miércoles, 1 de abril de 2015

Juglares Apócrifos

por  Caronte Campos Elíseos


Para mi sorpresa, después de aquella experiencia del tercer tipo con aquel ente viril y su diatriba en contra del IVA, el protagonismo del impuesto en la opinión pública, ha disminuido.  No hemos de extrañarnos, si es harto conocido que somos un pueblo de memoria corta (al menos yo si lo soy), lo que en tiempos modernos se ha diagnosticado como Alzheimer Nacional.  Históricamente nos han ofuscado con toda suerte de patrañas mediáticas para distraernos de todo tema relevante y vital.  El estatus políticos, la ciudadanía americana, el español y el inglés como segundo idioma, los días feriados y más recientemente el chinkungunya, son solo algunas de las artimañas del sistema para polarizar nuestra atención. 

Siempre estás tretas han sido muy efectivas en nuestra mentes y débiles corazones (al menos el mio).  Pero en estas últimas dos semanas, nos han bombardeado con una de mis favoritas, los juglares apócrifos.  En nuestra parsimonia y con nuestra voluntad inerme, estos personeros se prestan para entretenernos mientras las cosas de envergadura suceden tras las cortinas de humo.  En esta ocasión no estoy haciendo referencias a Maripily, Shalimar, Carlos Arroyo ni a El Molusco.  Estoy hablando de los casos particulares de Alexandra Lúgaro y Reinaldo Ríos.  Con sus espectáculos circenses en los principales “medios de información masiva”, lograron captar la atención de la mayoría de la población.  Dándole así el espacio y la sombra necesaria a nuestros senadores y representantes, para pasarnos gato por liebre nuevamente.

Mientras estos emisarios realizaban sus actuaciones, malabares y representaciones ante las cámaras, los legisladores nuestros hacían lo que mejor saben hacer… embaucarnos.  Tras bastidores, sucedían varias cosas de importancia.  Entre ellas, el “deadline” que otorgaron a la Autoridad de Energía Eléctrica para que emita un pago millonario a sus acreedores.  Claro, a falta de una discusión seria sobre el desacreditado IVA, no existen los fondos ni las fuentes de recaudos para emitir el súper pago a los bonistas.  Como secuela de ese evento, la casa acreditadora Fitch Ratings, degradó, por enésima vez los bonos de Puerto Rico.  Simultáneamente, los políticos poco creativos que tenemos traen a la mesa de discusión un aumento al costo de la energía eléctrica.  Al parecer se les olvidó, al igual que a nosotros (al menos a mi), que ya nos habían subido el costo de energía con la crudita que entró en vigor tan reciente como el 16 de marzo.  Y todavía la oficial de restructuración de la agencia, Lisa Donahue, con su humilde salario de $9 millones no logra acciones afirmativas hacia una corporación más costo-efectiva.   

Otra de las cosas que pasaron desapercibidas, fue la investigación iniciada por el FBI contra varias compañías contratadas por el Departamento de Educación.  Estas empresas, muchas de ellas pertenecientes a familiares de alguno que otro legislador, según se informó, eran seleccionadas para ofrecer servicios de tutorías en las escuelas.  Recibían sumas millonarias por unos servicios por los que jamás rindieron cuentas y sobre los cuales nunca mostraron resultados satisfactorios según los propios estándares del Departamento de Educación.  Sin mencionar la pobre, mediocre y famélica educación que reciben los niños en este país.  Entre el drama y la comedia, pasa inadvertido el pequeño detalle de que la candidata independiente a la gobernación, es dueña de una de estas corporaciones educativas.  Encima de este burdo esquema, tienen las pelotas de tirar documentación de padres y estudiantes en vertederos clandestinos.  En definitiva, los problemas de la instrucción a nuestros niños no se resuelven con cartas circulares que cambian minucias y no sustancias.  Fraude, Corrupción, Pillaje, Nepotismo, son la orden del día en las agencias y corporaciones públicas de esta isla estrella.

Mientras sigamos patrocinando los espectáculos que nos envuelven y engatusan con sus actos de magia, donde lo único que desaparece son los dineros del pueblo; mientras sigamos hipnotizados por los malabares y juegos con nuestra educación e instrucción pública; mientras sigamos dejando que lancen cuchillos a nuestros sueños; mientras dejemos a merced de estos domadores y cantores épicos, nuestra conciencia y voluntad nacional, jamás saldremos de las gradas para convertirnos en protagonistas de nuestro futuro brillante.  Tenemos que despertar, levantarnos y tomar en serio las riendas de nuestra vida colectiva para de una vez salir de esta tragicomedia que vivimos.  Aunque eso no obsta de que podamos entretenernos con algunos de esos payasos y bufones mediocres.

¡Levántate y anda!