan el deseo de conseguirlo.  El reloj avanza y los ánimos de un partido reñido se exacerban.  Brincan los corazones por la tensión de cada rebote.  La sed de triunfo se apodera de cada oponente.  No hay tiradas libres porque no hay silbato que las otorgue.  El sentido de diversión y cordialidad se queda sentado en el banco.  La aversión a la derrota, pasa como el balón, de mano en mano.  La intensidad y la pasión sustituyen la buena fe y la ética de juego.  Llega el contacto físico, inevitable en el juego cuerpo a cuerpo.  El infractor se queda sin defensa y se duerme en los tres segundos.  El adversario, convertido ahora en su propio árbitro, asume la ofensiva aprovechando la “güirita”,  y le “donquea”  dos proyectiles de calibre mortal en la espalda.  Sacándolo de esta manera, del juego de la vida antes de su quinta falta personal. 

Suspendido el juego por la lluvia de sangre, se empaña lo que fue, en su día, un pasatiempo de muchos jóvenes.  Jóvenes que, como nosotros, en su tiempo libre encontraban diversión y esparcimiento en una cancha de baloncesto.  Y muchos otros que, por diferentes razones, buscaban refugio para escapar de sus diversas realidades.  Ya no se puede ir de cancha en cancha, buscando donde está la mejor liga.  La criminalidad ha invadido los complejos deportivos. La intolerancia se ha convertido en el uniforme de todos.  Los problemas sociales abandonaron las gradas, y  se metieron en el juego.  Y a la seguridad, se le confisca el mismo por ausencia injustificada.  

Los ciudadanos, las agencias, las instrumentalidades, y las autoridades encargadas de velar por el bien y el orden, tiran la toalla.  Se limitan a promover el deporte, regalando balones sin asegurar las instalaciones destinadas para ello.  Es menester que se reclame para los niños y jóvenes, las mismas y mejores oportunidades que tuvieron las generaciones anteriores. Donde puedan invertir su tiempo desarrollando habilidades para el futuro, tanto deportivas, como sociales. 

Es imperativo si queremos evitar, que en lugar de juegos, se pierdan más vidas.

¡Levántate y anda!